Pascua - Jueves II
INVITATORIO
Si Laudes es la primera celebración del día:
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
A continuación se dice el salmo Invitatorio, con la antífona:
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Si antes de Laudes se ha celebrado el Oficio de lectura:
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
LECTURA - LAUDES - MEDIA - VÍSPERAS - COMPLETAS
oficio de lectura
HIMNO
Oh Rey perpetuo de los elegidos,
oh Creador que todo lo creaste,
oh Dios en quien el Hijo sempiterno
es desde antes del tiempo igual al Padre.
Oh tú que, sobre el mundo que nacía,
imprimiste en Adán tu eterna imagen,
confundiendo en su ser el noble espíritu
y el miserable lodo de la carne.
Oh tú que ayer naciste de la Virgen,
y hoy del fondo de la tumba naces;
oh tú que, resurgiendo de los muertos,
de entre los muertos resurgir nos haces.
Oh Jesucristo, libra de la muerte
a cuantos hoy reviven y renacen,
para que seas el perenne gozo
pascual de nuestras mentes inmortales.
Gloria al Padre celeste y gloria al Hijo,
que de la muerte resurgió triunfante,
y gloria con entrambos al divino Paracleto,
por siglos incesantes. Amén.
SALMODIA
Ant.1: Nos diste, Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso damos gracias a tu nombre. Aleluya.
Salmo 43
ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS QUE SUFRE ENTREGADO A SUS ENEMIGOS
En todo vencemos fácilmente por
aquel que nos ha amado. (Rm 8,37)
I
¡Oh Dios!, nuestros oídos lo oyeron,
nuestros padres nos lo han contado:
la obra que realizaste en sus días,
en los años remotos.
Tú mismo, con tu mano, desposeíste a los gentiles
y los plantaste a ellos;
trituraste a las naciones,
y los hiciste crecer a ellos.
Porque no fue su espada la que ocupó la tierra,
ni su brazo el que les dio la victoria;
sino tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro,
porque tú los amabas.
Mi rey y mi Dios eres tú,
que das la victoria a Jacob:
con tu auxilio embestimos al enemigo,
en tu nombre pisoteamos al agresor.
Pues yo no confío en mi arco,
ni mi espada me da la victoria;
tú nos das la victoria sobre el enemigo
y derrotas a nuestros adversarios.
Dios ha sido siempre nuestro orgullo,
y siempre damos gracias a tu nombre.
Ant.1: Nos diste, Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso damos gracias a tu nombre.
Aleluya.
Ant. 2: Perdónanos, Señor, y no entregues tu heredad al oprobio.
II
Ahora, en cambio, nos rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales, Señor, con nuestras tropas:
nos haces retroceder ante el enemigo,
y nuestro adversario nos saquea.
Nos entregas como ovejas a la matanza
y nos has dispersado por las naciones;
vendes a tu pueblo por nada,
no lo tasas muy alto.
Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla de los que nos rodean;
nos has hecho el refrán de los gentiles,
nos hacen muecas las naciones.
Tengo siempre delante mi deshonra,
y la vergüenza me cubre la cara
al oír insultos e injurias,
al ver a mi rival y a mi enemigo.
Ant. 2: Perdónanos, Señor, y no entregues tu heredad al oprobio.
Ant. 3: Levántate, Señor, y redímenos por tu misericordia.
Aleluya.
III
Todo esto nos viene encima,
sin haberte olvidado
ni haber violado tu alianza,
sin que se volviera atrás nuestro corazón
ni se desviaran de tu camino nuestros pasos;
y tú nos arrojaste a un lugar de chacales
y nos cubriste de tinieblas.
Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios
y extendido las manos a un dios extraño,
el Señor lo habría averiguado,
pues él penetra los secretos del corazón.
Por tu causa nos degüellan cada día,
nos tratan como a ovejas de matanza.
Despierta, Señor, ¿por qué duermes?
Levántate, no nos rechaces más.
¿Por qué nos escondes tu rostro
y olvidas nuestra desgracia y opresión?
Nuestro aliento se hunde en el polvo,
nuestro vientre está pegado al suelo.
Levántate a socorrernos,
redímenos por tu misericordia.
Ant. 3: Levántate, Señor, y redímenos por tu misericordia.
Aleluya.
V. Dios resucitó al Señor. Aleluya.
R. y nos resucitará también a nosotros por su poder. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Año I:
Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 3, 1-22
EXHORTACIÓN A LAS IGLESIAS DE SARDES, FILADELFIA Y LAODICEA
Yo, Juan, oí que el Señor me decía:
«Escribe al ángel de la Iglesia de Sardes:
"Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas:
Conozco tus obras. Tienes nombre como alguien que vive, pero estás muerto. Ponte
alerta y reanima lo que queda y que está a punto de morir, pues no he hallado
perfectas tus obras en la presencia de mi Dios. Así que, recuerda cómo has'
recibido y escuchado mi palabra, y guárdala y conviértete. Porque, si no estás
alerta, vendré como el ladrón, sin que sepas la hora en que voy a llegar.
Tienes, sin embargo, en Sardes algunas pocas personas que no han manchado sus
vestidos; ellos andarán conmigo vestidos de blanco, porque son dignos de ello.
El vencedor será así revestido con vestiduras blancas. No borraré jamás su
nombre del libro de la vida, sino que lo proclamaré en presencia de mi Padre y
de sus ángeles. El que tenga oídos oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias."
Al ángel de la Iglesia de Filadelfia escribe:
"Esto dice el Santo, el Veraz, el que tiene la llave de David, el que abre sin
que nadie pueda cerrar, el que cierra sin que nadie pueda abrir:
Conozco tus obras. He abierto ante ti una puerta que nadie puede cerrar. Porque,
no obstante tus pocas fuerzas, has guardado mi palabra y no has renegado de mi
nombre, voy a entregarte algunos adeptos de la sinagoga de Satanás, de los que,
mintiendo, se proclaman a sí mismos judíos, sin serio en realidad. Vo los haré
venir y se postrarán a tus pies y sabrán que yo te he amado. V, porque has
guardado la palabra de mi constancia, yo también te guardaré en la hora de la
prueba que va a venir sobre el mundo entero, para probar a los habitantes de la
tierra. Llegaré pronto: sostén lo que tengas, para que nadie te quite tu corona.
Al que venza lo haré columna en el templo de mi Dios, y ya nunca saldrá fuera, y
sobre él escribiré el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, de
la nueva Jerusalén, que baja del cielo desde mi Dios, y mi nombre nuevo. El que
tenga oídos oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias."
Al ángel de la iglesia de Laodicea escribe:
"Esto dice `el Amén´, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de
Dios:
Conozco tus obras, no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!
Pero, porque eres tibio y no eres frío ni caliente, estoy por vomitarte de mi
boca. Dices: "Soy rico, he acumulado riquezas y de nada tengo necesidad"; y no
sabes que eres tú el desventurado, el miserable, el indigente, el ciego y el
desnudo. Por eso yo te aconsejo que compres de mi oro acrisolado por el fuego
para enriquecerte, vestiduras blancas para vestirte y, así, no descubrir la vergüenza de tu desnudez,
y colirio para untar tus ojos y poder ver.
Yo reprendo. y corrijo a cuantos amo. ¡Animo, pues, Y arrepiéntete! Mira que
estoy a la puerta y llamo; si alguno escucha mi voz y me abre la puerta entraré
en su casa, cenaré con él y él conmigo.
Al vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí; lo mismo que
yo, cuando vencí, me senté en el trono de mi Padre, junto a él. El que tenga
oídos oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias."»
Responsorio Ap 3, 20; 2, 7
R. Si alguno escucha mi voz y me abre la puerta * entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo. Aleluya.
V. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.
R. Entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo. Aleluya.
Año II:
De los Hechos de los Apóstoles 7, 1-16
COMIENZO DEL DISCURSO DE ESTEBAN SOBRE LA HISTORIA DE LOS PATRIARCAS
En aquellos días, el sumo sacerdote preguntó a Esteban:
«¿Es verdad lo que éstos dicen?»
Él contestó:
«Hermanos y padres, escuchad: El Dios de la gloria
se apareció a nuestro padre Abraham, cuando vivía en
Mesopotamia, antes de establecerse en Harán, y le dijo:
"Sal de tu tierra y de tu parentela; y vete a la tierra
que yo te indicaré." Salió entonces del país de los caldeos
y se estableció en Harán. Y de allí, después de la
muerte de su padre, Dios lo trasladó a esta tierra que
vosotros habitáis ahora. Y no le dio propiedad en ella,
ni siquiera de un palmo de terreno. Eso sí, le hizo promesa
de darla en posesión a él y a su descendencia,
cuando no tenía hijos todavía.
Y Dios le habló así: "Tus descendientes vivirán en tierra
extranjera, y serán reducidos a esclavitud y maltratados por espacio
de cuatrocientos años; pero yo juzgaré al pueblo que los va a esclavizar
-palabra deDios-. Después de esto, saldrán en libertad y me darán
culto en este lugar." Luego hizo un pacto con él, pacto que selló
con la circuncisión. De esta manera llegó a ser Abraham padre de Isaac,
a quien circuncidó al octavo día; e Isaac lo fue de Jacob, y Jacob de los
doce patriarcas.
Los patriarcas, por pura envidia, vendieron a José como esclavo con destino
a Egipto; pero Dios, que estaba con él, lo libró de todas las tribulaciones,
y le dio gracia y sabiduría ante el Faraón, rey de Egipto, quien lo
constituyó gobernador de Egipto y de toda su casa. Sobrevino entonces en
todo Egipto y en Canaán un hambre y una miseria tan grande que nuestros
padres no encontraban provisión alguna. Habiéndose enterado Jacob de que
había trigo en Egipto, envió allá a nuestros padres en un primer viaje. En
el segundo viaje, José se dio a conocer a sus hermanos, y así el Faraón
llegó a tener conocimiento del linaje de José.
José hizo venir a su padre Jacob con toda su familia; eran setenta y cinco
personas en total. Y Jacob bajó a Egipto, donde murieron él y también nuestros
padres. Y los trasladaron a Siquem, y los depositaron en el sepulcro que
Abraham había comprado a precio de plata a los hijos de Emor, en Siquem.»
Responsorio Cfr. Hch 18, 24. 25; 6, 8
R. Muy versado en las Escrituras e instruido en la doctrina del Señor, hablaba
con fervor de espíritu * y enseñaba rectamente todo lo referente a Jesús. Aleluya.
V. Esteban, lleno de gracia y de poder sobrenatural,
obraba señales y prodigios entre el pueblo.
R. Y enseñaba rectamente todo lo referente a Jesús. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Tratados de san Gaudencio de Brescia, obispo
(Tratado 2: es EL 68, 30-32)
EL DON DE LA NUEVA ALIANZA QUE NOS DEJÓ EN HERENCIA
El sacrificio celestial instituido por Cristo es verdaderamente el don de su
nueva alianza que nos dejó en herencia, como prenda de su presencia entre
nosotros, la misma noche en que iba a ser entregado para ser crucificado. Éste
es el viático de nuestro camino, con el cual nos alimentamos y nutrimos durante
el peregrinar de nuestra vida presente, hasta que salgamos de este mundo y
lleguemos al Señor; por esto decía el mismo Señor: Si no coméis mi carne y no
bebéis mi sangre, no tendréis vida en vosotros.
Quiso, en efecto, que sus
beneficios permanecieran en nosotros, quiso que las almas redimidas con su
sangre preciosa fueran continuamente santificadas por el sacramento de su
pasión; por esto mandó a sus fieles discípulos, a los que instituyó también como
primeros sacerdotes de su Iglesia, que celebraran incesantemente estos misterios
de vida eterna, que todos los sacerdotes deben continuar celebrando en las
Iglesias de todo el mundo, hasta que Cristo vuelva desde el cielo, de modo que,
tanto los mismos sacerdotes como los fieles todos, teniendo cada día ante
nuestros ojos y en nuestras manos el memorial de la pasión de Cristo,
recibiéndolo en nuestros labios y en nuestro pecho, conservemos el recuerdo
indeleble de nuestra redención.
Además, puesto que el pan, compuesto de muchos granos de trigo reducidos a
harina, necesita, para llegar a serlo, de la acción del agua y del fuego,
nuestra mente descubre en él una figura del cuerpo de Cristo, el cual, como
sabemos, es un solo cuerpo compuesto por la muchedumbre de todo el género humano
y unido por el fuego del Espíritu Santo.
Jesús, en efecto, nació por obra del Espíritu Santo y, porque así convenía para
cumplir la voluntad salvífica de Dios, penetró en las aguas bautismales para
consagrarlas, y volvió del Jordán lleno del Espíritu Santo, que había descendido
sobre él en forma de paloma, como atestigua el evangelista san Lucas: Jesús
regresó de las orillas del Jordán, lleno del Espíritu Santo.
Asimismo, también el vino que es su sangre, resultante de la unión de muchos
granos de uva de la viña por él plantada, fue exprimido en el lagar de la cruz,
y fermenta, por su propia virtud, en el espacioso recipiente de los que lo beben
con espíritu de fe.
Todos nosotros, los que hemos escapado de la tiranía de Egipto y del diabólico
Faraón, debemos recibir, con toda la avidez de que es capaz nuestro religioso
corazón, este sacrificio de la Pascua salvadora, para que nuestro Señor
Jesucristo, al que creemos presente en sus sacramentos, santifique nuestro
interior; él, cuya inestimable eficacia perdura a través de los siglos.
Responsorio Lc 22, 19; Jn 6, 59
R. Jesús tomó pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: *
«Esto es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros; haced esto en memoria mía. Aleluya.
V. Éste es el pan que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
R. Esto es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros; haced esto en memoria mía. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
CONCLUSIÓN
Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Laudes
HIMNO
El agua pura, don de la mañana,
da a los ojos el brillo de la vida,
y el alma se despierta cuando escucha
que el ángel dice: «¡Cristo resucita!»
¡Cómo quieren las venas de mi cuerpo
ser música, ser cuerdas de la lira,
y cantar, salmodiar como los pájaros,
en esta Pascua santa la alegría!
Mirad cuál surge Cristo transparente:
en medio de los hombres se perfila
su cuerpo humano, cuerpo del amigo
deseado, serena compañía.
El que quiera palparlo, aquí se acerque,
entre con su fe en el Hombre que humaniza,
derrame su dolor y su quebranto,
dé riendas al amor, su gozo diga.
A ti, Jesús ungido, te ensalzamos,
a ti, nuestro Señor, que depositas
tu santo y bello cuerpo en este mundo,
como en el campo se echa la semilla. Amén.
SALMODIA
Ant. 1: Yo soy la vid, vosotros sois los sarmientos. Aleluya.
Salmo 79
VEN A VISITAR TU VIÑA
Ven, Señor Jesús. (Ap 22, 20)
Pastor de Israel, escucha,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que te sientas sobre querubines, resplandece
ante Efraím, Benjamín y Manasés;
despierta tu poder y ven a salvarnos.
¡Oh Dios!, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Señor, Dios de los ejércitos,
¿hasta cuándo estarás airado
mientras tu pueblo te suplica?
Le diste a comer llanto,
a beber lágrimas a tragos;
nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos se burlan de nosotros.
Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Sacaste una vid de Egipto,
expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste;
le preparaste el terreno y echó raíces
hasta llenar el país;
su sombra cubría las montañas,
y sus pámpanos, los cedros altísimos;
extendió sus sarmientos hasta el mar,
y sus brotes hasta el Gran Río.
¿Por qué has derribado su cerca
para que la saqueen los viandantes,
la pisoteen los jabalíes
y se la coman las alimañas?
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa.
La han talado y le han prendido fuego:
con un bramido hazlos perecer.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre,
Señor Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Ant. 1: Yo soy la vid, vosotros sois los sarmientos. Aleluya.
Ant. 2: Sacaréis aguas con gozo de
las fuentes de la salvación. Aleluya.
Cántico Is 12, 1-6
ACCIÓN DE GRACIAS DEL PUEBLO SALVADO
El que tenga sed que venga
a mí y que beba. (Jn 7, 37)
Te doy gracias, Señor,
porque estabas airado contra mí,
pero ha cesado tu ira
y me has consolado.
Él es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.
Aquel día, diréis:
Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso.
Tañed para el Señor, que hizo proezas;
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«¡Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel!»
An. 2: Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. Aleluya.
Ant. 3: El Señor nos alimentó con flor de harina. Aleluya.
Salmo 80
SOLEMNE RENOVACIÓN DE LA ALIANZA
Mirad que no tenga nadie un co-
razón malo e incrédulo. (Hb 3, 12)
Aclamad a Dios, nuestra fuerza;
dad vítores al Dios de Jacob:
acompañad, tocad los panderos,
las cítaras templadas y las arpas;
tocad la trompeta por la luna nueva,
por la luna llena, que es nuestra fiesta;
porque es una ley de Israel,
un precepto del Dios de Jacob,
una norma establecida para José
al salir de Egipto.
Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré,
te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel!
No tendrás un dios extraño,
no
adorarás un dios extranjero;
yo
soy el Señor Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto;
abre la boca y yo la saciaré.
Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
en un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios;
los que aborrecen al Señor te adularían,
y su suerte quedaría fijada;
te alimentaría con flor de harina,
te saciaría con miel silvestre.»
Ant. 3: El Señor nos alimentó con flor de harina. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 8, 10-11
Si Cristo está en vosotros, aunque vuestro cuerpo haya muerto por causa del
pecado, el espíritu tiene vida por la justificación. Y si el Espíritu de
aquel que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el
mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también
vuestros cuerpos mortales por obra de su Espíritu que habita en vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: El Padre ama al Hijo y ha puesto en sus manos todas las cosas. Aleluya.
Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Ant.: El Padre ama al Hijo y ha puesto en sus manos todas las cosas. Aleluya.
PRECES
Oremos confiados a Dios Padre, que quiso que Cristo fuera, la primicia de la
resurrección de los hombres, y aclamémoslo, diciendo:
Que el Señor Jesús sea nuestra vida.
Tú que por la columna de fuego, iluminaste a tu pueblo en el desierto,
ilumina hoy con la resurrección de Cristo el día que
empezamos.
Tú que por la voz de Moisés adoctrinaste a tu pueblo en el Sinaí,
haz que Cristo, por su resurrección, sea hoy palabra de vida
para nosotros.
Tú que con el maná alimentaste a tu pueblo peregrino en el desierto,
haz que Cristo, por su resurrección, sea durante este día
nuestro pan de vida.
Tú que por el agua de la roca diste de beber a tu pueblo en el desierto,
por la resurrección de tu Hijo danos hoy parte en tu Espíritu
de vida.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:
Padre nuestro.
Oración
Te pedimos, Señor, que los dones recibidos en esta Pascua den fruto abundante
en toda nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
hora intermedia
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
HIMNO
Tercia
Al Señor confesamos, ¡aleluya!
en la hora de tercia a la mañana
se llenaron los suyos de esperanza,
y lejos de la noche y de la duda
salieron con la llama y la palabra.
Al Señor adoramos, ¡aleluya!
Han marcado sus pies nuestros caminos,
marcó su nombre el nombre de los siglos,
y en la tierra su voz cual voz ninguna
convoca seguidores y testigos.
Al Señor esperamos, ¡aleluya!
y ahora celebramos al Viviente,
a Jesús victorioso de la muerte;
acéptanos, oh Cristo, cual liturgia
de gloria que ganaste ya ti vuelve. Amén.
O bien:
Espíritu de Dios, la tierra llenas,
las mentes de los hombres las bañas en tu luz,
tú que eres Luz de Dios, divino fuego,
infunde en todo hombre la fuerza de la cruz.
Sé luz resplandeciente en las tinieblas
de quienes el pecado sumió en la obscuridad,
reúne en la asamblea de los hijos
los justos que te amaron, los muertos por la paz.
Acaba en plenitud al Cristo vivo,
confirma en el creyente la gracia y el perdón,
reúnelos a todos en la Iglesia,
testigos jubilosos de la resurrección. Amén.
Sexta
Verbo de Dios, el sol de mediodía,
amable mensajero de tu rostro,
fecunda
nuestra tierra y la hermosea
como fuente de luz, de vida y gozo.
Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma
del infinito amor jamás gastado;
y de
ese mar sin fondo ni ribera
la Iglesia es tu pleroma continuado.
Verbo de Dios, que reinas sin fatiga,
que emerges victorioso del trabajo,
reina dichoso tú que nos esperas
mientras nosotros vamos caminando. Amén.
O bien:
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida
Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán
en ti cosecha para siempre.
Ven ya, Señor Jesús, Salvador. nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
Nona
Reina el Señor allí donde ninguno
ciñe corona que haya alado el mundo;
reina
el Señor allí donde la vida
sin lágrimas es río de delicias.
Reina el Señor, el compasivo siervo,
que en sus hombros cargó nuestro madero;
vive el muerto en la cruz, sepultado
y con hierro
sellado y custodiado.
Cruzó el oscuro valle de la muerte
hasta bajar a tumba de rebeldes;
fingía
que era suya nuestra pena,
y en silencio escuchó nuestra sentencia.
Pero reina el Señor, la tierra goza,
y ya se escuchan los cánticos de boda.
¡Gloria al Señor Jesús resucitado,
nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén.
O bien:
Salvador del mundo,
Señor de los ángeles:
por tu cruz gloriosa
la muerte venciste.
Oh Señor, consérvanos
los dones amables
que, con sufrimientos,
tú nos mereciste.
Y a quienes a precio
de dolor salvaste,
llévalos al cielo
para que te alaben.
Llévalos a todos,
Señor, suplicámoste,
pues que nos hiciste
reino de tu Padre. Amén.
SALMODIA
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 118, 65-72
Has dado bienes a tu siervo,
Señor, conforme a tus palabras;
enséñame a gustar y a comprender,
porque me fío de tus mandatos;
antes de sufrir, yo andaba extraviado,
pero ahora me ajusto a tu promesa.
Tú eres bueno y haces el bien;
instrúyeme en tus leyes;
los insolentes urden engaños contra mí,
pero yo custodio tus leyes;
tienen el corazón espeso como grasa,
pero mi delicia es tu voluntad.
Me estuvo bien el sufrir,
así aprendí tus mandamientos;
más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata.
Salmo 55, 2-7b. 9-14
CONFIANZA EN LA PALABRA DE DIOS
En este salmo aparece Cristo
en su pasión. (S. Jerónimo)
Misericordia, Dios mío, que me hostigan,
me atacan y me acosan todo el día;
todo el día me hostigan mis enemigos,
me atacan en masa.
Levántame en el día terrible,
yo confío en ti.
En Dios, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo:
¿qué podrá hacerme un mortal?
Todos los días discuten y planean
pensando sólo en mi daño;
buscan un sitio para espiarme,
acechan mis pasos y atentan contra mi vida.
Anota en tu libro mi vida errante,
recoge mis lágrimas en tú odre, Dios mío.
Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios.
En Dios, cuya promesa alabo;
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo,
¿qué podrá hacerme un hombre?
Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias;
porque libraste mi alma de la muerte,
mis pies de la caída;
para que camine en presencia de Dios
a la luz de la vida.
Salmo 56
ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO
Este salmo canta la pasión del Señor. (S. Agustín)
Misericordia, Dios Mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.
Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.
Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Han tendido una red a mis pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.
Mi corazón está firme,
Dios mío, mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar,
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE
Tercia 1Co 12, 13
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu,
para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R. Y se ha aparecido a Simón. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
Sexta Tt 3, 5b-7
Dios nos trajo la salud mediante el baño bautismal de regeneración y renovación
que obra el Espíritu Santo. Él derramó con toda profusión sobre nosotros este
Espíritu por Cristo Jesús, nuestro salvador. Así, justificados por la gracia de
Cristo, hemos obtenido la esperanza de poseer en herencia la vida eterna.
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
R. Al ver al Señor. Aleluya.
La oración conclusivo como en las Laudes.
Nona Cf. Col 1, 12-14
Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia
del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos
ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la
redención, el perdón de los pecados.
V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.
R. Porque ya es tarde. Aleluya.
La oración conclusiva como en las Laudes.
CONCLUSIÓN
Después de la oración, al menos en la celebración comunitaria, se añade:
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Vísperas
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
HIMNO
Es la Pascua real, no ya la sombra,
la verdadera Pascua del Señor;
la sangre del pasado es sólo un signo,
la mera imagen de la gran unción.
En verdad, tú, Jesús, nos protegiste
con tus sangrientas manos paternales;
envolviendo en tus alas nuestras almas,
la verdadera alianza tú sellaste.
Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne
reconciliada con tu Padre eterno;
y, desde arriba, vienes a llevarnos
a la danza festiva de tu cielo.
Oh gozo universal, Dios se hizo hombre
para unir a los hombres con su Dios;
se rompen las cadenas del infierno,
y en los labios renace la canción.
Cristo, Rey eterno, te pedimos
que guardes con tus manos a tu Iglesia,
que protejas y ayudes a tu pueblo
y que venzas con él a las tinieblas. Amén.
SALMODIA
Ant. 1: Cristo está constituido por Dios juez de vivos y muertos. Aleluya.
Salmo 71
PODER REAL DEL MESÍAS
Abriendo sus cofres le ofrecieron
regalos: oro, incienso y mirra. (Mt
2, 11)
I
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.
Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna.
Que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.
Ant. 1: Cristo está constituido por Dios juez de vivos y muertos. Aleluya.
Ant. 2: Él será la bendición de todos los pueblos. Aleluya.
II
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.
Que viva y que le traigan el oro de Saba;
él intercederá por el pobre
y lo bendecirá.
Que haya trigo abundante en los campos,
y ondee en lo alto de los montes,
den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.
Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso,
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!
Ant. 2: Él será la bendición de todos los pueblos. Aleluya.
Ant. 3: Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo y lo será siempre. Aleluya.
Cántico Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
EL JUICIO DE DIOS
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Ant. 3: Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo y lo será siempre. Aleluya.
LECTURA BREVE 1Pe 3, 18.22
Cristo murió una sola vez por nuestros pecados, siendo justo murió por nosotros
los injustos, para llevarnos a Dios. Fue entregado a la muerte según la carne,
pero fue resucitado según el Espíritu. Él, después de subir al cielo, está a la
diestra de Dios y le están sometidos los ángeles, las dominaciones y las
potestades.
RESPONSORIO BREVE
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: El que tiene fe en el Hijo tiene la vida eterna. Aleluya.
Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Ant.: El que tiene fe en el Hijo tiene la vida eterna. Aleluya.
PRECES
Alabemos y glorifiquemos a Cristo, a quien Dios Padre constituyó fundamento de nuestra
esperanza y primicia de la humanidad resucitado, y aclamémoslo, suplicantes:
Rey de la gloria, escúchanos.
Señor Jesús, tú que, por tu propia sangre y por tú resurrección, penetraste en el santuario de Dios,
llévanos contigo al reino del Padre.
Tú que, por tu resurrección, robusteciste la fe de tus discípulos y los enviaste a anunciar el Evangelio al mundo,
haz que los obispos y presbíteros sean fieles heraldos de tu Evangelio.
Tú que, por tu resurrección, eres nuestra reconciliación y nuestra paz,
haz que todos los bautizados vivan en la unidad de una sola fe y de un solo amor.
Tú que por tu resurrección, diste e la salud, al tullido del templo,
mira con bondad a los enfermos y manifiesta en ellos tu gloria.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que, por tu resurrección, fuiste constituido primogénito de los muertos que resucitan,
haz que los difuntos que en ti creyeron y esperaron participen de tu gloria.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor: Padre nuestro.
Oración
Te pedimos, Señor, que los dones recibidos en esta Pascua den fruto abundante
en toda nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Completas
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen
de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con
alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.
HIMNO
El corazón se dilata
sin noche en tu santo cuerpo,
oh morada iluminada,
mansión de todo consuelo.
Por tu muerte sin pecado,
por tu descanso y tu premio,
en ti, Jesús, confiamos,
y te miramos sin miedo.
Como vigilia de amor
te ofrecemos nuestro sueño;
tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén.
O bien:
En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.
En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.
Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. Amén.
SALMODIA
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 15
CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN
Dios resucitó a Jesús, rompiendo
las ataduras de la muerte. (Hch 2,24)
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: Tú eres mi bien.
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Ant.: Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE 1Ts 5, 23
Que el mismo Dios de la Paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo,
sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya. aleluya.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Aleluya. aleluya.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Aleluya. aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya. aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
Cántico de Simeón Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos
mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Oración
Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestra fuerzas,
desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda,
te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
CONCLUSIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.