5. POR LOS SACERDOTES
Lecturas del Antiguo Testamento
1
El Señor me ha ungido y enviado a evangelizar a los pobres
Lectura del libro de Isaías 61, 1-3a
El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. El me envió a
llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a
proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a
proclamar un año de gracia del Señor, un día de venganza para nuestro Dios; a
consolar a todos los que están de duelo a cambiar su ceniza por una corona, su
ropa de luto por el óleo de la alegría, y su abatimiento por un canto de
alabanza.
Palabra de Dios.
2
Tu irás adonde Yo te envíe
Lectura del libro del profeta Jeremías 1, 4-9
La palabra del Señor llegó a mí en estos términos:
«Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras
del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las
naciones.»
Yo respondí:
«¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven.»
El Señor me dijo:
«No digas: "Soy demasiado joven", porque tú irás adonde yo te envíe y dirás todo
lo que yo te ordene. No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para
librarte -oráculo del Señor-.»
El Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: «Yo pongo mis palabras en tu
boca.»
Palabra de Dios.
Lecturas del Nuevo Testamento
1
Siempre que coman de este pan y beban
de este cáliz,
proclamarán la muerte del Señor
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto 11, 23-26
Hermanos:
Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente:
El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo
partió y dijo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en
memoria mía.»
De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: «Esta copa es la
Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en
memoria mía.»
Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del
Señor hasta que él vuelva.
Palabra de Dios.
2
Predicamos a Cristo Jesús,
y nosotros no somos más que servidores de ustedes
por amor de Jesús
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto 4, 1-2. 5-7
Hermanos:
Investidos misericordiosamente del ministerio apostólico, no nos desanimamos y
nunca hemos callado nada por vergüenza, ni hemos procedido con astucia o
falsificando la Palabra de Dios. Por el contrario, manifestando abiertamente la
verdad, nos recomendamos a nosotros mismos, delante de Dios, frente a toda
conciencia humana.
Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, el Señor, y
nosotros no somos más que servidores de ustedes por amor de Jesús. Porque el
mismo Dios que dijo: «Brille la luz en medio de las tinieblas», es el que hizo
brillar su luz en nuestros corazones para que resplandezca el conocimiento de la
gloria de Dios, reflejada en el rostro de Cristo. Pero nosotros llevamos ese
tesoro en recipientes de barro, para que se vea bien que este poder
extraordinario no procede de nosotros, sino de Dios.
Palabra de Dios.
3
Nos confió el ministerio de la reconciliación
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto 5, 14-20
Hermanos:
El amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno solo murió por todos,
entonces todos han muerto. Y él murió por todos, a fin de que los que viven no
vivan más para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. Por
eso nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con criterios
puramente humanos; y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo conocemos más
así. El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un
ser nuevo se ha hecho presente.
Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con él por intermedio de Cristo
y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque es Dios el que estaba en
Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los
hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación.
Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los
hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo:
Déjense reconciliar con Dios.
Palabra de Dios.
4
Para la obra del ministerio,
en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Efeso 4, 1-7. 11-13
Hermanos:
Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna
de la vocación que han recibido. Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia,
sopórtense mutuamente por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu,
mediante el vínculo de la paz.
Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la
que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. Hay un solo
Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que
está sobre todos, lo penetra todo y está en todos.
Sin embargo, cada uno de nosotros ha recibido su propio don, en la medida que
Cristo los ha distribuido.
El comunicó a unos el don de ser apóstoles, a otros profetas, a otros
predicadores del Evangelio, a otros pastores o maestros. Así organizó a los
santos para la obra del ministerio, en orden a la edificación del Cuerpo de
Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del
Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la
plenitud de Cristo.
Palabra de Dios.
5
Fui constituido ministro de la Iglesia,
de acuerdo con el plan divino
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Colosas 1, 24-29
Hermanos:
Me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que falta
a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia. En
efecto, yo fui constituido ministro de la Iglesia, porque de acuerdo con el plan
divino, he sido encargado de llevar a su plenitud entre ustedes la Palabra de
Dios, el misterio que estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios
quiso manifestar a sus santos. A ellos les ha revelado cuánta riqueza y gloria
contiene para los paganos este misterio, que es Cristo entre ustedes, la
esperanza de la gloria.
Nosotros anunciamos a Cristo, exhortando a todos los hombres e instruyéndolos en
la verdadera sabiduría, a fin de que todos alcancen su madurez en Cristo. Por
esta razón, me fatigo y lucho con la fuerza de Cristo que obra en mí
poderosamente.
Palabra de Dios.
6
Deseábamos entregaros, no solamente el
Evangelio de Dios,
sino también nuestra propia vida
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Tesalónica 2, 2b-8
Hermanos:
Dios nos dio la audacia necesaria para anunciarles su Buena Noticia en medio de
un penoso combate.
Nuestra predicación no se inspira en el error, ni en la impureza, ni en el
engaño. Al contrario, Dios nos encontró dignos de confiarnos la Buena Noticia, y
nosotros la predicamos, procurando agradar no a los hombres, sino a Dios, que
examina nuestros corazones.
Ustedes saben -y Dios es testigo de ello- que nunca hemos tenido palabras de
adulación, ni hemos buscado pretexto para ganar dinero. Tampoco hemos
ambicionado el reconocimiento de los hombres, ni de ustedes ni de nadie, si
bien, como Apóstoles de Cristo, teníamos el derecho de hacernos valer.
Al contrario, fuimos tan condescendientes con ustedes, como una madre que
alimenta y cuida a sus hijos. Sentíamos por ustedes tanto afecto, que deseábamos
entregarles, no solamente la Buena Noticia de Dios, sino también nuestra propia
vida: tan queridos llegaron a sernos.
Palabra de Dios.
Salmos responsoriales
1 SALMO 15, 1-2a. 5. 7-8. 11
R. ¡Señor, tú eres la parte de mi herencia!
Protégeme, Dios mío,
porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor:
«Señor, tú eres mi bien.»
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡tú decides mi suerte! R.
Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor:
él está a mi lado, nunca vacilaré. R.
Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna a tu derecha. R.
2 SALMO 18, 2-7
R. Resuena su eco por toda la tierra.
El cielo proclama la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un día transmite al otro este mensaje
y las noches se van dando la noticia. R.
Sin hablar, sin pronunciar palabras,
sin que se escuche su voz,
resuena su eco por toda la tierra
y su lenguaje, hasta los confines del mundo. R.
Allí puso una carpa para el sol,
y este, igual que un esposo que sale de su alcoba,
se alegra como un atleta al recorrer su camino.
El sale de un extremo del cielo,
su órbita llega hasta el otro extremo,
y no hay nada que escape a su calor. R.
3 SALMO 26, 1. 4-5. 8-11
R. ¡Yo busco tu rostro, Señor!
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré? R.
Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo. R.
Sí, él me cobijará en su Tienda de campaña
en el momento del peligro;
me ocultará al amparo de su Carpa
y me afirmará sobre una roca. R.
Mi corazón sabe que dijiste:
«Busquen mi rostro.»
Yo busco tu rostro, Señor,
no lo apartes de mí.
No alejes con ira a tu servidor,
tú, que eres mi ayuda. R.
No me dejes ni me abandones,
mi Dios y mi salvador.
Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me recibirá.
Indícame, Señor, tu camino
y guíame por un sendero llano,
porque tengo muchos enemigos. R.
4 SALMO 83, 3-6a. 8a. 11
R. ¡Felices los que habitan en tu Casa, Señor!
Mi alma se consume de deseos
por los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne claman ansiosos
por el Dios viviente. R.
Hasta el gorrión encontró una casa,
y la golondrina tiene un nido
donde poner sus pichones,
junto a tus altares, Señor del universo,
mi Rey y mi Dios. R.
¡Felices los que habitan en tu Casa
y te alaban sin cesar!
¡Felices los que encuentran su fuerza en ti!
ellos avanzan con vigor siempre creciente. R.
Vale más un día en tus atrios
que mil en otra parte;
yo prefiero el umbral de la Casa de mi Dios
antes que vivir entre malvados. R.
5 SALMO 109, 1-4
R. ¡Tú eres sacerdote para siempre!
Dijo el Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
mientras yo pongo a tus enemigos
como estrado de tus pies.» R.
El Señor extenderá
el poder de tu cetro:
«¡Domina desde Sión,
en medio de tus enemigos!» R.
«Tú eres príncipe desde tu nacimiento,
con esplendor de santidad;
yo mismo te engendré como rocío,
desde el seno de la aurora.» R.
El Señor lo ha jurado
y no se retractará:
«Tú eres sacerdote para siempre,
a la manera de Melquisedec.» R.
Aleluia y Aclamaciones antes del Evangelio
1 Mt 28, 19a. 20b
Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos.
Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo.
2 Jn 10, 14
Yo soy el buen Pastor:
conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí.
3 Jn 12, 26a
El que quiera servirme que me siga,
y donde yo esté, estará también mi servidor.
4 Jn 15, 9
Como el Padre me amó,
también yo los he amado a ustedes.
Permanezcan en mi amor.
5 Cf. Jn 15, 16
Yo los elegí del mundo,
para que vayan y den fruto,
y ese fruto sea duradero.
EVANGELIOS
1
Ustedes beberán mi cáliz
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 20, 20-28
La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se
postró ante él para pedirle algo.
«¿Qué quieres?», le preguntó Jesús.
Ella le dijo: «Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha
y el otro a tu izquierda.»
«No saben lo que piden», respondió Jesús. «¿Pueden beber el cáliz que yo
beberé?»
«Podemos», le respondieron.
«Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi
derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son
para quienes se los ha destinado mi Padre.»
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús
los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre
ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe
suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de
ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del
hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate
por una multitud.»
Palabra del Señor.
2
¡Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos!
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 28, 16-20
Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado.
Al verlo, se postraron delante de él; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la
tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir
todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del
mundo.»
Palabra del Señor.
3
La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 1-9
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo
precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo:
«La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de
los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como
a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se
detengan a saludar a nadie por el camino.
Al entrar en una casa, digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa!»Y
si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo
contrario, volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que
trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde
entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a
la gente: «El Reino de Dios está cerca de ustedes.»
Palabra del Señor.
4
Yo les confiero la realeza, como mi Padre me la confirió a mí
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 22, 24-30
Surgió una discusión sobre quién debía ser considerado como el más grande.
Jesús les dijo:
«Los reyes de las naciones dominan sobre ellas, y los que ejercen el poder sobre
el pueblo se hacen llamar bienhechores. Pero entre ustedes no debe ser así. Al
contrario, el que es más grande, que se comporte como el menor, y el que
gobierna, como un servidor. Porque, ¿quién es más grande, el que está a la mesa
o el que sirve? ¿No es acaso el que está a la mesa? Y sin embargo, yo estoy
entre ustedes como el que sirve.
Ustedes son los que han permanecido siempre conmigo en medio de mis pruebas. Por
eso yo les confiero la realeza, como mi Padre me la confirió a mí. Y en mi
Reino, ustedes comerán y beberán en mi mesa, y se sentarán sobre tronos para
juzgar a las doce tribus de Israel.»
Palabra del Señor.
5
El buen Pastor da su vida por las ovejas
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 10, 11-16
Jesús dijo:
Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado,
en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve
venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y la dispersa. Como es
asalariado, no se preocupa por las ovejas.
Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como
el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también
conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.
Palabra del Señor.
6
Ya no los llamo servidores; Yo los llamo amigos
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 15, 9-17
Jesús dijo a sus discípulos:
«Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi
amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los
mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No
hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si
hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora
lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo
que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y
los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo
que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.
Palabra del Señor.
7
Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 21, 15-17
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, dijo a Simón
Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?»
El le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos.»
Le volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
El le respondió: «Sí, Señor, sabes que te quiero.»
Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.»
Le preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le
dijo: «Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero.»
Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.»
Palabra del Señor.