11. POR LA EVANGELIZACIÓN
DE LOS PUEBLOS
Lecturas del Antiguo Testamento
1
Todas las naciones afluirán hacia la montaña del Señor
Lectura del libro de Isaías 2, 1-5
Palabra que Isaías, hijo de Amós, recibió en una visión, acerca de Judá y de Jerusalén:
Sucederá al fin de los tiempos, que la montaña de la Casa del Señor será afianzada sobre la
cumbre de las montañas y se elevará por encima de las colinas. Todas las naciones afluirán
hacia ella y acudirán pueblos numerosos, que dirán:
«¡Vengan, subamos a la montaña del Señor, a la Casa del Dios de Jacob! El nos instruirá en
sus caminos y caminaremos por sus sendas.» Porque de Sión saldrá la Ley y de Jerusalén, la
palabra del Señor.
El será juez entre las naciones y árbitro de pueblos numerosos. Con sus espadas forjarán
arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se
adiestrarán más para la guerra. ¡Ven, casa de Jacob, y caminemos a la luz del Señor!
Palabra del Señor.
2
Mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos
Lectura del libro de Isaías 56, 1. 6-7
Así habla el Señor:
Observen el derecho y practiquen la justicia, porque muy pronto llegará mi
salvación y ya está por revelarse mi justicia.
Y a los hijos de una tierra extranjera que se han unido al Señor para servirlo,
para amar el nombre del Señor y para ser sus servidores, a todos los que
observen el sábado sin profanarlo y se mantengan firmes en mi alianza, yo los
conduciré hasta mi santa Montaña y los colmaré de alegría en mi Casa de oración;
sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre mi altar, porque mi Casa
será llamada Casa de oración para todos los pueblos.
Palabra del Señor.
3
Las naciones caminarán a tu luz
Lectura del libro de Isaías 60, 1-6
¡Levántate, resplandece, porque llega tu luz y la gloria del Señor brilla sobre
ti! Porque las tinieblas cubren la tierra y una densa oscuridad, a las naciones,
pero sobre ti brillará el Señor y su gloria aparecerá sobre ti.
Las naciones caminarán a tu luz y los reyes, al esplendor de tu aurora.
Mira a tu alrededor y observa: todos se han reunido y vienen hacia ti; tus hijos
llegan desde lejos y tus hijas son llevadas en brazos.
Al ver esto, estarás radiante, palpitará y se ensanchará tu corazón, porque se
volcarán sobre ti los tesoros del mar y las riquezas de las naciones llegarán
hasta ti. Te cubrirá una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá.
Todos ellos vendrán desde Sabá, trayendo oro e incienso, y pregonarán las
alabanzas del Señor.
Palabra del Señor.
4
Y Yo, ¿no me voy a conmover por Nínive?
Lectura de la profecía de Jonás 3, 10; 4,
1-11
Cuando Dios vio todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su mala conducta,
Dios se arrepintió de las amenazas que les había hecho y no las cumplió.
Jonás se disgustó mucho y quedó muy enojado. Entonces oró al Señor, diciendo:
«¡Ah, Señor! ¿No ocurrió acaso lo que yo decía cuando aún estaba en mi país? Por
eso traté de huir a Tarsis lo antes posible. Yo sabía que tú eres un Dios
bondadoso y compasivo, lento para enojarte y de gran misericordia, y que te
arrepientes del mal con que amenazas. Ahora, Señor, quítame la vida, porque
prefiero morir antes que seguir viviendo.»
El Señor le respondió: «¿Te parece que tienes razón para enojarte?»
Jonás salió de Nínive y se sentó al este de la ciudad: allí levantó una choza y
se sentó a la sombra de ella, para ver qué iba a suceder en la ciudad. Entonces
el Señor hizo crecer allí una planta de ricino, que se levantó por encima de
Jonás para darle sombra y librarlo de su disgusto. Jonás se puso muy contento al
ver esa planta. Pero al amanecer del día siguiente, Dios hizo que un gusano
picara el ricino y este se secó. Cuando salió el sol, Dios hizo soplar un
sofocante viento del este. El sol golpeó la cabeza de Jonás, y este se sintió
desvanecer. Entonces se deseó la muerte, diciendo: «Prefiero morir antes que
seguir viviendo.»
Dios le dijo a Jonás: «¿Te parece que tienes razón de enojarte por ese ricino?»
Y él respondió: «Sí, tengo razón para estar enojado hasta la muerte.»
El Señor le replicó: «Tú te conmueves por ese ricino que no te ha costado ningún
trabajo y que tú no has hecho crecer, que ha brotado en una noche y en una noche
se secó, y yo, ¿no me voy a conmover por Nínive, la gran ciudad, donde habitan
más de ciento veinte mil seres humanos que no saben distinguir el bien del mal,
y donde hay además una gran cantidad de animales?»
Palabra del Señor.
5
Pueblos numerosos vendrán a Jerusalén a buscar al Señor
Lectura de la profecía de Zacarías 8, 20-23
Así habla el Señor de los ejércitos:
Vendrán asimismo pueblos y habitantes de muchas ciudades. Los habitantes de una
ciudad irán a otra, diciendo: «Vamos a apaciguar el rostro del Señor y a buscar
al Señor de los ejércitos; yo también quiero ir.»
Pueblos numerosos y naciones poderosas vendrán a Jerusalén a buscar al Señor de
los ejércitos y a apaciguar el rostro del Señor.
Así habla el Señor de los ejércitos:
En aquellos días, diez hombres de todas las lenguas que hablan las naciones,
tomarán a un judío por el borde de sus vestiduras y le dirán: «Queremos ir con
ustedes, porque hemos oído que Dios está con ustedes.»
Palabra de Dios.
Lecturas del Nuevo Testamento
1
Ustedes serán mis testigos hasta los confines de la tierra
Lectura de los Hechos de los apóstoles 1, 3-8
Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos dándoles numerosas pruebas de
que vivía, y durante cuarenta días se le apareció y les habló del Reino de Dios.
En una ocasión, mientras estaba comiendo con ellos, les recomendó que no se
alejaran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre: «La promesa, les dijo,
que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán
bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días.»
Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es ahora cuando vas a
restaurar el reino de Israel?»
El les respondió: «No les corresponde a ustedes conocer el tiempo y el momento
que el Padre ha establecido con su propia autoridad. Pero recibirán la fuerza
del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en
Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra.»
Palabra del Señor.
2
También anunciaron a los paganos al Señor Jesús
Lectura de los Hechos de los apóstoles 11, 19-26
Los que se habían dispersado durante la persecución que se desató a causa de
Esteban, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, y anunciaban la Palabra
únicamente a los judíos. Sin embargo, había entre ellos algunos hombres
originarios de Chipre y de Cirene que, al llegar a Antioquía, también anunciaron
a los paganos la Buena Noticia del Señor Jesús. La mano del Señor los acompañaba
y muchos creyeron y se convirtieron.
Al enterarse de esto, la Iglesia de Jerusalén envió a Bernabé a Antioquía.
Cuando llegó y vio la gracia que Dios les había concedido, él se alegró mucho y
exhortaba a todos a permanecer fieles al Señor con un corazón firme. Bernabé era
un hombre bondadoso, lleno del Espíritu Santo y de mucha fe. Y una gran multitud
adhirió al Señor.
Entonces partió hacia Tarso en busca de Saulo, y cuando lo encontró, lo llevó a
Antioquía. Ambos vivieron todo un año en esa Iglesia y enseñaron a mucha gente.
Y fue en Antioquía, donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de
«cristianos».
Palabra del Señor.
3
Nos dirigimos ahora a los paganos
Lectura de los Hechos de los apóstoles 13, 46-49
Pablo y Bernabé, con gran firmeza, dijeron:
«A ustedes debíamos anunciar en primer lugar la Palabra de Dios, pero ya que la
rechazan y no se consideran dignos de la Vida eterna, nos dirigimos ahora a los
paganos. Así nos ha ordenado el Señor: "Yo te he establecido para ser la luz de
las naciones, para llevar la salvación hasta los confines de la tierra."»
Al oír esto, los paganos, llenos de alegría, alabaron la Palabra de Dios, y
todos los que estaban destinados a la Vida eterna abrazaron la fe. Así la
Palabra del Señor se iba extendiendo por toda la región.
Palabra del Señor.
4
¿Y cómo oír hablar de Él, si nadie lo
predica?
¿Y quiénes predicarán si nadie los envía?
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Roma 10, 9-18
Hermanos:
Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo
resucitó de entre los muertos, serás salvado. Con el corazón se cree para
alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación. Así
lo afirma la Escritura: El que cree en él, no quedará confundido.
Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo
Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan. Ya que todo el que invoque el
nombre del Señor se salvará.
Pero, ¿como invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de
él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie lo predica? ¿Y quiénes predicarán, si no
se los envía? Como dice la Escritura: ¡Qué hermosos son los pasos de los que
anuncian buenas noticias!
Pero no todos aceptan la Buena Noticia. Así lo dice Isaías: Señor, ¿quién creyó
en nuestra predicación? La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la
predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo.
Yo me pregunto: ¿Acaso no la han oído? Sí, por supuesto: Por toda la tierra se
extiende su voz y sus palabras llegan hasta los confines del mundo.
Palabra del Señor.
5
El ministerio de Cristo ahora ha sido revelado:
también los paganos participan de una misma herencia
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Efeso 3, 2-12
Hermanos:
Seguramente habrán oído hablar de la gracia de Dios, que me ha sido dispensada
en beneficio de ustedes. Fue por medio de una revelación como se me dio a
conocer este misterio, tal como acabo de exponérselo en pocas palabras. Al
leerlas, se darán cuenta de la comprensión que tengo del misterio de Cristo, que
no fue manifestado a las generaciones pasadas, pero que ahora ha sido revelado
por medio del Espíritu a sus santos apóstoles y profetas.
Este misterio consiste en que también los paganos participan de una misma
herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y beneficiarios de la misma promesa en
Cristo Jesús, por medio del Evangelio. De este Evangelio, yo fui constituido
ministro por el don de la gracia que recibí de Dios, en virtud de la eficacia de
su poder.
Yo, el menor de todos los santos, he recibido la gracia de anunciar a los
paganos la insondable riqueza de Cristo, y poner de manifiesto la dispensación
del misterio que estaba oculto desde siempre en Dios, el creador de todas las
cosas, para que los Principados y las Potestades celestiales conozcan la
infinita variedad de la sabiduría de Dios por medio de la Iglesia.
Este es el designio que Dios concibió desde toda la eternidad en Cristo Jesús,
nuestro Señor, por quien nos atrevemos a acercarnos a Dios con toda confianza,
mediante la fe en él.
Palabra del Señor.
6
Dios quiere que todos se salven
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo
a Timoteo 2, 1-8
Querido hijo:
Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones
de gracias por todos los hombres, por los soberanos y por todas las autoridades,
para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y
digna. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, porque él quiere que
todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre
él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos. Este es el
testimonio que él dio a su debido tiempo, y del cual fui constituido heraldo y
Apóstol para enseñar a los paganos la verdadera fe. Digo la verdad, y no miento.
Por lo tanto, quiero que los hombres oren constantemente, levantando las manos
al cielo con recta intención, sin arrebatos ni discusiones.
Palabra de Dios.
Salmos responsoriales
1 SALMO 18, 2-5
R. Resuena su eco por toda la tierra.
El cielo proclama la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un día transmite al otro este mensaje
y las noches se van dando la noticia. R.
Sin hablar, sin pronunciar palabras,
sin que se escuche su voz,
resuena su eco por toda la tierra
y su lenguaje, hasta los confines del mundo. R.
2 SALMO 66, 2-3. 5. 7-8
R. ¡Que todos los pueblos te den gracias, Señor!
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
haga brillar su rostro sobre nosotros,
para que en la tierra se reconozca su dominio,
y su victoria entre las naciones. R.
Que canten de alegría las naciones,
porque gobiernas a los pueblos con justicia
y guías a las naciones de la tierra. R.
La tierra ha dado su fruto:
el Señor, nuestro Dios, nos bendice.
Que Dios nos bendiga,
y lo teman todos los confines de la tierra. R.
3 SALMO 95, 1-3. 7-8a. 9-10a
R. ¡Anuncien entre los pueblos las maravillas del Señor!
Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre. R.
Día tras día, proclamen su victoria.
Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos. R.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos,
aclamen la gloria y el poder del Señor;
aclamen la gloria del nombre del Señor. R.
Adoren al Señor al manifestarse su santidad:
¡que toda la tierra tiemble ante él!
Digan entre las naciones: «¡el Señor reina!» R.
4 SALMO 97, 1-6
R. Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Canten al Señor un canto nuevo,
porque el hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria. R.
El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos. R.
Canten al Señor con el arpa
y al son de instrumentos musicales;
con clarines y sonidos de trompeta
aclamen al Señor, que es Rey. R.
5 SALMO 116, 1-2
R. ¡Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio!
¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo, todos los pueblos! R.
Porque es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidelidad permanece para siempre. R.
Aleluia y Aclamaciones antes del Evangelio
1 Mt 28, 19a. 20b
Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos.
Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo.
2 Mc 16, 15
Vayan por todo el mundo,
anuncien la Buena Noticia a toda la creación.
3 Jn 3, 16
Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único;
para que todo el que cree en él no muera,
sino que tenga Vida eterna.
EVANGELIOS
1
Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Mateo 28, 16-20
Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado.
Al verlo, se postraron delante de él; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la
tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir
todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del
mundo.»
Palabra del Señor.
2
Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 16, 15-20
Jesús se apareció a los Once y les dijo:
«Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que
crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi
Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y
si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los
enfermos y los curarán.»
Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a
la derecha de Dios.
Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su
palabra con los milagros que la acompañaban.
Palabra del Señor.
3
Debía predicarse a todas las naciones
la conversión
para el perdón de los pecados
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 24, 44-53
Jesús dijo a sus discípulos:
«Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla
todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los
Salmos.»
Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras,
y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los
muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse
a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son
testigos de todo esto. Y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido.
Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de
lo alto.»
Después Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos,
los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.
Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con
gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios.
Palabra del Señor.
4
Para congregar en la unidad a los hijos
de Dios
que estaban dispersos
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 11, 45-52
Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María
creyeron en él. Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que
Jesús había hecho.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: «¿Qué
hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si lo dejamos seguir así,
todos creerán en él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y
nuestra nación.»
Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: «Ustedes
no comprenden nada. ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el
pueblo y no que perezca la nación entera?»
No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a
morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar
en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos.
Palabra del Señor.
5
Así como Tú me enviaste al mundo,
Yo también los envío al mundo
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 17, 11b. 17-23
A la Hora de pasar de este mundo al Padre,
Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo:
«Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno,
como nosotros.
Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad. Así como tú me enviaste al
mundo, yo también los envío al mundo. Por ellos me consagro, para que también
ellos sean consagrados en la verdad.
No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra,
creerán en mí. Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que
también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos
uno -yo en ellos y tú en mí- para que sean perfectamente uno y el mundo conozca
que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste.»
Palabra del Señor.