II. POR LAS NECESIDADES PÚBLICAS
13. POR LA PATRIA O POR LA CIUDAD
POR LAS AUTORIDADES PUBLICAS
POR LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES
POR EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA
POR EL DESARROLLO DE LOS PUEBLOS
Lecturas del Antiguo Testamento
1
Llenen la tierra y sométanla
Lectura del libro del Génesis 1, 26-2, 3
Dios dijo:
«Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén
sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la
tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo.» Y Dios creó al
hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer.
Y los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y
sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los
vivientes que se mueven sobre la tierra.»
Y continuó diciendo: «Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la
tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les servirán de
alimento. Y a todas la fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a
todos los vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el
pasto verde.» Y así sucedió. Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era
muy bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el sexto día.
Así fueron terminados el cielo y la tierra, y todos los seres que hay en ellos.
El séptimo día, Dios concluyó la obra que había hecho, y cesó de hacer la obra
que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día y lo consagró, porque en él
cesó de hacer la obra que había creado.
Palabra de Dios.
2
El Señor puso al hombre en el jardín, para que lo cultivara
Lectura del libro del Génesis 2, 4b-9. 15
Cuando el Señor Dios hizo la tierra y el cielo, aún no había ningún arbusto del
campo sobre la tierra ni había brotado ninguna hierba, porque el Señor Dios no
había hecho llover sobre la tierra. Tampoco había ningún hombre para cultivar el
suelo, pero un manantial surgía de la tierra y regaba toda la superficie del
suelo.
Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló en su
nariz un aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente.
El Señor Dios plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que
había formado. Y el Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, que
eran atrayentes para la vista y apetitosos para comer; hizo brotar el árbol de
la vida en medio del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo
cultivara y lo cuidara.
Palabra de Dios.
3
Caín se abalanzó sobre su hermano Abel y lo mató
Lectura del libro del Génesis 4, 3-10
Caín presentó como ofrenda al Señor algunos frutos del suelo, mientras que Abel
le ofreció las primicias y lo mejor de su rebaño. El Señor miró con agrado a
Abel y su ofrenda, pero no miró a Caín ni su ofrenda. Caín se mostró muy
resentido y agachó la cabeza.
El Señor le dijo: «¿Por qué estás resentido y tienes la cabeza baja? Si obras
bien podrás mantenerla erguida; si obras mal, el pecado está agazapado a la
puerta y te acecha, pero tú debes dominarlo.»
Caín dijo a su hermano Abel: «Vamos afuera.» Y cuando estuvieron en el campo, se
abalanzó sobre su hermano y lo mató.
Entonces el Señor preguntó a Caín: «¿Dónde está tu hermano Abel?»
«No lo sé», respondió Caín. «¿Acaso yo soy el guardián de mi hermano?»
Pero el Señor le replicó: «¿Qué has hecho? ¡Escucha! La sangre de tu hermano
grita hacia mí desde el suelo.»
Palabra de Dios.
4
Invocarán mi Nombre sobre los israelitas, y Yo los bendeciré
Lectura del libro de los Números 6, 22-27
El Señor dijo a Moisés: Habla en estos términos a Aarón y a sus hijos: Así
bendecirán a los israelitas. Ustedes les dirán: Que el Señor te bendiga y te
proteja. Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia.
Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz.
Que ellos invoquen mi Nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.
Palabra de Dios.
5
Te doy un corazón sabio y prudente
Lectura del primer libro de los Reyes 3, 11-14
Dios dijo a Salomón:
«Porque tú has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni riqueza,
ni la vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para
juzgar con rectitud, yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón
sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá
nadie como tú después de ti.
Y también te doy aquello que no has pedido: tanta riqueza y gloria que no habrá
nadie como tú entre los reyes, durante toda tu vida. Y si vas por mis caminos,
observando mis preceptos y mis mandamientos, como lo hizo tu padre David,
también te daré larga vida.»
Palabra de Dios.
6
Perdona a tu pueblo,
porque ansían exterminar tu heredad
Lectura del libro de Ester 4, 1-5. 8-10
Mardoqueo, recordando todas las obras del Señor, le dirigió esta oración:
«Señor, Señor, Rey todopoderoso, todo está sometido a tu poder y no hay nadie
que pueda oponerse a ti, si tú quieres salvar a Israel. Porque tú has hecho el
cielo y la tierra y todas las maravillas que hay bajo el cielo; tú eres el Señor
de todas las cosas, y no hay nadie que te resista, Señor. Tú lo conoces todo, y
sabes muy bien, Señor, que no ha sido por arrogancia, ni por soberbia o amor
propio, que yo me negué a postrarme ante el orgulloso Amán:
Y ahora, Señor, Dios y Rey, Dios de Abraham, perdónale la vida a tu pueblo,
porque están mirando cómo destruirnos y ansían exterminar la herencia que ha
sido tuya desde siempre. No menosprecies tu porción escogida, la que has
rescatado para ti del país de Egipto. Presta atención a mi plegaria, muéstrate
propicio con tu heredad, cambia nuestro duelo en alegría, para que vivamos y
cantemos himnos a tu Nombre, Señor. ¡No hagas enmudecer la boca de los que te
alaban!»
Palabra de Dios.
7
Si comí yo solo mi pedazo de pan,
sin que el huérfano lo compartiera
Lectura del libro de Job 31, 16-20. 22. 24-25. 28. 31-32
Si rehusé a los pobres lo que ellos deseaban y dejé desfallecer los ojos de la
viuda; si comí yo solo mi pedazo de pan, sin que el huérfano lo compartiera -yo,
que desde mi juventud lo crié como un padre y lo guié desde el vientre de mi
madre- si vi a un miserable sin ropa o a un indigente sin nada para cubrirse, y
no me bendijeron en lo íntimo de su ser por haberse calentado con el vellón de
mis corderos; ¡que mi espalda se desprenda del cuello y mi brazo sea arrancado
de su juntura!
Si deposité mi confianza en el oro y dije al oro fino: «Tú eres mi seguridad»;
si me alegré de tener muchas riquezas y de haber adquirido una enorme fortuna;
¡también eso sería un delito reprobado por los jueces, porque yo habría renegado
del Dios de lo alto!
¿No decían los hombres de mi carpa: «¿Hay alguien que no se sació con su carne?»
Ningún extranjero pasaba la noche afuera, y yo abría mi puerta al caminante.
Palabra de Dios.
8
La obra de la justicia será la paz
Lectura del libro de Isaías 32, 15-18
Será infundido en nosotros un espíritu desde lo alto. Entonces el desierto será
un vergel y el vergel parecerá un bosque. En el desierto habitará el derecho y
la justicia morará en el vergel. La obra de la justicia será la paz, y el fruto
de la justicia, la tranquilidad y la seguridad para siempre.
Mi pueblo habitará en un lugar de paz, en moradas seguras, en descansos
tranquilos.
Palabra de Dios.
9
Comparte tu pan con el hambriento
Lectura del libro de Isaías 58, 6-11
Así habla el Señor:
Este es el ayuno que yo amo -oráculo del Señor- : soltar las cadenas injustas,
desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los
yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo;
cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne.
Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar;
delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor.
Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: «¡Aquí
estoy!»
Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si
ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu luz se
alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía.
El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y
llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una
vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan.
Palabra de Dios.
10
Yo te he puesto como centinela del pueblo de Israel
Lectura de la profecía de Ezequiel 3, 16-21
La palabra del Señor me llegó en estos términos:
«Hijo de hombre, yo te he puesto como centinela del pueblo de Israel. Cuando
escuches una palabra de mi boca, tú les advertirás de parte mía.
Cuando yo diga al malvado: "Vas a morir", si tú no se lo adviertes, si no hablas
para advertir al malvado que abandone su mala conducta, y de esa manera salve su
vida, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre.
Si tú, en cambio, adviertes al malvado y él no se convierte de su maldad y de su
mala conducta, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida.
Y cuando el justo se aparte de su justicia para hacer el mal, yo lo haré
tropezar, y él morirá porque tú no se lo has advertido: morirá por su propio
pecado y no le serán tenidas en cuenta sus obras de justicia, pero a ti te
pediré cuenta de su sangre.
Si tú, en cambio, adviertes al justo para que no peque y el justo no peca, él
vivirá porque ha sido advertido, y tú habrás salvado tu vida.»
Palabra de Dios.
Lecturas del Nuevo Testamento
1
Los discípulos se decidieron a enviar una ayuda
a los hermanos de Judea,
cada uno según sus posibilidades
Lectura de los Hechos de los apóstoles 11, 27-30
Unos profetas llegaron de Jerusalén a Antioquía. Uno de ellos,
llamado Agabo, movido por el Espíritu, se levantó y anunció que el hambre
asolaría toda la tierra. Esto ocurrió bajo el reinado de Claudio.
Los discípulos se decidieron a enviar una ayuda a los hermanos de Judea, cada
uno según sus posibilidades. Y así lo hicieron, remitiendo las limosnas a los
presbíteros por intermedio de Bernabé y de Saulo.
Palabra de Dios.
2
Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Roma 8, 18-30
Hermanos:
Yo considero que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con
la gloria futura que se revelará en nosotros. En efecto, toda la creación espera
ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios. Ella quedó sujeta a la
vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero
conservando una esperanza. Porque también la creación será liberada de la
esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos
de Dios.
Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de
parto. Y no sólo ella: también nosotros, que poseemos las primicias del
Espíritu, gemimos interiormente anhelando que se realice la redención de nuestro
cuerpo. Porque solamente en esperanza estamos salvados.
Ahora bien, cuando se ve lo que se espera, ya no se espera más: ¿acaso se puede
esperar lo que se ve? En cambio, si esperamos lo que no vemos, lo esperamos con
constancia.
Igualmente, el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no
sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos
inefables. Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que
su intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina.
Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo
aman, de aquellos que él llamó según su designio.
En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la
imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a
los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó;
y a los que justificó, también los glorificó.
Palabra de Dios.
3
Que la abundancia de ustedes
supla la necesidad de los otros
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto 8, 1-5. 9-15
Hermanos, queremos informarles acerca de la gracia que Dios ha concedido a las
Iglesias de Macedonia. Porque, a pesar de las grandes tribulaciones con que
fueron probadas, la abundancia de su gozo y su extrema pobreza han desbordado en
tesoros de generosidad. Puedo asegurarles que ellos estaban dispuestos a dar
según sus posibilidades y más todavía: por propia iniciativa, ellos nos
pidieron, con viva insistencia, que les permitiéramos participar de este
servicio en favor de los hermanos de Jerusalén.
Y superando nuestras esperanzas, ellos se entregaron, en primer lugar al Señor,
y luego a nosotros, por la voluntad de Dios.
Ya conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo que, siendo rico, se hizo
pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza. Por eso, quiero
darles un consejo que les será provechoso, ya que ustedes, el año pasado, fueron
los primeros, no sólo en emprender esta obra, sino también en decidir su
realización. Llévenla ahora a término, para que los hechos respondan, según las
posibilidades de cada uno, a la decisión de la voluntad. Porque cuando existe
esa decisión, a uno se lo acepta con lo que tiene y no se hace cuestión de lo
que no tiene.
No se trata de que ustedes sufran necesidad para que otros vivan en la
abundancia, sino de que haya igualdad. En el caso presente, la abundancia de
ustedes suple la necesidad de ellos, para que un día, la abundancia de ellos
supla la necesidad de ustedes.
Así habrá igualdad, de acuerdo con lo que dice la Escritura: El que había
recogido mucho no tuvo de sobra, y el que había recogido poco no sufrió escasez.
Palabra de Dios.
4
Que cada uno dé conforme a lo que ha resuelto en su corazón,
no de mala gana o por la fuerza
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto 9, 6-15
Hermanos:
Sepan que el que siembra mezquinamente, tendrá una cosecha muy pobre; en cambio,
el que siembra con generosidad, cosechará abundantemente.
Que cada uno dé conforme a lo que ha resuelto en su corazón, no de mala gana o
por la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría.
Por otra parte, Dios tiene poder para colmarlos de todos sus dones, a fin de que
siempre tengan lo que les hace falta, y aún les sobre para hacer toda clase de
buenas obras. Como dice la Escritura: El justo ha prodigado sus bienes: dio a
los pobres y su justicia permanece eternamente.
El que da al agricultor la semilla y el pan que lo alimenta, también les dará a
ustedes la semilla en abundancia, y hará crecer los frutos de su justicia. Así,
serán colmados de riquezas y podrán dar con toda generosidad; y esa generosidad,
por intermedio nuestro, se transformará en acciones de gracias a Dios. Porque
este servicio sagrado, no sólo satisface las necesidades de los santos, sino que
también es una fuente abundante de acciones de gracias a Dios.
En efecto, al comprobar el verdadero carácter de la ayuda que ustedes les
prestan, ellos glorificarán a Dios por la obediencia con que ustedes confiesan
la Buena Noticia de Cristo y por la generosidad con que están unidos a ellos y a
todos. Y la oración que ellos harán por ustedes pondrá de manifiesto el cariño
que les profesan, a causa de la gracia sobreabundante que Dios derramó sobre
ustedes. ¡Demos gracias a Dios por su don inefable!
Palabra de Dios.
5
Las obras de la carne son:
enemistades, discordias, sectarismos, disensiones
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Galacia 5, 17-26
Hermanos:
La carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Ambos luchan
entre sí, y por eso, ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren. Pero si
están animados por el Espíritu, ya no están sometidos a la Ley.
Se sabe muy bien cuáles son las obras de la carne: fornicación, impureza y
libertinaje, idolatría y superstición, enemistades y peleas, rivalidades y
violencias, ambiciones y discordias, sectarismos, disensiones y envidias,
ebriedades y orgías, y todos los excesos de esta naturaleza. Les vuelvo a
repetir que los que hacen estas cosas no poseerán el Reino de Dios.
Por el contrario, el fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad,
afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia. Frente a estas cosas,
la Ley está de más, porque los que pertenecen a Cristo Jesús han crucificado la
carne con sus pasiones y sus malos deseos. Si vivimos animados por el Espíritu,
dejémonos conducir también por él. No busquemos la vanagloria, provocándonos los
unos a los otros y envidiándonos mutuamente.
Palabra de Dios.
6
Eviten la amargura, los arrebatos, la ira
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Efeso 4, 30-5, 2
Hermanos:
No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, que los ha marcado con un sello para
el día de la redención.
Eviten la amargura, los arrebatos, la ira, los gritos, los insultos y toda clase
de maldad.
Por el contrario, sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a
los otros como Dios los ha perdonado en Cristo.
Traten de imitar a Dios, como hijos suyos muy queridos.
Practiquen el amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros,
como ofrenda y sacrificio agradable a Dios.
Palabra de Dios.
7
Ustedes han sido llamados a formar un solo Cuerpo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Colosas 3, 9b-17
Hermanos:
Ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras, y se revistieron del
hombre nuevo, aquel que avanza hacia el conocimiento perfecto, renovándose
constantemente según la imagen de su Creador. Por eso, ya no hay pagano ni
judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro ni extranjero, esclavo ni hombre
libre, sino sólo Cristo, que es todo y está en todos.
Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de
profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la
paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que
alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan
ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la
perfección.
Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados,
porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias.
Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en
la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con
gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados.
Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús,
dando gracias por Él a Dios Padre.
Palabra de Dios.
8
A los ricos, recomiéndales que no pongan su confianza
en la inseguridad de las riquezas
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo
a Timoteo 6, 6-11. 17-19
Querido hermano:
Es verdad que la piedad reporta grandes ganancias, pero solamente si va unida al
desinterés. Porque nada trajimos cuando vinimos al mundo, y al irnos, nada
podremos llevar. Contentémonos con el alimento y el abrigo. Los que desean ser
ricos se exponen a la tentación, caen en la trampa de innumerables ambiciones, y
cometen desatinos funestos que los precipitan a la ruina y a la perdición.
Porque la avaricia es la raíz de todos los males, y al dejarse llevar por ella,
algunos perdieron la fe y se ocasionaron innumerables sufrimientos.
En lo que a ti concierne, hombre de Dios, huye de todo esto. Practica la
justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia, la bondad.
A los ricos de este mundo, recomiéndales que no sean orgullosos. Que no pongan
su confianza en la inseguridad de las riquezas, sino en Dios, que nos provee de
todas las cosas en abundancia a fin de que las disfrutemos. Que practiquen el
bien, que sean ricos en buenas obras, que den con generosidad y sepan compartir
sus riquezas. Así adquirirán para el futuro un tesoro que les permitirá alcanzar
la verdadera Vida.
Palabra de Dios.
9
Un fruto de justicia se siembra pacíficamente
para los que trabajan por la paz
Lectura de la carta del apóstol Santiago 3, 13-18
Hermanos:
El que se tenga por sabio y prudente, demuestre con su buena conducta que sus
actos tienen la sencillez propia de la sabiduría. Pero si ustedes están
dominados por la rivalidad y por el espíritu de discordia, no se vanaglorien ni
falten a la verdad.
Semejante sabiduría no desciende de lo alto sino que es terrena, sensual y
demoníaca. Porque donde hay rivalidad y discordia, hay también desorden y toda
clase de maldad. En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo,
pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de misericordia y
dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera. Un fruto de justicia se
siembra pacíficamente para los que trabajan por la paz.
Palabra de Dios.
10
Ustedes combaten y se hacen la guerra
Lectura de la carta del apóstol Santiago 4, 1-10
Hermanos:
¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes? ¿No es
precisamente de las pasiones que combaten en sus mismos miembros? Ustedes
ambicionan, y si no consiguen lo que desean, matan; envidian, y al no alcanzar
lo que pretenden, combaten y se hacen la guerra. Ustedes no tienen, porque no
piden. O bien, piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de
satisfacer sus pasiones.
¡Corazones adúlteros! ¿No saben acaso que haciéndose amigos del mundo se hacen
enemigos de Dios? Porque el que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de
Dios. No piensen que la Escritura afirma en vano: El alma que Dios puso en
nosotros está llena de deseos envidiosos.
Pero él nos da una gracia más grande todavía, según la palabra de la Escritura
que dice: Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes.
Sométanse a Dios; resistan al demonio, y él se alejará de ustedes. Acérquense a
Dios y él se acercará a ustedes. Que los pecadores purifiquen sus manos; que se
santifiquen los que tienen el corazón dividido. Reconozcan su miseria con dolor
y con lágrimas. Que la alegría de ustedes se transforme en llanto, y el gozo, en
tristeza. Humíllense delante del Señor, y él los exaltará.
Palabra de Dios.
Salmos responsoriales
1 SALMO 8, 4-9
R. ¡Señor, nuestro Dios,
qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!
Al ver el cielo, obra de tus manos,
la luna y la estrellas que has creado:
¿qué es el hombre para que pienses en él,
el ser humano para que lo cuides? R.
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y esplendor;
le diste dominio sobre la obra de tus manos,
todo lo pusiste bajo sus pies. R.
Todos los rebaños y ganados,
y hasta los animales salvajes;
las aves del cielo, los peces del mar
y cuanto surca los senderos de las aguas. R.
2 SALMO 79, 2-3. 5-7
R. ¡Que brille tu rostro, Señor, y nos salve!
Escucha, Pastor de Israel,
Tú que guías a José como a un rebaño;
Tú que tienes el trono sobre los querubines,
resplandece ante Efraím, Benjamín y Manasés. R.
Reafirma tu poder
y ven a salvarnos.
Señor de los ejércitos, ¿Hasta cuándo durará tu enojo,
a pesar de las súplicas de tu pueblo?. R.
Les diste de comer un pan de lágrimas,
les hiciste beber lágrimas a raudales;
nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos,
y nuestros enemigos se burlan de nosotros. R.
3 SALMO 84, 9-14
R. El Señor promete la paz para su pueblo.
Voy a proclamar lo que dice el Señor:
el Señor promete la paz,
la paz para su pueblo y sus amigos
y la Gloria habitará en nuestra tierra. R.
El Amor y la Verdad se encontrarán,
la Justicia y la Paz se abrazarán;
la Verdad brotará de la tierra
y la Justicia mirará desde el cielo. R.
El mismo Señor nos dará sus bienes
y nuestra tierra producirá sus frutos.
La Justicia irá delante de él,
y la Paz, sobre la huella de sus pasos. R.
4 SALMO 99, 1-5
R. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Aclame al Señor toda la tierra,
sirvan al Señor con alegría,
lleguen hasta él con cantos jubilosos. R.
Reconozcan que el Señor es Dios:
él nos hizo y a él pertenecemos;
somos su pueblo y ovejas de su rebaño. R.
Entren por sus puertas dando gracias,
entren en sus atrios con himnos de alabanza,
alaben al Señor y bendigan su Nombre. R.
¡Qué bueno es el Señor!
Su misericordia permanece para siempre,
y su fidelidad por todas las generaciones. R.
5 SALMO 106, 2-9
R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno!
Que lo digan los redimidos por el Señor,
los que él rescató del poder del enemigo
y congregó de todas las regiones:
del norte y del sur, del oriente y el occidente. R.
Los que iban errantes por el desierto solitario,
sin hallar el camino hacia un lugar habitable.
Estaban hambrientos, tenían sed
y ya les faltaba el aliento. R.
Pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
los llevó por el camino recto,
y así llegaron a un lugar habitable. R.
Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres,
porque él sació a los que sufrían sed
y colmó de bienes a los hambrientos. R.
6 SALMO 111, 1-9
R. ¡Feliz el que teme al Señor!
Feliz el hombre que teme al Señor
y se complace en sus mandamientos.
Su descendencia será fuerte en la tierra:
la posteridad de los justos es bendecida. R.
En su casa habrá abundancia y riqueza,
su generosidad permanecerá para siempre.
Para los buenos brilla una luz en las tinieblas:
es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo. R.
Dichoso el que se compadece y da prestado,
y administra sus negocios con rectitud.
El justo no vacilará jamás,
su recuerdo permanecerá para siempre.
No tendrá que temer malas noticias.
Su corazón está firme, confiado en el Señor. R.
Su ánimo está seguro, y no temerá,
El da abundantemente a los pobres:
su generosidad permanecerá para siempre,
y alzará su frente con dignidad. R.
7 SALMO 121, 1-2. 4-9
R. ¡Danos, Señor, tu paz!
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la Casa del Señor»!
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén. R.
Allí suben las tribus,
las tribus del Señor
para celebrar el nombre del Señor.
Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David. R.
Auguren la paz a Jerusalén:
«¡Vivan seguros los que te aman!
¡Haya paz en tus muros
y seguridad en tus palacios!» R.
Por amor a mis hermanos y amigos,
diré: «La paz esté contigo.»
Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios,
buscaré tu felicidad. R.
8 SALMO 122, 1-2
R. Nuestros ojos miran al Señor.
Levanto mis ojos hacia ti,
que habitas en el cielo.
Como los ojos de los servidores
están fijos en las manos de su señor. R.
Como los ojos de la servidora
están en las manos de su dueña:
así miran nuestros ojos al Señor, nuestro Dios,
hasta que se apiade de nosotros. R.
9 SALMO 126, 1. 2
R. ¡Que el Señor nos edifique la casa y custodie la ciudad!
Si el Señor no edifica la casa,
en vano trabajan los albañiles;
si el Señor no custodia la ciudad,
en vano vigila el centinela. R.
Es inútil que ustedes madruguen;
es inútil que velen hasta muy tarde
y se desvivan por ganar el pan:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! R.
Aleluia y Aclamaciones antes del Evangelio
1 1Crón 29, 10b. 11b
Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padre Israel;
a ti, Señor, te pertenecen todo lo que hay,
en el cielo y en la tierra.
2 Sal 125, 5
Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones.
3 Mt 5, 9
Felices los que trabajan por la paz,
porque serán llamados hijos de Dios.
4 Mt 25, 34
Vengan, benditos de mi Padre,
y reciban en herencia el Reino que les fue preparado
desde el comienzo del mundo.
5 Lc 21, 36ac
Estén prevenidos y oren incesantemente,
así podrán comparecer seguros
ante el Hijo del hombre.
6 Jn 8, 12
Dice el Señor: Yo soy la luz del mundo;
el que me sigue tendrá la luz de la Vida.
7 Jn 12, 26a
El que quiera servirme, que me siga,
y donde yo esté, estará también mi servidor.
8 Jn 13, 34
Les doy un mandamiento nuevo:
Ámense los unos a los otros, como yo los he amado.
9 2Cor 8, 9
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre,
a fin de enriquecernos con su pobreza.
EVANGELIO
1
Felices los que trabajan por la paz,
porque serán llamados hijos de Dios
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 5, 1-12a
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se
acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
«Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de
los Cielos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les
pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie
en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en
el cielo.»
Palabra del Señor.
2
Todo aquel que se enoja contra su hermano
merece ser condenado por un tribunal
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 5, 20-24
Jesús dijo a sus discípulos:
«Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y
fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe
ser llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita
contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo
insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la
Gehena de fuego.
Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu
hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a
reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.»
Palabra del Señor.
3
Yo les digo que no hagan frente al que les hace mal
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 5, 38-48
Jesús dijo a sus discípulos:
«Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo les digo
que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una
bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiere
hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te
exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él.
Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo
prestado.
Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero
yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos
del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos
y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen
lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de
extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?
Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.»
Palabra del Señor.
4
Den al César lo que es del César,
y a Dios, lo que es de Dios
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 22, 15-21
Los fariseos se reunieron entonces para sorprender a Jesús en alguna de sus
afirmaciones. Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para
decirle: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el
camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no
te fijas en la categoría de nadie. Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el
impuesto al César o no?»
Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tienden
una trampa? Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto.»
Ellos le presentaron un denario. Y él les preguntó: «¿De quién es esta figura y
esta inscripción?»
Le respondieron: «Del César.»
Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios.»
Palabra del Señor.
5
Respondiste fielmente en lo poco;
entra a participar del gozo de tu señor
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 25, 14-30
Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó
a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro
dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió.
En seguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y
ganó otros cinco.
De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, pero el que recibió uno
solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.
Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus
servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó
otros cinco. "Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los
otros cinco que he ganado." "Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor,
ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a
participar del gozo de tu señor."
Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: "Señor, me has
confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado." "Está bien,
servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de
mucho más: entra a participar del gozo de tu señor."
Llegó luego el que había recibido un solo talento. "Señor, le dijo, sé que eres
un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has
esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo
tuyo!"
Pero el señor le respondió: "Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho
donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado
el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses.
Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le
dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y
rechinar de dientes."»
Palabra del Señor.
6 Para los que se dedicaron a obras de
misericordia:
En la medida que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos,
lo hicieron conmigo
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 25, 31-46
Jesús dijo a sus discípulos:
«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se
sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia,
y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,
y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi
Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo
del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me
dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron;
enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver."
Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de
comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos;
desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?"
Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo."
Luego dirá a los de su izquierda: "Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego
eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y
ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de
paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me
visitaron."
Estos, a su vez, le preguntarán: "Señor, ¿cuando te vimos hambriento o sediento,
de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?"
Y él les responderá: "Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo."
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.»
Palabra del Señor.
7
Aun en medio de la abundancia,
la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 12, 15-21
Jesús dijo a la multitud:
«Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un
hombre no está asegurada por sus riquezas.»
Les dijo entonces una parábola: «Había un hombre rico, cuyas tierras habían
producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: "¿Qué voy a hacer? No tengo dónde
guardar mi cosecha". Después pensó: "Voy a hacer esto: demoleré mis graneros,
construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y
diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa,
come, bebe y date buena vida".
Pero Dios le dijo: "Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será
lo que has amontonado?"
Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos
de Dios.»
Palabra del Señor.
8
Ustedes también estén preparados
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 12, 35-40
Jesús dijo a sus discípulos:
«Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres
que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas
llegue y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les
aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a
servirlos.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra
así!
Entiéndalo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no
dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora
menos pensada.»
Palabra del Señor.
9
Cuando des un banquete, invita a los pobres
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 14, 12-14
Jesús dijo a uno de los principales fariseos que lo había invitado: «Cuando des
un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus
parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así
tengas tu recompensa.
Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los
paralíticos, a los ciegos.
¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu
recompensa en la resurrección de los justos!»
Palabra del Señor.
10
Había un pobre llamado Lázaro
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 16, 19-31
Jesús dijo a los fariseos:
«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía
espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado
Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los
perros iban a lamer sus llagas.
El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también
murió y fue sepultado.
En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio
de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: "Padre Abraham, ten
piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y
refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan."
"Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y
Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el
tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que
los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede
pasar de allí hasta aquí".
El rico contestó: "Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi
padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos
también caigan en este lugar de tormento".
Abraham respondió: "Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen".
"No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos,
se arrepentirán".
Pero Abraham respondió: "Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque
resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán".»
Palabra del Señor.
11
Yo les confiero la realeza, como mi Padre me la confirió a mí
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 22, 24-30
Surgió una discusión sobre quién debía ser considerado como el más grande.
Jesús les dijo:
«Los reyes de las naciones dominan sobre ellas, y los que ejercen el poder sobre
el pueblo se hacen llamar bienhechores. Pero entre ustedes no debe ser así. Al
contrario, el que es más grande, que se comporte como el menor, y el que
gobierna, como un servidor. Porque, ¿quién es más grande, el que está a la mesa
o el que sirve? ¿No es acaso el que está a la mesa? Y sin embargo, yo estoy
entre ustedes como el que sirve.
Ustedes son los que han permanecido siempre conmigo en medio de mis pruebas. Por
eso yo les confiero la realeza, como mi Padre me la confirió a mí. Y en mi
Reino, ustedes comerán y beberán en mi mesa, y se sentarán sobre tronos para
juzgar a las doce tribus de Israel.»
Palabra del Señor.
12
Este es mi mandamiento:
amense los unos a los otros, como Yo los he amado
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 15, 9-12
Jesús dijo a sus discípulos:
«Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi
amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los
mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado.»
Palabra del Señor.