15. POR LA RECONCILIACIÓN
Lecturas del Antiguo Testamento
1
Busquen al Señor
Lectura del libro del profeta Isaías 55, 1-3. 6-9
Así habla el Señor:
¡Vengan a tomar agua, todos los sedientos, y el que no tenga dinero, venga
también! Coman gratuitamente su ración de trigo, y sin pagar, tomen vino y
leche. ¿Por qué gastan dinero en algo que no alimenta y sus ganancias, en algo
que no sacia? Háganme caso, y comerán buena comida, se deleitarán con sabrosos
manjares.
Presten atención y vengan a mí, escuchen bien y vivirán. Yo haré con ustedes una
alianza eterna, obra de mi inquebrantable amor a David.
¡Busquen al Señor mientras se deja encontrar, llámenlo mientras está cerca! Que
el malvado abandone su camino y el hombre perverso, sus pensamientos; que vuelva
al Señor, y él le tendrá compasión, a nuestro Dios, que es generoso en perdonar.
Porque los pensamientos de ustedes no son los míos, ni los caminos de ustedes
son mis caminos -oráculo del Señor-. Como el cielo se alza por encima de la
tierra, así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos a los caminos y a los
pensamientos de ustedes.
Palabra de Dios.
2
No me acordaré más de su pecado
Lectura del libro del profeta Jeremías 31, 31-34
Llegarán los días -oráculo del Señor- en que estableceré una nueva Alianza con
la casa de Israel y la casa de Judá. No será como la Alianza que establecí con
sus padres el día en que los tomé de la mano para hacerlos salir del país de
Egipto, mi Alianza que ellos rompieron, aunque yo era su dueño -oráculo del
Señor- .
Esta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos
días -oráculo del Señor- : pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus
corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo.
Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: «Conozcan
al Señor .» Porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande -oráculo
del Señor- . Porque yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su
pecado.
Palabra de Dios.
3
Busquen el bien, y vivirán
Lectura de la profecía de Amós 5, 4. 14-15. 21-24
Así habla el Señor:
Búsquenme a mí, y vivirán.
Busquen el bien y no el mal, para que tengan vida, y así el Señor, Dios de los
ejércitos, estará con ustedes, como ustedes dicen. Aborrezcan el mal, amen el
bien, y hagan triunfar el derecho en la Puerta: tal vez el Señor, Dios de los
ejércitos, tenga piedad del resto de José.
Yo aborrezco, desprecio sus fiestas, y me repugnan sus asambleas. Cuando ustedes
me ofrecen holocaustos, no me complazco en sus ofrendas ni miro sus sacrificios
de terneros cebados.
Aleja de mí el bullicio de tus cantos, no quiero oír el sonido de tus arpas. Que
el derecho corra como el agua, y la justicia como un torrente inagotable.
Palabra de Dios.
Lecturas del Nuevo Testamento
1
Hagan penitencia y convíertanse
Lectura de los Hechos de los apóstoles 3, 13-15. 17-19
En aquellos días,
Pedro dijo al pueblo:
«El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, glorificó
a su servidor Jesús, a quien ustedes entregaron, renegando de él delante de
Pilato, cuando este había resuelto ponerlo en libertad. Ustedes renegaron del
Santo y del Justo, y pidiendo como una gracia la liberación de un homicida,
mataron al autor de la vida. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos, de lo
cual nosotros somos testigos.
Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes obraron por ignorancia, lo mismo que sus
jefes. Pero así, Dios cumplió lo que había anunciado por medio de todos los
profetas: que su Mesías debía padecer.
Por lo tanto, hagan penitencia y conviértanse, para que sus pecados sean
perdonados.»
Palabra de Dios.
2
Déjense reconciliar con Dios
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto 5, 17-6,2
Hermanos:
El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser
nuevo se ha hecho presente. Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con
él por intermedio de Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación.
Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, no
teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la palabra de la
reconciliación.
Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los
hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo:
Déjense reconciliar con Dios. A aquel que no conoció el pecado, Dios lo
identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos
justificados por él.
Y porque somos sus colaboradores, los exhortamos a no recibir en vano la gracia
de Dios. Porque él nos dice en la Escritura: En el momento favorable te escuché,
y en el día de la salvación te socorrí. Este es el tiempo favorable, este es el
día de la salvación.
Palabra de Dios.
3
Él es la víctima propiciatoria por nuestros pecados
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 2, 1-5
Hijos míos, les he escrito estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca,
tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo. El es la Víctima
propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por
los del mundo entero.
La señal de que lo conocemos, es que cumplimos sus mandamientos. El que dice:
«Yo lo conozco», y no cumple sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no
está en él. Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado
verdaderamente a su plenitud.
Esta es la señal de que vivimos en él.
Palabra de Dios.
Salmos responsoriales
1 SALMO 50, 3-4. 12-15
R. ¡Crea en mí, Dios mío, un corazón puro!
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!R.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti. R.
2 SALMO 129, 1-8
R. En el Señor se encuentra la misericordia.
Desde lo más profundo te invoco, Señor,
¡Señor, oye mi voz!
Estén tus oídos atentos
al clamor de mi plegaria. R.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor,
¿quién podrá subsistir?
Pero en ti se encuentra el perdón,
para que seas temido. R.
Mi alma espera en el Señor,
y yo confío en su palabra.
Como el centinela espera la aurora,
espere Israel al Señor. R.
Porque en Él se encuentra la misericordia
y la redención en abundancia:
él redimirá a Israel
de todos sus pecados. R.
Aleluia y Aclamaciones antes del Evangelio
1 Ez 33, 11
Yo no deseo la muerte del malvado,
sino que se convierta de su mala conducta y viva.
2 Mt 5, 9
Felices los que trabajan por la paz,
porque serán llamados hijos de Dios.
3 Mc 1, 15
El tiempo se ha cumplido:
el Reino de Dios está cerca.
Conviértanse y crean en la Buena Noticia.
EVANGELIOS
1
Alégrense y regocíjense
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 5, 1-12a
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se
acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
«Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de
los Cielos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les
pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie
en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en
el cielo.»
Palabra del Señor.
2
¿Qué debemos hacer?
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 3, 7-18
Juan decía a la multitud que venía a hacerse bautizar por él:
«Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca?
Produzcan los frutos de una sincera conversión, y no piensen: "Tenemos por padre
a Abraham". Porque yo les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir
hijos de Abraham. El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; el árbol que
no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego.»
La gente le preguntaba: «¿Qué debemos hacer entonces?»
El les respondía: «El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que
tenga qué comer, haga otro tanto.»
Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le preguntaron:
«Maestro, ¿qué debemos hacer?»
El les respondió: «No exijan más de lo estipulado.»
A su vez, unos soldados le preguntaron: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?»
Juan les respondió: «No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y
conténtense con su sueldo.»
Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería
el Mesías, él tomó la palabra y les dijo: «Yo los bautizo con agua, pero viene
uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa
de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en
su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero
consumirá la paja en el fuego inextinguible»
Y por medio de muchas otras exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Noticia.
Palabra del Señor.
3
Padre, pequé
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 15, 1-3. 11b-32
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los
fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los
pecadores y come con ellos.» Jesús les dijo entonces esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la
parte de herencia que me corresponde". Y el padre les repartió sus bienes.
Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país
lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.
Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a
sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa
región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. El hubiera deseado calmar su
hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
Entonces recapacitó y dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en
abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!". Ahora mismo iré a la casa de
mi padre y le diré: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser
llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros".
Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su
padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo
besó.
El joven le dijo: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser
llamado hijo tuyo".
Pero el padre dijo a sus servidores: "Traigan enseguida la mejor ropa y
vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el
ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto
y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado". Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música
y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le
preguntó qué significaba eso.
El le respondió: "Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero
engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo".
El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él
le respondió: "Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni
una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con
mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus
bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!"
Pero el padre le dijo: "Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es
tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha
vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado".»
Palabra del Señor.