31. PARA PEDIR LA GRACIA
DE UNA BUENA MUERTE


Lectura del Antiguo Testamento

1

Destruirá la muerte para siempre

Lectura del libro del profeta Isaías     25, 6-10a

El Señor de los ejércitos ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña un banquete de manjares suculentos, un banquete de vinos añejados, de manjares suculentos, medulosos, de vinos añejados, decantados.
El arrancará sobre esta montaña el velo que cubre a todos los pueblos, el paño tendido sobre todas las naciones.
Destruirá la Muerte para siempre; el Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros, y borrará sobre toda la tierra el oprobio de su pueblo, porque lo ha dicho él, el Señor.
Y se dirá en aquel día: «Ahí está nuestro Dios, de quien esperábamos la salvación: es el Señor, en quien nosotros esperábamos; ¡alegrémonos y regocijémonos de su salvación! .» Porque la mano del Señor se posará sobre esta montaña.

Palabra de Dios.

Lectura del Nuevo Testamento

Tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma     14, 7-9. 10c-12

Hermanos:
Ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere para sí. Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor: tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor. Porque Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los vivos y de los muertos.
Todos, en efecto, tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios, porque está escrito: Juro que toda rodilla se doblará ante mí y toda lengua dará gloria a Dios, dice el Señor.
Por lo tanto, cada uno de nosotros tendrá que rendir cuenta de sí mismo a Dios.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial

1     SALMO     30, 2ab. 6. 8b-9. 15-17. 25

R.
¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!

Yo me refugio en ti, Señor,
¡que nunca me vea defraudado!
Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel. R.

Cuando tú viste mi aflicción
y supiste que mi vida peligraba,
no me entregaste al poder del enemigo,
me pusiste en un lugar espacioso. R.

Pero yo confío en ti, Señor,
y te digo: «Tú eres mi Dios,
mi destino está en tus manos.»
Líbrame del poder de mis enemigos
y de aquellos que me persiguen. R.

Que brille tu rostro sobre tu servidor,
sálvame por tu misericordia.
Sean fuertes y valerosos,
todos los que esperan en el Señor. R.

Aleluia y Aclamaciones antes del Evangelio

1     Mt 24, 42a. 44

Estén prevenidos,
porque el Hijo del hombre
vendrá a la hora menos pensada.


2     Lc 21, 36a y c

Estén prevenidos y oren incesantemente,
así podrán comparecer seguros
ante el Hijo del hombre.


3     Jn 13, 1

Sabiendo Jesús que había llegado la hora
de pasar de este mundo al Padre,
él, que había amado a los suyos
que quedaban en el mundo,
los amó hasta el fin.


4     Apoc 2, 10c

Sé fiel hasta la muerte
y te daré la corona de la vida.
dice el Señor.

EVANGELIOS

1

Ya viene el esposo, salid a su encuentro

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     25, 1-13

Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
«El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes. Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos. Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: "Ya viene el esposo, salgan a su encuentro."
Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: "¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?" Pero estas les respondieron: "No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado."
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: "Señor, señor, ábrenos", pero él respondió: "Les aseguro que no las conozco."
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.»

Palabra del Señor.


2

El Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     12, 35-40

Jesús dijo a sus discípulos:
«Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!
Entiéndalo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada.»

Palabra del Señor.


3

Estén prevenidos y oren incesantemente

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     21, 34-36

Jesús dijo a sus discípulos:
«Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.
Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor.


4

Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     23, 39-46

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.»
Pero el otro lo increpaba, diciéndole:
«¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo.» Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino.»
El le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso.»
Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde. El velo del Templo se rasgó por el medio. Jesús, con un grito, exclamó: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.»
Y diciendo esto, expiró.

Palabra del Señor.