2. PARA LA CELEBRACIÓN
DEL BAUTISMO DE NIÑOS


Lecturas del Antiguo Testamento

1

Danos agua para beber

Lectura del libro del Exodo     17, 3-7

El pueblo, torturado por la sed, protestó contra Moisés diciendo: «¿Para qué nos hiciste salir de Egipto? ¿Sólo para hacernos morir de sed, junto con nuestros hijos y nuestro ganado?»
Moisés pidió auxilio al Señor, diciendo: «¿Cómo tengo que comportarme con este pueblo, si falta poco para que me maten a pedradas?»
El Señor respondió a Moisés: «Pasa delante del pueblo, acompañado de algunos ancianos de Israel, y lleva en tu mano el bastón con que golpeaste las aguas del Nilo. Ve, porque yo estaré delante de ti, allá sobre la roca, en Horeb. Tú golpearás la roca, y de ella brotará agua para que beba el pueblo.»
Así lo hizo Moisés, a la vista de los ancianos de Israel.
Aquel lugar recibió el nombre de Masá -que significa «Provocación»- y de Meribá -que significa «Querella»- a causa de la acusación de los israelitas, y porque ellos provocaron al Señor, diciendo: «¿El Señor está realmente entre nosotros, o no?»

Palabra de Dios.


2

Yo los rociaré con agua pura
y quedarán purificados de todas sus impurezas

Lectura de la profecía de Ezequiel     36, 24-28

Así habla el Señor:
«Yo los tomaré de entre las naciones, los reuniré de entre todos los países y los llevaré a su propio suelo. Los rociaré con agua pura, y ustedes quedarán purificados. Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos. Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes.
Ustedes habitarán en la tierra que yo he dado a sus padres. Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios.»

Palabra de Dios.


3

He visto el agua que brotaba del templo:
y todos aquellos a quienes alcanzó esta agua
han sido salvados

Lectura de la profecía de Ezequiel     47, 1-9. 12

El hombre me hizo volver a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur del altar. Luego me sacó por el camino de la puerta septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino exterior, hasta la puerta exterior que miraba hacia el oriente. Allí vi que el agua fluía por el costado derecho.
Cuando el hombre salió hacia el este, tenía una cuerda en la mano. Midió quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a las rodillas. Midió otros quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a la cintura. Luego midió otros quinientos metros, y ya era un torrente que no pude atravesar, porque el agua había crecido: era un agua donde había que nadar, un torrente intransitable.
El hombre me dijo: «¿Has visto, hijo de hombre?», y me hizo volver a la orilla del torrente. Al volver, vi que a la orilla del torrente, de uno y otro lado, había una inmensa arboleda.
Entonces me dijo: «Estas aguas fluyen hacia el sector oriental, bajan hasta la estepa y van a desembocar en el Mar. Se las hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas. Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas partes adonde llegue el torrente.
Al borde del torrente, sobre sus dos orillas, crecerán árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán sus hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos frutos, porque el agua sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas de remedio.»

Palabra de Dios.

Lecturas del Nuevo Testamento

1

Por el bautismo sepultados con él en la muerte,
llevamos una vida nueva

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma     6, 3-5

Hermanos:
¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos sumergido en su muerte? Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva.
Porque si nos hemos identificado con Cristo por una muerte semejante a la suya, también nos identificaremos con él en la resurrección.

Palabra de Dios.


2

Reproducir la imagen de su Hijo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma     8, 28-32

Hermanos:
Sabemos, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio.
En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
¿Qué diremos después de todo esto? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos concederá con él toda clase de favores?

Palabra de Dios.


3

Todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu
para formar un solo Cuerpo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto     12, 12-13

Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo.
Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo -judíos y griegos, esclavos y hombres libres- y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.

Palabra de Dios.


4

Los que fueron bautizados, han sido revestidos de Cristo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia     3, 26-28

Hermanos:
Todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, ya que todos ustedes, que fueron bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo.
Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús.

Palabra de Dios.


5

Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Efeso     4, 1-6

Hermanos:
Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido. Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu, mediante el vínculo de la paz.
Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos.

Palabra de Dios.


6

Ustedes son una raza elegida, un sacerdocio real

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro     2, 4-5. 9-10

Queridos hermanos:
Al acercarse a él, la piedra viva, rechazada por los hombres pero elegida y preciosa a los ojos de Dios, también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo.
Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz: ustedes, que antes no eran un pueblo, ahora son el Pueblo de Dios; ustedes, que antes no habían obtenido misericordia, ahora la han alcanzado.

Palabra de Dios.

Salmos responsoriales

1     SALMO     22, 1- 6

R.
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.

El señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre. R.

Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.

Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo. R.


2     SALMO     26, 1. 4. 8b-9c. 13-14

R.
El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré? R.

Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo. R.

Yo busco tu rostro, Señor,
no lo apartes de mí.
No alejes con ira a tu servidor,
tú, que eres mi ayuda. R.

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor. R.


3     SALMO     33, 2-3. 6-7. 8-9. 14-15. 16-17. 18-19 (R.: 9a; o bien: 6a)

R.
¡Miren hacia el Señor y quedarán resplandecientes!

Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el señor:
que lo oigan los humildes y se alegren. R.

Miren hacia él y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

El Angel del Señor acampa
en torno de sus fieles, y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en él se refugian! R.

Guarda tu lengua del mal,
y tus labios de palabras mentirosas.
Apártate del mal y practica el bien,
busca la paz y sigue tras ella. R.

Los ojos del Señor miran al justo
y sus oídos escuchan su clamor;
pero el Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra. R.

Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos. R.

Aleluia y Versículo antes del Evangelio

1     Jn 3, 16

Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único;
para que todo el que cree en él tenga Vida eterna.


2     Cf. Jn 8, 12

Dice el Señor:
«Yo soy la luz del mundo;
el que me sigue tendrá la luz de la Vida.»


3     Jn 14, 6

«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
Nadie va al Padre, sino por mí.»


4     Ef 4, 5-6a

Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo.
Hay un solo Dios y Padre de todos.


5     Cf. 2Tm 1, 10

Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte
e hizo brillar la vida, mediante el Evangelio.


6     Cf. 1Ped 2, 9

Ustedes son una raza elegida, un sacerdocio real,
una nación santa: anuncien las maravillas
de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz.

EVANGELIOS

1

Este es el más grande y el primer mandamiento

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     22, 35-40

Uno de los fariseos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?»
Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.»

Palabra del Señor.


2

Hagan que todos los pueblos sean mis discípulos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     28, 18-20

Acercándose, Jesús dijo a los once discípulos:
«Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo.»

Palabra del Señor.


3

Fue bautizado por Juan en el Jordán

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     1, 9-11

Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección.»

Palabra del Señor.


4

Dejen que los niños se acerquen a mí

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     10, 13-16

Trajeron a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.»
Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor.


5

Escucha Israel:
Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     12, 28b-34

Un escriba, se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?»
Jesús respondió: «El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos.»
El escriba le dijo: «Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios.»
Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: «Tú no estás lejos del Reino de Dios.»
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor.


O bien más breve:

+
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     12, 28b-31

Un escriba, se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?»
Jesús respondió: «El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos.»

Palabra del Señor.


6

El que no renace de los alto no puede ver el Reino de Dios

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     3, 1-6

Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos. Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: «Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él.»
Jesús le respondió: «Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios. »
Nicodemo le preguntó: «¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?»
Jesús le respondió: «Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.»

Palabra del Señor.


7

El manantial que brotará hasta la vida eterna

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     4, 5-14

Jesús llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José. Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía.
Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber.»
Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos.
La samaritana le respondió: «¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos.
Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva.» «Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva? ¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?» Jesús le respondió: «El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna.»

Palabra del Señor.


8

El que cree tiene vida eterna

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     6, 44-47

Jesús dijo a la gente:
«Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios.
Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna.»

Palabra del Señor.


9

Brotarán manantiales de agua viva

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     7, 37b-39a

Jesús exclamó:
«El que tenga sed, venga a mí; y beba el que cree en mí.» Como dice la Escritura: De su seno brotarán manantiales de agua viva.
El se refería al Espíritu que debían recibir los que creyeran en él.

Palabra del Señor.


10

Fue, se lavó y vio

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     9, 1-7

Jesús al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?»
«Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios. Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.»
Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, diciéndole: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé», que significa «Enviado.»
El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía.

Palabra del Señor.


11

El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     15, 1-11

Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.
Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.»

Palabra del Señor.


12

Le atravesó el costado, y brotó sangre y agua

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     19, 31-35

Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne.
Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua.
El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean.

Palabra del Señor.