COMÚN DE SANTOS Y SANTAS
Esquemas propuestos
Primer esquema
Amarás a tu prójimo como a ti mismo
Lectura del libro del Levítico 19, 1-2. 17-18
El Señor dijo a Moisés:
Habla en estos términos a toda la comunidad de Israel:
Ustedes serán santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo.
No odiarás a tu hermano en tu corazón; deberás reprenderlo convenientemente,
para no cargar con un pecado a causa de él.
No serás vengativo con tus compatriotas ni les guardarás rencor. Amarás a tu
prójimo como a ti mismo.
Yo soy el Señor.
Palabra de Dios.
O bien en tiempo pascual:
Un solo corazón y una sola alma
Lectura de los Hechos de los apóstoles 4, 32-35
La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie
consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos.
Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor
Jesús y gozaban de gran estima.
Ninguno padecía necesidad, porque todos los que poseían tierras o casas las
vendían y ponían el dinero a disposición de los Apóstoles, para que se
distribuyera a cada uno según sus necesidades.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 14, 2-5
R. ¡El justo habitará en tu santa Montaña,
Señor!
El que procede rectamente
y practica la justicia;
el que dice la verdad de corazón
y no calumnia con su lengua. R.
El que no hace mal a su prójimo
ni agravia a su vecino,
el que no estima a quien Dios reprueba
y honra a los que temen al Señor. R.
El que no presta su dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que procede así, nunca vacilará. R.
ALELUIA Lev. 19, 2
Aleluia.
Ustedes serán santos,
porque Yo, el Señor su Dios, soy santo.
Aleluia.
EVANGELIO
Alégrense y regocíjense ustedes,
porque tendrán una gran recompensa en el cielo
+
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 4, 25-5, 12Segundo esquema:
para los que se dedicaron
a las obras de misericordia
Comparte tu pan con el hambriento
Lectura del libro del profeta Isaías 58, 6-11
Así habla el Señor:
Éste es el ayuno que yo amo -oráculo del Señor- : soltar las cadenas injustas,
desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los
yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo;
cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne.
Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar;
delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor.
Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: «¡Aquí
estoy!»
Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si
ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu luz se
alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía.
El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y
llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una
vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan.
Palabra de Dios.
O bien:
También nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan
3, 14-18
Queridos hermanos:
Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la Vida, porque amamos a
nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su
hermano es un homicida, y ustedes saben que ningún homicida posee la Vida
eterna.
En esto hemos conocido el amor: en que él entregó su vida por nosotros. Por eso,
también nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos.
Si alguien vive en la abundancia, y viendo a su hermano en la necesidad, le
cierra su corazón, ¿cómo permanecerá en él el amor de Dios?
Hijitos míos, no amemos solamente con la lengua y de palabra, sino con obras y
de verdad.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 111, 1-9
R. ¡Feliz el que teme al Señor!
Feliz el hombre que teme al Señor
y se complace en sus mandamientos.
Su descendencia será fuerte en la tierra:
la posteridad de los justos es bendecida. R.
En su casa habrá abundancia y riqueza,
su generosidad permanecerá para siempre.
Para los buenos brilla una luz en las tinieblas:
es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo. R.
Dichoso el que se compadece y da prestado,
y administra sus negocios con rectitud.
El justo no vacilará jamás,
su recuerdo permanecerá para siempre.
No tendrá que temer malas noticias. R.
Su corazón está firme, confiado en el Señor.
Su ánimo está seguro, y no temerá,
hasta que vea la derrota de sus enemigos. R.
El da abundantemente a los pobres:
su generosidad permanecerá para siempre,
y alzará su frente con dignidad. R.
ALELUIA Mt 25, 34b
Aleluia.
¡Vengan, benditos de mi Padre,
y reciban en herencia el Reino que les fue preparado
desde el comienzo del mundo!
Aleluia.
EVANGELIO
En la medida en que lo hicieron
con el más pequeño de mis hermanos,
lo hicieron conmigo
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Mateo 25, 31-40
Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se
sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia,
y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,
y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: «Vengan, benditos de mi
Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo
del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me
dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron;
enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver».
Los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de
comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos;
desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?».
Y el Rey les responderá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo».
Palabra del Señor.
Tercer esquema:
para educadores
Conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos
de Efeso 3, 14-19
Hermanos:
Doblo mis rodillas delante del Padre, de quien procede toda paternidad en el
cielo y en la tierra. Que él se digne fortificarlos por medio de su Espíritu,
conforme a la riqueza de su gloria, para que crezca en ustedes el hombre
interior. Que Cristo habite en sus corazones por la fe, y sean arraigados y
edificados en el amor. Así podrán comprender, con todos los santos, cuál es la
anchura y la longitud, la altura y la profundidad, en una palabra, ustedes
podrán conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento, para ser
colmados por la plenitud de Dios.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 15, 1-2a. 5. 7-8. 11
R. ¡Tú eres mi herencia, Señor!
Protégeme, Dios mío,
porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor:
«Señor, tú eres mi bien.»
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡tú decides mi suerte! R.
Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor:
él está a mi lado, nunca vacilaré. R.
Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna a tu derecha. R.
ALELUIA Cf. Mt 11, 25
Aleluia.
¡Bendito eres, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños!
Aleluia.
EVANGELIO
El que recibe a uno de estos pequeños me recibe a mi
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Marcos 9, 33b-37
Jesús preguntó a sus discípulos: "¿De qué hablaban en el camino?".
Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.
Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiere ser el
primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos".
Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo:
"El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me
recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado".
Palabra del Señor.
O bien:
EVANGELIO
Dejen ustedes que los niños se acerquen a mí
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 13-16
Trajeron a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos los
reprendieron.
Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y
no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos.
Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en
él".
Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor.
Cuarto esquema:
para esposas
La mujer que teme al Señor merece ser alabada
Lectura del libro de los Proverbios 31, 10-13. 19-20. 30-31
Una buena ama de casa, ¿quién la encontrará? Es mucho más valiosa que las
perlas. El corazón de su marido confía en ella y no le faltará compensación.
Ella le hace el bien, y nunca el mal, todos los días de su vida. Se procura la
lana y el lino, y trabaja de buena gana con sus manos.
Aplica sus manos a la rueca y sus dedos manejan el huso. Abre su mano al
desvalido y tiende sus brazos al indigente.
Engañoso es el encanto y vana la hermosura: la mujer que teme al Señor merece
ser alabada. Entréguenle el fruto de sus manos y que sus obras la alaben
públicamente.
Palabra de Dios.
O bien:
Como el sol que se eleva,
así es el encanto de la buena esposa en una casa ordenada
Lectura del libro del Eclesiástico 26,
1-4. 16-21
¡Feliz el marido de una buena esposa: se duplicará el número de sus días! La
mujer hacendosa es la alegría de su marido y él vivirá en paz hasta el último de
sus días.
Una buena esposa es una gran fortuna, reservada en suerte a los que temen al
Señor: sea rico o pobre, su corazón será dichoso y su rostro estará radiante en
todo momento.
La gracia de una mujer deleita a su marido y su buen juicio lo llena de vigor.
Una mujer discreta es un don del Señor y no tiene precio la esposa bien educada.
Como el sol que se eleva por las alturas del Señor, así es el encanto de la
buena esposa en una casa ordenada.
Palabra de Dios.
O bien:
Las santas mujeres que tenían su esperanza puesta en Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 3,
1-9
Hermanos:
Las mujeres respeten a su marido, para que si alguno de ellos se resiste a creer
en la Palabra, sea convencido sin palabra por la conducta de su mujer, al ver su
vida casta y respetuosa. Que su elegancia no sea el adorno exterior -consistente
en peinados rebuscados, alhajas de oro y vestidos lujosos- sino la actitud
interior del corazón, el adorno incorruptible de un espíritu dulce y sereno.
Esto es lo que vale a los ojos de Dios.
Así se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que tenían su esperanza
puesta en Dios y respetaban a sus maridos, como por ejemplo, Sara, que obedecía
a Abraham y lo llamaba su señor. Ahora ustedes han llegado a ser sus hijas,
haciendo el bien y no dejándose inquietar por ninguna clase de temor.
Los maridos, a su vez, comprendan que deben compartir su vida con un ser más
débil, como es la mujer: trátenla con el respeto debido a coherederas de la
gracia que da la Vida. De esa manera, nada será obstáculo para la oración.
En fin, vivan todos unidos, compartan las preocupaciones de los demás, ámense
como hermanos, sean misericordiosos y humildes. No devuelvan mal por mal, ni
injuria por injuria: al contrario, retribuyan con bendiciones, porque ustedes
mismos están llamados a heredar una bendición.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 127, 1-5
R. ¡Felices los que temen al Señor!
¡Feliz el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y todo te irá bien. R.
Tu esposa será como una vid fecunda
en el seno de tu hogar;
tus hijos, como retoños de olivo
alrededor de tu mesa. R.
¡Así será bendecido
el hombre que teme al Señor!
¡Que el Señor te bendiga desde Sión
todos los días de tu vida:
que contemples la paz de Jerusalén. R.
ALELUIA Jn 8, 31b-32a
Aleluia.
«Si ustedes permanecen fieles a mi palabra,
serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad»,
dice el Señor.
Aleluia.
EVANGELIO
El que hace la voluntad de Dios,
ése es mi hermano, mi hermana y mi madre
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Marcos 3, 31-35
Llegaron la madre y los hermanos de Jesús y, quedándose afuera, lo mandaron
llamar.
La multitud estaba sentada alrededor de Él, y le dijeron: "Tu madre y tus
hermanos te buscan ahí afuera".
El les respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?".
Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo:
"Estos son mi madre y mis hermanos.
Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi
madre".
Palabra del Señor.
Quinto esquema:
para viudas
Era muy temerosa de Dios
Lectura del libro de Judit
8, 2-8
El esposo de Judit, Manasés, que era de su misma tribu y de su misma familia,
había muerto durante la cosecha de la cebada: mientras vigilaba a los que ataban
las gavillas en el campo, tuvo una insolación que lo postró en cama, y murió en
Betulia, su ciudad. Allí fue sepultado con sus padres, en el campo que está
situado entre Dotaim y Belamón.
Judit había permanecido viuda en su casa durante tres años y cuatro meses. Sobre
la terraza de su casa se había hecho levantar una carpa; llevaba un sayal sobre
su cuerpo y vestía ropas de luto. Ayunaba todos los días, excepto los sábados,
los novilunios y los días de fiesta y de regocijo del pueblo de Israel. Era muy
hermosa y de aspecto sumamente agradable. Su esposo Manasés le había dejado oro
y plata, servidores y servidoras, ganados y campos, y ella había quedado como
dueña de todo. Nadie podía reprocharle nada, porque era muy temerosa de Dios.
Palabra de Dios.
O bien
Hay viudas que lo son realmente,
porque se han quedado solas
y tienen puesta su confianza en Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a
Timoteo 5, 3-10
Querido hermano:
Honra y atiende a las viudas que realmente están necesitadas. Pero si alguna
viuda tiene hijos o nietos, estos deben aprender primero a cumplir con sus
deberes familiares y a ser agradecidos con sus padres, porque eso es lo que
agrada a Dios.
Hay viudas que lo son realmente, porque se han quedado solas y tienen puesta su
confianza en Dios, consagrando sus días y sus noches a la súplica y a la
oración. Pero la que lleva una vida disipada, aunque viva, está muerta.
Incúlcales esto para que sean irreprochables: el que no se ocupa de los suyos,
sobre todo si conviven con él, ha renegado de su fe y es peor que un infiel.
Para estar inscrita en el grupo de las viudas, una mujer debe tener por menos
sesenta años y haberse casado una sola vez. Que sus buenas obras den testimonio
de ella; tiene que haber educado a sus hijos, ejercitado la hospitalidad, haber
lavado los pies a los hermanos, socorrido a los necesitados y practicado el bien
en todas sus formas.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 130, 1-3
R. ¡Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor!
Mi corazón no se ha ensoberbecido, Señor,
ni mis ojos se han vuelto altaneros.
No he pretendido grandes cosas
ni he tenido aspiraciones desmedidas. R.
No, yo aplaco y modero mis deseos:
como un niño tranquilo en brazos de su madre,
así está mi alma dentro de mí. R.
Espere Israel en el Señor,
desde ahora y para siempre. R.
ALELUIA Mt 23, 11. 12b
Aleluia.
«Que el más grande de entre ustedes
se haga servidor de los otros,
porque el que se humilla será ensalzado», dice el Señor.
Aleluia.
EVANGELIO
El que permanece en mí,
y Yo en él, da mucho fruto
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Juan 15, 1-8
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos:
Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador.
El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para
que dé más todavía.
Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié.
Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede
dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da
mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer.
Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca;
después se recoge, se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que
quieran y lo obtendrán.
La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean
mis discípulos.
Palabra del Señor.
Sexto esquema:
para religiosos
Quédate de pie en la montaña
Lectura del primer libro de los Reyes 19, 4-9a. 11-15a
El profeta Elías caminó un día entero por el desierto, y al final se sentó bajo
una retama. Entonces se deseó la muerte y exclamó: «¡Basta ya, Señor! ¡Quítame
la vida, porque yo no valgo más que mis padres!» Se acostó y se quedó dormido
bajo la retama.
Pero un ángel lo tocó y le dijo: «¡Levántate, come!» El miró y vio que había a
su cabecera una galleta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua.
Comió, bebió y se acostó de nuevo.
Pero el Ángel del Señor volvió otra vez, lo tocó y le dijo: «¡Levántate, come,
porque todavía te queda mucho por caminar!.»
Elías se levantó, comió y bebió, y fortalecido por ese alimento caminó cuarenta
días y cuarenta noches hasta la montaña de Dios, el Horeb. Allí, entró en la
gruta y pasó la noche.
El Señor le dijo: «Sal y quédate de pie en la montaña, delante del Señor.» Y en
ese momento el Señor pasaba. Sopló un viento huracanado que partía las montañas
y resquebrajaba las rocas delante del Señor. Pero el Señor no estaba en el
viento. Después del viento, hubo un terremoto. Pero el Señor no estaba en el
terremoto. Después del terremoto, se encendió un fuego. Pero el Señor no estaba
en el fuego. Después del fuego, se oyó el rumor de una brisa suave. Al oírla,
Elías se cubrió el rostro con su manto, salió y se quedó de pie a la entrada de
la gruta. Entonces le llegó una voz, que decía: «¿Qué haces aquí, Elías?.»
El respondió: «Me consumo de celo por el Señor, el Dios de los ejércitos, porque
los israelitas abandonaron tu alianza, derribaron tus altares y mataron a tus
profetas con la espada. He quedado yo solo y tratan de quitarme la vida.»
El Señor le dijo: «Vuelve por el mismo camino, hacia el desierto de Damasco.»
Palabra de Dios.
O bien:
El Señor es su herencia
Lectura del libro del Deuteronomio 10, 8-9
Moisés habló al pueblo, diciendo:
«El Señor puso aparte a la tribu de Leví para que transportaba el Arca de la
Alianza del Señor, para que estuviera en su presencia y lo sirviera, y para que
bendijera en su Nombre, como lo ha venido haciendo hasta ahora. Por eso Leví no
tiene parte ni herencia entre sus hermanos: el Señor es su herencia, como él
mismo se lo ha declarado.»
Palabra de Dios.
O bien:
Dios eligió lo que el mundo tiene por débil
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los
cristianos de Corinto 1, 26-31
Hermanos, tengan en cuenta quiénes son los que han sido llamados: no hay entre
ustedes muchos sabios, hablando humanamente, ni son muchos los poderosos ni los
nobles.
Al contrario, Dios eligió lo que el mundo tiene por necio, para confundir a los
sabios; lo que el mundo tiene por débil, para confundir a los fuertes; lo que es
vil y despreciable y lo que no vale nada, para aniquilar a lo que vale. Así,
nadie podrá gloriarse delante de Dios.
Por él, ustedes están unidos a Cristo Jesús, que por disposición de Dios, se
convirtió para nosotros en sabiduría y justicia, en santificación y redención, a
fin de que, como está escrito: «El que se gloría, que se gloríe en el Señor.»
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 15, 1-2A. 5. 7-8. 11
R. ¡Tú eres mi herencia, Señor!
Protégeme, Dios mío,
porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor:
«Señor, tú eres mi bien.»
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡tú decides mi suerte! R.
Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor:
él está a mi lado, nunca vacilaré. R.
Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna a tu derecha. R.
ALELUIA Cf. Mt 11, 25
Aleluia.
¡Bendito eres, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños!
Aleluia.
EVANGELIO
Habiendo ocultado estas cosas a los sabios
las has revelado a los pequeños
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30
Jesús dijo:
«Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas
a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre,
porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así
como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar.
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de
corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.»
Palabra del Señor.
O bien:
EVANGELIO
Marta recibió a Jesús en su casa.
María eligió a la mejor parte
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
10, 38-42
Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su
casa.Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor,
escuchaba su Palabra.
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que
me ayude».
Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas
cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María
eligió la mejor parte, que no le será quitada».
Palabra del Señor.
Séptimo esquema:
para religiosos
Deja tu tierra natal y la casa de tu padre
Lectura del libro de Génesis 12, 1-4a
El Señor dijo a Abrám:
«Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré. Yo
haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una
bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré al que te maldiga, y por
ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra.» Abrám partió, como el Señor se
lo había ordenado.
Palabra de Dios.
O bien:
Lectura de la
primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto
12, 31-13, 13
Hermanos:
Aspiren a los dones más perfectos. Y ahora voy a mostrarles un camino más
perfecto todavía.
Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo
amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera
el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque
tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy
nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara
mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no
se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no
tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se
regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo soporta.
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la
ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías,
limitadas. Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.
Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como
un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño.
Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara.
Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.
En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la
más grande de todas es el amor.
Palabra de Dios.
O bien más breve:
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto
13, 4-13
Hermanos:
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no
se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no
tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se
regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor
no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia
desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías,
limitadas. Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.
Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como
un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño.
Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara.
Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.
En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la
más grande de todas es el amor.
Palabra de Dios.
Salmo Responsorial
SALMO 33, 2-11
R. ¡Bendeciré al Señor en todo tiempo!
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el señor:
que lo oigan los humildes y se alegren. R.
Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: él me respondió
y me libró de todos mis temores. R.
Miren hacia él y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
El Ángel del Señor acampa
en torno de sus fieles, y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en él se refugian! R.
Teman al Señor, todos sus santos,
porque nada faltará a los que lo temen.
Los ricos se empobrecen y sufren hambre,
pero los que buscan al Señor no carecen de nada. R.
ALELUIA Mt 5, 3
Aleluia.
Felices los que tienen alma de pobres,
porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Aleluia.
EVANGELIO
Ustedes, que me han seguido,
recibirán cien veces más
+
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 19, 27-29
Pedro, dijo a Jesús:
"Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará
a nosotros?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el
Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido,
también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre,
hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna.
Palabra del Señor.
Otras lecturas alternativas
Lecturas del Antiguo Testamento
I.
Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón
Lectura del libro del Deuteronomio 6, 3-9
Moisés habló al pueblo diciendo:
«Escucha, Israel, y empéñate en cumplirlos. Así gozarás de bienestar y llegarás
a ser muy numeroso en la tierra que mana leche y miel, como el Señor, tu Dios,
te lo ha prometido.
Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu
Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Incúlcalas a tus hijos,
y háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje, al
acostarte y al levantarte. Átalas a tu mano como un signo, y que estén como una
marca sobre tu frente. Escríbelas en las puertas de tu casa y en sus postes.»
Palabra de Dios.
II.
Eliseo partió y fue detrás de Elías
Lectura del primer libro de los Reyes
19, 16b. 19-21
El Señor dijo a Elías:
A Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá, lo ungirás profeta en lugar de ti.
Elías partió de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando.
Delante de él había doce yuntas de bueyes, y él iba con la última. Elías pasó
cerca de él y le echó encima su manto.
Eliseo dejó sus bueyes, corrió detrás de Elías y dijo: «Déjame besar a mi padre
y a mi madre; luego te seguiré.»
Elías le respondió: «Sí, puedes ir. ¿Qué hice yo para impedírtelo?»
Eliseo dio media vuelta, tomó la yunta de bueyes y los inmoló. Luego, con los
arneses de los bueyes, asó la carne y se la dio a su gente para que comieran.
Después partió, fue detrás de Elías y se puso a su servicio.
Palabra de Dios.
III.
Concédenos llegar juntos a la vejez
Lectura del libro de Tobías
8, 4b-8
La noche de la boda, Tobías dijo a Sara:
«Levántate, hermana, y oremos para pedir al Señor que nos manifieste su
misericordia y su salvación.»
Ella se levantó, y los dos se pusieron a orar para alcanzar la salvación. El
comenzó así:
«¡Bendito seas, Dios de nuestros padres, y bendito sea tu Nombre por todos los
siglos de los siglos! ¡Que te bendigan los cielos y todas tus criaturas por
todos los siglos!
Tú creaste a Adán e hiciste a Eva, su mujer, para que le sirviera de ayuda y de
apoyo, y de ellos dos nació el género humano. Tú mismo dijiste: "No conviene que
el hombre esté solo. Hagámosle una ayuda semejante a él." Yo ahora tomo por
esposa a esta hermana mía, no para satisfacer una pasión desordenada, sino para
constituir un verdadero matrimonio. ¡Ten misericordia de ella y de mí, y
concédenos llegar juntos a la vejez!»
Ambos dijeron: «¡Amén, amén!»
Palabra de Dios.
IV.
Vale más la oración con el ayuno
y la limosna con la justicia
Lectura del libro de Tobías 12, 6-13
El ángel llamó aparte a Tobit y a su hijo y les dijo:
«Bendigan a Dios, y celébrenlo delante de todos los vivientes por los bienes que
él les ha concedido, para que todos bendigan y alaben su Nombre. Hagan conocer
debidamente a todos los hombres las obras de Dios y nunca dejen de celebrarlo.
Es bueno mantener oculto el secreto del rey, pero las obras de Dios hay que
revelarlas y publicarlas como es debido. Practiquen el bien, y así el mal nunca
los dañará.
Vale más la oración con el ayuno y la limosna con la justicia, que la riqueza
con la iniquidad. Vale más hacer limosna que amontonar oro. La limosna libra de
la muerte y purifica de todo pecado. Los que dan limosna gozarán de una larga
vida. Los que pecan y practican la injusticia son enemigos de su propia vida.
Voy a decirles toda la verdad, sin ocultarles nada. Ya les dije que es bueno
mantener oculto el secreto del rey y revelar dignamente las obras de Dios.
Cuando tú y Sara hacían oración, era yo el que presentaba el memorial de sus
peticiones delante de la gloria del Señor; y lo mismo cuando tú enterrabas a los
muertos. Cuando no dudabas en levantarte de la mesa, dejando la comida para ir a
sepultar un cadáver, yo fui enviado para ponerte a prueba.»
Palabra de Dios.
V.
No poner la gloria de un hombre
por encima de la gloria de Dios
Lectura del libro de Ester
4, 1-7. 10
En aquellos días, Mardoqueo, recordando todas las obras del Señor, le dirigió
esta oración:
«Señor, Señor, Rey todopoderoso, todo está sometido a tu poder y no hay nadie
que pueda oponerse a ti, si tú quieres salvar a Israel. Porque tú has hecho el
cielo y la tierra y todas las maravillas que hay bajo el cielo; tú eres el Señor
de todas las cosas, y no hay nadie que te resista, Señor.
Tú lo conoces todo, y sabes muy bien, Señor, que no ha sido por arrogancia, ni
por soberbia o amor propio, que yo me negué a postrarme ante el orgulloso Amán:
de buena gana le besaría la planta de los pies por la salvación de Israel. Si yo
hice esto, fue para no poner la gloria de un hombre por encima de la gloria de
Dios: no, no me postraré ante nadie sino sólo ante ti, Señor, y esto no lo hago
por soberbia.
Presta atención a mi plegaria, muéstrate propicio con tu heredad, cambia nuestro
duelo en alegría, para que vivamos y cantemos himnos a tu Nombre, Señor. ¡No
hagas enmudecer la boca de los que te alaban!»
Palabra de Dios.
VI.
Los que temen al Señor, tengan confianza, esperen
Lectura del libro del Eclesiástico
2, 7-11
Los que temen al Señor, esperen su misericordia, y no se desvíen, para no caer.
Los que temen al Señor, tengan confianza en él, y no les faltará su recompensa.
Los que temen al Señor, esperen sus beneficios, el gozo duradero y la
misericordia.
Fíjense en las generaciones pasadas y vean: ¿Quién confió en el Señor y quedó
confundido? ¿Quién perseveró en su temor y fue abandonado? ¿Quién lo invocó y no
fue tenido en cuenta?
Porque el Señor es misericordioso y compasivo, perdona los pecados y salva en el
momento de la aflicción.
Palabra de Dios.
VII.
Sé humilde y obtendrás el favor del Señor
Lectura del libro del Eclesiástico
3, 17-24
Hijo mío, realiza tus obras con modestia y serás amado por los que agradan a
Dios. Cuanto más grande seas, más humilde debes ser, y así obtendrás el favor
del Señor, porque el poder del Señor es grande y él es glorificado por los
humildes.
No pretendas lo que es demasiado difícil para ti, ni trates de indagar lo que
supera tus fuerzas: reflexiona sobre lo que te ha sido mandado, porque a ti no
te conciernen las cosas secretas. No te ocupes de cosas que están por encima de
ti: lo que te ha sido revelado ya es demasiado para la inteligencia. Porque
muchos se extraviaron por sus especulaciones y su imaginación perversa falseó
sus pensamientos.
Palabra de Dios.
VIII.
Había en mi corazón como un fuego abrasador
Lectura del libro del profeta Jeremías
20, 7-9
¡Tú me has seducido, Señor, y yo me dejé seducir! ¡Me has forzado y has
prevalecido! Soy motivo de risa todo el día, todos se burlan de mí.
Cada vez que hablo, es para gritar, para clamar: «Violencia, devastación!»
Porque la palabra del Señor es para mí oprobio y afrenta todo el día.
Entonces dije: «No lo voy a mencionar, ni hablaré más en su Nombre.»
Pero había en mi corazón como un fuego abrasador, encerrado en mis huesos: me
esforzaba por contenerlo, pero no podía.
Palabra de Dios.
IX.
Se te ha indicado, hombre, qué exige de ti el Señor
Lectura de la profecía de Miqueas
6, 6-8
¿Con qué me presentaré al Señor y me postraré ante el Dios de las alturas? ¿Me
presentaré a él con holocaustos, con terneros de un año? ¿Aceptará el Señor
miles de carneros, millares de torrentes de aceite? ¿Ofreceré a mi primogénito
por mi rebeldía, al fruto de mis entrañas por mi propio pecado?
Se te ha indicado, hombre, qué es lo bueno y qué exige de ti el Señor : nada más
que practicar la justicia, amar la fidelidad y caminar humildemente con tu Dios.
Palabra de Dios.
X.
Dejaré en medio de ti a un pueblo pobre y humilde
Lectura de la profecía de Sofonías
2, 3; 3, 12-13
Busquen al Señor, ustedes, todos los humildes de la tierra, los que ponen en
práctica sus decretos. Busquen la justicia, busquen la humildad, tal vez así
estarán protegidos en el Día de la ira del Señor.
Yo dejaré en medio de ti a un pueblo pobre y humilde, que se refugiará en el
nombre del Señor. El resto de Israel no cometerá injusticias ni hablará
falsamente; y no se encontrarán en su boca palabras engañosas. Ellos pacerán y
descansarán sin que nadie los perturbe.
Palabra de Dios.
Lecturas del Nuevo Testamento
I.
A los que justificó, también los glorificó
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos
de Roma 8, 26-30
Hermanos:
El mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar
como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables. Y
el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su
intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina.
Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo
aman, de aquellos que él llamó según su designio.
En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la
imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a
los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó;
y a los que justificó, también los glorificó.
Palabra de Dios.
II.
Los he unido a ustedes al único Esposo, Cristo,
para presentaros a Él como una virgen pura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los
cristianos de Corinto 10, 17-11, 2
Hermanos:
El que se gloría, que se gloríe en el Señor. Porque el que vale no es el que se
recomienda a sí mismo, sino aquel a quien Dios recomienda.
¡Ojalá quisieran tolerar un poco de locura de mi parte! De hecho, ya me toleran.
Yo estoy celoso de ustedes con el celo de Dios, porque los he unido al único
Esposo, Cristo, para presentarlos a él como una virgen pura.
Palabra de Dios.
III.
Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos
de Galacia 2, 19-20
Hermanos:
En virtud de la Ley, he muerto a la Ley, a fin de vivir para Dios.
Yo estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la
vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me
amó y se entregó por mí.
Palabra de Dios.
IV.
Por quien el mundo está crucificado
para mí,
como yo lo estoy para el mundo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos
de Galacia 6, 14-16
Hermanos:
Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo
está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo.
Estar circuncidado o no estarlo, no tiene ninguna importancia: lo que importa es
ser una nueva criatura. Que todos los que practican esta norma tengan paz y
misericordia, lo mismo que el Israel de Dios.
Palabra de Dios.
V.
Revístanse con la armadura de Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos
de Efeso 6, 10-13. 18
Hermanos:
Fortalézcanse en el Señor con la fuerza de su poder. Revístanse con la armadura
de Dios, para que puedan resistir las insidias del demonio. Porque nuestra lucha
no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y
Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los
espíritus del mal que habitan en el espacio.
Por lo tanto, tomen la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo
y mantenerse firmes después de haber superado todos los obstáculos.
Eleven constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animados por el
Espíritu. Dedíquense con perseverancia incansable a interceder por todos los
hermanos.
Palabra de Dios.
VI.
Corro en dirección a la meta,
para alcanzar el premio del llamado celestial
que Dios me ha hecho en Cristo Jesús
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos
de Filipos 3, 8-14
Hermanos:
Todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de
Cristo Jesús, mi Señor. Por él, he sacrificado todas las cosas, a las que
considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a él, no con
mi propia justicia -la que procede de la Ley- sino con aquella que nace de la fe
en Cristo, la que viene de Dios y se funda en la fe. Así podré conocerlo a él,
conocer el poder de su resurrección y participar de sus sufrimientos, hasta
hacerme semejante a él en la muerte, a fin de llegar, si es posible, a la
resurrección de entre los muertos.
Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero
sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado
por Cristo Jesús.
Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del
camino recorrido, me lanzo hacia adelante y corro en dirección a la meta, para
alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
VII.
Todo lo que haya de virtuoso
debe ser el objeto de los pensamientos de ustedes
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos
de Filipos 4, 4-9
Hermanos:
Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense. Que la bondad de
ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca. No se angustien
por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica,
acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios.
Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su
cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús.
En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y
puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y
merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos.
Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en
mí, y el Dios de la paz estará con ustedes.
Palabra de Dios.
VIII.
Sobre todo, revístanse del amor,
que es el vínculo de la perfección
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos
de Colosas 3, 12-17
Hermanos:
Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de
profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la
paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que
alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan
ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la
perfección.
Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados,
porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias.
Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en
la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con
gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados. Todo lo que
puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando
gracias por él a Dios Padre.
Palabra de Dios.
IX.
Si la fe no va acompañada de las obras,
está completamente muerta
Lectura de la carta del apóstol Santiago
2, 14-17
¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras?
¿Acaso esa fe puede salvarlo? ¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un
hermano o una hermana desnudos o sin el alimento necesario, les dice: «Vayan en
paz, caliéntense y coman», y no les da lo que necesitan para su cuerpo?
Lo mismo pasa con la fe: si no va acompañada de las obras, está completamente
muerta.
Palabra de Dios.
X.
Pongan al servicio de los demás los dones que han recibido
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro
4, 7b-11
Queridos hermanos:
Tengan la moderación y la sobriedad necesarias para poder orar. Sobre todo,
ámense profundamente los unos a los otros, porque el amor cubre todos los
pecados. Practiquen la hospitalidad, sin quejarse.
Pongan al servicio de los demás los dones que han recibido, como buenos
administradores de la multiforme gracia de Dios. El que ha recibido el don de la
Palabra, que la enseñe como Palabra de Dios. El que ejerce un ministerio, que lo
haga como quien recibe de Dios ese poder, para que Dios sea glorificado en todas
las cosas, por Jesucristo. ¡A él sea la gloria y el poder, por los siglos de los
siglos! Amén.
Palabra de Dios.
XI.
Si nos amamos los unos a los otros,
Dios permanece en nosotros
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan
4, 7-16
Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y
el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que
tuviéramos Vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima
propiciatoria por nuestros pecados.
Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos
a los otros. Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros,
Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en
nosotros.
La señal de que permanecemos en él y él permanece en nosotros, es que nos ha
comunicado su Espíritu. Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió
al Hijo como Salvador del mundo.
El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios, y Dios
permanece en él.
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece
en él.
Palabra de Dios.
XII.
La victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan
5, 1-5
Queridos hermanos:
El que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama
también al que ha nacido de él. La señal de que amamos a los hijos de Dios es
que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos, y sus mandamientos no son
una carga, porque el que ha nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria que
triunfa sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el
que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Palabra de Dios.
XIII.
Cenaremos juntos
Lectura del libro del Apocalipsis
3, 14b. 20-22
El que el es Amén, el Testigo fiel y verídico, el Principio de las obras de
Dios, afirma:
«Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en
su casa y cenaremos juntos.
Al vencedor lo haré sentar conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he
sentado con mi Padre en su trono.
El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias.»
Palabra de Dios.
XIV.
Felices los que han sido invitados al banquete de bodas del Cordero
Lectura del libro del Apocalipsis
19, 1. 5-9a
Yo, Juan, oí algo parecido al clamor de una enorme multitud que estaba en el
cielo, y exclamaba: «¡Aleluya! La salvación, la gloria y el poder pertenecen a
nuestro Dios.»
Luego salió del trono una voz que decía: «Alaben a nuestro Dios, ustedes, sus
servidores, los que lo temen, pequeños y grandes.»
Y oí algo parecido al clamor de una enorme multitud, al estruendo de una
catarata y al estallido de violentos truenos. Y decían: «¡Aleluya! Porque el
Señor, nuestro Dios, el Todopoderoso, ha establecido su Reino. Alegrémonos,
regocijémonos y demos gloria a Dios, porque han llegado las bodas del Cordero:
su esposa ya se ha preparado, y la han vestido con lino fino de blancura
resplandeciente.» El lino simboliza las buenas acciones de los santos.
Después el Ángel me dijo: «Escribe esto: Felices los que han sido invitados al
banquete de bodas del Cordero.»
Palabra de Dios.
XV.
Al que tiene sed
le daré de beber de la fuente del agua de la vida
Lectura del libro del Apocalipsis
21, 5-7
El que estaba sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas.»
Y agregó: «Escribe que estas palabras son verdaderas y dignas de crédito. ¡Ya
está! Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tiene sed, yo le
daré de beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El vencedor
heredará estas cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo.»
Palabra de Dios.
Salmos responsoriales
1 SALMO
1, 1-4. 6
R. ¡Feliz el que pone en el Señor toda su confianza!
¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche! R.
El es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien. R.
No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento,
porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal. R.
4 SALMO
22, 1-6
R. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo. R.
6 SALMO
102, 1-4.
8-9. 13-14. 17-18a
R. ¡Bendice alma mía al Señor!
Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios. R.
El perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura. R.
El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
no acusa de manera inapelable
ni guarda rencor eternamente. R.
Como un padre cariñoso con sus hijos,
así es cariñoso el Señor con sus fieles;
él conoce de qué estamos hechos,
sabe muy bien que no somos más que polvo. R.
Pero el amor del Señor permanece para siempre,
y su justicia llega hasta los hijos y los nietos
de los que lo temen y observan su Alianza. R.
EVANGELIOS
I.
Ustedes son la luz del mundo
+ Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 5, 13-16
Jesús dijo a sus discípulos:
«Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la
volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los
hombres.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima
de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón,
sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en
la casa.
Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin
de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.»
Palabra del Señor.
II.
La casa edificada sobre roca
y la casa edificada sobre arena
+ Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 7, 21-27
Jesús dijo a sus discípulos:
«No son los que me dicen: "Señor, Señor", los que entrarán en el Reino de los
Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu
Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?"
Entonces yo les manifestaré: "Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los
que hacen el mal."
Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica,
puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las
lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la
casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a
un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se
precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se
derrumbó, y su ruina fue grande.»
Palabra del Señor.
III.
Vende todo lo que posee y compra el campo
+ Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 13, 44-46
Jesús dijo a la multitud:
«El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre
lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee
y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a
buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que
tenía y la compró.»
Palabra del Señor.
IV.
El que pierda su vida a causa de mi la encontrará
+ Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Mateo
16, 24-27
Jesús dijo a sus discípulos:
«El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su
cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda
su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el
mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus
ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.»
Palabra del Señor.
V.
Si ustedes no se hacen como niños,
no entrarán en el Reino de los Cielos
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 18, 1-5
En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: «¿Quién
es el más grande en el Reino de los Cielos?»
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: «Les aseguro que si
ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los
Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande
en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre,
me recibe a mí mismo.»
Palabra del Señor.
VI.
A causa del Reino de los Cielos
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 19, 3-12
Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: «¿Es
lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?»
El respondió: «¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los
hizo varón y mujer; y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su
madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne? De manera
que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha
unido.»
Le replicaron: «Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de
divorcio cuando uno se separa?» El les dijo: «Moisés les permitió divorciarse de
su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era
así. Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso
de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio.»
Los discípulos le dijeron: «Si esta es la situación del hombre con respecto a su
mujer, no conviene casarse.» Y él les respondió: «No todos entienden este
lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. En efecto, algunos
no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque
fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa
del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!»
Palabra del Señor.
VII.
Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 22, 34-40
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos,
se reunieron en ese lugar, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó
para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?»
Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu
alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El
segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos
dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.»
Palabra del Señor.
VIII.
Ya viene el esposo, salgan a su encuentro
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 25, 1-13
Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
«El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus
lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.
Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las
prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos. Como el
esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a
medianoche se oyó un grito: "Ya viene el esposo, salgan a su encuentro."
Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias
dijeron a las prudentes: "¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras
lámparas se apagan?" Pero estas les respondieron: "No va a alcanzar para todas.
Es mejor que vayan a comprarlo al mercado."
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en
la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las otras jóvenes y
dijeron: "Señor, señor, ábrenos", pero él respondió: "Les aseguro que no las
conozco."
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.»
Palabra del Señor.
IX.
Respondiste fielmente en lo poco;
entra a participar del gozo de tu señor
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 25, 14-30
Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó
a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro
dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió.
En seguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y
ganó otros cinco.
De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, pero el que recibió uno
solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.
Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus
servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó
otros cinco. "Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los
otros cinco que he ganado." "Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor,
ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a
participar del gozo de tu señor."
Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: "Señor, me has
confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado." "Está bien,
servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de
mucho más: entra a participar del gozo de tu señor."
Llegó luego el que había recibido un solo talento. "Señor, le dijo, sé que eres
un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has
esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo
tuyo!"
Pero el señor le respondió: "Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho
donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado
el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses.
Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le
dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y
rechinar de dientes."»
Palabra del Señor.
O bien más breve:
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 25, 14-23
Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó
a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro
dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió.
En seguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y
ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, pero
el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.
Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus
servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó
otros cinco. "Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los
otros cinco que he ganado." "Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor,
ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a
participar del gozo de tu señor."
Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: "Señor, me has
confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado." "Está bien,
servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de
mucho más: entra a participar del gozo de tu señor."»
Palabra del Señor.
X.
En la medida que lo hicieron
con el más pequeño de mis hermanos,
lo hicieron conmigo
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 25, 31-46
Jesús dijo a sus discípulos:
«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se
sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia,
y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,
y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi
Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo
del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me
dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron;
enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver."
Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de
comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos;
desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?"
Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo."
Luego dirá a los de su izquierda: "Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego
eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y
ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de
paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me
visitaron."
Estos, a su vez, le preguntarán: "Señor, ¿cuando te vimos hambriento o sediento,
de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?"
Y él les responderá: "Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo."
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.»
Palabra del Señor.
O bien más breve:
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 25, 31-40
Jesús dijo a sus discípulos:
«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se
sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia,
y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,
y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi
Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo
del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me
dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron;
enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver."
Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de
comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos;
desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?"
Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo."»
Palabra del Señor.
XI.
Vende lo que tienes y dalo a los pobres.
Después, ven y sígueme
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 17-30
Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le
preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?»
Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los
mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso
testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre.»
El hombre le respondió: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud.»
Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que
tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y
sígueme.» El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque
poseía muchos bienes.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil será
para los ricos entrar en el Reino de Dios!» Los discípulos se sorprendieron por
estas palabras; pero Jesús continuó diciendo: «Hijos míos, ¡qué difícil es
entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una
aguja, que un rico entre en el Reino de Dios.»
Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: «Entonces,
¿quién podrá salvarse?»
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: «Para los hombres es imposible,
pero no para Dios, porque para él todo es posible.»
Pedro le dijo: «Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús respondió: «Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas,
madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en
este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres,
hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la
Vida eterna.»
Palabra del Señor.
O bien más breve:
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 17-27
Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le
preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?»
Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los
mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso
testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre.»
El hombre le respondió: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud.»
Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que
tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y
sígueme.» El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque
poseía muchos bienes.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil será
para los ricos entrar en el Reino de Dios!» Los discípulos se sorprendieron por
estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: «Hijos míos, ¡qué difícil es
entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una
aguja, que un rico entre en el Reino de Dios.»
Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: «Entonces,
¿quién podrá salvarse?»
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: «Para los hombres es imposible,
pero no para Dios, porque para él todo es posible.»
Palabra del Señor.
XII.
Sean ustedes misericordiosos,
como su Padre es misericordioso
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 6, 27-38
Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los
que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el
manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo
tuyo no se lo reclames.
Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a
aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a
aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes,
¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos
de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a
los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio.
Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque
él es bueno con los desagradecidos y los malos.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y
no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán
perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida,
apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también
se usará para ustedes.»
Palabra del Señor.
XIII.
Te seguiré adonde vayas
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 57-62
Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: «¡Te seguiré adonde vayas!»
Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus
nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.»
Y dijo a otro: «Sígueme.» El respondió: «Permíteme que vaya primero a enterrar a
mi padre.» Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus
muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos.»
Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no
sirve para el Reino de Dios.»
Palabra del Señor.
XIV.
El Padre de ustedes ha querido darles el Reino
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 12, 32-34
Jesús dijo a sus discípulos:
«No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el
Reino.
Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y
acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni
destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su
corazón.»
Palabra del Señor.
XV.
Ustedes también estén preparados
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 12, 35-40
Jesús dijo a sus discípulos:
«Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres
que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas
llegue y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les
aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a
servirlos.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra
así!
Entiéndalo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no
dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora
menos pensada.»
Palabra del Señor.
XVI.
El que no renuncie a todo lo que posee
no puede ser mi discípulo
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 14, 25-33
Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: «Cualquiera
que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus
hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi
discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular
los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los
cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo:
"Este comenzó a edificar y no pudo terminar."
¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar
si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil?
Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada
para negociar la paz.
De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee,
no puede ser mi discípulo.»
Palabra del Señor.
XVII.
Ustedes son mis amigos
si hacen lo que yo les mando
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 15, 9-17
A la Hora de pasar de este mundo al Padre,
Jesús dijo a sus discípulos:
«Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi
amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los
mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No
hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si
hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora
lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo
que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y
los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo
que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.
Palabra del Señor.
XVIII.
Quiero que estén conmigo donde Yo esté
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 17,
1b. 20-26
A la Hora de pasar de este mundo al Padre,
Jesús levantó los ojos al cielo y oró diciendo:
«Padre santo, no ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a
su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo
en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me
enviaste.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos
uno -yo en ellos y tú en mí- para que sean perfectamente uno y el mundo conozca
que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste.
Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde yo esté, para que
contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación
del mundo.
Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron
que tú me enviaste. Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer,
para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y Yo también esté en
ellos.»
Palabra del Señor.