COMÚN DE PASTORES
Esquemas propuestos
Primer esquema:
El Señor, Pastor de su pueblo
Como el pastor se ocupa de su rebaño,
así me ocuparé de mis ovejas
Lectura de la profecía de Ezequiel 34, 11-16
Así habla el Señor:
¡Aquí estoy yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él. Como el
pastor se ocupa de su rebaño cuando está en medio de sus ovejas dispersas, así
me ocuparé de mis ovejas y las libraré de todos los lugares donde se habían
dispersado, en un día de nubes y tinieblas. Las sacaré de entre los pueblos, las
reuniré de entre las naciones, las traeré a su propio suelo y las apacentaré
sobre las montañas de Israel, en los cauces de los torrentes y en todos los
poblados del país. Las apacentaré en buenos pastizales y su lugar de pastoreo
estará en las montañas altas de Israel. Allí descansarán en un buen lugar de
pastoreo, y se alimentarán con ricos pastos sobre las montañas de Israel.
Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar -oráculo del Señor-.
Buscaré a la oveja perdida, haré volver a la descarriada, vendaré a la herida y
curaré a la enferma, pero exterminaré a la que está gorda y robusta. Yo las
apacentaré con justicia.
Palabra de Dios.
O bien:
Apacienten el rebaño de Dios, que les ha sido confiado
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 5, 1-4
Queridos hermanos:
Exhorto a los presbíteros que están entre ustedes, siendo yo presbítero como
ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo y copartícipe de la gloria que va
a ser revelada. Apacienten el Rebaño de Dios, que les ha sido confiado; velen
por él, no forzada, sino espontáneamente, como lo quiere Dios; no por un interés
mezquino, sino con abnegación; no pretendiendo dominar a los que les han sido
encomendados, sino siendo de corazón ejemplo para el rebaño.
Y cuando llegue el Jefe de los pastores, recibirán la corona imperecedera de
gloria.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 22, 1-6
R. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El señor es mi pastor, nada me puede faltar.
Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo. R.
ALELUIA Jn 10, 14
Aleluia.
«Yo soy el buen Pastor;
conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí»
dice el Señor.
Aleluia.
EVANGELIO
El buen pastor da su vida por las ovejas
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 10, 11-16Segundo esquema:
El oficio pastoral del Papa
Tu irás adonde Yo te envíe
Lectura del libro del profeta Jeremías 1, 4-9
La palabra del Señor llegó a mí en estos términos:
«Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras
del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las
naciones.»
Yo respondí: «¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven.»
El Señor me dijo: «No digas: "Soy demasiado joven", porque tú irás adonde yo te
envíe y dirás todo lo que yo te ordene.
No temas delante de ellos, porque yo
estoy contigo para librarte -oráculo del Señor-.»
El Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: «Yo pongo mis palabras en tu
boca.»
Palabra de Dios.
O bien:
Para la obra del ministerio,
en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso
4, 1-7. 11-13
Hermanos:
Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna
de la vocación que han recibido. Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia,
sopórtense mutuamente por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu,
mediante el vínculo de la paz.
Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la
que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. Hay un solo
Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que
está sobre todos, lo penetra todo y está en todos.
Sin embargo, cada uno de nosotros ha recibido su propio don, en la medida que
Cristo los ha distribuido.
El comunicó a unos el don de ser apóstoles, a otros profetas, a otros
predicadores del Evangelio, a otros pastores o maestros. Así organizó a los
santos para la obra del ministerio, en orden a la edificación del Cuerpo de
Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del
Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la
plenitud de Cristo.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 39, 2. 4. 7-10
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esperé confiadamente en el Señor:
él se inclinó hacia mí
y escuchó mi clamor.
Puso en mi boca un canto nuevo,
un himno a nuestro Dios. R.
Tú no quisiste víctima ni oblación;
pero me diste un oído atento;
no pediste holocaustos ni sacrificios,
entonces dije: «Aquí estoy.» R.
«En el libro de la Ley está escrito
lo que tengo que hacer:
yo amo. Dios mío, tu voluntad,
y tu ley está en mi corazón.» R.
Proclamé gozosamente tu justicia
en la gran asamblea;
no, no mantuve cerrados mis labios,
tú lo sabes, Señor. R.
ALELUIA Mt 16, 18
Aleluia.
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella.
Aleluia.
EVANGELIO
Tú eres Pedro,
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo
16, 13-19
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?» Ellos le
respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros,
Jeremías o alguno de los profetas.»
«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?»
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios
vivo.»
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha
revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te
digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la
Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los
Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que
desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»
Palabra del Señor.
O bien:
Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
21, 1. 15-17
Habiéndose aparecido Jesús resucitado a sus discípulos, después de comer, Jesús
dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». Él le
respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis
corderos».
Le volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Él le
respondió: «Sí, Señor, sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis
ovejas».
Le preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le
dijo: «Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero».
Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas».
Tercer esquema:
para Obispo o Presbíteros
Yo te he puesto como centinela del pueblo de Israel
Lectura de la profecía de Ezequiel 3, 16-21
La palabra del Señor me llegó en estos términos:
«Hijo de hombre, yo te he puesto como centinela del pueblo de Israel. Cuando
escuches una palabra de mi boca, tú les advertirás de parte mía.
Cuando yo diga al malvado: "Vas a morir", si tú no se lo adviertes, si no hablas
para advertir al malvado que abandone su mala conducta, y de esa manera salve su
vida, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre.
Si tú, en cambio, adviertes al malvado y él no se convierte de su maldad y de su
mala conducta, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida.
Y cuando el justo se aparte de su justicia para hacer el mal, yo lo haré
tropezar, y él morirá porque tú no se lo has advertido: morirá por su propio
pecado y no le serán tenidas en cuenta sus obras de justicia, pero a ti te
pediré cuenta de su sangre.
Si tú, en cambio, adviertes al justo para que no peque y el justo no peca, él
vivirá porque ha sido advertido, y tú habrás salvado tu vida.»
Palabra de Dios.
O bien:
Conforme a la gracia, todos tenemos aptitudes diferentes
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma
12, 3-13
Hermanos:
En virtud de la gracia que me fue dada, le digo a cada uno de ustedes: no se
estimen más de lo que conviene; pero tengan por ustedes una estima razonable,
según la medida de la fe que Dios repartió a cada uno. Porque así como en un
solo cuerpo tenemos muchos miembros con diversas funciones, también todos
nosotros formamos un solo Cuerpo en Cristo, y en lo que respecta a cada uno,
somos miembros los unos de los otros. Conforme a la gracia que Dios nos ha dado,
todos tenemos aptitudes diferentes. El que tiene el don de la profecía, que lo
ejerza según la medida de la fe. El que tiene el don del ministerio, que sirva.
El que tiene el don de enseñar, que enseñe. El que tiene el don de exhortación,
que exhorte. El que comparte sus bienes, que dé con sencillez. El que preside la
comunidad, que lo haga con solicitud. El que practica misericordia, que lo haga
con alegría.
Amen con sinceridad. Tengan horror al mal y pasión por el bien. Ámense
cordialmente con amor fraterno, estimando a los otros como más dignos. Con
solicitud incansable y fervor de espíritu, sirvan al Señor. Alégrense en la
esperanza, sean pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración.
Consideren como propias las necesidades de los santos y practiquen generosamente
la hospitalidad.
Palabra de Dios.
O bien:
Fui constituido ministro de la Iglesia,
de acuerdo con el plan divino
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas
1, 24-29
Hermanos:
Me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a los
padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia. En efecto,
yo fui constituido ministro de la Iglesia, porque de acuerdo con el plan divino,
he sido encargado de llevar a su plenitud entre ustedes la Palabra de Dios, el
misterio que estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso
manifestar a sus santos. A ellos les ha revelado cuánta riqueza y gloria
contiene para los paganos este misterio, que es Cristo entre ustedes, la
esperanza de la gloria.
Nosotros anunciamos a Cristo, exhortando a todos los hombres e instruyéndolos en
la verdadera sabiduría, a fin de que todos alcancen su madurez en Cristo. Por esta
razón, me fatigo y lucho con la fuerza de Cristo que obra en mí poderosamente.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 95, 1-3. 7- 8 a. 10
R. ¡Anuncien las maravillas del Señor!
Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre. R.
Día tras día, proclamen su victoria.
Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos. R.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos,
aclamen la gloria y el poder del Señor;
aclamen la gloria del nombre del Señor. R.
Digan entre las naciones: «¡el Señor reina!
El mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud.» R.
ALELUIA Lc 4, 18
Aleluia.
El Señor me envió a evangelizar a los pobres,
a anunciar la liberación a los cautivos.
Aleluia.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
22, 24-30
Durante la Última Cena, surgió una discusión entre los discípulos sobre quién debía ser
considerado como el más grande.
Jesús les dijo:
"Los reyes de las naciones dominan sobre ellas, y los que ejercen el poder sobre
el pueblo se hacen llamar bienhechores.
Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que es más grande, que se comporte
como el menor, y el que gobierna, como un servidor.
Porque, ¿quién es más grande, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es acaso el que
está a la mesa? Y sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve.
Ustedes son los que han permanecido siempre conmigo en medio de mis pruebas.
Por eso Yo les confiero la realeza, como mi Padre me la confirió a mí.
Y, en mi Reino, ustedes comerán y beberán en mi mesa, y se sentarán sobre tronos para
juzgar a las doce tribus de Israel.
Palabra de Dios.
Cuatro esquema:
para Misioneros
Los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios
Lectura del libro del profeta Isaías
52, 7-10
¡Qué hermosos son sobre las montañas, los pasos del que trae la buena noticia,
del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del que proclama la
salvación y dice a Sión: «¡Tu Dios reina!»
¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz, gritan todos juntos de alegría, porque
ellos ven con sus propios ojos el regreso del Señor a Sión.
¡Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, porque el Señor consuela
a su Pueblo, él redime a Jerusalén! El Señor desnuda su santo brazo a la vista
de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación de
nuestro Dios.
Palabra de Dios.
O bien:
¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto
9, 16-19. 22-23
Hermanos:
Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una
necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!
Si yo realizara esta tarea por iniciativa propia, merecería ser recompensado,
pero si lo hago por necesidad, quiere decir que se me ha confiado una misión.
¿Cuál es entonces mi recompensa? Predicar gratuitamente la Buena Noticia,
renunciando al derecho que esa Buena Noticia me confiere.
En efecto, siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número
posible. Y me hice débil con los débiles, para ganar a los débiles. Me hice todo
para todos, para ganar por lo menos a algunos, a cualquier precio.
Y todo esto, por amor a la Buena Noticia, a fin de poder participar de sus
bienes.
Palabra de Dios.
O bien:
Predicamos a Cristo Jesús,
y nosotros no somos más que servidores de ustedes por amor de Jesús
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto
4, 1-2. 5-7
Hermanos:
Investidos misericordiosamente del ministerio apostólico, no nos desanimamos y
nunca hemos callado nada por vergüenza, ni hemos procedido con astucia o
falsificando la Palabra de Dios. Por el contrario, manifestando abiertamente la
verdad, nos recomendamos a nosotros mismos, delante de Dios, frente a toda
conciencia humana.
Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, el Señor, y
nosotros no somos más que servidores de ustedes por amor de Jesús. Porque el
mismo Dios que dijo: «Brille la luz en medio de las tinieblas», es el que hizo
brillar su luz en nuestros corazones para que resplandezca el conocimiento de la
gloria de Dios, reflejada en el rostro de Cristo. Pero nosotros llevamos ese
tesoro en recipientes de barro, para que se vea bien que este poder
extraordinario no procede de nosotros, sino de Dios.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 95, 1-3. 7-8a. 10
R. ¡Anuncien las maravillas del Señor!
Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre. R.
Día tras día, proclamen su victoria.
Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos. R.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos,
aclamen la gloria y el poder del Señor;
aclamen la gloria del nombre del Señor. R.
Digan entre las naciones: «¡el Señor reina!
El mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud.» R.
ALELUIA Mt 28, 19a. 20b
Aleluia.
«Vayan,
y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos.
Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo»
dice el Señor.
Aleluia.
EVANGELIO
Vayan y hagan que todos los pueblos
sean mis discípulos
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
28, 16-20
Después de la resurrección del Señor, los once discípulos fueron a Galilea, a la
montaña donde Jesús los había citado.
Al verlo, se postraron delante de Él; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo
poder en el cielo y en la tierra.
Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo
lo que yo les he mandado. Y Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin
del mundo».
Palabra de Dios.
Quinto esquema:
La misión de los Pastores
El Señor me ha ungido
y enviado a evangelizar a los pobres
Lectura del libro del profeta Isaías 61, 1-3a
El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. El me envió a
llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a
proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a
proclamar un año de gracia del Señor, un día de venganza para nuestro Dios; a
consolar a todos los que están de duelo a cambiar su ceniza por una corona, su
ropa de luto por el óleo de la alegría, y su abatimiento por un canto de
alabanza.
Palabra de Dios.
O bien:
Nos confió el ministerio de la reconciliación
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto
5, 14-20
Hermanos:
El amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno solo murió por todos,
entonces todos han muerto. Y él murió por todos, a fin de que los que viven no
vivan más para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. Por
eso nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con criterios
puramente humanos; y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo conocemos más
así. El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un
ser nuevo se ha hecho presente.
Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con él por intermedio de Cristo
y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque es Dios el que estaba en
Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los
hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación.
Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los
hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo:
Déjense reconciliar con Dios.
Palabra de Dios.
O bien en tiempo pascual:
El Mesías anunciaría la luz a nuestro pueblo y a los paganos
Lectura de los Hechos de los apóstoles
26, 19-23
Autorizado por el rey Agripa a defenderse,
Pablo, extendiendo la mano, dijo:
«Rey Agripa, nunca fui infiel a la visión celestial que se me mostró en el
camino de Damasco. Por el contrario,
dirigiéndome primero a los habitantes de Damasco, luego a los de Jerusalén y de
todo el país de Judea, y finalmente a los paganos, les prediqué que era
necesario arrepentirse y convertirse a Dios, manifestando su conversión con
obras. Por todo esto, los judíos me detuvieron en el Templo y trataron de
matarme.
Pero con la protección de Dios, he podido hasta el día de hoy seguir dando
testimonio ante los pequeños y los grandes. Y nunca dije nada fuera de lo que
los Profetas y Moisés anunciaron que iba a suceder, es decir, que el Mesías
debía sufrir y que, siendo el primero en resucitar de entre los muertos,
anunciaría la luz a nuestro pueblo y a los paganos.»
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 95, 1-3. 7-8a. 10
R. ¡Anuncien las maravillas del Señor!
Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre. R.
Día tras día, proclamen su victoria.
Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos. R.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos,
aclamen la gloria y el poder del Señor;
aclamen la gloria del nombre del Señor. R.
Digan entre las naciones: «¡el Señor reina!
El mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud.» R.
ALELUIA Jn 10, 14
Aleluia.
«Yo soy el buen Pastor;
conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí»
dice el Señor.
Aleluia.
EVANGELIO
Si Tú lo dices, echaré las redes
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
5, 1-11
En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar
la Palabra de Dios, y Él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret.
Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían
bajado y estaban limpiando las redes.
Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un
poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Navega mar adentro, y echen las redes».
Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado
nada, pero si tú lo dices, echaré las redes».
Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto
de romperse.
Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a
ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se
hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo:
«Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador».
El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad
de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos
de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: «No temas, de ahora en
adelante serás pescador de hombres».
Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor.
O bien:
La cosecha es abundante,
pero los trabajadores son pocos
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
10, 1-9
El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos
en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía
ir.
Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen
al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los
envío como a ovejas en medio de lobos.
No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie
por el camino.
Al entrar en una casa, digan primero: «¡Que descienda
la paz sobre esta casa!».
Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo
contrario, volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que
trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.
En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a
sus enfermos y digan a la gente: «El Reino de Dios
está cerca de ustedes».
Palabra del Señor.
Otras lecturas alternativas
Lecturas del Antiguo Testamento
I.
El Señor amenazó con destruirlos,
pero Moisés, su elegido,
intercedió ante él para aplacar su enojo
Lectura del libro del Éxodo 32, 7-14
El Señor dijo a Moisés:
«Baja en seguida, porque tu pueblo, ese que hiciste
salir de Egipto, se ha pervertido. Ellos se han apartado rápidamente del camino
que yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido.
Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron:
"Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto."»
Luego le siguió diciendo: «Ya veo que este es un pueblo obstinado. Por eso,
déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio,
suscitaré una gran nación.»
Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: «¿Por qué, Señor,
arderá tu ira contra tu pueblo, ese pueblo que tú mismo hiciste salir de Egipto
con gran firmeza y mano poderosa? ¿Por qué tendrán que decir los egipcios: "El
los sacó con la perversa intención de hacerlos morir en las montañas y
exterminarlos de la superficie de la tierra"?
Deja de lado tu indignación y arrepiéntete del mal que quieres infligir a tu
pueblo.
Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por
ti mismo diciendo: "Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del
cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre
como herencia."»
Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.
Palabra de Dios.
II.
El Señor es su herencia
Lectura del libro del Deuteronomio 10, 8-9
Moisés habló al pueblo, diciendo:
«El Señor puso aparte a la tribu de Leví para que transportara el Arca de la
Alianza del Señor, para que estuviera en su presencia y lo sirviera, y para que
bendijera en su Nombre, como lo ha venido haciendo hasta ahora. Por eso Leví no
tiene parte ni herencia entre sus hermanos: el Señor es su herencia, como él
mismo se lo ha declarado.»
Palabra de Dios.
III.
Levántate y úngelo, porque es éste
Lectura del primer libro de Samuel
16, 1b. 6-13a
El Señor dijo a Samuel: «¡Llena tu frasco de aceite y parte! Yo te envío a Jesé,
el de Belén, porque he visto entre sus hijos al que quiero como rey.»
Cuando ellos se presentaron, Samuel vio a Eliab y pensó: «Seguro que el Señor
tiene ante él a su ungido.» Pero el Señor dijo a Samuel: «No te fijes en su
aspecto ni en lo elevado de su estatura, porque yo lo he descartado. Dios no
mira como mira el hombre; porque el hombre ve las apariencias, pero Dios ve el
corazón.»
Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: «Tampoco
a este ha elegido el Señor.» Luego hizo pasar a Sammá; pero Samuel dijo:
«Tampoco a este ha elegido el Señor.»
Así Jesé hizo pasar ante Samuel a siete de sus hijos, pero Samuel dijo a Jesé:
«El Señor no ha elegido a ninguno de estos.»
Entonces Samuel preguntó a Jesé: «¿Están aquí todos los muchachos?» El
respondió: «Queda todavía el más joven, que ahora está apacentando el rebaño.»
Samuel dijo a Jesé: «Manda a buscarlos, porque no nos sentaremos a la mesa hasta
que llegue aquí.»
Jesé lo hizo venir: era de tez clara, de hermosos ojos y buena presencia.
Entonces el Señor dijo a Samuel: «Levántate y úngelo, porque es este.»
Samuel tomó el frasco de óleo y lo ungió en presencia de sus hermanos. Y desde
aquel día, el espíritu del Señor descendió sobre David.
Palabra de Dios.
IV.
¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?
Lectura del libro del profeta Isaías 6, 1-8
El año de la muerte del rey Ozías, yo vi al Señor sentado en un trono elevado y
excelso, y las orlas de su manto llenaban el Templo. Unos serafines estaban de
pie por encima de él. Cada uno tenía seis alas: con dos se cubrían el rostro,
con dos se cubrían los pies, y con dos volaban.
Y uno gritaba hacia el otro: «¡Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos!
Toda la tierra está llena de su gloria.»
Los fundamentos de los umbrales temblaron al clamor de su voz, y la Casa se
llenó de humo.
Yo dije: «¡Ay de mí, estoy perdido! Porque soy un hombre de labios impuros, y
habito en medio de un pueblo de labios impuros; ¡y mis ojos han visto al Rey, el
Señor de los ejércitos!»
Uno de los serafines voló hacia mí, llevando en su mano una brasa que había
tomado con unas tenazas de encima del altar. El le hizo tocar mi boca, y dijo:
«Mira: esto ha tocado tus labios; tu culpa ha sido borrada y tu pecado ha sido
expiado.»
Yo oí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?»
Yo respondí: «¡Aquí estoy: envíame!»
Palabra de Dios.
Lecturas del Nuevo Testamento
I.
Nos dirigimos ahora a los paganos
Lectura de los Hechos de los apóstoles 13, 46-49
Pablo y Bernabé, con gran firmeza, dijeron:
«A ustedes debíamos anunciar en primer lugar la Palabra de Dios, pero ya que la
rechazan y no se consideran dignos de la Vida eterna, nos dirigimos ahora a los
paganos. Así nos ha ordenado el Señor: "Yo te he establecido para ser la luz de
las naciones, para llevar la salvación hasta los confines de la tierra."»
Al oír esto, los paganos, llenos de alegría, alabaron la Palabra de Dios, y
todos los que estaban destinados a la Vida eterna abrazaron la fe. Así la
Palabra del Señor se iba extendiendo por toda la región.
Palabra de Dios.
II.
Velen por ustedes mismos, y por todo el rebaño
sobre el cual el Espíritu Santo los ha constituido guardianes
para apacentar la Iglesia de Dios
Lectura de los Hechos de los apóstoles 20, 17-18a. 28-32. 36
Desde Mileto, Pablo mandó llamar a los presbíteros de la Iglesia de Efeso.
Cuando estos llegaron, Pablo les dijo:
«Velen por ustedes, y por todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha
constituido guardianes para apacentar a la Iglesia de Dios, que él adquirió al
precio de su propia sangre. Yo sé que después de mi partida se introducirán
entre ustedes lobos rapaces que no perdonarán al rebaño. Y aun de entre ustedes
mismos, surgirán hombres que tratarán de arrastrar a los discípulos con
doctrinas perniciosas.
Velen, entonces, y recuerden que durante tres años, de noche y de día, no he
cesado de aconsejar con lágrimas a cada uno de ustedes.
Ahora los encomiendo al Señor y a la Palabra de su gracia, que tiene poder para
construir el edificio y darles la parte de la herencia que les corresponde, con
todos los que han sido santificados.»
Después de decirles esto, se arrodilló y oró junto a ellos.
Palabra de Dios.
III.
Por medio de la locura de la predicación
Dios quiso salvar a los que creen
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto
1, 18-25
Hermanos:
El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden, pero para los que
se salvan -para nosotros- es fuerza de Dios. Porque está escrito: Destruiré la
sabiduría de los sabios y rechazaré la ciencia de los inteligentes. ¿Dónde está
el sabio? ¿Dónde el hombre culto? ¿Dónde el razonador sutil de este mundo?
¿Acaso Dios no ha demostrado que la sabiduría del mundo es una necedad? En
efecto, ya que el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios en las obras que
manifiestan su sabiduría, Dios quiso salvar a los que creen por la locura de la
predicación. Mientras los judíos piden milagros y los griegos van en busca de
sabiduría, nosotros, en cambio, predicamos a un Cristo crucificado, escándalo
para los judíos y locura para los paganos, pero fuerza y sabiduría de Dios para
los que han sido llamados, tanto judíos como griegos. Porque la locura de Dios
es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más
fuerte que la fortaleza de los hombres.
Palabra de Dios.
IV.
Como servidores de Cristo
y administradores de los misterios de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 4, 1-5
Hermanos:
Los hombres deben considerarnos simplemente como servidores de Cristo y
administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se pide a un
administrador es que sea fiel.
En cuanto a mí, poco me importa que me juzguen ustedes o un tribunal humano; ni
siquiera yo mismo me juzgo. Es verdad que mi conciencia nada me reprocha, pero
no por eso estoy justificado: mi juez es el Señor. Por eso, no hagan juicios
prematuros. Dejen que venga el Señor: él sacará a la luz lo que está oculto en
las tinieblas y manifestará las intenciones secretas de los corazones. Entonces,
cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda.
Palabra de Dios.
V.
Nos ha capacitado para que seamos los ministros
de una Nueva Alianza
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto
3, 1-6a
Hermanos:
¿Comenzamos nuevamente a recomendarnos a nosotros mismos? ¿Acaso tenemos que
presentarles o recibir de ustedes cartas de recomendación, como hacen algunos?
Ustedes mismos son nuestra carta, una carta escrita en nuestros corazones,
conocida y leída por todos los hombres.
Evidentemente ustedes son una carta que Cristo escribió por intermedio nuestro,
no con tinta, sino con el Espíritu del Dios viviente, no en tablas de piedra,
sino de carne, es decir, en los corazones.
Es Cristo el que nos da esta seguridad delante de Dios, no porque podamos
atribuirnos algo que venga de nosotros mismos, ya que toda nuestra capacidad
viene de Dios. El nos ha capacitado para que seamos los ministros de una Nueva
Alianza, que no reside en la letra, sino en el Espíritu; porque la letra mata,
pero el Espíritu da vida.
Palabra de Dios.
VI.
Deseábamos entregaros, no solamente el Evangelio de Dios,
sino también nuestra propia vida
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica
2, 2b-8
Hermanos:
Dios nos dio la audacia necesaria para anunciarles su Buena Noticia en medio de
un penoso combate.
Nuestra predicación no se inspira en el error, ni en la impureza, ni en el
engaño. Al contrario, Dios nos encontró dignos de confiarnos la Buena Noticia, y
nosotros la predicamos, procurando agradar no a los hombres, sino a Dios, que
examina nuestros corazones.
Ustedes saben -y Dios es testigo de ello- que nunca hemos tenido palabras de
adulación, ni hemos buscado pretexto para ganar dinero. Tampoco hemos
ambicionado el reconocimiento de los hombres, ni de ustedes ni de nadie, si
bien, como Apóstoles de Cristo, teníamos el derecho de hacernos valer.
Al contrario, fuimos tan condescendientes con ustedes, como una madre que
alimenta y cuida a sus hijos. Sentíamos por ustedes tanto afecto, que deseábamos
entregarles, no solamente la Buena Noticia de Dios, sino también nuestra propia
vida: tan queridos llegaron a sernos.
Palabra de Dios.
VII.
Con la ayuda del Espíritu Santo,
conserva lo que se te ha confiado
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo
1, 13-14; 2, 1-3
Querido hermano:
Toma como norma las saludables lecciones de fe y de amor a Cristo Jesús que has
escuchado de mí. Conserva lo que se te ha confiado, con la ayuda del Espíritu
Santo que habita en nosotros.
Tú, que eres mi hijo, fortalécete con la gracia de Cristo Jesús. Lo que oíste de
mí y está corroborado por numerosos testigos, confíalo a hombres responsables
que sean capaces de enseñar a otros.
Comparte mis fatigas, como buen soldado de Jesucristo.
Palabra de Dios.
VIII.
Realiza tu tarea como predicador del Evangelio,
cumple a la perfección tu ministerio
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo
4, 1-5
Querido hijo:
Yo te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y
a los muertos, y en nombre de su Manifestación y de su Reino: proclama la
Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con
paciencia incansable y con afán de enseñar. Porque llegará el tiempo en que los
hombres no soportarán más la sana doctrina; por el contrario, llevados por sus
inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros que les halaguen los
oídos, y se apartarán de la verdad para escuchar cosas fantasiosas. Tú, en
cambio, vigila atentamente, soporta todas las pruebas, realiza tu tarea como
predicador del Evangelio, cumple a la perfección tu ministerio.
Palabra de Dios.
Salmos Responsoriales
I. SALMO RESPONSORIAL 15, 1-2a. 5. 7-8. 11
R. ¡Tú eres la parte de mi herencia, Señor!
Protégeme, Dios mío,
porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor:
«Señor, tú eres mi bien.»
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡tú decides mi suerte! R.
Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor:
él está a mi lado, nunca vacilaré. R.
Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna a tu derecha. R.
II. SALMO RESPONSORIAL 88, 2-5. 21-22. 25. 27
R. ¡Cantaré eternamente tu amor, Señor!
Cantaré eternamente el amor del Señor,
proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.
Porque tú has dicho: «Mi amor se mantendrá eternamente,
mi fidelidad está afianzada en el cielo.» R.
Yo sellé una alianza con mi elegido,
hice este juramento a David, mi servidor:
«Estableceré tu descendencia para siempre,
mantendré tu trono por todas las generaciones.» R.
Encontré a David, mi servidor,
y lo ungí con el óleo sagrado,
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga poderoso. R.
Mi fidelidad y mi amor lo acompañarán,
su poder crecerá a causa de mi Nombre:
El me dirá: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora.» R.
III. SALMO RESPONSORIAL 105, 19-23
R. ¡Acuérdate de tu pueblo, Señor!
En Horeb se fabricaron un ternero,
adoraron una estatua de metal fundido:
así cambiaron su Gloria
por la imagen de un toro que come pasto. R.
Olvidaron a Dios, que los había salvado
y había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam
y portentos junto al Mar Rojo. R.
El Señor amenazó con destruirlos,
pero Moisés, su elegido,
se mantuvo firme en la brecha
para aplacar su enojo destructor. R.
IV. SALMO RESPONSORIAL 109, 1-4
R. ¡Tú eres sacerdote para siempre!
Dijo el Señor a mi señor:
«Siéntate a mi derecha,
mientras yo pongo a tus enemigos
como estrado de tus pies.» R.
El Señor extenderá
el poder de tu cetro:
«¡Domina desde Sión,
en medio de tus enemigos!» R.
«Tú eres príncipe desde tu nacimiento,
con esplendor de santidad;
yo mismo te engendré como rocío,
desde el seno de la aurora.» R.
El Señor lo ha jurado
y no se retractará:
«Tú eres sacerdote para siempre,
a la manera de Melquisedec.» R.
V. SALMO RESPONSORIAL 116, 1. 2
R. ¡Vayan por todo el mundo, y anuncien el Evangelio!
¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo, todos los pueblos! R.
Porque es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidelidad permanece para siempre. R.
Evangelios
I.
La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
9, 35-38
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas,
proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y
dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y
abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
«La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de
los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.»
Palabra del Señor.
II.
Que el más grande entre ustedes
se haga servidor de los otros
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
23, 8-12
Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes, no se hagan llamar 'maestro', porque no tienen más que un Maestro y
todos ustedes son hermanos.
A nadie en el mundo llamen 'padre', porque no tienen sino uno, el Padre
celestial.
No se dejen llamar tampoco 'doctores', porque sólo tienen un Doctor, que es el
Mesías.
Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que
se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".
III.
Yo los haré pescadores de hombres
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
1, 14-20
Después que Juan Bautista fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí
proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: "El tiempo se ha cumplido: el
Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia".
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano
Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores.
Jesús les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres".
Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que
estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos,
dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.
Palabra del Señor.
IV.
Vayan por todo el mundo
y anuncien la buena Noticia
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
16, 15-20
Jesús resucitado se apareció a los Once y les dijo: "Vayan por todo el mundo,
anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se
salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi
Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y
si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los
enfermos y los curarán".
Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a
la derecha de Dios.
Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su
palabra con los milagros que la acompañaban.
Palabra del Señor.
V.
Ya no los llamo servidores;
Yo los llamo amigos
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
15, 9-17
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos:
Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los
mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado.
No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo
los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y
los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo
que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.
Palabra del Señor.