2 de abril
San Francisco de Paula
ermitaño

Corro en dirección a la meta,
para alcanzar el premio del llamado celestial
que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos     3, 8-14

    Hermanos:
    Todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por Él, he sacrificado todas las cosas, a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a Él, no con mi propia justicia -la que procede de la Ley- sino con aquella que nace de la fe en Cristo, la que viene de Dios y se funda en la fe. Así­ podré conocerlo a Él, conocer el poder de su resurrección y participar de sus sufrimientos, hasta hacerme semejante a Él en la muerte, a fin de llegar, si es posible, a la resurrección de entre los muertos.
    Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús.
    Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia adelante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.

Palabra de Dios.


SALMO     15, 1-2a. 5. 7-8. 11

R.
¡Tú eres mi herencia, Señor!

Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Señor, Tú eres mi bien».
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡Tú decides mi suerte! R.

Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor:
Él está a mi lado, nunca vacilaré. R.

Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna a tu derecha. R.


ALELUIA     (Se omite en Cuaresma)     Mt 5,3

Aleluia.
Felices los que tienen alma de pobres,
porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Aleluia.


EVANGELIO

El Padre de ustedes ha querido darles, el Reino

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     12, 32-34

    Jesús dijo a sus discí­pulos:
    No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes, ha querido darles el Reino.
    Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allá donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón.

Palabra del Señor.