4 de abril
San Isidoro
obispo y doctor de la Iglesia

Predicamos a Cristo Jesús,
y nosotros no somos más que servidores de ustedes
por amor de Jesús

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto     4,1-2.5-7

    Hermanos:
    Investidos misericordiosamente del ministerio apostólico, no nos desanimamos y nunca hemos callado nada por vergüenza, ni hemos procedido con astucia o falsificando la Palabra de Dios.
    Por el contrario, manifestando abiertamente la verdad, nos recomendamos a nosotros mismos, delante de Dios, frente a toda conciencia humana.
    Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, el Señor, y nosotros no somos más que servidores de ustedes por amor de Jesús. Porque el mismo Dios que dijo: "Brille la luz en medio de las tinieblas, es el que hizo brillar su luz en nuestros corazones para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios, reflejada en el rostro de Jesucristo. Pero nosotros llevamos ese tesoro en recipientes de barro, para que se vea bien que este poder extraordinario no procede de nosotros, sino de Dios.

Palabra de Dios.


SALMO     36, 3-6. 30-31

R.
La boca del justo expresa sabiduría.

Confía en el Señor y practica el bien;
habita en la tierra y vive tranquilo:
que el Señor sea tu único deleite,
y Él colmará los deseos de tu corazón. R.

Encomienda tu suerte al Señor,
confía en Él, y Él hará su obra;
hará brillar tu justicia como el sol,
y tu derecho como la luz del mediodía. R.

La boca del justo expresa sabidurí­a
y su lengua dice lo que es recto:
la ley de Dios está en su corazón
y sus pasos no vacilan. R.


ALELUIA     (Se omite en Cuaresma)     Jn 15, 5

Aleluia.
«Yo soy la vid, ustedes los sarmientos.
El que permanece en mí­, y Yo en Él, da mucho fruto, dice el Señor.
Aleluia.


EVANGELIO

De la abundancia del corazón habla la boca

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     6, 43-45

    Jesús decí­a a sus discí­pulos:
    No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.
    El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Palabra del Señor.