13 de abril
San Martín I
papa y mártir
Los que quieran ser fieles a Dios en Cristo Jesús
tendrán que sufrir persecución
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo
2, 8-13; 3, 10-12
Querido hermano:
Acuérdate de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es descendiente de
David. Esta es la Buena Noticia que yo predico, por la cual sufro y estoy
encadenado como un malhechor. Pero la palabra de Dios no está encadenada. Por
eso soporto estas pruebas por amor a los elegidos, a fin de que ellos también
alcancen la salvación que está en Cristo Jesús y participen de la gloria eterna.
Esta doctrina es digna de fe: Si hemos muerto con él, viviremos con él. Si somos
constantes, reinaremos con él. Si renegamos de él, él también renegará de
nosotros. Si somos infieles, él es fiel, porque no puede renegar de sí mismo.
Tú, en cambio, has seguido de cerca mi enseñanza, mi modo de vida y mis
proyectos, mi fe, mi paciencia, mi amor y mi constancia, así como también, las
persecuciones y sufrimientos que debía soportar en Antioquía, Iconio y Listra.
¡Qué persecuciones no he tenido que padecer! Pero de todas me libró el Señor.
Por lo demás, los que quieran ser fieles a Dios en Cristo Jesús, tendrán que
sufrir persecución.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 125, 1-2b. 2c-3. 4-5. 6
R. Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía que soñábamos:
nuestra boca se llenó de risas
y nuestros labios, de canciones. R.
Hasta los mismos paganos decían:
«¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!»
¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
y estamos rebosantes de alegría! R.
¡Cambia, Señor, nuestra suerte
como los torrentes del Négueb!
Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones. R.
El sembrador va llorando
cuando esparce la semilla,
pero vuelve cantando
cuando trae las gavillas. R.
ALELUIA
A ti, Dios, te alabamos y cantamos;
a ti, Señor, te alaba la brillante multitud de los mártires.
EVANGELIO
Si me persiguieron a mí, también os perseguirán a vosotros
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Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 18-21