15 de mayo
San Isidro
labrador
En la Diócesis de San Isidro: Solemnidad
1 Amarás a tu prójimo como a ti mismo
Lectura del libro del Levítico 19, 1-2. 17-18
El Señor dijo a Moisés:
Habla en estos términos a toda la comunidad de Israel:
Ustedes serán santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo.
No odiarás a tu hermano en tu corazón; deberás reprenderlo convenientemente, para no cargar con un pecado a causa de él.
No serás vengativo con tus compatriotas ni les guardarás rencor. Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Yo soy el Señor.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 15, 1-2. 5-6
R. El Señor es la parte de mi herencia.
Protégeme, Dios mío,
porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Señor, tú eres mi bien,
no hay nada superior a ti.» R.
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡tú decides mi suerte!
Me ha tocado un lugar de delicias,
estoy contento con mi herencia. R.
2 El sembrador espera el fruto precioso de la tierra
Lectura de la carta del apóstol Santiago 5, 7-8. 11. 16-18
Tengan paciencia, hermanos, hasta que llegue el Señor. Miren cómo el sembrador espera el fruto precioso
de la tierra, aguardando pacientemente hasta que caigan las lluvias del otoño y de la primavera. Tengan
paciencia y anímense, porque la Venida del Señor está próxima.
Porque nosotros llamamos felices a los que sufrieron con paciencia. Ustedes oyeron hablar de la paciencia
de Job, y saben lo que hizo el Señor con él, porque el Señor es compasivo y misericordioso.
Confiesen mutuamente sus pecados y oren los unos por los otros, para ser curados. La oración perseverante
del justo es poderosa. Elías era un hombre como nosotros, y sin embargo, cuando oró con insistencia para
que no lloviera, no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Después volvió a orar; entonces
el cielo dio la lluvia, y la tierra produjo frutos.
Palabra de Dios.
ALELUIA Cf. Mt 11, 25
Aleluia.
Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños.
Aleluia.
EVANGELIO
El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto
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Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 15, 1-8