13 de junio
San Antonio de Padua
presbítero y doctor de la Iglesia
Memoria

El Señor me ha ungido y enviado a evangelizar a los pobres

Lectura del libro del profeta Isaías     61, 1-3a
 
El espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
El me envió a llevar la buena noticia a los pobres,
a vendar los corazones heridos,
a proclamar la liberación a los cautivos
y la libertad a los prisioneros,
a proclamar un año de gracia del Señor,
un día de venganza para nuestro Dios;
a consolar a todos los que están de duelo
a cambiar su ceniza por una corona,
su ropa de luto por el óleo de la alegría,
y su abatimiento por un canto de alabanza.
 
Palabra de Dios.
 
 
SALMO
    Sal 88, 2-3. 4-5. 21-22. 25 y 27 (R.: cf. 2a)
 
R.
¡Cantaré eternamente tu amor, Señor!
 
Cantaré eternamente el amor del Señor,
proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.
Porque Tú has dicho: «Mi amor se mantendrá eternamente,
mi fidelidad está afianzada en el cielo». R.
 
Yo sellé una alianza con mi elegido,
hice este juramento a David, mi servidor:
«Estableceré tu descendencia para siempre,
mantendré tu trono por todas las generaciones». R.
 
Encontré a David, mi servidor,
y lo ungí con el óleo sagrado,
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga poderoso. R.
 
Mi fidelidad y mi amor lo acompañarán,
su poder crecerá a causa de mi Nombre:
El me dirá: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora». R.
 
 
ALELUIA     Lc 4, 18
 
Aleluia.
El Señor me envió a evangelizar a los pobres,
a anunciar la liberación a los cautivos.
Aleluia.
 
EVANGELIO

La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     10, 1-9
 
    El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.
    Y les dijo:
    «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
    Al entrar en una casa, digan primero: "¡Que descienda la paz sobre esta casa!". Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario.
    No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: "El Reino de Dios está cerca de ustedes"».
 
Palabra del Señor.