28 de junio
San Ireneo
obispo y mártir
Memoria

El que sirve al Señor tiene que ser amable con todos.
Debe reprender con dulzura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo     2, 22b-26

Queridos hermanos:
Busca la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con todos los que invocan al Señor con un corazón puro.
Evita las cuestiones estúpidas y carentes de sentido: ya sabes que provocan serios altercados. El que sirve al Señor no debe tomar parte en querellas. Por el contrario, tiene que ser amable con todos, apto para enseñar y paciente en las pruebas. Debe reprender con dulzura a los adversarios, teniendo en cuenta que Dios puede concederles la conversión y llevarlos al conocimiento de la verdad, haciéndolos reaccionar y librándolos de la trampa del demonio que los tiene cautivos al servicio de su voluntad.

Palabra de Dios.


SALMO
    Sal 36, 3-4. 5-6. 30-31 (R.: 30a)

R.
La boca del justo expresa sabiduría.

Confía en el Señor y practica el bien;
habita en la tierra y vive tranquilo:
que el Señor sea tu único deleite,
y él colmará los deseos de tu corazón. R.

Encomienda tu suerte al Señor,
confía en él, y él hará su obra;
hará brillar tu justicia como el sol
y tu derecho, como la luz del mediodía. R.

La boca del justo expresa sabiduría
y su lengua dice lo que es recto:
la ley de Dios está en su corazón
y sus pasos no vacilan. R.


ALELUIA     Jn 15, 9b. 5b

Dice el Señor:
Permanezcan en mi amor;
el que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto.


EVANGELIO

Quiero que estén conmigo donde yo esté

+ Lectura del santo Evangelio según san Juan     17, 20-26

Jesús levantó los ojos al cielo y oró diciendo:
«Padre santo, no ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno -yo en ellos y tú en mí- para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste.
Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo.
Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste. Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos.»

Palabra del Señor.