2 de agosto
San Eusebio de Vercelli
obispo

La victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan     5, 1-5

    Queridos hermanos:
    El que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama también al que ha nacido de él. La señal de que amamos a los hijos de Dios es que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
    El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga, porque el que ha nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria quetriunfa sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

Palabra de Dios.


SALMO
    88, 2-5. 21-22. 25. 27

R.
¡Cantaré eternamente tu misericordia, Señor!

Cantaré eternamente el amor del Señor,
proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.
Porque tú has dicho: «Mi amor se mantendrá eternamente,
mi fidelidad está afianzada en el cielo.» R.

Yo sellé una alianza con mi elegido,
hice este juramento a David, mi servidor:
«Estableceré tu descendencia para siempre,
mantendré tu trono por todas las generaciones.» R.

Encontré a David, mi servidor,
y lo ungí con el óleo sagrado,
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga poderoso. R.

Mi fidelidad y mi amor lo acompañarán,
su poder crecerá a causa de mi Nombre:
El me dirá: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora.» R.


ALELUIA     Mt 5, 3

Aleluia.
Felices los que tienen alma de pobres,
porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Aleluia.


EVANGELIO

Alégrense y regocíjense, porque tendrán una gran recompensa en el cielo

+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo     4, 25; 5, 1-12a
 
    Seguían a Jesús grandes multitudes que llegaban de Galilea, la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de Transjordania.
    Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
    «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
    Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
    Felices los afligidos, porque serán consolados.
    Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
    Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
    Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
    Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
    Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
    Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
    Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo.»
 
Palabra del Señor.

O bien:

San Pedro Julián Eymard
presbítero

Un solo corazón y una sola alma

Lectura de los Hechos de los Apóstoles     4, 32-35

    La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos
    Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima.
    Ninguno padecí­a necesidad, porque todos los que poseí­an tierras o casas las vendí­an y poní­an el dinero a disposición de los Apóstoles, para que se distribuyera a cada uno según sus necesidades.

Palabra de Dios.


SALMO
    33,2-11

R.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!

Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se glorí­a en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren. R.

Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: Él me respondió
y me libró de todos mis temores. R.

Miren hacia Él y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
El lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

El Ángel del Señor acampa,
en tomo de sus fieles, y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en Él se refugian! R.

Teman al Señor, todos sus santos,
porque nada faltará a los que lo temen.
Los ricos se empobrecen y sufren hambre,
pero los que buscan al Señor no carecen de nada. R.


ALELUIA     Jn 15,4a. 5b

Aleluia.
«Permanezcan en mí­, como Yo permanezco en ustedes.
El que permanece en mí­ y Yo en él, da mucho fruto», dice el Señor.
Aleluia.


EVANGELIO

El que permanece en mí­, y Yo en él, da mucho fruto

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     15,1-8

    Durante la Ultima Cena, Jesús dijo a sus discí­pulos:
    Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todaví­a. Ustedes ya están limpios por la palabra que Yo les anuncié.
    Permanezcan en mí­, como Yo permanezco en ustedes. Así­ como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí­.
    Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí­, y Yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí­, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí­, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí­ y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
    La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así­ sean mis discí­pulos.

Palabra del Señor.