13 de septiembre
San Juan Crisóstomo,
obispo y doctor de la Iglesia
Memoria
Para la obra del ministerio,
en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Efeso 4, 1-7. 11-13
Hermanos:
Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna
de la vocación que han recibido. Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia,
sopórtense mutuamente por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu,
mediante el vínculo de la paz.
Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la
que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. Hay un solo
Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que
está sobre todos, lo penetra todo y está en todos.
Sin embargo, cada uno de nosotros ha recibido su propio don, en la medida que
Cristo los ha distribuido.
El comunicó a unos el don de ser apóstoles, a otros profetas, a otros
predicadores del Evangelio, a otros pastores o maestros. Así organizó a los
santos para la obra del ministerio, en orden a la edificación del Cuerpo de
Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del
Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la
plenitud de Cristo.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 39, 2 y 4ab. 7-8. 9. 10 (R.: cf. 8 y 9a)
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esperé confiadamente en el Señor:
él se inclinó hacia mí
y escuchó mi clamor.
Puso en mi boca un canto nuevo,
un himno a nuestro Dios. R.
Tú no quisiste víctima ni oblación;
pero me diste un oído atento;
no pediste holocaustos ni sacrificios,
entonces dije: «Aquí estoy.» R.
«En el libro de la Ley está escrito
lo que tengo que hacer:
yo amo. Dios mío, tu voluntad,
y tu ley está en mi corazón.»R.
Proclamé gozosamente tu justicia
en la gran asamblea;
no, no mantuve cerrados mis labios,
tú lo sabes, Señor. R.
ALELUIA
La semilla es la palabra de Dios, el sembrador es Cristo;
el que lo encuentra permanece para siempre.
EVANGELIO
El sembrador salió a sembrar
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
4, 1-10. 13-20
Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se reunió
junto a él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en
ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. El les enseñaba muchas
cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba:
«¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla
cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte
cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque
la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de
raíz, se secó. Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no
dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo
y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno.»
Y decía: «¡El que tenga oídos para oír, que oiga!»
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de él junto con los Doce, le
preguntaban por el sentido de las parábolas.
Jesús les dijo: «¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas
las demás?
El sembrador siembra la Palabra. Los que están al borde del camino, son aquellos
en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se
lleva la semilla sembrada en ellos.
Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al
escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces,
sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la
persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben.
Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la
Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los
demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa.
Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra,
la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno.»
Palabra del Señor.
O bien más breve:
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
4, 1-9
Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se reunió
junto a él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en
ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. El les enseñaba muchas
cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba:
«¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla
cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte
cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque
la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de
raíz, se secó. Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no
dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo
y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por
uno.» Y decía: «¡El que tenga oídos para oír, que oiga!»
Palabra del Señor.