APÉNDICE AL RITUAL DE LOS SACRAMENTOS

DEVOCIONES Y BENDICIONES


Contenido
:

Letanías del Sagrado Corazón de Jesús.
Acto de reparación al Sagrado Corazón de Jesús.
Via Crucis.
El Santo Rosario de la Virgen.
Letanías de la Virgen María.
Acto de Consagración al Corazón Inmaculado de María.
Invocación a San José.
Oración de Pío XII por la Familia.
El Santo Rosario por los difuntos.

Ritual de las principales bendiciones:
    del agua.
    de una imagen.
    de las casas en el Tiempo Pascual.
    de las casas fuera del Tiempo Pascual.
    de una escuela.
    de todas las cosas.
    de una bandera
    de un vehículo.
    de las cosechas.
    de un busto o de una placa.
    de las velas.
    del pan.
    del escapulario de la Virgen del Carmen e imposición.

 

LETANÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Señor,
Cristo,
Señor,
Cristo,
Cristo,
Dios Padre Celestial,
Dios Hijo, Redentor del mundo,
Dios Espíritu Santo,
Trinidad Santa, que eres un solo Dios,
Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre,
Corazón de Jesús, formado por el Espíritu
Santo en el seno de la Virgen María,
Corazón de Jesús, unido sustancialmente
al Verbo de Dios,
Corazón de Jesús, de majestad infinita,
Corazón de Jesús, templo santo de Dios,
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo,
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del
cielo,
Corazón de Jesús, hoguera ardiente de caridad,
Corazón de Jesús, receptáculo de justicia y de
amor,
Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza,
Corazón de Jesús, rey y centro de todos los
corazones,
Corazón de Jesús, en quien están depositados todos
los tesoros de la sabiduría y de la ciencia,
Corazón de Jesús, en quien habita toda
la plenitud de la Divinidad,
Corazón de Jesús, en quien el Padre ha puesto todas
sus complacencias,
Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido,
Corazón de Jesús, deseo de los collados eternos,
Corazón de Jesús, paciente y misericordiosísimo,
Corazón de Jesús, rico para con todos los que te invocan,
Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad,
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados,
Corazón de Jesús, saturado de oprobios,
Corazón de Jesús, quebrantado por nuestros delitos,
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte,
Corazón de Jesús, herido con la lanza,
Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo,
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra,
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra.
Corazón de Jesús, víctima de los pecadores,
Corazón de Jesús, salud de los que esperan en ti,
Corazón de Jesús, esperanza de los que mueren en ti,
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos,
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

ten piedad de nosotros.
ten piedad de nosotros.
ten piedad de nosotros.
óyenos.
escúchanos.
ten piedad de nosotros.

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perdónanos, Señor.
óyenos, Señor.
ten piedad de nosotros.


V. Jesús, manso y humilde de corazón.
R. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.

Oremos.
Dios todopoderoso y eterno, mira el Corazón de tu amado Hijo, y las alabanzas y satisfacciones que te ofreció en nombre de los pecadores, y a éstos que imploran tu misericordia, concédeles el perdón, en el nombre de tu mismo Hijo Jesucristo, quien vive y reina contigo por todos los siglos.

R. Amén.

Indulgencia parcial. (Enchir. Indulg., n. 29, p. 57)

 

ACTO DE REPARACION
AL SAGRADO CORAZON DE JESUS

Para la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús (Enc. 12 de mayo de 1928).

¡Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón.
Mas recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con tal indignidad de la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos, ante todo, obtener para nuestras almas vuestra divina misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros propios pecados, sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y obstinados en su infidelidad, o no quieren seguiros como a Pastor y Guía, o, conculcando las promesas del bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de vuestra ley.
Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y la deshonestidad de la vida y de los vestidos, las innumerables asechanzas tendidas contra las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las execrables injurias proferidas contra Vos y contra vuestros Santos, los insultos dirigidos a vuestro vicario y al Orden Sacerdotal, las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del Amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia a los derechos y al magisterio de la Iglesia por Vos fundada.
¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entre tanto, como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la Virgen nuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os ofrecemos la satisfacción que Vos mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en cuanto nos sea posible y mediante el auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las almas hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la observancia perfecta de la ley evangélica sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos podamos para que vayan en vuestro seguimiento.
¡Oh benignísimo Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, os suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación; concedednos que seamos fieles a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde en unión del Padre y del Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios, por todos los siglos de los siglos.
Amén.

Indulgencia parcial por la recitación. Indulgencia plenaria recitándola el día del Sagrado Corazón. (Enchir. Indulg., n. 26, p. 54)

 

VIA CRUCIS

Por la señal de la Santa Cruz
de nuestros enemigos
líbranos, Señor, Dios nuestro.

En el nombre del Padre,
y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Acto de contrición

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la Vida eterna.


Liturgia de la Palabra

Primera lectura

Guía:

Escuchemos la palabra de Dios, que nos anuncia el Sacrificio de Jesús entregado voluntariamente a la muerte por nuestra salvación.

Lectura del Profeta Isaías     53, 1-12


Segunda lectura

Guía:

Escuchemos al Apóstol san Pablo que nos enseña hasta qué extremo nos amó Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura de la Carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos    2, 5-11


Evangelio

Guía:

Escuchemos el anuncio de la finalidad que tenía dentro del plan de Dios la muerte de Jesús.

Lectura del santo Evangelio según san Juan    11, 47-54

 

Recorrido de las estaciones

1ª Estación: Jesús condenado a muerte

Jesús frente a Pilatos. Hay una guerra a muerte entre el mundo, representado por Pilato y Cristo.
Hay que elegir bandera y partido; o con el mundo, que se divierte, condenando a Cristo, o con Cristo, que, por amor, es condenado a muerte.
Sé en qué partido estuve hasta el día de hoy.
Me duele. ¿Dónde voy a estar desde mañana?
¡Señor, dime que no soy del mundo; dime que no es posible servir a dos señores! ...

Silencio.

S. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
P. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.


2ª Estación: Jesús carga con la Cruz

Recibe, él, con amor, el madero donde van mis pecados y miserias todas. Las que cometí y no pagué, porque las pagó él. Las pagó él ...
Fueron sobre sus hombros. Por eso fuí su verdugo, y no su discípulo.
Ahora quiero aprender de él. y marchar tras él con la cruz mía: la que yo fabriqué y él soportó.
Ahora prometo hacer penitencia, para pagar mis deudas, para devolver amor.
¡Señor! Porque quiero ser tu discípulo, ¡quiero negarme y llevar mi cruz!

Silencio.

S.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
P. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.


3ª Estación: Jesús cae por primera vez

y cayó, porque le pesaba mi carga... y cayó, para que yo no me desanime en mis caídas.
Si me pesa la vida, si caigo, acuérdeme cómo le pesaba a él mi cruz. Llevaba sobre sus hombros mis pecados, mis incapacidades, mis fallos, mis impotencias. Todo lo mío, porque es mi hermano, y conmigo avanza por la vida. El lleva mi vida y mis obras hechas cruz, sobre sus hombros.
¡Señor! ¡Hazme tu yugo suave y tu carga ligera!

Silencio.

S.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
P. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.


4ª Estación: Jesús encuentra a su Madre

Siete espadas atraviesan el corazón de ella.
Se las clavo yo, que llevo así a Jesús por las calles de Jerusalén. Yo, que hice llorar a ella.
Yo que tengo el corazón endurecido. ¡Qué bien sé cargar maderos en las fuertes espaldas del Señor! Qué bien sé clavar espadas en el blando corazón de la Madre.
¡Señor! Haz que mi corazón de piedra se haga corazón de carne.

Silencio.

S.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos:
P. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.


5ª Estación: El Cireneo ayuda a llevar la Cruz

Egoísta como el Cireneo, contemplo a Jesús con su carga. A aquel hombre le obligaron los soldados a salir de su indiferencia y tomar la Cruz.
¿No será el amor, la contrición, los que me obliguen a mí a salir de mi indiferencia y cobardía, para pedirle al Señor que me deje tomar parte de su Cruz? Porque en ella está la salvación y la vida; porque la necesito; porque la merezco; porque quiero llevar con mi hermano la paga de mi vida.
¡Señor! ¡Dáme, dáme tu Cruz! ...

Silencio.

S.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
P. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.


6ª Estación: La Verónica enjuga el rostro de Jesús

Cobarde, como todos aquellos que contemplan la caravana; cobarde, yo no me atrevo a confesar a Jesús ante los hombres; no me atrevo a salir al camino como la Verónica, y enjugar su rostro.
No me atrevo a ser piadoso ante los demás. No me atrevo a ser misericordioso, enjugando el rostro de. los otros Cristos, de todos los que sufren. No me atrevo ...
¡Señor! Desata mi cobardía, para que ante el mundo te proclame a ti.

Silencio.

S.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
P.Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

7ª Estación: Jesús cae por segunda vez

Humillado, cae a los pies de los soldados. No había venido a ser servido, sino a servir.
Abyección del populacho y oprobio de las gentes. Jesús pisoteado, para que yo pisotee las glorias del mundo, sus vanidades, y mis orgullos y mis soberbias. Para que sea humilde Jesús a los pies de los Apóstoles, Jesús a disposición de todos, para que todos le comamos. ¡Y le seguimos pisoteando!
¡Señor! Tu discípulo no quiere ser más que el Maestro. Ayúdame a aceptar los fracasos y las deshonras.

Silencio.

S.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
P. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.


8ª Estación: Jesús y las mujeres de Jerusalén

Reprende el Señor aquellas lágrimas. Prefiere una compasión más viril, la que florece en contrición y penitencia. Es fácil la piedad sensible; rehuímos la piedad sacrificada, la que hace de la mortificación y del seguimiento de Cristo una profesión heroica.
¡Cuántos lloran al paso de Jesús, y qué pocos le siguen! Cuantas ramas secas en la viña, y qué pocas vivas y dobladas por el peso de los frutos.
¡Señor, mírame, corrígeme! Sabes mi debilidad, que me tiene al margen de tu camino; dime como a Lázaro: « ¡Levántate y anda! ».

Silencio.

S.
Te adoramos. Cristo, y te bendecimos.
P. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.


9ª Estación: Jesús cae por tercera vez

Una vez más cae por tierra; y una vez más surge y asciende para darme el Señor la lección de heroica perseverancia. Porque el cansancio en el camino de Cristo es de todos y de siempre; es mi enfermedad, mi vida; me canso de seguirle, me canso de la virtud, me canso, me aburro ...
Cristo cae y se levanta hasta el fin. Así, Señor hasta el fin de mi vida, por duro que sea el camino, por largo que sea, siempre levantándose, siempre ...
¡Jesús! Cuando veas que me sumerjo perdiendo la confianza... que tus manos me tomen, que tus labios me digan «¡Hombre de poca fe por qué dudas!».

Silencio.

S.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
P. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.


10ª Estación: Jesús despojado de sus vestidos

Despojado de todo, libre, sin las mil ataduras con que los hombres nos atamos a la tierra.
Jesús, despojado, sin nada, frente a mis concupiscencias de cosas, de mundo, de placeres, de cariños ... Jesús, pobre, Jesús, solo... Yo, rico. Yo, espléndido; yo animado y querido ... Por mis culpas y mis malos deseos, y mis codicias y mis injusticias.
Jesús padece pobreza, deshonra, soledad, y lo sigue padeciendo en sus pobres. imágenes suyas, pedazos de su Cuerpo Místico. Y lo sigue padeciendo en sus sagrarios.
¡Señor! ¿Aprenderé a vaciar mi corazón de tierra, a entender lo que es pobreza, lo que es humildad, lo que eres tú?
Habla, Señor, que tu siervo escucha.

Silencio.

S.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
P. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.


11ª Estación: Jesús es crucificado

Cae el martillo; traspasan los clavos la carne de Dios; mis pecados golpean, mis pecados de carne se ceban en la carne divina; mis lascivias hacen llagas en el casto cuerpo de Jesús; mi lujuria ensangrienta su pureza.
Y quedan sus manos abiertas y sus pies clavados. Y yo, en frente entre el mundo que ríe:
«"¡Bájate de la cruz! ¡Bájate de la cruz!».. Pero no, Señor, no te bajes. ¿Qué sería de mí, si me dejaras tu puesto que es el mío, el suplicio que yo me gané y que tú padeces?
No te bajes, Señor, y escóndeme en tus llagas, para que se duela allí mi espíritu y se haga casta mi carne.

Silencio.

S.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
P. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.


12ª Estación: Jesús muere en la Cruz

Y habiendo dado una gran voz inclinó la cabeza y expiró.
En las manos de su Padre había puesto su espíritu; y en las manos de los hombres, su perdón, su sangre y. su Madre.
Todo lo había consumado. Nada más podía hacer ya. ¿.Me parece poco? ¿Nos parece poco?
Sin duda, porque aún seguimos pecando y pecando, me parece poco la sangre y la muerte de Dios. El lo sabía y desde su Cruz me miró enternecido: «Tengo sed ».
Aún le restaba amor y sed de padecer más por mí, todavía más.
y un día, otro, sigue su sacrificio en los altares, a través de los siglos y de los años y de los minutos. ¡Y yo sigo pecando!
¡Señor, Señor! ¿Hasta cuándo?

Silencio.

S.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
P. Que por tu. santa Cruz redimiste al mundo.


13ª Estación: Descendimiento del Señor

Sobre el seno de María queda el cadáver de Jesús. Ella, en silencio, contempla y llora ... Es mi obra la que más cuidé, la que mejor concluí: «¡Señora, yo lo hice! Yo maté a tu Hijo, con mis crueldades y tibiezas, con mis injusticias y cobardías, con mis impiedades. ¡Yo fuí, Señora! Tú me lo diste hecho vida, y yo te lo devuelvo muerto ... es mi obra, lo único grande que hice en mi vida, lo único eficaz».
Ella en silencio, contempla y llora.
Jesús ha muerto. Y yo tras contemplar y pedir perdón, ¿volveré otra vez a empezar?

Silencio.

S.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
P. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.


14ª Estación: Jesús es sepultado

El sepulcro del Señor es urna de esperanza. Es silencio prometedor de victorias. Es ansia de resurrección.
Como el sagrario, el pequeño sepulcro místico de Jesús, con su puerta sellada y su silencio expresivo y sus promesas de vida.
Vigilaban los guardias, y yo vigilaré; esperaban las mujeres y yo esperaré. Esperaré la aurora del día, cuando venga mi resurrección, y el vede cara a cara, y el abrazo estrecho y divino, de duración eterna.
¡Ven, Señor Jesús, ven! ¡Despunte ya la aurora de tu día! ¡Ven!

Silencio.

S.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
P. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.


15ª Estación: Jesús ha resucitado

La espera no fue en vano, ni la esperanza fallida.
Cristo resucitó glorioso y triunfante para nunca más morir. Porque se hizo obediente hasta la muerte de cruz, por eso el Padre lo glorificó. y como lo glorificó a él, nos glorificará a nosotros. Sepultados con él en la muerte, resucitaremos con él a la Vida Nueva. Y el dolor, la injusticia, la persecución y la muerte adquieren un nuevo sentido y una nueva dimensión.
Ya el nuevo día amanece. Se comienza a divisar el cielo nuevo y la nueva vida.
El Señor Jesús viene a nosotros.
Quiero ser un testigo de la resurrección. Soy miembro de un Cristo que resucita. En medio de todas las tempestades de la vida, he de ser parte del signo glorioso del Hijo de Hombre, que viene a consumar la salvación total. LIénanos, Señor, de esperanza y alegría.

Silencio:

S.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
P. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Por las intenciones de nuestro amadísimo Padre el Papa:

Padre nuestro ...
Dios te Salve, María ...
Gloria al Padre ...

 

EL SANTO ROSARIO DE LA VIRGEN

Compendio de nuestra religión,
Breviario de los fieles,
arma poderosa para atraer a los hijos del mal:
ha sido y será siempre la devoción del Santo Rosario.

El Papa insistentemente ha pedido su rezo,
la misma Virgen estuvo en Fátima para urgirlo.

Con devoción ferviente,
con la convicción propia del que conoce su importancia,
su grandeza, su eficacia,
sabiendo que vas a hablar un rato con tu Madre
reza, cada día, tu Santo Rosario.

No se trata de «forzar» a la Virgen
para que atienda nuestras súplicas
a fuerza de repetir el Avemaría;
sino intentar vivir, conducidos, por ella,
el Misterio de nuestra salvación.

Nuestra condición humana no nos permite profundizar
de una vez el designio de Dios sobre el mundo,
por eso necesitamos repetirnos constantemente
esas palabras.

Por la señal + de la santa Cruz
de nuestros + enemigos
líbranos, Señor, + Dios nuestro.

En el nombre del Padre + y del Hijo
y del Espíritu Santo.

Acto de contrición.

Misterios gozosos
(lunes y jueves)

La Encarnación del Hijo de Dios

«He aquí la esclava del Señor» (Lc. 1, 37).
Dios viene a nosotros. No obra solo y no nos deja obrar solos. No quiere salvarnos sin nuestra aceptación y colaboración.

Propósito: Tener respeto y preocupación por los más pobres.


La visita de María Santísima a su prima Santa Isabel

« Bienaventurada eres porque has creído» (Lc. 1, 45).
María e Isabel creyeron en la Palabra de Dios; por eso él obra grandes cosas en ellas.

Propósito: Interés y fe en la Palabra de Dios.


Jesús nace en Belén

« El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotras» Jn. 1, 14).
Dios cumple sus promesas. Su palabra no engaña. El Salvador prometido desde el principio se nos da en la pobreza. La fuerza de Dios no es la riqueza; es el amor.

Propósito: Descubrir a Jesús en el mundo de los hombres.


Presentación del Niño Jesús en el templo

«Llevaron al Niño a Jerusalén para presentado al Señor, como está escrito en la Ley» (Lc.
2, 22).
Jesús se somete a la ley de Moisés, todavía imperfecta y a la que él dará la plenitud.

Propósito: Obedecer a la Iglesia que, formada por hombres pecadores, expresa sin embargo la voluntad de Dios.


Jesús perdido y hallado en el templo

« Tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre» (Lc. 2, 49).
La voluntad de Dios a veces nos desorienta como desorientó a María y a José. Poco a poco, por la oración y la reflexión constantes, encontraremos nuestro gozo en ella.

Propósito: Silencio y oración cuando no comprendemos lo que Dios quiere de nosotros.

Letanías de la Virgen María.

Misterios dolorosos
(martes y viernes)

La agonía de Jesús en el huerto

« Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Mt. 26, 39).
Jesús encuentra en la oración la fuerza para soportar el peso del pecado, de la incomprensión y dureza de los hombres.

Propósito: Buscar siempre la voluntad de Dios, aunque nuestra debilidad oponga resistencia y busque pretextos para escabullirse de la misión confiada.


La flagelación de Jesús

« Por sus heridas hemos sido curados» (Is.
53, 5).
El pecado de los hombres se ensaña en Jesús.
El sufrimiento no perdona ni a culpables ni a inocentes. Misterio de un sufrimiento al que no escapa ni el Hijo de Dios.

Propósito: Devolver bien por mal.


La coronación de espinas

« Maltratado, no abría la boca» (Is. 53, 7).
Jesús guarda silencio bajo los golpes, los insultos, las burlas de los que tienen el poder en sus manos.

Propósito: Rezar y trabajar por la justicia y la paz.


Jesús lleva la Cruz hasta el Calvario

«Sin belleza, sin apariencia humana, hombre de dolores, despreciado y maltratado» (Is. 53, 2).
Jesús acepta sufrir por nosotros. No busca vengarse. Nos excusa diciendo: «Padre, perdón alos porque no saben lo que hacen ».

Propósito: Ofrecer bondad y sacrificios para vencer el mal.


Jesús muere en la Cruz

«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc. 23, 4).
Jesús comparte nuestra condición humana hasta en la muerte, pero no queda vencido en ella.

Propósito: No temer al dolor y a la muerte, estando unidos con Jesús.

Letanías de la Virgen María.

Misterios gloriosos
(domingo, miércoles, sabado)

La Resurrección de Jesús

«¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?» (Lc. 24, 5).
Jesús está vivo en medio de nosotros para comunicarnos su vida. La muerte no ha tenido dominio sobre él porque el amor es más fuerte que la muerte.

Propósito: Vivir el misterio de la muerte y resurrección de Jesús cada día.

La Ascensión de Jesús

«Ese Jesús que acaba de subir al cielo, regresará como se ha ido» (Hechos 1, 11).
Dios Padre ha glorificado a su Hijo Jesús y lo ha constituido Señor y centro del universo.

Propósito: Trabajar para que el universo entero encuentre su verdadera vida en Cristo, el Señor.

La venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles

«El Padre enviará al Espíritu de Verdad» (Jn. 14, 16).
El Espíritu Santo, presente en la Iglesia, nos lleva a la plenitud de la Verdad y de la Caridad.

Propósito: Dejarse conducir por la fuerza del Espíritu Santo; escucharlo en la oración.


La Asunción de la Virgen a los cielos

«Me llamarán bienaventurada todas las generaciones» (Lc. 1, 48).
María, Madre de Dios, ya está gozando en la plenitud de esa Vida eterna y divina que Dios nos ha prometido para el fin de los tiempos.

Propósito: Profundizar el misterio de nuestra propia resurrección.


María, Reina del universo

«El Señor derriba a los poderosos y eleva a los humildes » (Lc. 1, 52).
María, después de Jesús, es la creatura más perfecta del universo, porque no puso obstáculo a la obra que Dios quiso realizar en ella.

Propósito: Fidelidad constante a nuestra vocación de cristianos para que, por medio de nosotros, el universo cante la gloria de Dios.

 

LETANIAS DE LA VIRGEN MARIA

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.

Dios, Padre celestial,                        ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo Redentor del mundo, »
Dios, Espíritu Santo, »
Trinidad Santa, único Dios, »
Santa María,                                        ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes, »
Madre de Cristo, »
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre y Virgen,
Madre Santa,
Madre Inmaculada,
Madre digna de ser amada,
Madre digna de ser admirada,
Madre del Buen Consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Madre de la Iglesia,
Virgen Prudente,
Virgen digna de respeto,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen fuente de clemencia
Virgen fiel,
Ideal de Santidad,
Causa de nuestra alegría,
Templo del Espíritu Santo,
Honor de los pueblos,
Modelo de entrega a Dios,
Hermosa como las rosas de Jericó,
Fuerte como torre de David,
Hermosa como torre de marfil,
Casa resplandeciente,
Arca de la nueva alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los ángeles,
Reina de los patriarcas,
Reina de los profetas,
Reina de los apóstoles,
Reina de los mártires,
Reina de los que viven su fe,
Reina de los que se conservan puros
Reina de todos los santos,
Reina concebida sin pecado original
Reina llevada al cielo,
Reina del Santo Rosario,
Reina de la paz,

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

R. Amén.

Oremos.

Señor, ya que tu Hijo Unico nos mereció la salvación eterna por medio de su vida, su muerte y su resurrección, concédenos que, al meditar esos misterios, en el Rosario de la Virgen María, consigamos imitar lo que encierran y alcanzar lo que nos prometen.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

 

ACTO DE CONSAGRACION AL CORAZON INMACULADO DE MARIA

Reina del Santísimo Rosario, auxilio de los cristianos, refugio del género humano, vencedora en todas las batallas de Dios, suplicantes nos postramos ante vuestro trono, seguros de impetrar misericordia, y de recibir gracias y oportuna ayuda y defensa en las presentes calamidades, no por nuestros méritos, de los cuales no presumimos, sino únicamente por la inmensa bondad de vuestro materno Corazón.
A vos, a vuestro Corazón Inmaculado, en esta hora trágica de la historia humana nos confiamos y nos consagramos no sólo en unión con la santa Iglesia, cuerpo místico de vuestro Jesús, que sufre y sangra en tantas partes y que de tantas maneras es atribulado, sino también con todo el mundo, destrozado por feroces discordias, incendiado en una hoguera de odios, víctima de su propia iniquidad.
¡Os conmuevan tantas ruinas materiales y morales; tantos dolores, tantas angustias de padres y de madres, de esposas, de hermanos, de niños inocentes; tantas vidas tronchadas en flor;
tantos cuerpos lacerados en la horrenda carnicería; tantas almas torturadas y agonizantes, tantas en peligro de perderse eternamente!
¡Vos, oh madre de misericordia, impetradnos de Dios la paz; y ante todo, aquellas gracias que pueden en un instante convertir los corazones humanos, aquellas gracias que preparan, concilian y aseguran la paz! Reina de la paz, rogad por nosotros, y dad al mundo en guerra la paz por la que suspiran los pueblos, la paz en la verdad, en la justicia, en la caridad de Cristo.
Dadle la paz de las armas y la paz de las almas, para que en la tranquilidad del orden se dilate el reino de Dios.
Conceded vuestra protección a los infieles y a cuantos yacen aún en las sombras de la muerte; concepedles la paz y haced que surja para ellos el sol de la verdad y puedan juntamente con nosotros ante el único Salvador del mundo, repetir: Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad (Lc. 2, 14).
A los pueblos separados por el error o por la discordia, y especialmente a los que profesan por Vos singular devoción, y en los cuales no había casa donde no se tuviera en honor vuestra venerada imagen (hoy tal vez oculta y guardada para días mejores), dadles la paz y reconducidlos al único rebaño de Cristo, bajo el único y verdadero Pastor.
Obtened paz y libertad completa a la Iglesia santa de Dios: detened el diluvio desbordante del neopaganismo; fomentad en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la vida cristiana y el celo apostólico, a fin de que el pueblo de aquellos que sirven a Dios aumente en méritos y en número.
Finalmente, así como al Corazón de vuestro Jesús fueron consagrados la Iglesia y todo el género humano, para que poniendo en él toda la esperanza, fuese para ellos prenda y señal de victoria y salvación; así igualmente nosotros para siempre nos consagramos también a Vos, a vuestro Corazón Inmaculado, oh Madre nuestra y Reina del mundo, a fin de que vuestro amor
y patrocinio apresuren el triunfo del reinado de Dios, y todas las gentes, pacificadas entre sí y con Dios, os proclamen bienaventurada, y con Vos entonen de un confín a otro de la tierra el eterno Magnificat de gloria, de amor, de reconocimiento al Corazón de Jesús, en el cual solo puede encontrar la Verdad, la Vida y la Paz. Así sea.

 

INVOCACION A SAN JOSE
(S. S. León XIII)

A vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado José, y después de haber implorado el auxilio de vuestra santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio.
Por el afecto que os unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios; por el amor paternal que profesasteis al niño Jesús, os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que Jesucristo conquistó con su sangre, y que nos socorráis con vuestro poder en nuestras necesidades.
Proteged, prudentísimo custodio de la Divina Familia, al linaje escogido de Jesucristo; preservadnos, Padre amantísimo, de todo contagio de error y corrupción; sednos propicio. y, asistidnos desde el cielo, ¡oh poderosísimo Protector nuestro!, en el combate que, al presente, libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otra ocasión librasteis del peligro de la muerte al Niño Jesús, defended ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad. Amparad a cada uno de nosotros con vuestro perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo vuestros ejemplos y sostenidos con vuestros auxilios, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del Cielo. Amén. .

Indulgencia parcial.

(Enchir. Indulg., n. 6, p. 46)

 

ORACION DE PIO XII POR LA FAMILIA

Señor, Dios de bondad y de misericordia, que en el mundo del mal y del pecado ofreciste a la sociedad de los redimidos la Sagrada Familia de Nazaret como espejo purísimo de piedad, de justicia, de amor: vé cómo la familia es hoy por todas partes asechada y cómo todo conjura para profanada arrancándole la fe, la religión, las buenas costumbres.
Asiste, oh Señor, a la obra de tus manos. Protege en nuestros hogares las virtudes domésticas, garantía única de concordia y de paz.
Ven y suscita defensores para la familia. Suscita los apóstoles de los tiempos nuevos, que, en tu nomBre, con el mensaje de Jesucristo y con la santidad de vida llamen a la fidelidad a los padres, a la obediencia a los hijos, a la modestia a las jóvenes, a la estima y al amor por la casa por ti bendecida las mentes y los corazones de todos.
Restaurada en Jesucristo sobre los ejemplos del divino modelo de Nazaret, halle de nuevo la familia cristiana su faz; conviértase de nuevo en santuario todo nido doméstico; reenciéndase en cada hogar la llama de la fe, que lleva las adversidades con paciencia, la prosperidad con moderación, y lo compone todo en el orden y en la paz.
Bajo tu mirada paternal, oh Señor, y confiada a tu Providencia, bajo el auspicio del amoroso patrocinio de Jesús, María y José, la familia será asilo de virtudes, escuela de sabiduría. Será descanso en los afanes de la vida, testimonio de las promesas de Cristo. Rendirá gloria ante el mundo a ti, Padre, y a tu Hijo Jesús, hasta que llegue con todos sus miembros a cantar tus alabanzas en los siglos eternos. Así sea.

 

EL SANTO ROSARIO POR LOS DIFUNTOS

En el Santo Rosario tenemos la oportunidad de rezar con los labios y con el corazón por nuestro hermano muerto.
Pensando en lo que hizo el Señor a lo largo de su vida para salvamos, llenos de confianza pedimos a Dios, nuestro Padre, en compañía de la Virgen María que tenga misericordia « ahora y en la hora de su muerte ».
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Guía:

Pidamos perdón de nuestras culpas, purificando antes nuestras conciencias y nuestros corazones:
Pésame, Dios mío ...


Guía:

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.


Asamblea:

Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Misterios dolorosos

Primer misterio

En esta hora de dolor que vivimos, Jesús nos recuerda como él aceptó en el huerto de los olivos su dolorosa pasión y muerte.


Primera lectura

En aquel tiempo, cuando Jesús llegó con sus discípulos a una quinta llamada Getsemaní, les dijo: «Quedaos aquí mientras yo me alejo para orar». Y llevando con él a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, comenzó a entristecerse y a angustiarse. Entonces les dijo: «Mi alma desfallece de tristeza. Quedaos aquí velando conmigo». Y adelantándose un poco, cayó con el rostro en tierra, orando así: «Padre mío, si es posible, aleja de mí este cáliz, pero que no se cumpla mi voluntad, sino la tuya» (Mt. 26, 36-39).


Guía:

Mantengamos grabada en nuestra mente esta imagen de Jesús lleno de amargura, pero que con inmensa confianza en Dios, dice: «Padre, que no se cumpla mi voluntad, sino la tuya ».

Pidamos a Dios, por intercesión de la Virgen dolorosa, que nos ayude a estar siempre dispuestos a aceptar la voluntad de Dios por amarga que a veces nos parezca.

Padre nuestro, diez Ave Marías y Gloria al Padre.


Segundo misterio


Jesús es humillado y azotado cruelmente para merecer a través de la humillación y del dolor una vida de triunfo y felicidad eterna.


Segunda lectura

Al ver entonces que no se llegaba a nada, sino que al contrario, aumentaba la agitación, Pilato hizo traer agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo: « Yo no soy responsable de la sangre de este justo. Es asunto vuestro». y todo el pueblo respondió: «Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos». Entonces, Pilato puso en libertad a Barrabás, y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado (Mt. 27, 24-26).

Guía:

Pensemos que sólo mortificando, reprimiendo nues. tros malos deseos, resistiendo a las tentaciones, podremos ser auténticos seguidores de Cristo. Es lo que nos dice san Pablo en una de sus cartas: « Si padecemos con él, también con él viviremos, si sufrimos con él, con él reinaremos» (2 Tim. 2, 12). Pidamos a Dios que perdone la busqueda desordenada de placeres, de excesivas comodidades. Que él perdone también a nuestro hermano difunto las faltas cometidas.

Padre nuestro, diez Ave Marías y Gloria al Padre.


Tercer misterio


Jesús es coronado de espinas antes de ser coronado como Señor de la gloria.


Tercera lectura

Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron a toda la guardia alrededor de él. Entonces lo desvistieron y le pusieron un manto rojo. Luego, tejiendo una corona de espinas, la colocaron sobre su cabeza, pusieron una caña en su mano derecha y arrodillándose delante de él, se burlaban, diciendo: «Salud, rey de los judíos ». Y escupiéndolo, golpeaban su cabeza con la caña (Mt. 27, 27-30).

Guía:

Miremos un poco nuestra vida. Tal vez hemos dejado llenarse nuestra cabeza de pensamientos y deseos de envidia y odio, de sensualidad. Pidamos al Señor que nos perdone dichas faltas y que nos ayude a ponernos en la cabeza una vep dadera corona de mortificación. Sólo así seremos coronados de gloria en el cielo.

Padre nuestro, diez Ave Marías y Gloria al Padre.


Cuarto misterio


En estas tristes circunstancias que vivimos, contemplemos a Jesús que sube con la cruz a cuestas el Monte del Calvario. Invitándonos a seguir sus pasos a cada uno de nosotros nos dice: «Toma tu cruz y sígueme».


Cuarta lectura

Después de haberse burlado de él, le sacaron el manto, le pusieron de nuevo sus vestiduras y lo llevaron a crucificar. Al salir, se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón y lo obligaron a llevar la cruz (Mt. 27, 31-32).

Guía:

Rezando este misterio del rosario pensemos en todas las dificultades que a diario encontramos en nuestr.a familia, en nuestro barrio, en nuestro trabajo. Esa es la cruz de cada día que debemos llevar generosamente tras las huellas de Cristo. Pidamos al Señor que nos ayude a sobrellevar las dificultades de la vida presente. Que la cruz de cada día nos ayude a nosotros a merecer la gloria.

Padre nuestro, diez Ave Marías y Gloria al Padre.


Quinto misterio


Así como nuestro hermano difunto, así como todos los hombres, Jesús muere. Sin embargo, gracias a él su muerte y la muerte de todos aquellos que le siguen, se convierte en el camino que lleva a la gloria.


Quinta lectura

Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región. Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó: «Elí, Elí, lemá sabactaní », que significa: «Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?». Y entonces Jesús, clamando otra vez con voz potente, entregó su espíritu (Mt. 27, 45-50).

Guía:

Nuestra vida no es una sucesión de días que están encaminados irreparablemente a la muerte y a la nada. Nuestra vida cristiana es una marcha hacia la verdadera vida que hallaremos en Dios cuando él nos llame a su lado.

Pidamos a Dios que después de vivir cristianamente, podamos, en la hora de nuestra muerte decir como Cristo: « Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu ", y que podamos luego, como ahora lo deseamos a nuestro hermano difunto, ser recibidos por él en su reino.

Padre nuestro, diez Ave Marías y Gloria al Padre.

Para oraciones en la Casa del difunto, sígase el
Ritual de Celebración de las Exequias, preparado por la Comisión Episcopal de Culto, p. 843 ss.
Allí encontrarán lecturas bíblicas y Salmos a elección, oraciones según las circunstancias y numerosas oraciones.

 

RITUAL DE LAS PRINCIPALES BENDICIONES


Bendición del agua

Señor, Dios todopoderoso, que eres la fuente y el principio de la vida del cuerpo y del espíritu, dígnate bendecir + esta agua que vamos a utilizar con fe para implorar el perdón de nuestros pecados y para alcanzar la protección de tu gracia contra todas las enfermedades y asechanzas del enemigo.
Concédenos, Señor, por medio de tu misericordia, que el agua viva nos sirva siempre de salvación, para que podamos acercarnos a ti con un corazón limpio y evitemos todo mal de alma y cuerpo.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.


Bendición de una imagen

Mt. 5, 1-10 o Mt. 5, 13-16.

Salmo 1.


C.
Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
P. Que hizo el cielo y l.a tierra.
C. El Señor esté con vosotros.
P. y con tu espíritu.
C. Oremos.

Se hace un momento de oración silenciosa.

Dios todopoderoso y eterno, tú permites esculpir o pintar las imágenes de tus santos, a fin de que, al contempladas con nuestros ojos, meditemos y tratemos de imitar sus obras y sus virtudes. Por eso, te pedimos que bendigas + y santifiques esta imagen, hecha en honor y recuerdo de tu Hijo Unico, nuestro Señor Jesucristo (o de la santísima Virgen María, Madre de nuestro Señor Jesucristo, o del Apóstol san ..., o de san ..., o santa ...).

Te rogamos que a quienes procuren, delante de esta imagen, tributar culto y honrar a tu Hijo Unico (o a la santísima Virgen María, o a este Apóstol, o a este santo o santa), por sus méritos e intercesión, les concedas tu gracia en este mundo y la gloria eterna en la Vida futura.
Por (el mismo) Cristo nuestro Señor.

P. Amén.

El celebrante hace la aspersión con agua bendita.
Se recita el
Padre nuestro.


Bendición de las casas en el Tiempo Pascual

Lc. 19, 1-10 o Lc. l0, 38-42.

Salmo 126 o 127.


C.
Paz a esta casa.
P. Y a todos sus moradores.

El celebrante hace la aspersión con agua bendita.

He visto el agua que brota del lado derecho del Templo, aleluia, y todos aquéllos a quienes alcanzó esta agua, han sido salvados y dicen:
aleluia, aleluia.
Alabad al Señor, porque es bueno, porque su misericordia permanece para siempre. Gloria.
He visto el agua que brotada del lado derecho del Templo, aleluia, y todos aquéllos a quienes alcanzó esta agua, han sido salvados y dicen: aleluia, aleluia.

C. Muéstranos, Señor, tu misericordia, aleluia.
P. y danos tu Salvación, aleluia.

C. Señor, escucha mi oración.
P. Y llegue a ti mi clamor.

C. El Señor esté con vosotros.
P. y con tu espíritu.

C. Oremos.

Se hace un momento de oración silenciosa.

Escúchanos, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, tú, que al salir los israelitas de Egipto, preservaste del Angel exterminador las casas que estaban señaladas con la sangre del cordero, como una figura de nuestra Pascua, en la que se inmoló Cristo. Dígnate enviar desde el Cielo a tu santo Angel para que guarde. anime, proteja. asista y defienda a todos los que viven en esta casa.
Te lo pedimos por el mismo Cristo, nuestro Señor.

P. Amén.

Se recita el Padre nuestro.


Bendición de las casas fuera del Tiempo Pascual

I

Lc. 18, 1-10 o Lc. 10, 38-42.

Salmo 126 o 127.


C.
Paz a esta casa.
P. y a todos sus moradores.

El celebrante hace la aspersión con agua bendita.

Rocíame, Señor, y quedaré limpio; lávame y quedaré más blanco que la nieve.
Ten piedad de mí, Señor, según tu gran misericordia. Gloria.
Rocíame, Señor, y quedaré limpio; lávame y quedaré más blanco que la nieve.

C. Señor, escucha mi oración.
P. y llegue a ti mi clamor.

C. El Señor esté con vosotros.
P. y con tu espíritu.

C. Oremos.

Se hace un momento de oración silenciosa.

Escúchanos, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, y dígnate enviar desde el Cielo a tu santo Angel para que guarde, anime, proteja, asista y defienda a todos los que viven en esta casa.
Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.

P. Amén.

Se recita el Padre nuestro.

II

Lc. 18, 1-10 o Lc. 10, 38-42.

Salmo 126 o 127.


C.
Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
P. Que hizo el cielo y la tierra.

C. El Señor esté con vosotros.
P. y con tu espíritu.

C. Oremos.

Se hace un momento de oración silenciosa.

Dios, Padre todopoderoso, humildemente te pedimos por esta casa, por los que viven en ella y por sus cosas, para que te dignes bendecida, santificada y enriqueceda con toda clase de bienes. Concédeles, Señor, la abundancia del rocío celestial y el alimento que brota de la tierra fértil, y lleva misericordiosamente a término todos sus deseos. Bendice + y santifica esta casa por medio de nuestra entrada, como te dignaste bendecir la casa de Abraham, de Isaac y de Jacob, y que dentro de sus muros habiten los ángeles de tu luz y la protejan junto con sus moradores.
Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.

P. Amén.

El celebrante hace la aspersión con agua bendita.
Se recita el
Padre nuestro.


Bendición de una escuela

Lc. 18, 15-17 o Lc. 2, 41-52.

Salmo 118.


C.
Paz a esta casa.
P. y a todos sus moradores.

C. Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
P. Que hizo el cielo y la tierra.

C. El Señor esté con vosotros.
P. y con tu espíritu.

C. Oremos.

Se hace un momento de oración silenciosa.

Señor Jesucristo, que mandaste a tus Apóstoles invocar la paz sobre las casas donde entraran: te pedimos que por medio de nuestro ministerio, santifiques esta casa destinada a la educación de los niños. (o de los jóvenes). Derrama sobre esta escuela la abundancia de tu bendición + y de tu paz, para que descienda la salvación sobre estos niños (o jóvenes), como descendió sobre la casa de Zaqueo cuando tú entraste en ella. Llena a los maestros del Espíritu de ciencia, de sabiduría, y de tu santo temor, y protege a los alumnos con la gracia celestial, de manera que comprendan con la inteligencia lo que se les enseña para su provecho, y conservándolo en su corazón, lo practiquen con sus obras. Que todos los que pertenecen a esta escuela, te agraden con toda clase de virtudes, y así merezcan ser recibidos en la casa eterna del Cielo.
Lo pedimos por ti, Jesucristo, Señor del mundo, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

P. Amén.

El celebrante hace la aspersión con agua bendita.
Se recita el
Padre nuestro.


Bendición de todas las cosas

Mt. 6, 19-21 o Mt. 13, 44-45.

Salmo 15 o 148.


C.
Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
P. Que hizo el cielo y la tierra.

C. El Señor esté con vosotros.

P. Y con tu espíritu.

C. Oremos.

Se hace un momento de oración silenciosa.

Señor, que con tu Palabra santificas todas las cosas, derrama tu bendición + sobre este objeto, y por la invocación de tu santísimo Nombre, concede la salud del cuerpo y la protección del alma a todos aquéllos que, dándote gracias, hagan uso de él, de acuerdo con tu Ley y conforme a tu voluntad.
Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.

P. Amén.

El celebrante hace la aspersión con agua bendita.
Se recita el
Padre nuestro.


Bendición de una bandera
(para uso privado)

Cristo Jesús, en ti la Patria espera
(según las circunstancias)

C. Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
P. Que hizo el cielo y la tierra.

C. El Señor esté con vosotros.
P. y con tu espíritu.

C. Oremos.

Oh Señor Jesucristo, de quien la Iglesia es como un ejército ordenado, bendice + esta bandera, para que todos los que militan bajo su sombra, puedan verse libres de los enemigos visibles e invisibles, y luego de esta victoria merezcan triunfar en el cielo.
Señor Dios omnipotente: Te rogamos bendigas + esta bandera de nuestra Patria Argentina y que nos concedas la gracia de que al mirada, ella nos recuerde siempre que nuestro deber primordial como argentinos, es servir alegres y valientemente al bien común de nuestra familia argentina, en la unidad y en la paz que simboliza y representa.
Que vives y reinas por los siglos de los siglos.

P. Amén.

Rocía la bandera con agua bendita.

Recemos la Oración que nos enseñara Jesucristo nuestro Señor:

Padre nuestro ...


Bendición de un vehículo

Jn. 14, 1-8.

Salmo 120.


C.
Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
P. Que hizo el cielo y la tierra.

C. El Señor esté con vosotros.
P. y con tu espíritu.

C. Oremos.

Se hace un momento de oración silenciosa.

Señor, escucha con bondad nuestras súplicas, y bendice + este vehículo con tu santo poder. Confíalo a tus santos ángeles para que salven y defiendan de todos los peligros a cuantos van a viajar en él. Muéstrales el camino de la salvación, como otorgaste la fe y la gracia, por medio de tu servidor. Felipe, a aquel hombre que iba sentado en su vehículo y leía las palabras sagradas. Concédeles finalmente que, practicando siempre las buenas obras con la ayuda de tu gracia, después de todas las vicisitudes del camino de esta vida, merezcan conseguir los gozos eternos.
Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.

P. Amén.

El celebrante hace la aspersión con agua bendita.
Se recita el
Padre nuestro.


Bendición de las cosechas

Lc. 8, 4-15 o Jn. 15, 1-8.

Salmo 64.


C.
Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
P. Que hizo el cielo y la tierra.

C. El Señor esté con vosotros.
P. Y con tu espíritu.

C. Oremos.

Se hace un momento de oración silenciosa.

Dios todopoderoso, imploramos tu piedad, para que derrames el rocío de tu bendición + sobre estas primicias de la tierra, que has hecho crecer por la acción del aire y de la lluvia, y lleves estos frutos a su plena madurez. Ayuda a tu Pueblo para que siempre pueda darte gracias por tus beneficios, y llena con la abundancia de tus bienes el alma de aquéllos que esperan alimentarse con los productos de la tierra, de manera que el pobre y el hambriento alaben tu glorioso Nombre.
Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.

P. Amén.

El celebrante hace la aspersión con agua bendita.
Se recita el
Padre nuestro.


Bendición de un busto o de una placa

1 Cor. 13, 1-3 (Himno de la Caridad) o Col. 3. 12-15 (Exhortación a la caridad).

C.
Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
P. Que hizo el cielo y la tierra.

C. El Señor esté con vosotros.
P. y con tu espíritu.

C. Oremos.

Señor Dios todopoderoso: te rogamos bendigas esta placa (este busto), que recuerda a N.N. y concédenos la gracia de tener siempre presente que nuestro deber primordial como argentinos es servir gozosa y valerosamente al bien común de nuestra familia argentina, y así de este modo, sirviendo los altos intereses de la Patria de esta tierra, logremos llegar a la felicidad de la Patria eterna del cielo que tú prometiste a tus fieles servidores.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

P. Amén.

El celebrante hace la aspersión con agua bendita.

Como hijos de Dios, siguiendo las enseñanzas de Jesús, rezamos confiadamente:

Padre nuestro ...


Bendición de las velas
(en el día de san Blas, obispo y mártir)

C. Nuestra ayuda nos viene del Señor.
P. Que hizo el cielo y la tierra.

C. El Señor esté con vosotros.
P. y con tu espíritu.

C. Oremos.

Omnipotente y amabilísimo Dios, que creaste la diversidad de todas las cosas del mundo solamente para tu Hijo, y que quisiste que tu mismo Hijo se encarnara para la Redención. Tú, que eres grande e inmenso, digno de toda reverencia y alabanza, que haces cosas admirables; para confesar cuya fe el glorioso mártir y pontífice san Blas, no temiendo la diversidad de los tormentos, consiguió felizmente la palma del martirio: y que al mismo Santo, entre otras gracias, le diste esta prerrogativa: que por tu poder curara cualquier mal de la garganta; rogamos humildemente a tu Majestad, que no mires nuestras culpas, sino aplacado por los ruegos y méritos de san BIas, te dignes bendecir + y santificar por tu admirable piedad estas candelas, infundiéndoles tu gracia; a fin de que todos aquellos a quienes les fueran aplicadas por su buena fe, en su garganta, se vean libres de cualquier mal de la misma por los méritos de su pasión y alegres y sanos te rindan en la Iglesia acciones de gracias y alaben tu glorioso Nombre, que es bendito por los siglos de los siglos.
Por Jesucristo nuestro Señor.

P. Amén.

y se rocían con agua bendita.

Luego las aplica (sin encenderlas) a las gargantas de cada uno de los fieles mientras dice:


Que por la intercesión de san Blas, obispo y mártir, te libre Dios de todo mal de la garganta y de qua1quier otro mal. En el nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo.

R. Amén.


Bendición del pan

Salmo 22 (1-3): El Señor es mi Pastor.

Ev. de san Juan 6, 1-15 o de san Mateo 4, 1-4.


C.
Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
P. Que hizo el cielo y la tierra.

C. El Señor esté con vosotros.
P. y con tu espíritu.

C. Oremos.

Señor Jesucristo, pan de los Angeles, pan vivo de vida eterna, dígnate bendecir + este pan, así como bendijiste cinco panes en el desierto; para que cuantos gustaren de él, perciban la salud del cuerpo y del alma.
Que vives y reinas por los siglos de los siglos.

P. Amén.

o bien:

Te rogamos, Señor, quieras bendecir + este pan, para que sea salud del alma y del cuerpo y defensa contra todas las enfermedades y asechanzas del enemigo para cuantos lo temen.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, pan vivo bajado del cielo, que da vida y salud al mundo y contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

P. Amén.

El celebrante hace la aspersión con agua bendita.
Se recita el
Padre nuestro.


Bendición e imposición
del Escapulario de la Virgen del Carmen

El sacerdote con sobrepelliz y estola blanca, o por lo menos con estola, dice;

C.
Muéstranos, Señor, tu misericordia.
P. y danos tu salvación.

C. Señor, escucha mi oración.
P. y llegue a ti mi clamor.

C. El Señor esté con vosotros.
P. y con tu espíritu.

C. Oremos.

Señor nuestro Jesucristo, Salvador del género

 humano, + santifica este hábito que tu siervo(a) ha resuelto llevar por amor a ti y a tu santísima Madre, la Virgen María del Monte Carmelo. Que por la intercesión de esta misma Señora sea defendido(a) de los ataques del enemigo y persevere en tu gracia hasta la muerte.
Tú que vives y reinas, por los siglos de los siglos.

P. Amén.

Rocía con agua bendita los escapularios y al imponerlos dice a cada uno:

Recibe este hábito bendito, suplicándole a la santísima Virgen que por sus méritos puedas llevarlo sin mancha, te defienda de toda adyersidad y te conduzca a la Vida eterna.

P. Amén.

Terminada la imposición dice:

Yo, por el poder que me ha sido concedido, te hago partícipe de todos los bienes que, con la cooperación de la misericordia de Jesucristo nuestro Señor, propagan los religiosos del Monte Carmelo. En el nombre del Padre y del Hijo + y del Espíritu Santo.

P. Amén.