DEL GÉNESIS A LA LETRA


LIBRO VI


CAPITULO I

Si las palabras «y formó Dios al hombre, etc.» se entienden de la primera formación del hombre,
hecha en el día sexto, o de la última, hecha en la sucesión de los tiempos

1. Y formó Dios de la tierra al hombre que es polvo y sopló en el rostro de él soplo de vida, y fue hecho el hombre en alma viviente. Aquí lo primero que se ha de averiguar es si estas palabras son una recapitulación, de tal forma que ahora se nos diga de qué modo fuera hecho el hombre, el que leemos fue hecho en el día sexto. O si entonces verdaderamente, cuando Dios hizo al mismo tiempo todas las cosas, entre ellas también hizo al hombre en estado latente, como fue hecho el heno de la tierra antes de nacer; de suerte que habiendo sido ya hecho el hombre de otro modo en el secreto de la naturaleza, a la manera de todas aquellas cosas que creó al mismo tiempo cuando fue hecho el día, ahora llegado el tiempo se hiciera también en esta forma actual y visible con la que pasa la vida, buena o mala; así como el heno que fue hecho antes de aparecer sobre la tierra y llegado su tiempo con el riego de aquella fuente nació para vivir sobre la tierra.

2. Primero intentemos tomar esto en sentido de recapitulación. Ya que tal vez el hombre fue hecho en el día sexto, como fue hecho el mismo primer día, como fueron hechos el firmamento, la tierra y el mar. Porque no se ha de decir que estas cosas, habiendo sido hechas anteriormente, estuvieron ocultas en ciertos gérmenes, y después en el transcurso delostiempos hubieran aparecido como nacidas en esta forma con la que es fabricado el mundo, sino que desde el principio del tiempo, cuando fue hecho el día fue creado el mundo en cuyos elementos fueron creadas al mismo tiempo las cosas que habían de nacer después con el tiempo, ya fuesen árboles frutales o cualquiera clase de animales según su género. Porque ni se ha de creer que los mismos astros fueron creados y escondidos primeramente en los elementos del mundo, y después existieron y aparecieron con la sucesión de los tiempos con estas formas con que brillan en el cielo, sino que en aquel número senario y perfecto fueron creadas todas las cosas a la vez cuando fue hecho el día. Luego ¿acaso fue así creado el hombre en esta forma con la que en su naturaleza vive y ejecuta lo bueno o lo malo? ¿O fue creado en estado latente, como la hierba del campo antes de nacer, de tal modo que el haber sido hecho del polvo sería para él el nacer después en el correr de los tiempos?


CAPITULO II

Se investiga el mismo asunto del capítulo anterior basados en el contexto de la Escritura

3. Demos por bueno que el hombre fue formado en el mismo día sexto del limo de la tierra con esta forma excelente y visible, pero que entonces no se le conmemoró como ahora recapitulando lo hace, y veamos si la misma Escritura concuerda con lo que hemos expuesto nosotros, pues se escribió lo siguiente cuando aún se narraban las obras del día sexto: Y dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, y domine a los peces del mar, y a las aves del cielo, y a los animales todos, y a toda la tierra, y a lodos los reptiles que reptan sobre la tierra. E hizo Dios al hombre, a imagen de Dios le hizo, varón y mujer los hizo, y los bendijo Dios diciendo: creced y multiplicaos y llenad la tierra, y dominadla, y tened potestad sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo, y sobre todas las bestias, y sobre toda la tierra, y sobre lodos los reptiles que reptan sobre la tierra1. Luego ya había sido formado del limo de la tierra y ya también había sido formada la mujer del costado de él, estando él durmiendo, mas esto entonces no fue relatado, y ahora lo recapitula. Porque tampoco en el sexto día fue hecho el varón, y después en la sucesión del tiempo fue hecha la mujer, pues dice: hizo al hombre, varón y mujer los hizo, y los bendijo. Luego ¿de qué modo, colocado ya el hombre en el paraíso, fue hecha la mujer para él? ¿O es que entonces la Escritura pasó por alto esta formación y ahora la indica al resumir? Porque no hay que olvidar que en el sexto día también fue plantado el paraíso y en él fue colocado el hombre y entregado a un sueño profundo a fin de que Eva fuese formada, y una vez que hubo sido formada despertó y le impuso el nombre. Pero esto no pudo hacerse a no ser en espacios de tiempos. Luego no han sido hechas estas cosas, así como fueron creadas todas al mismo tiempo.


CAPITULO III

Se trata la misma cuestión a base de otros testimonios de la sagrada Escritura

4. Por más que piense el hombre en la gran facilidad con que Dios hizo estas cosas al mismo tiempo con las otras, sin embargo, conocemos el lenguaje del hombre, y a no ser por pequeños intervalos de tiempo vemos que no puede emitir la voz. Luego cuando oímos las palabras del hombre, ya sea al imponer el nombre a los animales o a la mujer, o también cuando a continuación dijo: Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán dos en una carne2, con cualquiera clase de sílabas que estas palabras sonaren, no podrán pronunciarse al mismo tiempo dos sílabas en una misma palabra. Luego ¿cuánto menos habrán podido ser hechas al mismo tiempo todas estas cosas, con aquellas que fueron hechas simultáneamente? Y, por lo tanto, o todas aquellas cosas no fueron hechas a la vez desde el mismo principio del siglo, sino durante períodos o intervalos de tiempo, y el día aquel primeramente creado no fue creado en sustancia espiritual sino corporal, y no sé de qué modo se hacía la mañana y la tarde, si por un movimiento circular de la luz o por la emisión y contracción de ella; o bien si habiendo considerado todas las cosas que anteriormente hemos expuesto nos persuade una fundamentada razón, que aquel día espiritual creado primeramente y de modo sublime era cierta luz de sabiduría, al que se llamó día, cuya presencia se produciría seis veces en la creación de las cosas por un conocimiento ordenado. A esta sentencia se adaptan las palabras de la Escritura, la que más adelante dice: Cuando fue hecho el día hizo Dios el cielo y la tierra, y todo lo verde del campo antes de que apareciese sobre la tierra, y todo el heno del campo antes de nacer3; asimismo se corrobora por lo que en otro lugar de la misma Escritura se estampa: el que vive eternamente creó al mismo tiempo todas las cosas4. Luego no hay duda que el haber sido hecho el hombre del légamo de la tierra y el haber sido formada la esposa del costado de él para él, no pertenece a la creación en la que todas las cosas fueron creadas al mismo tiempo de las cuales descansó Dios una vez terminadas, sino que pertenece a aquella obra que ejecuta después en el desenvolvimiento del tiempo, por la que hasta el presente trabaja.

5. A esto hay que añadir que también las mismas palabras con las que se narra el modo cómo Dios plantó el paraíso y colocó en él al hombre que había hecho y le presentó los animales para que les diera nombre apropiado, no habiendo todavía entre ellos ayuda alguna semejante a él y para él, por lo que entonces formó a la mujer de una costilla extraída de su costado, nos amonestan suficientemente que no pertenecen a aquella operación de Dios de la que descansó en el séptimo día, sino más bien a esta mediante la cual trabaja hasta ahora en el correr de los tiempos. Porque cuando se plantaba el paraíso, así se describe: Y plantó Dios el paraíso en el Edén (lugar de delicias) hacia el oriente, y colocó Dios allí al hombre que había formado, y sacó Dios aún de la tierra todo árbol hermoso a la vista y bueno para servir de alimento5.


CAPITULO IV

Prosigue la explicación de los versículos 8 y 9 del capítulo segundo del Génesis

Luego cuando dice la historia santa: y sacó Dios aún de la tierra todo árbol hermoso a la vista, abiertamente declara que ahora hizo brotar de la tierra los árboles de una manera, y de otra distinta entonces, cuando en el tercer día produjo latierra hierba alimenticia que llevaba semilla según su especie, y árbol frutal según su propio género. Porque hizo brotar todavía, quiere decir que sobre lo que había producido produjo esto. Entonces, ciertamente potencial y causalmente en la obra que pertenece a la creación simultánea de todas las cosas, de las que terminadas descansó el séptimo día; y ahora también, visiblemente en la obra que pertenece a la sucesión de los tiempos conforme sigue obrando hasta el presente.

6. A no ser que alguno dijere que no fue creado todo género de árboles en el día tercero, sino que se dejó alguno para ser creado en el sexo, cuando fue hecho el hombre y colocado en el paraíso. Pero claramente dice la Escritura las cosas que fueron creadas en el día sexto, a saber: el alma viviente de cuadrúpedos, reptiles y bestias, cada una según su género propio, y el mismo hombre varón y mujer, a imagen de Dios. Por lo tanto, pudo la historia pasar por alto el modo cómo fue hecho el hombre, del que, sin embargo, cuenta que fue hecho en el mismo día sexto, de forma que recapitulando después insinuará además de qué modo fue hecho, es decir, del polvo de la tierra, y la mujer del costado de él. No se dejó de narrar género alguno de criaturas en aquello que se dijo hágase, o hagamos, o en lo que dice, así fue hecho, o hizo Dios. De otro modo en vano fueron tan diligentemente designadas todas las cosas a cada uno de los días, si podemos admitir sospecha alguna de haberse mezclado los seres en los días, de tal suerte que escribiéndose que en el día tercero fueron creados los árboles y la hierba, no obstante creamos que hayan sido creados algunos árboles en el día sexto, cuando la Escritura no habla de ellos en ese día.


CAPITULO V

Sobre el mismo tema anterior

7. Por último; ¿qué cosa diremos sobre las bestias del campo y las aves del cielo, las que presentó Dios a Adán para que viera qué nombre les había de dar?, porque así está escrito: Y dijo el Señor Dios: no es bueno que el hombre esté solo, hagámosle una ayuda semejante a él, y formó Dios aún de la tierra todas las bestias del campo y todas las aves del cielo, y las presentó a Adán para que viera cómo había de llamarlas, y todo nombre que impuso Adán al alma viviente, éste es su nombre propio, y llamó Adán con nombres a todos los animales y a todas las aves del cielo y a todas las bestias del campo. Mas para Adán no se encontró entre los vivientes ayuda semejante a él. E infundió Dios un sopor en la mente de Adán y se durmió; y tomó Dios una de las costillas de Adán, y llenó de carne aquel lugar, y formó el Señor Dios la mujer de la costilla que había tomado de Adán6. Por consiguiente, si hizo Dios para el hombre una ayuda semejante a él, formándola de una costilla de su pecho, porque entre los animales y bestias del campo y entre las aves del cielo no había encontrado ayuda alguna semejante al hombre, y esto se hizo cuando aún formaba de la tierra aquellas bestias del campo y aves del cielo y las presentaba a él, ¿de qué modo puede entenderse que esto fue hecho en el día sexto, ya que en aquel día sexto produjo la tierra alma viviente según el mandato de Dios, y las aguas igualmente al imperio de la voz de Dios produjeron las aves en el día quinto? Ciertamente, no se dijera aquí y formó Dios aún de la tierra todas las bestias del campo y todas las aves del cielo, a no ser porque hubiera ya producido la tierra las bestias del campo en el día sexto, y el agua todas las aves del cielo en el día quinto. Luego de un modo formó entonces, es decir, potencial y causalmente, como convenía a aquella operación por la que creó todas las cosas al mismo tiempo, de las cuales descansó el séptimo día; y de otro distinto ahora, como vemos las cosas que crea en el decurso del tiempo, conforme al trabajo que hasta ahora ejecuta. Por lo tanto, Eva fue hecha del costado de su varón en estos días conocidísimos de luz corporal que se hacen por el curso del sol. Porque entonces aún formó Dios de la tierra bestias y aves, entre las cuales, como no hubiera encontrado Adán ayuda semejante a él, fue formada Eva. En tales días también formó Dios al hombre del limo de la tierra.

8. Tampoco se ha de decir que el varón fue formado en el día sexto y la mujer en los días posteriores, cuando en aquel mismo día sexto clarísimamente se dijo: Varón y mujer los hizo, y los bendijo, y todo lo demás que se dice de ambos y para ambos. Luego de una manera fueron creados entonces los dos y de otra distinta ahora los dos, a saber: entonces, como en potencia, incrustada seminalmente en el mundo por la palabra de Dios, cuando creó todas las cosas al mismo tiempo y de las cuales descansó el séptimo día, de las que se hicieron todas las cosas más tarde cada una en su propio tiempo y en el orden del transcurso del siglo; y ahora, según la eficacia que había de prestarse a los tiempos, con la que ahora trabaja, y según ya convenía, llegado su tiempo, ser creados, Adán del limo de la tierra y su mujer del costado de su varón.


CAPITULO VI

San Agustín explica con claridad su sentencia para que no se entienda malamente

9. En la distribución de las obras de Dios que pertenecen parte a los días aquellos invisibles, en los cuales creó todas las cosas al mismo tiempo, y parte a estos días siguientes y actuales, en los que se opera cotidianamente todo lo que se desenvuelve en el tiempo procedente de aquéllas como primordiales velos, si no hemos seguido inadecuada y absurdamente las palabras de la divina Escritura que nos llevaron a distinguir estas cosas, se ha de evitar el creer que yo digo o pienso en alguna circunstancia, por causa de la difícil percepción de las mismas cosas, las que los más tardos de ingenio no pueden llegar a percibir, algo distinto de lo que en realidad siento. Pues aunque en los anteriores razonamientos haya preparado al lector cuanto pude, sin embargo, juzgo que muchos andarán a obscuras en estos lugares y, por lo tanto, juzgarán que de tal modo existió el hombre primeramente en aquella obra de Dios, en la que se crearon todas las cosas al mismo tiempo, que tuviera ya entonces algún rastro de vida; de manera que el habla de Dios dirigida a él cuando dijo: He aquí que os he dado a vosotros para comer toda clase de alimento seminal, pudiera ser discernida, entendida y creída. Sepa, pues, el que tal cosa juzgue que yo no entendí ni dije tal cosa.

10. Pero si yo dijese de nuevo, como lo he dicho, que no existió el hombre de tal modo en aquella primera creación en la que creó Dios todas las cosas al mismo tiempo, como existe no sólo en la edad perfecta, pero ni siquiera como infante, y no sólo como infante pero ni como feto en el vientre de su madre, es más ni tan sólo esto, pero ni como semen visible del hombre, tal vez pensara que entonces no existió en absoluto. Vuelva, pues, a tomar en sus manos la santa Escritura y encontrará que el hombre fue hecho en el sexto día a imagen de Dios, creados también varón y mujer. Asimismo investigue de nuevo cuándo fue hecha la mujer y encontrará que tuvo lugar fuera de aquellos seis días. Pues entonces fue hecha cuando Dios formó aún de la tierra bestias del campo y aves del cielo; mas no cuando las aguas produjeron las aves y la tierra produjo ánima viva entre la cual se encuentran las bestias. Entonces también fue hecho el hombre varón y mujer, luego entonces y después. Porque no creamos que fue hecho entonces y después no; o después sí y entonces no; ni otros hombres distintos después, sino los mismos e idénticos; de un modo entonces y de otro después. Me preguntará de qué modo, y le responderé, después visiblemente como nos es conocida a nosotros la constitución de la especie humana, mas sin haber sido engendrados de padres, sino formados él del limo y ella del costado de él. Me preguntará cómo entonces, y le diré, entonces, invisible, potencial, causalmente, como son hechos los futuros todavía no hechos.

11. Quizá aún no lo entienda. Quite al hombre todas las cosas que de él conoce por los sentidos, aun hasta la misma noción de corpulencia seminal, porque ni tal cosa era ya el hombre cuando era hecho en aquella primera creación de los seis días. Sin embargo, existe no pequeña relación de semejanza entre las semillas y esta creación, porque aquellas cosas que han de ser futuras en los seres están ya incluidas en ellas y, por lo tanto, antes de todas las semillas visibles existen aquellas causas. ¿Pero aún no entiende? Qué le haré, si no es amonestarle saludablemente cuanto puedo, que crea a la Escritura de Dios que dice que entonces fue hecho el hombre, cuando Dios, hecho el día, hizo el cielo y la tierra; sobre lo cual la misma Escritura dice en otro lugar: el que vive eternamente creó todas las cosas a la vez7. Y después, cuando no crea ya al mismo tiempo, sino cada cosa en su propio tiempo, formó al hombre del limo de la tierra y a la mujer de los huesos del varón, porque no nos permite la Escritura entender que los hizo de esta forma el día sexto, y que también no los hizo el día sexto.


CAPITULO VII

No puede decirse que las almas fueron creadas antes que los cuerpos

12. ¿Luego tal vez las almas de ellos fueron creadas en el día sexto, puesto que rectamente se entiende que la imagen de Dios se halla en el espíritu de la mente de ellos, y sus cuerpos se formaron después? Pero esto no lo permite creer la divina Escritura. Primero, porque no veo cómo podría entenderse la terminación de las obras si en la creación causal faltó algo entonces, lo cual se formaría visiblemente después. Segundo, porque el mismo sexo masculino y femenino no puede darse, a no ser en los cuerpos. Lo cual si alguno juzgare que debe tomarse como si ambos sexos se hallaran en una misma alma, siendo el entendimiento y la acción; ¿qué hará de las cosas que en el mismo día entregó Dios para alimento del hombre, como son los frutos de los árboles, los que ciertamente no son apropiados sino para el hombre que tiene cuerpo? Si alguno quisiera entender figuradamente este alimento se apartaría del sentido literal de las obras hechas, el que desde un principio dijimos que debía seguirse con todo rigor en la exposición de esta narración.


CAPITULO VIII

Dificultad sobre la voz de Dios dirigida al hombre en el día sexto

13. Luego ¿de qué modo, dirá alguno, hablaba Dios a los que aún no podían oírle ni entenderle puesto que no existían en forma que pudieran percibir las palabras? Les podré responder que Dios les habló del mismo modo que Cristo nos hablaba a nosotros sin haber nacido, es más, que habíamos de existir mucho después; y no solamente a nosotros, sino también a todos aquellos que han de venir después de nosotros, puesto que a todos los que veía que habían de ser más tarde suyos les decía: He aquí que yo estoy con vosotros hasta la consumación de los siglos8. Del mismo modo también que Dios conocía al profeta a quien dijo: antes de que te formara en el vientre te conocí9; y cómo pagó diezmo Leví estando todavía en las entrañas de Abraham10. ¿Por qué, pues, no pudo estar de la misma manera Abraham en Adán, y Adán en las primeras obras del mundo, las que fueron creadas todas ellas al mismo tiempo por Dios? Pero no olvidemos que las palabras del Señor fueron proferidas por su boca de carne, y las de Dios por las bocas de los profetas con voz corpórea en el tiempo, y en todas estas sílabas se necesitan y gastan adecuados intervalos de tiempo. Mas cuando Dios decía: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, y tenga potestad sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo y sobre todos los animales y sobre toda la tierra y sobre todos los reptiles que reptan sobre la tierra; y añadía: Creced y multiplicaos y llenad la tierra y dominadla, y dominad a los peces del mar, y a las aves del cielo y a todos los animales y a toda la tierra y a todos los reptiles que se arrastran sobre la tierra; y He aquí que os di a vosotros toda clase de alimento seminal que siembra semilla que está sobre la tierra, y todo árbol frutal que tiene en sí fruto de semilla seminal, el cual será para vuestro alimento11, resonaba este discurso de Dios antes de todo sonido de aire, y antes de toda voz de carne y de nube, en aquella divina Sabiduría por la que fueron hechas todas los cosas, no como dirigiéndose a oídos humanos, sino introduciendo en las cosas que hacía las causas de las cosas que habían de hacerse. Y así hacía con su omnipotente poder las cosas futuras, y al hombre que había de formarse en su tiempo le creaba como en el germen o en la raíz de los tiempos, cuando el que es antes de los siglos creados creaba las cosas con las que comenzaban los siglos. Ciertamente unas creaturas preceden a otras; unas en tiempo, otras en causa, mas aquel que hizo todas las cosas no sólo precede por la excelencia, por la que es también Creador de las causas, sino por su eternidad. Pero acerca de esto tal vez más tarde, en lugares más oportunos de la Escritura, hablaremos más ampliamente.


CAPITULO IX

Cómo fue Jeremías conocido por Dios antes de ser formado

14. Lo que comenzamos a disertar del hombre, lo terminemos observando aquel dictamen de prudencia que, al investigar el profundo sentido de la Escritura, más bien pongamos de nuestra parte toda la diligencia posible para buscar su propio sentido, que afirmemos con temeridad. No es lícito dudar que Dios conocía a Jeremías antes de que le formara en el vientre de su madre, puesto que clarísimamente lo dice: Antes de formarle en el vientre le conocí. Allí, pues, le conoció antes de formarle, y si es difícil o imposible de comprenderlo a causa de nuestra menguada inteligencia, preguntemos: ¿Acaso le conoció en algunas causas cercanas, como conoció a Leví pagando diezmo en los lomos de su padre Abraham, o en el mismo Adán en quien fue creado el género humano como en forma radical? Y si en Adán, ¿tal vez cuando fue formado del limo o cuando fue hecho causalmente entre aquellas obras que creó todas al mismo tiempo? ¿O más bien antes de haber existido creatura alguna, como eligió y predestinó a sus santos antes de la creación del mundo12? ¿O, por fin, en todas las causas precedentes, tanto la que cité como las que callé, antes de que se formara en el vientre? Pienso que no conviene indagar más minuciosamente este asunto, cuando consta que Jeremías desde el momento que palpó la luz de este mundo llevó vida propia, por la cual creciendo en el transcurso del tiempo pudo vivir bien o mal; mas antes de este instante no pudo vivir así, no sólo antes de ser formado en el vientre de su madre, pero ni aun después de ser formado en él, antes de que naciese. Porque no tiene resquicio ninguno aquella sentencia apostólica sobre los hijos gemelos de Rebeca, los cuales estando en el vientre de ella, como dice el Apóstol, ni bien ni mal habían obrado13.

15. Sin embargo, no en vano se ha escrito que ni el niño de un día de vida en la tierra está limpio de pecado14, y aquello del salmo: he sido concebido en iniquidad y en pecado me alimentó en su vientre mi madre15, y que todos morirán en Adán porque en él todos pecaron16. Pero tengamos por evidente que cualesquiera clase de méritos que se traspasen de los padres a la prole, o cualquiera gracia de Dios por la que santifique a un hombre antes de nacer, ni es iniquidad ante Dios, ni tampoco es cosa que obra alguien de bien o de mal que pertenezca a la propia persona antes de nacer. Aquella opinión por la que no pocos juzgan que en alguna ocasión, pecaron más o menos las almas, y por los méritos de diversos pecados fueron impelidas a habitar cuerpos distintos, se opone a la sentencia apostólica, ya que dice clarísimamente que los no nacidos nada obraron digno del bien o de mal.

16. De aquí nace una cuestión que debe ser tratada en otro lugar: sobre qué ha de decirse acerca del pecado de nuestros primeros padres, los cuales siendo dos únicamente, no obstante todo el género humano contrajo la culpa. Sin embargo, no existe cuestión de que el hombre no ha podido tener alguna clase de méritos antes de que fuera formado del polvo de la tierra y antes de que viviera su propia vida. Porque así como de Esaú y Jacob, de los que, aún no habiendo nacido, dijo el Apóstol que nada hicieron de bueno o de malo17, no podríamos decir que arrastraron algún mérito de los padres dado que ni los mismos padres hubieran hecho algo de bien o de mal, así tampoco hubiera pecado el género humano en Adán, si el mismo Adán no hubiera pecado; y Adán no hubiera pecado a no ser que viviera su propia vida, en la cual podía vivir bien o mal. Así, pues, en vano se busca el pecado, o el acto bueno en él, cuando solamente había sido creado causalmente entre todas las cosas creadas al mismo tiempo, pues ni vivía vida propia ni estaba incluido en padres que vivían con su propia vida. Pues en aquella primera creación del mundo en la que creó Dios todas las cosas a la vez, fue hecho el hombre para que fuese más tarde; entonces sí hizo la razón por la que había de ser creado, no el acto de ser creado.


CAPITULO X

Varios modos que tienen de ser las cosas que existen

17. De un modo están, pues, los seres en el Verbo de Dios, en el que no son hechos, sino eternos. De otro en los elementos del mundo, en los cuales todas las cosas creadas al mismo tiempo están como seres futuros. De otro en las cosas que según las causas creadas simultáneamente, no se crean ya a la vez, sino que cada uno aparece en su propio tiempo, entre los cuales se encuentra Adán, ya formado del limo de la tierra y animado por el soplo de Dios, así como nació el heno. De otro en las semillas en las que de nuevo vienen como a repetirse las causas primordiales originadas de las cosas que existieron según las causas que creó Dios primeramente, como la hierba provino de la tierra y la semilla de la hierba. En todas estas cosas los seres ya hechos recibieron los impulsos y medidas que tendrían en su tiempo, los que aparecieron en formas y naturalezas visibles, procediendo de las ocultas e invisibles razones que están latentes causalmente en la naturaleza; así es como apareció la hierba sobre la tierra y fue hecho el hombre en alma viviente, y así fueron creados los restantes seres, fueran vegetales o animales, perteneciendo a la operación de Dios por la que hasta el presente obra. Mas estos seres también se llevan, como de nuevo, invisiblemente a sí mismos en cierta oculta virtud generativa, la que extrajeron de aquellos primordiales gérmenes de sus causas, en los que estaban incrustadas, al ser creado el mundo cuando fue hecho el día, antes de aparecer en la forma determinada de su propio género.


CAPITULO XI

Cómo las obras de los seis días estaban a la vez terminadas e incoadas

18. Si, pues, aquellas primeras obras de Dios al crearlas simultáneamente no hubieran sido perfectas como lo exige su modo de ser, sin duda después se les agregarían las perfecciones que les faltaban para su perfección; de tal modo que la perfección de toda la creación constaría como de dos medias partes, siendo partes de un todo único, con cuya reunión de partes se completaría el todo de quien eran partes. Mas, por el contrario, si aquellos seres hubieran sido de tal modo perfectos como se perfeccionan cuando cada uno aparece en sus tiempos con formas y estados manifiestos, es evidente o que nada se haría procedente de ellos después en el tiempo, o que se haría lo que Dios no cesa de producir de estas cosas, es decir, que nazcan llegado su tiempo. Ahora, pues, ya en cierto modo están terminadas, y en otro incoadas, las mismas cosas que han de evolucionar en los tiempos siguientes, las que fueron creadas por Dios al mismo tiempo al hacer el mundo. Terminadas, porque ciertamente ellas no tienen en sus propias naturalezas, con las que transcurren los cursos de sus tiempos, nada que no haya sido hecho causalmente en ellas. Incoadas, porque eran como ciertas semillas de los seres futuros que habían de aparecer en sus convenientes lugares en el decurso del tiempo saliendo del estado latente al manifiesto. Si alguno está atento a las palabras de la divina Escritura, clarísimamente verá que nos advierte esto mismo, porque nos dice: terminó e incoó estas cosas. Si no las hubiera terminado no hubiera dicho: y se terminaron el cielo y la tierra y el ornato de ellos, y terminó Dios en el día sexto las obras suyas que hizo, y descansó en el día séptimo de todas las obras que hizo, y bendijo Dios el séptimo día y le santificó. Y a no ser que las hubiera incoado, no seguiría la Escritura diciendo que en aquel día descansó de todas sus obras que incoó Dios para hacerlas.

19. Mas si alguno preguntare de qué modo terminó y cómo incoó, porque no terminó unos seres e incoó otros, sino los mismos de los que descansó el séptimo día, como aparece claramente por lo que arriba dijimos sobre estas cosas, le diré que entendemos que Dios terminó estas cosas cuando al crear todas las cosas a la vez, de tal modo las creó perfectas, que en adelante nada nuevo decía ser creado por El en la sucesión de los tiempos, que no lo hubiera creado en esta primera creación en el orden de las causas. Y las incoó porque lo que aquí prefijaba en las causas, después lo cumplía en la hechura. Por lo tanto, después formó Dios al hombre, que es polvo de la tierra o limo de la tierra; e inspiró o sopló en su faz espíritu de vida, y fue hecho hombre en alma viva. No fue entonces predestinado, porque esto ya lo había sido antes del tiempo, en la presciencia del Creador, ni tampoco fue entonces causalmente, o terminadamente incoado o incoadamente terminado, porque esto tuvo lugar desde el comienzo del tiempo en las razones causales, cuando se creaban a un mismo tiempo todas los cosas, sino que fue creado en su propio tiempo, visiblemente en el cuerpo e invisiblemente en el alma, constando de cuerpo y alma.


CAPITULO XII

¿Creó Dios el cuerpo humano de un modo especial?

20. Veamos, pues, ya de qué modo hizo Dios al hombre. Y en primer lugar hablaremos del cuerpo hecho de la tierra, y después, si algo podemos, trataremos del alma. Pensamiento demasiado pueril es creer que Dios formara al hombre con manos corporales, de tal modo que si esto lo dijere la divina Escritura deberíamos creer más bien que el escritor usó el sentido traslaticio, que Dios está dotado de tales rasgos de miembros cuales vemos en nuestros cuerpos. Es cierto que dijo: Tu mano destruyó las gentes18, y Sacaste a tu pueblo con mano fuerte y poderoso brazo19, pero ¿quién será tan mentecato que no entienda que estos nombres de miembros corporales se escribieron indicando el poder y la virtud de Dios?

21. Ni hemos de prestar oídos a lo que muchos dicen, que la principal obra de Dios es el hombre, por la simple razón de que a las demás obras de la creación les dijo háganse y fueron hechas, mas al hombre El mismo le hizo. Yo les diré que más bien es la obra principal de Dios porque le hizo a su imagen. Pues aquellas palabras que dice la Escritura, dijo Dios y fueron hechas, se escribieron de ese modo para indicar que por medio del Verbo fueron hechas20. El hombre puede hablar a otro hombre con palabras que temporalmente se piensan y se profieren por la boca; mas Dios no habla así a los hombres, sino por medio de una creatura corporal, como habló a Abraham y a Moisés o como habló por medio de la nube acerca de su Hijo. Pero antes de hacer la creatura se habló por aquel Verbo que era en el principio Dios en Dios. Y como todas las cosas fueron hechas por El y sin El nada fue hecho21, así, pues, sin lugar a duda también por El fue hecho el hombre. Ciertamente que hizo el cielo por medio de palabra, puesto que está escrito: El lo dijo y fue hecho; sin embargo, también se escribió: Y obras de tus manos son los cielos22; y asimismo, de esta parte ínfima y como profundo abismo del mundo se escribió: Porque de él es el mar y El lo hizo, y la tierra se formó por medio de sus manos23. Luego no se juzgue como honor prestado al hombre el haber sido formado éste por Dios, en tanto que los otros seres fueron hechos diciendo Dios háganse, como si el hombre hubiera sido hecho por las manos de Dios y los otros seres por la palabra de El. Sólo en esto es más excelente el hombre, en haberle hecho a imagen y semejanza de El, puesto que le dotó de alma intelectual, por la que aventaja a los anímales, conforme se dijo anteriormente. Mas si puesto en tal honor, no usa de su inteligencia para obrar el bien, entonces es comparado a los animales a quienes se antepone por su naturaleza. Efectivamente, así está escrito: El hombre colocado en honor, que no comprendió las maravillas de Dios, es comparado a los animales fallos de razón, y se hace semejante a ellos24, porque Dios hizo también a los animales, pero no los hizo a imagen suya.

22. No se ha decir, pues, que Dios mismo hizo al hombre, pero a los animales únicamente lo mandó y se hicieron, ya que al hombre y a los animales los hizo por medio de su Verbo, por quien fueron hechas todas las cosas25. Mas como el mismo Verbo es también la Sabiduría y la Virtud de Dios, por eso se llama también mano de El, no a un miembro visible, sino a la potencia de su obrar. La misma Escritura, la cual dice que Dios formó al hombre del limo de la tierra, ella misma dice también que Dios formó de la tierra las bestias del campo, cuando se las presentó a Adán junto con las aves del cielo para que viera qué nombres había de imponerles. Así, está escrito: Y formó Dios todavía de la tierra todas las bestias26. Luego si Dios formó de la tierra a las bestias y al hombre, ¿qué cosa tiene el hombre de más excelente en este caso, sino es el haber sido creado a imagen de Dios? Pero esta imagen no la tiene en cuanto al cuerpo sino en cuanto al alma, de la cual hablaremos después. En cuanto al cuerpo tiene también cierta propiedad que puede ser indicio de alguna excelencia sobre las bestias, como es el haber sido hecho en forma recta y erguida, con el fin de avisarle por esto que no debe ir en pos de las cosas terrenas como las bestias, cuyos deleites son todos terrenos, por lo que todas se hallan inclinadas y con el vientre hacia la tierra. Luego también su cuerpo se acomoda a su alma racional, no en cuanto a las formas y figuras, sino más bien en cuanto a la posición recta y dirigida hacia el cielo, apropiada para contemplar las cosas que aún en lo corporal del mismo mundo son más excelentes, así como también el alma racional debe elevarse hacia lo que sobresale más en la naturaleza espiritual a fin de saborear las cosas que se hallan arriba y no las que se encuentran en la tierra27.


CAPITULO XIII

¿En qué edad o estatura fue creado Adán?

23. Pero ¿cómo hizo Dios al hombre del limo de la tierra? ¿De repente en edad perfecta, es decir, varón en la flor de su vida? ¿o cómo le forma ahora en el vientre materno? Pues también esto lo hace sólo, el que dijo: antes de que te formara en el vientre te conocí28, de tal modo, que Adán en su creación hubiera tenido únicamente de particular el no nacer de padres, sino el haber sido hecho de la tierra, pero de manera que en el perfeccionamiento de este estado y en el crecimiento, andando la edad, se cumplieran las medidas de los tiempos que actualmente vemos designados para su perfección a la naturaleza del género humano. ¿O más bien debemos de dar paso a estas disputas, porque de cualquiera forma que Dios lo hubiera hecho, lo cierto es que hizo lo que convenía y podía hacer el Dios omnipotente y sabio? Así, pues, El impuso ciertas leyes de tiempo a las especies y cualidades de las cosas que habían de nacer, al pasar de la formación oculta a la visible, de tal modo que su voluntad está por encima de todo. También su potencia dotó de medidas a las creaturas, mas no sujetó su poder a estas medidas, porque su Espíritu de tal suerte era sobrellevado al hacer el mundo29, que también una vez hecho, igualmente es sobrellevado no en forma local, sino por la excelencia de su poder.

24. Porque ¿quién ignora que el agua mezclada con la tierra al llegar a las raíces de la vid, es conducida a la savia de aquel arbusto, y una vez dentro de él adquiere la cualidad por la que poco a poco comienza a brotar en racimos, y engrosando a éstos va formando el agraz, y ya maduro le endulza, el cual exprimido fermenta, y adquiriendo cuerpo con el tiempo, llega a usarse como bebida provechosa y sabrosa?; y, no obstante esto, ¿acaso el Señor buscó vid o tierra o espacios de tiempo para convertir en un instante admirable el agua en vino, y en tal vino, que aun los convidados, llenos ya de otro, alabaran a éste30? ¿Pero por ventura necesita ayuda del tiempo el Creador del tiempo? ¿Y acaso no se forma, nace y robustece la naturaleza de las serpientes en cierto número de días acomodados a cada una de las especies, y no obstante esto, fue necesario esperar estos días para que las varas puestas en manos de Moisés y Aarón se convirtieran en serpientes31? Cuando estas cosas se hacen no se hacen contra la naturaleza, sino que se nos manifiesta a nosotros de otra manera el modo de obrar de la naturaleza, mas no a Dios para quien la naturaleza es aquello que El hace.


CAPITULO XIV

¿De qué condición fueron las razones causales que primeramente depositó Dios en el mundo?

25. Con toda razón, ¿puede preguntarse ahora de qué modo fueron establecidas aquellas razones causales que introdujo Dios en el mundo cuando creó todas las cosas al mismo tiempo, si del mismo modo que vemos ahora a todas las cosas que nacen, ya sean animales o árboles, empleando en sus formaciones o crecimientos diversos espacios de tiempo apropiados a cada género? ¿O acaso como se cree que Adán fue hecho formándose en un momento en edad viril, sin ningún progreso de crecimiento? Mas ¿por qué no hemos de creer que en ambas formas se establecieron aquellas razones causales de manera que se produjera más tarde en ellas lo que al Creador agradase? Porque si dijéramos que se crearon las razones primordiales según la forma primera, no sólo aquella conversión del agua en vino, sino también todos los milagros que contra la marcha ordinaria de la naturaleza se hacen, aparecerían obrados contra las mismas causas primordiales. Y si dijéremos que solamente fueron establecidas según la última fórmula, mucho mayor absurdo sería el que estas cotidianas figuras y formas de la naturaleza ejecutan los intervalos propios del tiempo, oponiéndose a aquellas primeras razones causales de todas las cosas que nacen. Luego no cabe más que decir que fueron creadas aptas para obrar de ambos modos, ya conforme al primero en el que ordinariamente transcurren los intervalos de tiempo tan usuales en la formación de los seres, ya conforme al secundo, en el que de vez en cuando se ejecutan los obras milagrosas como le agradare hacerlas a Dios en el tiempo conveniente.


CAPITULO XV

El primer hombre fue formado según las causas primordiales

26. Por lo tanto, el primer hombre fue formado como le contenían para hacerle aquellas causas primeras, sin nacer de padres porque nadie le precedió, sino como convenía ser formado del limo de la tierra, según la razón causal en la que primeramente había sido ya hecho. Puesto que si de otro modo fue hecho, Dios no lo hubiera creado en aquellos seis días de sus obras, en las que al decirse fue hecho, ciertamente hacía Dios la causa misma por la que en su tiempo se hiciera, y conforme a la cual más tarde debiera ser hecho por Dios, el cual a un mismo tiempo había terminado las obras incoadas debido a la perfección de las razones causales, y había incoado las cosas que debían ser terminadas en el orden de los tiempos. Luego si en aquellas primeras causas de los seres las que en un principio incrustó el Creador en el mundo, estableció no sólo que del limo había de constituir al hombre, sino también la manera de cómo había de formarse, ya fuese como en el vientre materno o en estado juvenil, sin duda así lo hizo como allí lo había prefijado, y, por tanto, no lo hacía contra alguna disposición suya. Si, por el contrario, tan solamente puso en las razones causales una virtud de posibilidad a fin de que el hombre fuera hecho de cualquier modo que fuese, de tal manera que pudiera ser hecho de una forma o de otra, es decir, que colocó esto mismo en las razones causales, el que pudiera ser hecho de un modo o de otro, reservándose Dios en su voluntad un solo y único modo en el que había de ser hecho el hombre, no colocando este modo en la creación del mundo, es evidente que tampoco se opone la razón causal, la que estaba en aquella primera creación de las causas, a ser hecho el hombre de esta manera, porque allí estaba también de modo que «pudiera ser hecho» así, aunque no estaba allí que «fuera necesario ser hecho» de esta forma; esto (último) no estaba en la creación de la creatura, sino en la voluntad del Creador, de cuya voluntad procede la necesidad de las cosas.


CAPITULO XVI

En la naturaleza de las cosas está el que puedan ser lo que son,
mas el que lleguen a existir sólo está en la voluntad de Dios

27. Pues también nosotros podemos conocer ahoraenlas cosas nacidas en el tiempo, conforme a la débil capacidad de la inteligencia humana, qué hay actualmente en la naturaleza de cada una de ellas según lo hayamos percibido por la experiencia. Pero ignoramos si ha de existir más tarde. Así, por ejemplo, en la naturaleza de un joven está el que pueda envejecer, pero ignoramos que esto también se encuentre en la voluntad de Dios. Mas no estaría en la naturaleza a no ser que primeramente hubiera estado en la voluntad de Dios, que creó todas las cosas. Es cierto que hay una razón oculta de vejez en el cuerpo del joven o de juventud en el del niño, aunque no se ve con los ojos, como se palpa la niñez misma en el niño o la juventud en el joven, pero se colige por otro cierto conocimiento que existe en la naturaleza algo latente por lo que prorrumpen al exterior los números (o virtudes) ocultos (mediante los cuales se conjetura que el niño ha de ir) de la niñez a la juventud, y (el joven) de la juventud a la vejez. Oculta es ciertamente la razón por la que se hace que esto pueda ser, pero solamente a los ojos del cuerpo, para el alma no es oculta. Pero que esto también sea necesario, absolutamente lo ignoramos. Nosotros conocemos que está en la naturaleza del cuerpo la razón que hace que pueda ser una cosa, pero es evidente que allí no se halla al descubierto la razón que hace que exista necesariamente.


CAPITULO XVII

De entre las cosas futuras, ¿cuáles son las verdaderamente futuras?

28. Tal vez está incluido en las razones causales del mundo el que sea necesario que este hombre envejezca, pero si no está en el mundo está en Dios, porque lo que El quiere aquello es necesariamente futuro, y las cosas qué El previó son las verdaderamente futuras. Muchas cosas son futuras según las causas inferiores, y si también son de este modo en la presciencia de Dios, son verdaderamente futuras; pero si en El están de otro modo, más bien son futuras como están allí donde el que las prevé no puede engañarse. Futura se dice la vejez en el joven, mas no es futura si antes ha de morir, y esto llegará a ser así conforme existan otras causas, ya enlazadas al mundo, ya reservadas en la presciencia de Dios. Así, pues, según estas causas futuras debía morir Ezequías, a quien Dios añadió quince años de vida32. Mas esto lo hizo Dios que previó antes de la constitución del mundo que lo había de hacer, pero lo reservaba en su voluntad. Luego no hizo lo que no era futuro, y tanto más era futuro cuanto que preveía lo había de hacer. Sin embargo, no se diría con razón que se le añadieron quince años de vida, si no se le añadiera algo que tuviera de otra manera en otras causas, pues conforme a las causas inferiores ya se le terminaba la vida, mientras que según aquellas que están en la presciencia y voluntad de Dios, el que desde la eternidad conocía qué había de hacer en aquel tiempo y esto es lo verdaderamente futuro, entonces había de morir cuando se le acabó la vida. Porque si al que rogó se le concedió, también Dios preconocía que había de rogar de tal forma que conviniere concederle lo que pedía, de cuya presciencia no podía engañarse Dios, y, por lo tanto, lo que preveía, necesariamente era futuro.


CAPITULO XVIII

Se colige que Adán no pudo ser formado contra lo determinado en las causas primordiales

29. Por lo tanto, si las causas primordiales de todos los futuros fueron insertas en el mundo, cuando se hizo aquel día en el que Dios creó todas las cosas a la vez, Adán al ser formado del limo de la tierra y, según lo más creíble, en edad perfecta, no fue hecho de manera distinta de como estaba en aquellas causas en las que hizo Dios al hombre en las obras de los seis días. Allí estaba, pues, no solamente para que así pudiera ser hecho, sino también para que así necesariamente fuera hecho. Y tan es así, que no le hizo Dios contra la razón causal, en cuanto que sin duda queriendo El la estableció, la cual no es creada contra su voluntad. Mas si Dios no prefijó todas las causas primordiales en la creatura primeramente creada, sino que conservó algunas en su voluntad, aquellas que reservó en su voluntad no son por necesidad dependientes de aquellas que creó. Sin embargo, no pueden ser contrarias las que reservó en su voluntad a las que igualmente por su voluntad instituyó, ya que la voluntad de Dios no puede ser contraria a sí misma. Luego a estas que instituyó, de tal modo las creó que pudiera hacerse de ellas aquello de lo que son causas, mas no necesariamente. En cuanto a las que reservó, de tal modo las ocultó, que de ellas fuese necesario se hiciera lo que de las primeras hizo que pudiera ser.


CAPITULO XIX

Dios no dotó a Adán de cuerpo espiritual, sino animal

30. También suele preguntarse si el cuerpo del primer hombre formado del limo fue animal como el que ahora tenemos, o espiritual como el que tendremos una vez resucitados. Pues aunque el actual se cambiará en aquel, puesto que se siembra cuerpo animal y se levantará cuerpo espiritual, sin embargo se pregunta cuál fue el primero que se hizo para el hombre, ya que si fue hecho animal no recibiremos éste que perdimos en Adán cuando seamos iguales a los ángeles de Dios33, sino otro y tanto mejor cuanto lo espiritual se antepone a lo animal. (Dentro de lo espiritual también hay diferencia, pues) los ángeles pueden anteponerse en justicia unos a otros, ¿pero pueden igualmente anteponerse a Dios? pues del Hombre-Dios se dijo: Le hiciste un poco menor que a los ángeles34. ¿Y de dónde viene esto si no es por causa de la debilidad de la carne que tomó de la Virgen María revistiéndose por ella con forma de siervo35 y en la que muriendo nos redimió de la esclavitud? Pero ¿a qué detenernos aquí hablando extensamente de esto?, porque no está obscura la sentencia del Apóstol sobre esta cuestión, el cual queriendo aducir un testimonio por el que probara que el cuerpo del hombre es animal, no tomó la prueba del suyo o de cualquier otro cuerpo de hombre que viviera en la vida presente, si no de este pasaje de la Escritura que recopiló y adujo diciendo: Si hay cuerpo animal, le hay también espiritual, puesto que así está escrito fue hecho el primer hombre Adán en alma viviente, el postrer Adán en espíritu vivificante, pero no fue hecho primeramente lo que es espiritual, sino lo que es animal, mas después lo espiritual. El primer hombre de la tierra, terreno, el segundo del cielo celeste, cual el terreno tales los terrenos; y cual el celeste tales los celestes; y así como nos vestimos con la imagen del terreno, nos vistamos también con la imagen de aquel que es del cielo36. ¿Qué puede replicarse a esto? Ahora que por la fe llevamos lo imagen del hombre celeste debemos habituarnos a la resurrección que creemos, pues desde el principio del género humano vestimos la imagen del hombre terreno.


CAPITULO XX

Dificultad contra la sentencia anterior.
Opinión de que el cuerpo de Adán fue primero animal, y después, en el paraíso, espiritual

31. Aquí nos sale al paso otra cuestión. ¿Cómo nos renovaremos de lo que éramos primeramente en Adán si no somos llamados a esta renovación por Cristo? Aunque muchas cosas no sean renovadas al primer estado, sino a otro mejor, sin embargo se renuevan del inferior estado que tenían antes. Luego ¿de qué modo revivió aquel hijo pródigo que había muerto; cómo el que se había perdido fue encontrado37; de qué manera le fue entregada la antigua vestidura, si no recibió la inmortalidad que perdió en Adán? ¿Pero cómo la perdió, si tuvo cuerpo animal?, ya que no será cuerpo animal sino espiritual cuando este cuerpo corruptible se vista de la incorrupción y este cuerpo mortal se revista de la inmortalidad38. Muchos, acorralados por estas dificultades y queriendo que permanezca en pie la sentencia del Apóstol, la que propuso aquí al aducir un ejemplo del cuerpo animal cuando dijo: Fue hecho el primer hombre Adán en alma viviente, y el novísimo Adán en espíritu vivificante, y queriendo demostrar que no hay un absurdo al decir que la futura renovación y recepción de la inmortalidad ha de consistir en volver al primer estado, es decir, en recibir lo que perdió Adán, juzgaron que primeramente el hombre fue hecho en cuerpo animal, pero al colocarle en el paraíso y mientras permaneció en él se le cambió el cuerpo en espiritual, así como nos cambiaremos nosotros en la resurrección. Esto ciertamente no lo dice el libro del Génesis, mas para que puedan los testimonios de la sagrada Escritura concordar entre sí, ora lo que se dice del cuerpo animal, ora lo mucho que de nuestra renovación se encuentra en la sagrada Escritura, creyeron necesario exponerlo estos tales así.


CAPITULO XXI

Se refuta esta última opinión del capítulo anterior

32. Pero si esto es así, en vano nos hemos esforzado desde un principio en tomar en sentido propio, dejando a un lado el figurado, aquellos árboles y los frutos de ellos y el paraíso. Porque ¿quién ha de creer que hecho el hombre de este modo pudiera necesitar de los frutos de los árboles para alimentar a un cuerpo espiritual e inmortal? Dado caso que no pudiera encontrarse otra sentencia más apropiada, mejor nos determinaríamos a creer que el paraíso estaría tomado en sentido espiritual, que juzgar, o que el hombre no será renovado, siendo así que la Escritura lo repite tantas veces, o pensar que recibió un estado que no se demuestra haberlo perdido. A esto hay que añadir que la misma muerte del hombre, la que mereció al pecar, indica que el hombre no hubiera muerto si no hubiera pecado. Luego ¿cómo era mortal sin muerte, o cómo era inmortal si tenía cuerpo animal?


CAPITULO XXII

Algunos erróneamente juzgaron que Adán mereció por el pecado la muerte del alma, mas no la del cuerpo

33. Basados en lo anterior creyeron algunos que no mereció por el pecado la muerte del cuerpo, sino la del alma causada por la iniquidad. Pues juzgan que el hombre por causa de su cuerpo animal hubiera tenido que salir del cuerpo para adquirir el descanso de que gozan ahora los santos que murieron y que al fin del mundo han de recobrar inmortalmente lo mismos miembros, de tal forma que la muerte del cuerpo aparezca haber acaecido no por el pecado, sino naturalmente como la de los demás animales. Pero de nuevo el Apóstol sale al encuentro de éstos y les dice: El cuerpo ciertamente murió por el pecado, mas el espíritu vive por la justicia, pero si el Espíritu de aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó a Cristo de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales por medio del Espíritu suyo que habita en vosotros39. Y, por lo tanto, según esto, también la muerte del cuerpo procede del pecado. Luego si Adán no hubiera pecado tampoco hubiera muerto en cuanto al cuerpo, y por lo mismo hubiera sido su cuerpo inmortal. Mas ¿cómo podría ser inmortal siendo animal?


CAPITULO XXIII

Se pronuncia en contra de los que dicen que el cuerpo de Adán de animal pasó a ser espiritual en el paraíso

34. Los que juzgan que el cuerpo de Adán en el paraíso se cambió de animal en espiritual, no ven tampoco que nada se opone, si no hubiera pecado, a que después de la vida del paraíso, si la hubiera vivido en justicia y obediencia, recibiera el mismo cambio del cuerpo, en la vida eterna, donde ya no necesitaba de alimentos corporales. Luego ¿qué necesidad hay o qué nos obliga ya por causa de esto a entender el paraíso en sentido figurado y no en sentido propio, puesto que el cuerpo no podía morir a no ser por el pecado? Es verdad que no moriría tampoco en cuanto al cuerpo si no hubiera pecado, pues claramente dice el Apóstol: Él cuerpo murió por el pecado, luego pudo ser animal antes del pecado, y después de la vida de justicia, cuando Dios quisiera, hacerle espiritual.


CAPITULO XXIV

Cómo recibimos por la renovación lo que Adán perdió

35. Todavía preguntan: ¿de qué modo decimos nosotros que hemos de ser renovados, si no recibimos lo que perdió el primer hombre, en quien todos murieron? Sin duda recibimos esta renovación según cierto modo y no la recibimos según otro. No recibimos (en esta vida presente) la inmortalidad de cuerpo espiritual, pues aún no la tuvo el hombre, mas recibimos la justicia de la cual se apartó el hombre por el pecado. Luego seremos renovados de la vejez del pecado, mas no seremos renovados en el primer cuerpo animal que tuvo Adán, sino en otro mejor, es decir, en cuerpo espiritual cuando nos hagamos iguales a los ángeles de Dios40 aptos para la morada celeste, donde no necesitaremos de alimento corruptible. Luego ahora somos renovados en el espíritu de nuestra mente41 conforme a la imagen del que nos creó, la que perdió Adán pecando. Después, seremos renovados también en la carne cuando este cuerpo corruptible se vista de la incorrupción, para ser cuerpo espiritual, en cuyo estado aún no había sido cambiado Adán, pero debía de serlo si no hubiera merecido pecando también la muerte del cuerpo.

36. En resumidas cuentas, no dice el Apóstol «el cuerpo ciertamente es mortal por el pecado, sino el cuerpo murió por causa del pecado».


CAPITULO XXV

El cuerpo de Adán era a la vez mortal e inmortal

Podía decirse que antes de aquel primer pecado el cuerpo de Adán era de un modo mortal y de otro inmortal, es decir, mortal porque podía morir, e inmortal porque podía no morir; pues una cosa es no poder morir, como creó Dios a ciertas naturalezas, y otra es poder no morir, en cuya forma creó Dios al primer hombre inmortal, lo cual se le daba por el árbol de la vida, mas no por la constitución de su naturaleza, de cuyo árbol fue separado al pecar, para que pudiese morir, el que si no hubiera pecado pudiera no morir. Luego era mortal por la condición del cuerpo animal, e inmortal por la gracia del Creador. Si, pues, tenía cuerpo animal, ciertamente era mortal, porque podía morir, aunque también era inmortal porque también podía no morir. Mas no era inmortal porque no pudiera de ningún modo morir, pues entonces sería espiritual, lo que se nos promete como futuro en la resurrección. Y, por lo tanto, el cuerpo aquel era animal y, por lo mismo mortal, el que mediante la justicia llegaría a ser espiritual y por ésta absolutamente inmortal; mas por el pecado no se hizo mortal lo que ya era antes, sino muerte lo que podía no haberse hecho si no hubiera pecado.


CAPITULO XXVI

El cuerpo de Adán es diverso del nuestro

37. ¿Cómo, pues, dice el Apóstol que nuestro cuerpo está muerto o murió, cuando todavía habla de los vivos, si no es porque aquella condición de morir heredada del pecado de los padres es inherente a la prole? Este cuerpo nuestro es animal como lo fue el del primer hombre, pero el nuestro, permaneciendo en la misma condición de animal, es ya mucho peor, porque tiene la necesidad de morir, la que no tuvo el primero. Pues aunque le fallaba aún el ser cambiado, y hecho espiritual recibir la absoluta inmortalidad en la que ya no necesitara de alimento corruptible, sin embargo, si el hombre hubiera vivido en justicia y se hubiera cambiado su cuerpo en naturaleza espiritual, no hubiera ido a caer en la muerte. Pero en nosotros aunque vivamos en justicia, el cuerpo necesariamente ha de morir, por cuya necesidad derivada del pecado de aquel primer hombre no dijo el Apóstol que nuestro cuerpo era mortal, sino que está muerto, porque todos morimos en Adán42. Y también dice: Como es verdad en Jesús, despojaos de la primera forma de vida del hombre viejo, puesto que el hombre se corrompe llevado de los apetitos engañosos, y en esto vino a parar Adán por el pecado. Atiende también a lo que sigue: Renovaos en el espíritu de vuestra mente y revestíos del hombre nuevo, de aquel que fue creado según Dios en justicia y en la santidad de la verdad43. He aquí lo que perdió Adán por el pecado.


CAPITULO XXVII

De qué modo somos renovados en cuanto al alma y al cuerpo en aquello que perdió Adán

Luego conforme a lo que perdió Adán, en aquello somos renovados, es decir, según el espíritu de nuestra mente; mas en cuanto al cuerpo que se siembra animal y resucita espiritual, seremos renovados en un estado mejor que no llegó a tener Adán.

38. También dice el Apóstol: Vosotros despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos del hombre nuevo que se renueva en el conocimiento de Dios, según la imagen de El que lo creó44. Esta imagen que fue impresa en el interior del alma es la que perdió Adán, y la que nosotros recibiremos por la gracia de la justicia, pues no perdió un cuerpo espiritual e inmortal, en el que no fue hecho, y el que tendrán todos los santos que entre los muertos resuciten, pues éste es el premio de aquel mérito que Adán perdió. Por consiguiente, aquel primer vestido45 (de que habla la parábola del Evangelio), o es la misma justicia de la que cayó Adán, o si significaba la vestidura de la inmortalidad corpórea, también ésta la perdió del mismo modo, cuando no pudo llegar a conseguirla por haber pecado. Porque sucede aquí lo mismo que cuando se dice, perdió la mujer y perdió el honor, el que esperaba esto, y no lo recibió de aquel de quien lo esperaba, porque le ofendió.


CAPITULO XXVIII

Aunque Adán era espiritual en cuanto a la mente, era animal en cuanto al cuerpo aun estando en el paraíso

39. Luego, según esta sentencia, Adán tuvo el cuerpo animal no sólo antes de ser colocado en el paraíso, sino también estando en él, no obstante que según el hombre interior fuera espiritual por la imagen del que le creó, y que perdió al pecar, mereciendo también la muerte del cuerpo. Si no hubiera pecado hubiese merecido la conmutación en cuerpo espiritual. Mas si vivió interiormente la vida animal, no podemos decir que seremos renovados de la actual, a la que tuvo Adán, porque a los que se dice: renovaos en el espíritu de vuestra mente, se les dice esto para que se hagan espirituales, lo cual si Adán no llegó a serlo en la mente, ¿cómo nos renovaremos en aquello que jamás tuvo el hombre? También los apóstoles y todos los justos tenían aún el cuerpo animal, pero, sin embargo, en su interior vivían espiritualmente, es decir, renovados en el conocimiento de Dios según la imagen de El que los creó. Mas no por esto ya no podían pecar si consintieran en la iniquidad, porque demuestra el Apóstol que también los espirituales pueden caer en la tentación del pecado donde dice: Hermanos, si el hombre se viera atormentado por algún pecado, vosotros que sois espirituales,enmendadle con espíritu de mansedumbre, mirándote, a ti mismo no sea que también tú seas tentado46. Dijo esto para que nadie crea ser imposible el que pecara Adán; porque si es cierto que era espiritual en la mente, era animal en el cuerpo. Siendo esto así, nada preferimos aún afirmar; más bien esperamos, ya que quizá otros pasajes de la santa Escritura no se oponen a este sentido que hemos dado.


CAPITULO XXIX

En el libro siguiente trataremos del alma

40. Después del cuerpo sigue la cuestión sobremanera difícil del alma en la que muchos trabajaron y nos dejaron todavía a nosotros inmenso campo donde trabajar. Ya sea porque no pude leer todas las cosas de todos los que sobre este asunto y conforme a la verdad de nuestras sagradas Escrituras pudieron llegar a establecer algo claro y fuera de duda, sea también porque tan inmensa es la cuestión, que aun aquellos que la resuelven verazmente no son fácilmente entendidos por los que buscan, entre los cuales estoy yo, pues confieso que nadie me persuadió de que he tratado de tal forma la cuestión del alma, que juzgue que ya nada en adelante he de investigar acerca de ella. Si ahora he de encontrar algo cierto y terminante, lo ignoro. Lo que pudiera encontrar, si el Señor se dignase ayudar mi intento, lo procuraré exponer en el volumen siguiente.

Traducción: Lope Cilleruelo, OSA