20. DESPUÉS DE LA COSECHA
Lecturas del Antiguo Testamento
1
Acuérdate del Señor, tu Dios,
porque él te da la fuerza necesaria
Lectura del libro del Deuteronomio 8, 7-18
Moisés habló al pueblo diciendo:
El Señor, tu Dios, te va a introducir en una tierra fértil, un país de
torrentes, de manantiales y de aguas profundas que brotan del valle y de la
montaña; una tierra de trigo y cebada, de viñedos, de higueras y granados, de
olivares, de aceite y miel; un país donde comerás pan en abundancia y donde nada
te faltará, donde las piedras son de hierro y de cuyas montañas extraerás cobre.
Allí comerás hasta saciarte y bendecirás al Señor, tu Dios, por la tierra fértil
que él te dio.
Pero ten cuidado: no olvides al Señor, tu Dios, ni dejes de observar sus
mandamientos, sus leyes y sus preceptos, que yo te prescribo hoy.
Y cuando comas hasta saciarte, cuando construyas casas confortables y vivas en
ellas, cuando se multipliquen tus vacas y tus ovejas, cuando tengas plata y oro
en abundancia y se acrecienten todas tus riquezas, no te vuelvas arrogante, ni
olvides al Señor, tu Dios, que te hizo salir de Egipto, de un lugar de
esclavitud, y te condujo por ese inmenso y temible desierto, entre serpientes
abrasadoras y escorpiones. No olvides al Señor, tu Dios, que en esa tierra
sedienta y sin agua, hizo brotar para ti agua de la roca, y en el desierto te
alimentó con el maná, un alimento que no conocieron tus padres.
Así te afligió y te puso a prueba, para que tuvieras un futuro dichoso. No
pienses entonces: "Mi propia fuerza y el poder de mi brazo me han alcanzado esta
prosperidad." Acuérdate del Señor, tu Dios, porque él te da la fuerza necesaria
para que alcances esa prosperidad, a fin de confirmar la alianza que juró a tus
padres, como de hecho hoy sucede.»
Palabra de Dios.
2
Las eras se llenarán de trigo
Lectura de la profecía de Joel 2, 21-24. 26-27
¡No temas, tierra, alégrate y regocíjate, porque el Señor ha hecho grandes
cosas! ¡No teman, animales del campo! Los pastizales de la estepa han
reverdecido, los árboles producen sus frutos, la higuera y la viña dan sus
riquezas.
¡Alégrense, habitantes de Sión, regocíjense en el Señor, su Dios! Porque él les
ha dado la lluvia de otoño en su justa medida, e hizo caer sobre ustedes, como
en otros tiempos, el aguacero de otoño y de primavera.
Las eras se llenarán de trigo, y los lagares desbordarán de vino nuevo y aceite
fresco. Comerán abundantemente hasta saciarse, y alabarán el nombre del Señor,
su Dios, que ha hecho maravillas con ustedes. ¡Mi pueblo jamás quedará
confundido!
Así ustedes sabrán que yo estoy en medio de Israel, que yo soy el Señor, su
Dios, y no hay otro. ¡Mi pueblo jamás quedará confundido!
Palabra de Dios.
Lecturas del Nuevo Testamento
2
El que ha hecho crecer es Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto 3, 6-10
Hermanos:
Yo planté y Apolo regó, pero el que ha hecho crecer es Dios. Ni el que planta ni
el que riega valen algo, sino Dios, que hace crecer. No hay ninguna diferencia
entre el que planta y el que riega; sin embargo, cada uno recibirá su salario de
acuerdo con el trabajo que haya realizado. Porque nosotros somos cooperadores de
Dios, y ustedes son el campo de Dios, el edificio de Dios.
Según la gracia que Dios me ha dado, yo puse los cimientos como lo hace un buen
arquitecto, y otro edifica encima. Que cada cual se fije bien de qué manera
construye.
Palabra de Dios.
3
A los ricos, recomiéndales que no pongan su confianza
en la inseguridad de las riquezas
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo
a Timoteo 6, 6-11. 17-19
Querido hijo:
Es verdad que la piedad reporta grandes ganancias, pero solamente si va unida al
desinterés. Porque nada trajimos cuando vinimos al mundo, y al irnos, nada
podremos llevar. Contentémonos con el alimento y el abrigo. Los que desean ser
ricos se exponen a la tentación, caen en la trampa de innumerables ambiciones, y
cometen desatinos funestos que los precipitan a la ruina y a la perdición.
Porque la avaricia es la raíz de todos los males, y al dejarse llevar por ella,
algunos perdieron la fe y se ocasionaron innumerables sufrimientos.
En lo que a ti concierne, hombre de Dios, huye de todo esto. Practica la
justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia, la bondad.
A los ricos de este mundo, recomiéndales que no sean orgullosos. Que no pongan
su confianza en la inseguridad de las riquezas, sino en Dios, que nos provee de
todas las cosas en abundancia a fin de que las disfrutemos. Que practiquen el
bien, que sean ricos en buenas obras, que den con generosidad y sepan compartir
sus riquezas. Así adquirirán para el futuro un tesoro que les permitirá alcanzar
la verdadera Vida.
Palabra de Dios.
Salmos responsoriales
1 SALMO 66, 2-3. 5. 7-8
R. ¡Que los pueblos te den gracias, Señor!
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
haga brillar su rostro sobre nosotros,
para que en la tierra se reconozca su dominio,
y su victoria entre las naciones. R.
Que canten de alegría las naciones,
porque gobiernas a los pueblos con justicia
y guías a las naciones de la tierra. R.
La tierra ha dado su fruto:
el Señor, nuestro Dios, nos bendice.
Que Dios nos bendiga,
y lo teman todos los confines de la tierra. R.
2 SALMO 125, 2b-6
R. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!
Hasta los mismos paganos decían:
«¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!»
¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
y estamos rebosantes de alegría! R.
¡Cambia, Señor, nuestra suerte
como los torrentes del Négueb!
Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones. R.
El sembrador va llorando
cuando esparce la semilla,
pero vuelve cantando
cuando trae las gavillas. R.
Aleluia y Aclamaciones antes del Evangelio
1 Sal 125, 5
Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones.
EVANGELIOS
1
Aun en medio de la abundancia,
la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 12, 15-21
Jesús dijo a la multitud:
«Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un
hombre no está asegurada por sus riquezas.»
Les dijo entonces una parábola: «Había un hombre rico, cuyas tierras habían
producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: "¿Qué voy a hacer? No tengo dónde
guardar mi cosecha". Después pensó: "Voy a hacer esto: demoleré mis graneros,
construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y
diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa,
come, bebe y date buena vida".
Pero Dios le dijo: "Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será
lo que has amontonado?"
Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos
de Dios.»
Palabra del Señor.
2
Se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra,
dándole gracias
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 17, 11-19
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al
entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron
a distancia y empezaron a gritarle: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de
nosotros!»
Al verlos, Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes.» Y en el
camino quedaron purificados.
Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en
voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole
gracias. Era un samaritano.
Jesús le dijo entonces: «¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros
nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este
extranjero?» Y agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado.»
Palabra del Señor.
Pueden también utilizarse las lecturas de la Misa en acción de gracias:
Lecturas del Antiguo Testamento
1
¡Bendito sea el Señor, que ha dado a su pueblo el descanso!
Lectura del primer libro de los Reyes 8, 55-61
El rey Salomón, puesto de pie, bendijo en voz alta a toda la asamblea de Israel,
diciendo: «¡Bendito sea el Señor, que ha dado a su pueblo el descanso, conforme
a todo lo que había dicho! No ha caído por tierra ninguna de las promesas que él
hizo por medio de su servidor Moisés.
¡Que el Señor, nuestro Dios, esté con nosotros como lo estuvo con nuestros
padres, que no nos abandone ni nos rechace! ¡Que incline nuestro corazón hacia
él, para que vayamos por todos sus caminos y observemos sus mandamientos, sus
preceptos y sus leyes, que él dio a nuestros padres!
Que estas súplicas que yo he pronunciado en presencia del Señor, nuestro Dios,
estén presentes ante él día y noche, para que haga justicia a su servidor y a su
pueblo Israel, según la necesidad de cada día. Así sabrán todos los pueblos de
la tierra que el Señor es Dios, y no hay otro; y el corazón de ustedes
pertenecerá íntegramente al Señor, nuestro Dios, para caminar según sus
preceptos y observar sus mandamientos, como en el día de hoy.»
Palabra de Dios.
2
Dios hace grandes cosas por todas partes
Lectura del libro del Eclesiástico 50, 22-24
Bendigan al Dios del universo que hace grandes cosas por todas partes, al que
nos exaltó desde el seno materno y nos trató según su misericordia.
Que él nos dé la alegría del corazón, y conceda la paz en nuestros días, a
Israel, por los siglos de los siglos. Que su misericordia permanezca fielmente
con nosotros y que nos libre en nuestros días.
Palabra de Dios.
3
Recordaré la gran bondad del Señor
hacia la familia de Israel
Lectura del libro de Isaías 63, 7-9
Recordaré los favores del Señor, alabaré sus proezas, por todo el bien que él
nos hizo en su gran bondad hacia la familia de Israel, y por todo el bien que
nos hizo en su compasión y en la abundancia de su misericordia.
El dijo: «Realmente son mi Pueblo, son hijos que no decepcionarán.» Y él fue
para ellos un salvador en todas sus angustias. No intervino ni un emisario ni un
mensajero: él mismo, en persona, los salvó; por su amor y su clemencia, él mismo
los redimió; los levantó y los llevó en todos los tiempos pasados.
Palabra de Dios.
4
El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti
Lectura de la profecía de Sofonías 3, 14-15
¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Aclama, Israel! ¡Alégrate y regocíjate de todo
corazón, hija de Jerusalén! El Señor ha retirado las sentencias que pesaban
sobre ti y ha expulsado a tus enemigos. El Rey de Israel, el Señor, está en
medio de ti: ya no temerás ningún mal.
Palabra de Dios.
Lecturas del Nuevo Testamento
1
No dejo de dar gracias a Dios por ustedes
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto 1, 3-9
Hermanos:
Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del
Señor Jesucristo.
No dejo de dar gracias a Dios por ustedes, por la gracia que él les ha concedido
en Cristo Jesús. En efecto, ustedes han sido colmados en él con toda clase de
riquezas, las de la palabra y las del conocimiento, en la medida que el
testimonio de Cristo se arraigó en ustedes. Por eso, mientras esperan la
Revelación de nuestro Señor Jesucristo, no les falta ningún don de la gracia. El
los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de la
Venida de nuestro Señor Jesucristo. Porque Dios es fiel, y él los llamó a vivir
en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
Palabra de Dios.
2
Para alabanza de la gloria de su gracia
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Efeso 1, 3-14
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en
Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en
él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en
su presencia, por el amor.
El nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al
beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio
en su Hijo muy querido.
En él hemos sido redimidos por su sangre y hemos recibido el perdón de los
pecados, según la riqueza de su gracia, que Dios derramó sobre nosotros,
dándonos toda sabiduría y entendimiento.
El nos hizo conocer el misterio de su voluntad, conforme al designio
misericordioso que estableció de antemano en Cristo, para que se cumpliera en la
plenitud de los tiempos: reunir todas las cosas, las del cielo y las de la
tierra, bajo un solo jefe, que es Cristo.
En él hemos sido constituidos herederos, y destinados de antemano -según el
previo designio del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad- a ser
aquellos que han puesto su esperanza en Cristo, para alabanza de su gloria.
En él, ustedes, los que escucharon la Palabra de la verdad, la Buena Noticia de
la salvación, y creyeron en ella, también han sido marcados con un sello por el
Espíritu Santo prometido. Ese Espíritu es el anticipo de nuestra herencia y
prepara la redención del pueblo que Dios adquirió para sí, para alabanza de su
gloria.
Palabra de Dios.
3
Dando gracias por Cristo a Dios Padre
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Colosas 3, 12-17
Hermanos:
Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de
profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la
paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que
alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan
ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la
perfección.
Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados,
porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias.
Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en
la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con
gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados. Todo lo que
puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando
gracias por él a Dios Padre.
Palabra de Dios.
Salmos responsoriales
1 SALMO Crón 29, 10b-12
R. ¡Alabamos tu Nombre glorioso, Señor!
¡Bendito seas, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
desde siempre y para siempre! R.
Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza,
la gloria, el esplendor y la majestad;
porque a ti pertenece
todo lo que hay en el cielo y en la tierra. R.
Tuyo, Señor, es el reino;
tú te elevas por encima de todo.
De ti proceden la riqueza y la gloria. R.
Tú lo gobiernas todo,
en tu mano están el poder y la fuerza,
y es tu mano la que engrandece
y afianza todas las cosas.
R.
2 SALMO 112, 1-8
R. ¡Bendito sea el nombre del Señor para siempre!
Alaben, servidores del Señor,
alaben el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
desde ahora y para siempre. R.
Desde la salida del sol hasta su ocaso,
sea alabado el nombre del Señor.
El Señor está sobre todas las naciones,
su gloria se eleva sobre el cielo. R.
¿Quién es como el Señor, nuestro Dios,
que tiene su morada en las alturas,
y se inclina para contemplar
el cielo y la tierra? R.
El levanta del polvo al desvalido,
alza al pobre de su miseria,
para hacerlo sentar entre los nobles,
entre los nobles de su pueblo. R.
3 SALMO 137, 1-5
R. ¡Daré gracias a tu Nombre, Señor!
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque has oído las palabras de mi boca.
Te cantaré en presencia de los ángeles.
Me postraré ante tu santo Templo. R.
Daré gracias a tu Nombre
por tu amor y tu fidelidad.
Me respondiste cada vez que te invoqué
y aumentaste la fuerza de mi alma. R.
Que los reyes de la tierra te bendigan
al oír las palabras de tu boca,
y canten los designios del Señor,
porque la gloria del Señor es grande. R.
4 SALMO 144, 2-11
R. ¡Bendeciré tu nombre eternamente, Señor!
Día tras día te bendeciré,
y alabaré tu Nombre sin cesar.
¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza:
su grandeza es insondable! R.
Cada generación celebra tus acciones
y le anuncia a las otras tus portentos:
ellas hablan del esplendor de tu gloria,
y yo también cantaré tus maravillas. R.
Ellas publican tus tremendos prodigios
y narran tus grandes proezas;
divulgan el recuerdo de tu inmensa bondad
y cantan alegres por tu victoria. R.
El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas. R.
Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder. R.
Aleluia y Aclamaciones antes del Evangelio
1 Sal 65, 16
Vengan a escuchar,
yo les contaré lo que hizo por mí.
2 Cf. Sal 137, 1ab
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque has oído las palabras de mi boca.
3 Cf. Mt 11, 25
Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños.
4 Lc 1, 49
El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es santo!
5 Jn 15, 11
"Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes,
y ese gozo sea perfecto", dice el Señor.
6 Ef 1, 3
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bienes espirituales en el cielo.
7 1Ts 5, 18
Den gracias a Dios en toda ocasión:
esto es lo que Dios quiere de todos ustedes,
en Cristo Jesús.
8
A ti, Dios, te alabamos y cantamos;
a ti la Iglesia santa te alaba
por todos los confines de la tierra.
EVANGELIO
1
El que pide recibe
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 7, 7-11
Jesús dijo a sus discípulos:
«Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo
el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.
¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide
un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a
sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se
las pidan!»
Palabra del Señor.
2
Has ocultado estas cosas a los sabios
y las has revelado a los pequeños
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 11, 25-30
Jesús dijo:
«Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas
a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre,
porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así
como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar.
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de
corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.»
Palabra del Señor.
3
Cuenta todo lo que el Señor hizo contigo
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 5, 18-20
En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que
lo dejara quedarse con él. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: «Vete a tu
casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al
compadecerse de ti.» El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la
Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados.
Palabra del Señor.
4
Mi alma canta la grandeza del Señor
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 39-55
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la
casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño
saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
«¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu
saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se
cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.»
María dijo entonces:
«Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en
Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En
adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he
hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de
generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su
brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono
y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos
con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su
misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y
de su descendencia para siempre.»
Palabra del Señor.
5
Alegrense de que sus nombres estén escritos en el cielo
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 17-24
Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: «Señor, hasta los
demonios se nos someten en tu Nombre.»
El les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder
de caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del
enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus
se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el
cielo.»
En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y
dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas
cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí,
Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie
sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el
Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos:
«¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas
y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen
y no lo oyeron!»
Palabra del Señor.
6
Se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra,
dándole gracias
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 17, 11-19
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al
entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron
a distancia y empezaron a gritarle: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de
nosotros!»
Al verlos, Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes.» Y en el
camino quedaron purificados.
Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en
voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole
gracias. Era un samaritano.
Jesús le dijo entonces: «¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros
nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este
extranjero?» Y agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado.»
Palabra del Señor.
7
Lo que Yo les mando es que se amen los unos a los otros
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 15, 9-17
Jesús dijo a sus discípulos:
«Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi
amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los
mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado. No
hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si
hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora
lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo
que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y
los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo
que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.
Palabra del Señor.
8
Tendrán una alegría que nadie les podrá quitar
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 16, 20-22
Jesús dijo a sus discípulos:
«Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio,
se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero
cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que
ha venido un hombre al mundo.
También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una
alegría que nadie les podrá quitar.»
Palabra del Señor.