21. EN TIEMPO DE HAMBRE
O POR LOS QUE PADECEN HAMBRE
Lecturas del Antiguo Testamento
1
Si olvidas una gavilla,
será para el extranjero, el huérfano y la viuda
Lectura del libro del Deuteronomio 24, 17-22
Moisés habló al pueblo diciendo:
«No conculcarás el derecho del extranjero o del huérfano, ni tomarás en prenda
el vestido de la viuda. Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que el Señor, tu
Dios, te rescató de allí. Por eso te ordeno obrar de esta manera.
Cuando recojas la cosecha en tu campo, si olvidas en él una gavilla, no vuelvas
a buscarla. Será para el extranjero, el huérfano y la viuda, a fin de que el
Señor, tu Dios, te bendiga en todas tus empresas.
Cuando sacudas tus olivos, no revises después las ramas. El resto será para el
extranjero, el huérfano y la viuda. Cuando recojas los racimos de tu viña, no
vuelvas a buscar lo que haya quedado. Eso será para el extranjero, el huérfano y
la viuda.
Acuérdate siempre que fuiste esclavo en Egipto. Por eso te ordeno obrar de esta manera.»
Palabra de Dios.
2
Si comí yo solo mi pedazo de pan,
sin que el huérfano lo compartiera
Lectura del libro de Job 31, 16-20. 24-25. 31-32.
40
Si rehusé a los pobres lo que ellos deseaban y dejé desfallecer los ojos de la
viuda; si comí yo solo mi pedazo de pan, sin que el huérfano lo compartiera -yo,
que desde mi juventud lo crié como un padre y lo guié desde el vientre de mi
madre- si vi a un miserable sin ropa o a un indigente sin nada para cubrirse, y
no me bendijeron en lo íntimo de su ser por haberse calentado con el vellón de
mis corderos.
Si deposité mi confianza en el oro y dije al oro fino: «Tú eres mi seguridad»;
si me alegré de tener muchas riquezas y de haber adquirido una enorme fortuna.
¿No decían los hombres de mi carpa: «¿Hay alguien que no se sació con su carne?»
Ningún extranjero pasaba la noche afuera, y yo abría mi puerta al caminante.
¡Que en lugar de trigo salgan espinas, y en vez de cebada, ortigas punzantes!
Palabra de Dios.
3
Comparte tu pan con el hambriento
Lectura del libro de Isaías 58,
6-11
Este es el ayuno que yo amo -oráculo del Señor-: soltar las cadenas injustas,
desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los
yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo;
cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne.
Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar;
delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor.
Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: "¡Aquí
estoy!". Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra
maligna; si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu
luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía.
El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y
llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una
vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan.
Palabra de Dios.
Lecturas del Nuevo Testamento
1
Los discípulos se decidieron a enviar una ayuda
a los hermanos de Judea,
cada uno según sus posibilidades
Lectura de los Hechos de los apóstoles 11, 27-30
En esos días, unos profetas llegaron de Jerusalén a Antioquía. Uno de ellos,
llamado Agabo, movido por el Espíritu, se levantó y anunció que el hambre
asolaría toda la tierra. Esto ocurrió bajo el reinado de Claudio.
Los discípulos se decidieron a enviar una ayuda a los hermanos de Judea, cada
uno según sus posibilidades. Y así lo hicieron, remitiendo las limosnas a los
presbíteros por intermedio de Bernabé y de Saulo.
Palabra de Dios.
2
La abundancia de ustedes suple la necesidad de ellos
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto 8, 1-5. 9-15
Hermanos:
Queremos informarles acerca de la gracia que Dios ha concedido a las
Iglesias de Macedonia. Porque, a pesar de las grandes tribulaciones con que
fueron probadas, la abundancia de su gozo y su extrema pobreza han desbordado en
tesoros de generosidad. Puedo asegurarles que ellos estaban dispuestos a dar
según sus posibilidades y más todavía: por propia iniciativa, ellos nos
pidieron, con viva insistencia, que les permitiéramos participar de este
servicio en favor de los hermanos de Jerusalén.
Y superando nuestras esperanzas, ellos se entregaron, en primer lugar al Señor,
y luego a nosotros, por la voluntad de Dios.
Ya conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo que, siendo rico, se hizo
pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza. Por eso, quiero
darles un consejo que les será provechoso, ya que ustedes, el año pasado, fueron
los primeros, no sólo en emprender esta obra, sino también en decidir su
realización. Llévenla ahora a término, para que los hechos respondan, según las
posibilidades de cada uno, a la decisión de la voluntad. Porque cuando existe
esa decisión, a uno se lo acepta con lo que tiene y no se hace cuestión de lo
que no tiene.
No se trata de que ustedes sufran necesidad para que otros vivan en la
abundancia, sino de que haya igualdad. En el caso presente, la abundancia de
ustedes suple la necesidad de ellos, para que un día, la abundancia de ellos
supla la necesidad de ustedes.
Así habrá igualdad, de acuerdo con lo que dice la Escritura: El que había
recogido mucho no tuvo de sobra, y el que había recogido poco no sufrió escasez.
Palabra de Dios.
3
Que cada uno dé conforme a lo que ha resuelto en su corazón,
no de mala gana o por la fuerza
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto 9, 6-15
Hermanos:
Sepan que el que siembra mezquinamente, tendrá una cosecha muy pobre; en cambio,
el que siembra con generosidad, cosechará abundantemente.
Que cada uno dé conforme a lo que ha resuelto en su corazón, no de mala gana o
por la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría.
Por otra parte, Dios tiene poder para colmarlos de todos sus dones, a fin de que
siempre tengan lo que les hace falta, y aún les sobre para hacer toda clase de
buenas obras. Como dice la Escritura: El justo ha prodigado sus bienes: dio a
los pobres y su justicia permanece eternamente.
El que da al agricultor la semilla y el pan que lo alimenta, también les dará a
ustedes la semilla en abundancia, y hará crecer los frutos de su justicia. Así,
serán colmados de riquezas y podrán dar con toda generosidad; y esa generosidad,
por intermedio nuestro, se transformará en acciones de gracias a Dios. Porque
este servicio sagrado, no sólo satisface las necesidades de los santos, sino que
también es una fuente abundante de acciones de gracias a Dios.
En efecto, al comprobar el verdadero carácter de la ayuda que ustedes les
prestan, ellos glorificarán a Dios por la obediencia con que ustedes confiesan
la Buena Noticia de Cristo y por la generosidad con que están unidos a ellos y a
todos. Y la oración que ellos harán por ustedes pondrá de manifiesto el cariño
que les profesan, a causa de la gracia sobreabundante que Dios derramó sobre
ustedes. ¡Demos gracias a Dios por su don inefable!
Palabra de Dios.
Salmos responsoriales
1 SALMO 21, 23-24. 26-28. 31-32
R. Los pobres comerán hasta saciarse.
Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos,
te alabaré en medio de la asamblea:
«Alábenlo, los que temen al Señor,
glorifíquenlo, descendientes de Jacob;
témanlo, descendientes de Israel. R.
Te alabaré en la gran asamblea
y cumpliré mis votos delante de los fieles:
los pobres comerán hasta saciarse
y los que buscan al Señor lo alabarán.
¡Que sus corazones vivan para siempre! R.
Todos los confines de la tierra
se acordarán y volverán al Señor;
todas las familias de los pueblos
se postrarán en su presencia.
Hablarán del Señor a la generación futura,
anunciarán su justicia a los que nacerán después,
porque esta es la obra del Señor.» R.
2 SALMO 106, 2-9
R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno!
Que lo digan los redimidos por el Señor,
los que él rescató del poder del enemigo
y congregó de todas las regiones:
del norte y del sur, del oriente y el occidente. R.
Los que iban errantes por el desierto solitario,
sin hallar el camino hacia un lugar habitable.
Estaban hambrientos, tenían sed
y ya les faltaba el aliento. R.
Pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
los llevó por el camino recto,
y así llegaron a un lugar habitable. R.
Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres,
porque él sació a los que sufrían sed
y colmó de bienes a los hambrientos. R.
3 SALMO 111, 1-9
R. ¡Feliz el hombre que da a los pobres!
Feliz el hombre que teme al Señor
y se complace en sus mandamientos.
Su descendencia será fuerte en la tierra:
la posteridad de los justos es bendecida. R.
En su casa habrá abundancia y riqueza,
su generosidad permanecerá para siempre.
Para los buenos brilla una luz en las tinieblas:
es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo. R.
Dichoso el que se compadece y da prestado,
y administra sus negocios con rectitud.
El justo no vacilará jamás,
su recuerdo permanecerá para siempre.
No tendrá que temer malas noticias.
Su corazón está firme, confiado en el Señor. R.
Su ánimo está seguro, y no temerá,
Él da abundantemente a los pobres:
su generosidad permanecerá para siempre,
y alzará su frente con dignidad. R.
Aleluia y Versículo antes del Evangelio
1 Mt 25, 34
¡Vengan, benditos de mi Padre,
y reciban en herencia el Reino que les fue preparado
desde el comienzo del mundo!
2 2Cor 8, 9b
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre por nosotros,
a fin de enriquecernos con su pobreza.
EVANGELIOS
1
Tuve hambre y me dieron de comer
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 25, 31-46
Jesús dijo a sus discípulos:
«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se
sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia,
y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,
y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi
Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo
del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me
dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron;
enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver."
Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de
comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos;
desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?"
Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo."
Luego dirá a los de su izquierda: "Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego
eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y
ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de
paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me
visitaron."
Estos, a su vez, le preguntarán: "Señor, ¿cuando te vimos hambriento o sediento,
de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?"
Y él les responderá: "Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo."
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.»
Palabra del Señor.
2
Denles de comer ustedes mismos
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 6, 34-44
Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas
sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.
Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Este es un
lugar desierto, y ya es muy tarde. Despide a la gente, para que vaya a las
poblaciones cercanas a comprar algo para comer.»
El respondió: «Denles de comer ustedes mismos.»
Ellos le dijeron: «Habría que comprar pan por valor de doscientos denarios para
dar de comer a todos.»
Jesús preguntó: «¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver.»
Después de averiguarlo, dijeron: «Cinco panes y dos pescados.»
El les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde, y la
gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta.
Entonces él tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al
cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus
discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre
la gente.
Todos comieron hasta saciarse, y se recogieron doce canastas llenas de sobras de
pan y de restos de pescado. Los que comieron eran cinco mil hombres.
Palabra del Señor.
3
Cuando des un banquete, invita a los pobres
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 14, 12-14
Jesús dijo a uno de los principales fariseos que lo había invitado: «Cuando des
un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus
parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así
tengas tu recompensa.
Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los
paralíticos, a los ciegos.
¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu
recompensa en la resurrección de los justos!»
Palabra del Señor.
4
Había un pobre llamado Lázaro
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 16, 19-31
Jesús dijo a los fariseos:
«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía
espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado
Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los
perros iban a lamer sus llagas.
El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también
murió y fue sepultado.
En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio
de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: "Padre Abraham, ten
piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y
refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan."
"Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y
Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el
tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que
los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede
pasar de allí hasta aquí".
El rico contestó: "Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi
padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos
también caigan en este lugar de tormento".
Abraham respondió: "Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen".
"No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos,
se arrepentirán".
Pero Abraham respondió: "Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque
resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán".»
Palabra del Señor.