2. ADMINISTRACIÓN DEL VIÁTICO
Lecturas del Antiguo Testamento
1
Fortalecido por ese alimento
caminó hasta la montaña de Dios
Lectura del primer libro de los Reyes
19, 4-8
El profeta Elías caminó un día entero por el desierto, y al final se sentó bajo
una retama. Entonces se deseó la muerte y exclamó: «¡Basta ya, Señor! ¡Quítame
la vida, porque yo no valgo más que mis padres!» Se acostó y se quedó dormido
bajo la retama.
Pero un ángel lo tocó y le dijo: «¡Levántate, come!» El miró y vio que había a
su cabecera una galleta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua.
Comió, bebió y se acostó de nuevo.
Pero el Angel del Señor volvió otra vez, lo tocó y le dijo: «¡Levántate, come,
porque todavía te queda mucho por caminar!»
Elías se levantó, comió y bebió, y fortalecido por ese alimento caminó cuarenta
días y cuarenta noches hasta la montaña de Dios, el Horeb.
Palabra del Señor.
2
Yo sé que mi Redentor vive
Lectura del libro de Job
19, 1. 23-27a
Job habló diciendo:
¡Ah, si se escribieran mis palabras y se las grabara en el bronce; si con un
punzón de hierro y plomo fueran esculpidas en la roca para siempre!
Porque yo sé que mi Redentor vive y que él, el último, se alzará sobre el polvo.
Y después que me arranquen esta piel, yo, con mi propia carne, veré a Dios. Sí,
yo mismo lo veré.
Palabra de Dios.
Lectura del Nuevo Testamento
1
Ya que hay un solo pan, todos formamos un solo cuerpo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto 10, 16-17
Hermanos:
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de
Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Ya que
hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo,
porque participamos de ese único pan.
Palabra del Señor.
2
Siempre que comáis de este pan y bebáis de este cáliz,
proclamaréis la muerte del Señor
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto 11, 23-26
Hermanos:
Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente:
El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo
partió y dijo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en
memoria mía.»
De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: «Esta copa es la
Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en
memoria mía.»
Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del
Señor hasta que él vuelva.
Palabra del Señor.
3
Cenaremos juntos
Lectura del libro del Apocalipsis 3, 14b. 20-22
El que el es Amén, el Testigo fiel y verídico, el Principio de las obras de
Dios, afirma:
«Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en
su casa y cenaremos juntos.
Al vencedor lo haré sentar conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he
sentado con mi Padre en su trono.
El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias.»
Palabra del Señor.
4
¡Ven, Señor Jesús!
Lectura del libro del Apocalipsis 22, 17. 20-21
El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven!», y el que escucha debe decir: «¡Ven!.»
Que venga el que tiene sed, y el que quiera, que beba gratuitamente del agua de
la vida.
El que garantiza estas cosas afirma: «¡Sí, volveré pronto!.»
¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!
Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén.
Palabra de Dios.
Salmos responsoriales
1 SALMO 22, 1- 6
R. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo. R.
2 SALMO 33, 2-7. 10-11
R. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren. R.
Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: él me respondió
y me libró de todos mis temores. R.
Miren hacia él y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
Teman al Señor, todos sus santos,
porque nada faltará a los que lo temen.
Los ricos se empobrecen y sufren hambre,
pero los que buscan al Señor no carecen de nada. R.
3 SALMO 41, 2- 3. 5bcd; 42, 3- 5
R. Mi alma tiene sed de Dios
Como la cierva sedienta
busca las corrientes de agua,
así mi alma suspira
por ti, mi Dios. R.
Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios viviente:
¿Cuándo iré a contemplar
el rostro de Dios? R.
¡Cómo iba en medio de la multitud
y la guiaba hacia la Casa de Dios,
entre cantos de alegría y alabanza,
en el júbilo de la fiesta! R.
Envíame tu luz y tu verdad:
que ellas me encaminen
y me guíen a tu santa Montaña,
hasta el lugar donde habitas. R.
Y llegaré al altar de Dios,
el Dios que es la alegría de mi vida;
y te daré gracias con la cítara,
Señor, Dios mío. R.
¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios. R.
4 SALMO 115, 12-13. 15-18
R. ¡Caminaré en la presencia del Señor!
¿Con qué pagaré al Señor
todo el bien que me hizo?
Alzaré la copa de la salvación
e invocaré el nombre del Señor. R.
¡Qué penosa es para el Señor
la muerte de sus amigos!
Yo, Señor, soy tu servidor,
tu servidor, lo mismo que mi madre. R.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
e invocaré el nombre del Señor.
Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo. R.
5 SALMO 144, 10. 14-18
R. El Señor está cerca de aquellos que lo invocan.
Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan.
El Señor sostiene a los que caen
y endereza a los que están encorvados. R.
Los ojos de todos esperan en ti,
y tú les das la comida a su tiempo;
abres tu mano y colmas de favores
a todos los vivientes. R.
El Señor es justo en todos sus caminos
y bondadoso en todas sus acciones;
está cerca de aquellos que lo invocan,
de aquellos que lo invocan de verdad. R.
Aleluias y Aclamaciones antes del Evangelio
1 Jn 6, 51
Yo soy el pan vivo bajado del cielo.
El que coma de este pan vivirá eternamente.
2 Jn 6, 54
El que come mi carne y bebe mi sangre
tiene Vida eterna,
y yo lo resucitaré en el último día.
3 Jn 10, 9
Yo soy la puerta.
El que entra por mí se salvará;
podrá entrar y salir,
y encontrará su alimento.
4 Jn 11, 25; 14, 6
Yo soy la Resurección y la Vida.
Nadie va al Padre, sino por mí.
EVANGELIOS
1
Yo soy el pan vivo bajado del cielo
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
6, 41-51
Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del
cielo.» Y decían: «¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos
a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: "Yo he bajado del cielo"?»
Jesús tomó la palabra y les dijo: «No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir
a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios.
Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca
al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre.
Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna.
Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron.
Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no
muera.
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente,
y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo.»
Palabra del Señor.
2
El que come mi carne tiene vida eterna,
y Yo lo resucitaré en el último día
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
6, 51-58
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
«Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá
eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo.»
Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer
su carne?»
Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y
no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi
sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que
come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre,
de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron.
El que coma de este pan vivirá eternamente.»
Palabra del Señor.