3. DEDICACIÓN DE UN ALTAR

Lectura del Antiguo Testamento

1

Jacob tomó la piedra, la erigió como piedra conmemorativa
y derramó aceite sobre ella

Lectura del libro del Génesis     28, 11-18

Jacob llegó a un lugar, y se detuvo en él para pasar la noche, porque ya se había puesto el sol. Tomó una de las piedras del lugar, se la puso como almohada y se acostó allí.
Entonces tuvo un sueño: vio una escalinata que estaba apoyada sobre la tierra, y cuyo extremo superior tocaba el cielo. Por ella subían y bajaban ángeles de Dios. Y el Señor, de pie junto a él, le decía:
«Yo soy el Señor, el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra donde estás acostado. Tu descendencia será numerosa como el polvo de la tierra; te extenderás hacia el este y el oeste, el norte y el sur; y por ti y tu descendencia, se bendecirán todas las familias de la tierra. Yo estoy contigo: te protegeré dondequiera que vayas, y te haré volver a esta tierra. No te abandonaré hasta haber cumplido todo lo que te prometo.»
Jacob se despertó de su sueño y exclamó: «¡Verdaderamente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía!» Y lleno de temor, añadió: «¡Qué temible es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios y la puerta del cielo.»
A la madrugada del día siguiente, Jacob tomó la piedra que le había servido de almohada, la erigió como piedra conmemorativa, y derramó aceite sobre ella.

Palabra del Señor.


2

Josué erigió un altar al Señor

Lectura del libro de Josué     8, 30-35

Josué erigió un altar al Señor, el Dios de Israel, en el monte Ebal, como Moisés, el servidor del Señor, lo había ordenado a los israelitas y como está escrito en el libro de la Ley de Moisés. Era un altar de piedras intactas, que no habían sido tocadas por el hierro. Sobre él ofrecieron holocaustos al Señor e inmolaron sacrificios de comunión. Josué escribió allí mismo, sobre las piedras, una copia de la Ley que Moisés había escrito en presencia de los israelitas.
Todo Israel, sus ancianos, sus escribas y sus jueces -tanto los forasteros como los nativos- estaban de pie a ambos lados del Arca, frente a los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza del Señor, una mitad hacia el monte Garizim y la otra mitad hacia el monte Ebal, según la orden que había dado Moisés, el servidor del Señor, de bendecir primero al pueblo de Israel.
Después de eso, Josué leyó cada una de las palabras de la Ley -la bendición y la maldición- exactamente como está escrito en el libro de la Ley. Josué no dejó de leer ni una sola de las palabras que había ordenado Moisés, y lo hizo en presencia de toda la asamblea de Israel, incluidas las mujeres, los niños y los extranjeros que estaban con ellos.

Palabra del Señor.


3

Celebraron la dedicación del altar,
y en todo el pueblo reinó una inmensa alegría

Lectura del primer libro de los Macabeos     4, 52-59

El día veinticinco del noveno mes, llamado Quisleu, del año ciento cuarenta y ocho, se levantaron al despuntar el alba y ofrecieron un sacrificio conforme a la Ley, sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían erigido. Este fue dedicado con cantos, cítaras, arpas y címbalos, justamente en el mismo mes y en el mismo día en que los paganos lo habían profanado. Todo el pueblo cayó con el rostro en tierra y adoraron y bendijeron al Cielo que les había dado la victoria. Durante ocho días celebraron la dedicación del altar, ofreciendo con alegría holocaustos y sacrificios de comunión y de acción de gracias. Adornaron la fachada del Templo con coronas de oro y pequeños escudos, restauraron las entradas y las salas, y les pusieron puertas. En todo el pueblo reinó una inmensa alegría, y así quedó borrado el ultraje infligido por los paganos.
Judas, de acuerdo con sus hermanos y con toda la asamblea de Israel, determinó que cada año, a su debido tiempo y durante ocho días a contar del veinticinco del mes de Quisleu, se celebrara con júbilo y regocijo el aniversario de la dedicación del altar.

Palabra de Dios.

Primeras Lecturas del Nuevo Testamento
durante el tiempo pascual

1

Se reunían asiduamente para participar en la vida común,
en la fracción del pan

Lectura de los Hechos de los apóstoles     2, 42-47

Los hermanos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones.
Un santo temor se apoderó de todos ellos, porque los Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos. Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno.
Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón; ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse.

Palabra del Señor.


2

El Ángel se ubicó junto al altar

Lectura del libro del Apocalipsis     8, 3-4

Yo, Juan, vi que vino otro Angel que se ubicó junto al altar con un incensario de oro y recibió una gran cantidad de perfumes, para ofrecerlos junto con la oración de todos los santos, sobre el altar de oro que está delante del trono. Y el humo de los perfumes, junto con las oraciones de los santos, subió desde la mano del Angel hasta la presencia de Dios.

Palabra de Dios.

Salmos responsoriales

1     SALMO     83, 3-5. 10. 11

R.
¡Felices los que habitan en tu Casa, Señor!

Mi alma se consume de deseos
por los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne claman ansiosos
por el Dios viviente. R.

Hasta el gorrión encontró una casa,
y la golondrina tiene un nido
donde poner sus pichones,
junto a tus altares, Señor del universo,
mi Rey y mi Dios. R.

¡Felices los que habitan en tu Casa
y te alaban sin cesar!
Protege, Dios, a nuestro Escudo
y mira el rostro de tu Ungido. R.

Vale más un día en tus atrios
que mil en otra parte;
yo prefiero el umbral de la Casa de mi Dios
antes que vivir entre malvados. R.


2     SALMO     94, 1-7

R.
¡Lleguemos hasta el Señor dándole gracias!

¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor,
aclamemos a la Roca que nos salva!
¡Lleguemos hasta él dándole gracias,
aclamemos con música al Señor! R.

Porque el Señor es un Dios grande,
el soberano de todos los dioses:
en su mano están los abismos de la tierra,
y son suyas las cumbres de las montañas;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
y la tierra firme, que formaron sus manos. R.

¡Entren, inclinémonos para adorarlo!
¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó!
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros, el pueblo que él apacienta,
las ovejas conducidas por su mano. R.


3     SALMO     117, 15-16. 19-20. 22-23. 27

R.
¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!


Un grito de alegría y de victoria
resuena en las carpas de los justos:
«La mano del Señor hace proezas,
la mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas.» R.

«Abran las puertas de la justicia
y entraré para dar gracias al Señor.»
«Esta es la puerta del Señor:
sólo los justos entran por ella.» R.

La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos. R.

El Señor es Dios, y él nos ilumina.
«Ordenen una procesión con ramas frondosas
hasta los ángulos del altar.» R.


4     SALMO     118, 129-130. 133. 135. 144

R.
¡Tu palabra es una lámpara para mis pasos, Señor!

Tus prescripciones son admirables:
por eso las observo. R.

La explicación de tu palabra ilumina
y da inteligencia al ignorante. R.

Afirma mis pasos conforme a tu palabra,
para que no me domine la maldad. R.

Que brille sobre mí la luz de tu rostro,
y enséñame tus preceptos. R.

La justicia de tus prescripciones es eterna;
instrúyeme y viviré. R.


5     SALMO     121, 1-4. 8-9

R.
¡Vamos con alegría a la casa del Señor!

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la Casa del Señor»!
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén. R.

Jerusalén, que fuiste construida
como ciudad bien compacta y armoniosa.
Allí suben las tribus,
las tribus del Señor
-según es norma en Israel-
para celebrar el nombre del Señor. R.

Por amor a mis hermanos y amigos,
diré: «La paz esté contigo.»
Por amor a la Casa del Señor,
nuestro Dios, buscaré tu felicidad. R.

Segundas lecturas del Nuevo Testamento

1

Ustedes no pueden sentarse a la mesa del Señor
y a la mesa de los demonios

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto     10, 16-21

Hermanos:
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan.
Pensemos en Israel según la carne: aquellos que comen las víctimas, ¿no están acaso en comunión con el altar?
¿Quiero decir con esto que la carne sacrificada a los ídolos tiene algún valor, o que el ídolo es algo? No, afirmo sencillamente que los paganos ofrecen sus sacrificios a los demonios y no a Dios. Ahora bien, yo no quiero que ustedes entren en comunión con los demonios. Ustedes no pueden beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios; tampoco pueden sentarse a la mesa del Señor y a la mesa de los demonios.

Palabra del Señor.


2

Nosotros tenemos un altar del que no tienen derecho a comer
los ministros de la Antigua Alianza

Lectura de la carta a los Hebreos     13, 8-15

Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y lo será para siempre.
No se dejen extraviar por cualquier clase de doctrinas extrañas. Lo mejor es fortalecer el corazón con la gracia, no con alimentos que de nada aprovechan a quienes los comen.
Nosotros tenemos un altar del que no tienen derecho a comer los ministros de la Antigua Alianza. Los animales sacrificados, cuya sangre es llevada al Santuario por el Sumo Sacerdote para la expiación del pecado, son quemados fuera del campamento. Por eso Jesús, para santificar al pueblo con su sangre, padeció fuera de las puertas de la ciudad.
Salgamos nosotros también del campamento, para ir hacia él, cargando su deshonra. Porque no tenemos aquí abajo una ciudad permanente, sino que buscamos la futura. Y por medio de él, ofrezcamos sin cesar a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su Nombre.

Palabra de Dios.

Aleluia y Aclamaciones antes del Evangelio

1     Ez 37, 27

Mi morada estará junto a ellos:
yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo.


2     Cf. Jn 4, 23

El Padre quiere verdaderos adoradores,
que lo adoren en espíritu y en verdad.


3     Heb 13, 8

Cristo es el mismo ayer y hoy,
y lo será para siempre.

EVANGELIOS

1

Ve a reconciliarte con tu hermano,
y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     5, 23-24

Jesús dijo a sus discípulos:
«Si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.»

Palabra del Señor.


2

Los verdaderos adoradores adorarán al Padre
en espíritu y en verdad

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     4, 19-24

La mujer samaritana dijo a Jesús:
«Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar.»
Jesús le respondió: «Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.»

Palabra del Señor.


3

Cuando Yo sea levantado en alto sobre la tierra,
atraeré a todos hacia mí

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     12, 31-36a

Jesús dijo a la multitud:
«Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera; y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí.»
Jesús decía esto para indicar cómo iba a morir.
La multitud le respondió: «Sabemos por la Ley que el Mesías permanecerá para siempre.
¿Cómo puedes decir: "Es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto"? ¿Quién es ese Hijo del hombre?»
Jesús les respondió: «La luz está todavía entre ustedes, pero por poco tiempo. Caminen mientras tengan la luz, no sea que las tinieblas los sorprendan: porque el que camina en tinieblas no sabe a dónde va.
Mientras tengan luz, crean en la luz y serán hijos de la luz.»

Palabra del Señor.