DEL MINISTERIO DE LA SANTA CRUZ
Primeras lecturas del Antiguo Testamento
1
Prescripciones sobre la cena pascual
Lectura del libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14
El Señor dijo a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto: Este mes será para
ustedes el mes inicial, el primero de los meses del año. Digan a toda la
comunidad de Israel:
El diez de este mes, consíganse cada uno un animal del ganado menor, uno para
cada familia. Si la familia es demasiado reducida para consumir un animal
entero, se unirá con la del vecino que viva más cerca de su casa. En la elección
del animal tengan en cuenta, además del número de comensales, lo que cada uno
come habitualmente.
Elijan un animal sin ningún defecto, macho y de un año; podrá ser cordero o
cabrito. Deberán guardarlo hasta el catorce de este mes, y a la hora del
crepúsculo, lo inmolará toda la asamblea de la comunidad de Israel. Después
tomarán un poco de su sangre, y marcarán con ella los dos postes y el dintel de
la puerta de las casas donde lo coman. Y esa misma noche comerán la carne asada
al fuego, con panes sin levadura y verduras amargas.
Deberán comerlo así: ceñidos con un cinturón, calzados con sandalias y con el
bastón en la mano. Y lo comerán rápidamente: es la Pascua del Señor.
Esa noche yo pasaré por el país de Egipto para exterminar a todos sus
primogénitos, tanto hombres como animales, y daré un justo escarmiento a los
dioses de Egipto. Yo soy el Señor.
La sangre les servirá de señal para indicar las casas donde ustedes estén. Al
verla, yo pasaré de largo, y así ustedes se librarán del golpe del Exterminador,
cuando yo castigue al país de Egipto.
Este será para ustedes un día memorable y deberán solemnizarlo con una fiesta en
honor del Señor. Lo celebrarán a lo largo de las generaciones como una
institución perpetua.
Palabra de Dios.
2
Condenémoslo a una muerte infame
Lectura del libro de la Sabiduría 2, 1a. 12-22
Los impíos se dicen entre sí, razonando equivocadamente:
«Tendamos trampas al justo, porque nos molesta y se opone a nuestra manera de
obrar; nos echa en cara las transgresiones a la Ley y nos reprocha las faltas
contra la enseñanza recibida. El se gloría de poseer el conocimiento de Dios y
se llama a sí mismo hijo del Señor.
Es un vivo reproche contra nuestra manera de pensar y su sola presencia nos
resulta insoportable, porque lleva una vida distinta de los demás y va por
caminos muy diferentes. Nos considera como algo viciado y se aparta de nuestros
caminos como de las inmundicias. El proclama dichosa la suerte final de los
justos y se jacta de tener por padre a Dios.
Veamos si sus palabras son verdaderas y comprobemos lo que le pasará al final.
Porque si el justo es hijo de Dios, él lo protegerá y lo librará de las manos de
sus enemigos.
Pongámoslo a prueba con ultrajes y tormentos, para conocer su temple y probar su
paciencia. Condenémoslo a una muerte infame, ya que él asegura que Dios lo
visitará.»
Así razonan ellos, pero se equivocan, porque su malicia los ha enceguecido. No
conocen los secretos de Dios, no esperan retribución por la santidad, ni valoran
la recompensa de las almas puras.
Palabra de Dios.
3
No retiré mi rostro cuando me ultrajaban
Lectura del libro del profeta Isaías 50, 4-9a
El mismo Señor me ha dado una lengua de discípulo, para que yo sepa reconfortar
al fatigado con una palabra de aliento. Cada mañana, él despierta mi oído para
que yo escuche como un discípulo. El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni
me volví atrás.
Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban
la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían.
Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí
mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado.
Está cerca el que me hace justicia: ¿quién me va a procesar? ¡Comparezcamos
todos juntos! ¿Quién será mi adversario en el juicio? ¡Que se acerque hasta mí!
Sí, el Señor viene en mi ayuda: ¿quién me va a condenar?
Palabra de Dios.
4
El fue traspasado por nuestras rebeldías
Lectura del libro del profeta Isaías 52, 13-53, 12
Sí, mi Servidor triunfará: será exaltado y elevado a una altura muy grande. Así
como muchos quedaron horrorizados a causa de él, porque estaba tan desfigurado
que su aspecto no era el de un hombre y su apariencia no era más la de un ser
humano, así también él asombrará a muchas naciones, y ante él los reyes cerrarán
la boca, porque verán lo que nunca se les había contado y comprenderán algo que
nunca habían oído.
¿Quién creyó lo que nosotros hemos oído y a quién se le reveló el brazo del
Señor?
El creció como un retoño en su presencia, como una raíz que brota de una tierra
árida, sin forma ni hermosura que atrajera nuestras miradas, sin un aspecto que
pudiera agradarnos. Despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores
y habituado al sufrimiento, como alguien ante quien se aparta el rostro, tan
despreciado, que lo tuvimos por nada.
Pero él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias, y
nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. El fue
traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El
castigo que nos da la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanados.
Todos andábamos errantes como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, y el
Señor hizo recaer sobre él las iniquidades de todos nosotros. Al ser maltratado,
se humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al matadero,
como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca.
Fue detenido y juzgado injustamente, y ¿quién se preocupó de su suerte? Porque
fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por las rebeldías de mi
pueblo. Se le dio un sepulcro con los malhechores y una tumba con los impíos,
aunque no había cometido violencia ni había engaño en su boca.
El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento. Si ofrece su vida en sacrificio de
reparación, verá su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor
se cumplirá por medio de él. A causa de tantas fatigas, él verá la luz y, al
saberlo, quedará saciado.
Mi Servidor justo justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos.
Por eso le daré una parte entre los grandes y él repartirá el botín junto con
los poderosos. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los
culpables, siendo así que llevaba el pecado de muchos e intercedía en favor de
los culpables.
Palabra de Dios.
5
Verán al que ellos mismos traspasaron
Lectura de la profecía de Zacarías 12, 10-11; 13, 6-7
Así habla el Señor:
Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu
de gracia y de súplica; y ellos mirarán hacia mí. En cuanto al que ellos
traspasaron, se lamentarán por él como por un hijo único y lo llorarán
amargamente como se llora al primogénito.
Aquel día, habrá un gran lamento en Jerusalén, como el lamento de Hadad Rimón,
en la llanura de Meguido.
Y si se le pregunta: «¿Qué son esas heridas en tu pecho?», él responderá: «Las
he recibido en la casa de mis amigos.»
¡Despierta, espada, contra mi pastor y contra el hombre que me acompaña!
-oráculo del Señor de los ejércitos-. Hiere al pastor y que se dispersen las
ovejas, y yo volveré mi mano contra los pequeños.
Palabra de Dios.
Primeras lecturas del Nuevo Testamento
durante el tiempo pascual
1
Lo mataron, suspendiéndolo de un patíbulo.
Pero Dios lo resucitó al tercer día
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 10, 34-43
Pedro, tomando la palabra, dijo: «Verdaderamente, comprendo que Dios no hace
acepción de personas, y que en cualquier nación, todo el que lo teme y practica
la justicia es agradable a él.
El envió su Palabra al pueblo de Israel, anunciándoles la Buena Noticia de la
paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos.
Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después
del bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el
Espíritu Santo, llenándolo de poder. El pasó haciendo el bien y curando a todos
los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en
Jerusalén. Y ellos lo mataron, suspendiéndolo de un patíbulo. Pero Dios lo
resucitó al tercer día y le concedió que se manifestara, no a todo el pueblo,
sino a testigos elegidos de antemano por Dios: a nosotros, que comimos y bebimos
con él, después de su resurrección.
Y nos envió a predicar al pueblo, y a atestiguar que él fue constituido por Dios
Juez de vivos y muertos. Todos los profetas dan testimonio de él, declarando que
los que creen en él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre.»
Palabra de Dios.
2
Dios cumplió la promesa resucitando a Jesús
Lectura de los Hechos de los apóstoles 13, 26-33
Habiendo llegado Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga:
«Hermanos, este mensaje de salvación está dirigido a ustedes: los descendientes
de Abraham y los que temen a Dios. En efecto, la gente de Jerusalén y sus jefes
no reconocieron a Jesús, ni entendieron las palabras de los profetas que se leen
cada sábado, pero las cumplieron sin saberlo, condenando a Jesús.
Aunque no encontraron nada en él que mereciera la muerte, pidieron a Pilato que
lo condenara. Después de cumplir todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron
del patíbulo y lo pusieron en el sepulcro.
Pero Dios lo resucitó de entre los muertos y durante un tiempo se apareció a los
que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, los mismos que ahora son sus
testigos delante del pueblo.
Y nosotros les anunciamos a ustedes esta Buena Noticia: la promesa que Dios hizo
a nuestros padres, fue cumplida por él en favor de sus hijos, que somos
nosotros, resucitando a Jesús, como está escrito en el Salmo segundo: "Tú eres
mi Hijo; yo te he engendrado hoy."»
Palabra de Dios.
3
El primero que resucitó de entre los muertos
nos amó y nos purificó de nuestros pecados,
por medio de su sangre
Lectura del libro del Apocalipsis 1, 4b-8
Llegue a ustedes la gracia y la paz de parte de aquel que es, que era y que
vendrá, y de los siete Espíritus que están delante de su trono, y de Jesucristo,
el Testigo fiel, el Primero que resucitó de entre los muertos, el Rey de los
reyes de la tierra. El nos amó y nos purificó de nuestros pecados, por medio de
su sangre, e hizo de nosotros un Reino sacerdotal para Dios, su Padre. ¡A él sea
la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén.
El vendrá entre las nubes y todos lo verán, aún aquellos que lo habían
traspasado. Por él se golpearán el pecho todas las razas de la tierra. Sí, así
será. Amén.
Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que
vendrá, el Todopoderoso.
Palabra de Dios.
4
Nos has rescatado para Dios, por medio de tu sangre
Lectura del libro del Apocalipsis 5, 6-12
Yo, Juan, vi un Cordero que parecía haber sido inmolado: estaba de pie entre el
trono y los cuatro Seres Vivientes, en medio de los veinticuatro Ancianos. Tenía
siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados a toda
la tierra.
El Cordero vino y tomó el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado
en el trono. Cuando tomó el libro, los cuatro Seres Vivientes y los veinticuatro
Ancianos se postraron ante el Cordero. Cada uno tenía un arpa, y copas de oro
llenas de perfume, que son las oraciones de los Santos, y cantaban un canto
nuevo, diciendo:
«Tú eres digno de tomar el libro y de romper los sellos, porque has sido
inmolado, y por medio de tu Sangre, has rescatado para Dios a hombres de todas
las familias, lenguas, pueblos y naciones. Tú has hecho de ellos un Reino
sacerdotal para nuestro Dios, y ellos reinarán sobre la tierra.»
Y después oí la voz de una multitud de Ángeles que estaban alrededor del trono,
de los Seres Vivientes y de los Ancianos. Su número se contaba por miles y
millones, y exclamaban con voz potente:
«El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la
sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.»
Palabra de Dios.
Salmos responsoriales
1 SALMO 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Los que me ven, se burlan de mí,
hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo:
«Confió en el Señor, que él lo libre;
que lo salve, si lo quiere tanto.» R.
Me rodea una jauría de perros,
me asalta una banda de malhechores;
taladran mis manos y mis pies.
Yo puedo contar todos mis huesos. R.
Se reparten entre sí mi ropa
y sortean mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme. R.
Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos,
te alabaré en medio de la asamblea:
«Alábenlo, los que temen al Señor;
glorifíquenlo, descendientes de Jacob;
témanlo, descendientes de Israel.» R.
2 SALMO 30, 2. 6. 12-13. 15-17. 25
R. ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!
Yo me refugio en ti, Señor,
¡que nunca me vea defraudado!
Líbrame, por tu justicia.
Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel. R.
Soy la burla de todos mis enemigos
y la irrisión de mis propios vecinos;
para mis amigos soy motivo de espanto,
los que me ven por la calle huyen de mí.
Como un muerto, he caído en el olvido,
me he convertido en una cosa inútil. R.
Pero yo confío en ti, Señor,
y te digo: «Tú eres mi Dios,
mi destino está en tus manos.»
Líbrame del poder de mis enemigos
y de aquellos que me persiguen. R.
Que brille tu rostro sobre tu servidor,
sálvame por tu misericordia.
Sean fuertes y valerosos,
todos los que esperan en el Señor. R.
3 SALMO 54, 5-6. 13-15. 17-18. 23
R. ¡Confía tu suerte al Señor!
Mi corazón se estremece dentro de mi pecho,
me asaltan los horrores de la muerte,
me invaden el temor y el temblor,
y el pánico se apodera de mí. R.
Si fuera mi enemigo el que me agravia,
podría soportarlo;
si mi adversario se alzara contra mí,
me ocultaría de él. R.
¡Pero eres tú, un hombre de mi condición,
mi amigo y confidente,
con quien vivía en dulce intimidad:
juntos íbamos entre la multitud
a la Casa del Señor! R.
Yo, en cambio, invoco al Señor,
y él me salvará.
De tarde, de mañana, al mediodía,
gimo y me lamento,
pero él escuchará mi clamor. R.
Confía tu suerte al Señor,
y él te sostendrá:
nunca permitirá que el justo perezca. R.
4 SALMO 68, 8-10. 15-22. 27. 31. 33-34
R. ¡Respóndeme, Dios mío, por tu gran amor!
Por ti he soportado afrentas
y la vergüenza cubrió mi rostro;
me convertí en un extraño para mis hermanos,
fui un extranjero para los hijos de mi madre:
porque el celo de tu Casa me devora,
y caen sobre mí los ultrajes de los que te agravian. R.
Sácame del lodo para que no me hunda,
líbrame de los que me odian
y de las aguas profundas;
que no me arrastre la corriente,
que no me trague el Abismo,
que el Pozo no se cierre sobre mí. R.
Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu amor,
por tu gran compasión vuélvete a mí;
no le ocultes el rostro a tu servidor,
respóndeme pronto, porque estoy en peligro.
Acércate a mí y rescátame,
líbrame de mis enemigos. R.
Tú conoces mi afrenta, mi vergüenza y mi deshonra,
todos mis enemigos están ante ti.
La vergüenza me destroza el corazón,
y no tengo remedio.
Espero compasión y no la encuentro,
en vano busco un consuelo. R.
Pusieron veneno en mi comida,
y cuando tuve sed me dieron vinagre.
Porque persiguen al que tú has castigado
y aumentan los dolores del que tú has herido. R.
Así alabaré con cantos el nombre de Dios,
y proclamaré su grandeza dando gracias.
Que lo vean los humildes y se alegren,
que vivan los que buscan al Señor:
porque el Señor escucha a los pobres
y no desprecia a sus cautivos. R.
5 SALMO 117, 5-7. 10-15
R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
En el peligro invoqué al Señor,
y él me escuchó dándome un alivio.
El Señor está conmigo: no temeré;
¿qué podrán hacerlo los hombres?
El Señor está conmigo y me ayuda:
yo veré derrotados a mis adversarios. R.
Todos los paganos me rodearon,
pero yo los derroté en el nombre del Señor;
me rodearon por todas partes,
pero yo los derroté en el nombre del Señor;
me rodearon como avispas,
ardían como fuego en las espinas,
pero yo los derroté en el nombre del Señor. R.
Me empujaron con violencia para derribarme,
pero el Señor vino en mi ayuda.
El Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación.
Un grito de alegría y de victoria
resuena en las carpas de los justos. R.
O bien:
SALMO 117, 16-24
R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
La mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas.
No, no moriré:
viviré para publicar lo que hizo el Señor.
El Señor me castigó duramente,
pero no me entregó a la muerte. R.
«Abran las puertas de la justicia
y entraré para dar gracias al Señor.»
«Esta es la puerta del Señor:
sólo los justos entran por ella.»
Yo te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación. R.
La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos.
Este es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él. R.
Segundas lecturas del Nuevo Testamento
1
Nosotros predicamos a un Cristo crucificado
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto 1, 18-25
Hermanos:
El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden, pero para los que
se salvan -para nosotros- es fuerza de Dios. Porque está escrito: "Destruiré la
sabiduría de los sabios y rechazaré la ciencia de los inteligentes". ¿Dónde está
el sabio? ¿Dónde el hombre culto? ¿Dónde el razonador sutil de este mundo?
¿Acaso Dios no ha demostrado que la sabiduría del mundo es una necedad? En
efecto, ya que el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios en las obras que
manifiestan su sabiduría, Dios quiso salvar a los que creen por la locura de la
predicación. Mientras los judíos piden milagros y los griegos van en busca de
sabiduría, nosotros, en cambio, predicamos a un Cristo crucificado, escándalo
para los judíos y locura para los paganos, pero fuerza y sabiduría de Dios para
los que han sido llamados, tanto judíos como griegos. Porque la locura de Dios
es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más
fuerte que la fortaleza de los hombres.
Palabra de Dios.
2
Cristo es nuestra paz, aboliendo la enemistad en su propia carne
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Efeso 2, 13-18
Hermanos:
Ahora, en Cristo Jesús, ustedes, los que antes estaban lejos, han sido acercados
por al sangre de Cristo.
Porque Cristo es nuestra paz: él ha unido a los dos pueblos en uno solo,
derribando el muro de enemistad que los separaba, y aboliendo en su propia carne
la Ley con sus mandamientos y prescripciones.
Así creó con los dos pueblos un solo Hombre nuevo en su propia persona,
restableciendo la paz, y los reconcilió con Dios en un solo Cuerpo, por medio de
la cruz, destruyendo la enemistad en su persona.
Y él vino a proclamar la Buena Noticia de la paz, paz para ustedes, que estaban
lejos, paz también para aquellos que estaban cerca. Porque por medio de Cristo,
todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu.
Palabra de Dios.
3
Se anonadó a sí mismo. Por eso, Dios lo exaltó
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Filipos 2, 6-11
Jesucristo, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios
como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo,
tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y
presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la
muerte y muerte de cruz.
Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que
al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los
abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el
Señor.»
Palabra de Dios.
4
Conocer a Cristo, el poder de su resurrección
y participar en sus sufrimientos
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Filipos 3, 8-14
Hermanos:
Todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de
Cristo Jesús, mi Señor. Por él, he sacrificado todas las cosas, a las que
considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a él, no con
mi propia justicia -la que procede de la Ley- sino con aquella que nace de la fe
en Cristo, la que viene de Dios y se funda en la fe. Así podré conocerlo a él,
conocer el poder de su resurrección y participar de sus sufrimientos, hasta
hacerme semejante a él en la muerte, a fin de llegar, si es posible, a la
resurrección de entre los muertos.
Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero
sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado
por Cristo Jesús.
Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del
camino recorrido, me lanzo hacia adelante y corro en dirección a la meta, para
alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
5
Aprendió qué significa obedecer
y llegó a ser causa de salvación eterna
Lectura de la carta a los Hebreos 5, 7-9
Cristo dirigió durante su vida terreno súplicas y plegarias, con fuertes gritos
y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su
humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios
sufrimientos qué significa obedecer. De este modo, él alcanzó la perfección y
llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen.
Palabra de Dios.
Aleluia y Versículo antes del Evangelio
1 Flp 2, 8-9
Cristo se humilló por nosotros
hasta aceptar por obediencia la muerte
y muerte de cruz.
Por eso, Dios lo exaltó
y le dio el Nombre que está sobre todo nombre.
2
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos,
porque con tu cruz has redimido al mundo.
3
Por un árbol nos hicimos esclavos
y por la santa cruz fuimos liberados;
el fruto del árbol nos sedujo,
el Hijo de Dios nos redimió.
EVANGELIOS
1
El Hijo del hombre debe sufrir mucho
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 8, 31-34
Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser
rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser
condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con
toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.
Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo:
«¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de
Dios, sino los de los hombres.»
Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: «El
que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y
me siga.»
Palabra del Señor.
2
Apoderándose del hijo amado,
lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 12, 1-12
Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, los escribas y los
ancianos:
«Un hombre plantó una viña, la cercó, cavó un lugar y construyó una torre de
vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.
A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte
de los frutos que le correspondía. Pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo
echaron con las manos vacías.
De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo
llenaron de ultrajes. Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también
golpearon o mataron a muchos otros.
Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último
término, pensando: "Respetarán a mi hijo". Pero los viñadores se dijeron: "Este
es el heredero: vamos a matarlo y la herencia será nuestra". Y apoderándose de
él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la
viña a otros.
¿No han leído este pasaje de la Escritura: La piedra que los constructores
rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor,
admirable a nuestros ojos?»
Entonces buscaban la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta
parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo de la multitud. Y
dejándolo, se fueron.
Palabra del Señor.
3
Miren mis manos y mis pies
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 24, 35-48
Los discípulos, que retornaron de Emaús a Jerusalén, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían
reconocido al partir el pan.
Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y
les dijo: «La paz esté con ustedes.»
Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó:
«¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis
pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como
ven que yo tengo.»
Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. Era tal la alegría y la
admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó:
«¿Tienen aquí algo para comer?» Ellos le presentaron un trozo de pescado asado;
él lo tomó y lo comió delante de todos.
Después les dijo: «Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario
que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los
Profetas y en los Salmos.»
Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras,
y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los
muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse
a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son
testigos de todo esto.»
Palabra del Señor.
4
Cuando Yo sea levantado en alto sobre la tierra,
atraeré a todos hacia mí
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 12, 31-36a
Jesús dijo a la multitud:
«Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este mundo será
arrojado afuera; y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a
todos hacia mí.»
Jesús decía esto para indicar cómo iba a morir.
La multitud le respondió:
«Sabemos por la Ley que el Mesías permanecerá para
siempre. ¿Cómo puedes decir: "Es necesario que el Hijo del hombre sea levantado
en alto"? ¿Quién es ese Hijo del hombre?»
Jesús les respondió: «La luz está todavía entre ustedes, pero por poco tiempo.
Caminen mientras tengan la luz, no sea que las tinieblas los sorprendan: porque
el que camina en tinieblas no sabe a dónde va.
Mientras tengan luz, crean en la luz y serán hijos de la luz.»
Palabra del Señor.
Lecturas de la historia de la pasión del Señor
1
¿Soy acaso un ladrón,
para que salgáis a arrestarme con espadas y palos?
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 26, 47-56
Jesús estaba hablando todavía, cuando llegó Judas, uno de los Doce, acompañado
de una multitud con espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes y los
ancianos del pueblo.
El traidor les había dado esta señal: «Es aquel a quien voy a besar.
Deténganlo.» Inmediatamente se acercó a Jesús, diciéndole: «Salud, Maestro», y
lo besó.
Jesús le dijo: «Amigo, ¡cumple tu cometido!»
Entonces se abalanzaron sobre él y lo detuvieron. Uno de los que estaban con
Jesús sacó su espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la
oreja. Jesús le dijo: «Guarda tu espada, porque el que a hierro mata a hierro
muere. ¿O piensas que no puedo recurrir a mi Padre? El pondría inmediatamente a
mi disposición más de doce legiones de ángeles. Pero entonces, ¿cómo se
cumplirían las Escrituras, según las cuales debe suceder así?»
Y en ese momento dijo Jesús a la multitud: «¿Soy acaso un ladrón, para que
salgan a arrestarme con espadas y palos? Todos los días me sentaba a enseñar en
el Templo, y ustedes no me detuvieron.»
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas.
Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
Palabra del Señor.
2
Jesús, clamando otra vez con voz potente, entregó su espíritu
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 27, 33-50
Llevaron a Jesús a crucificar.
Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa «lugar del Cráneo», le
dieron de beber vino con hiel. El lo probó, pero no quiso tomarlo.
Después de crucificarlo, los soldados sortearon sus vestiduras y se las
repartieron; y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo. Colocaron sobre su
cabeza una inscripción con el motivo de su condena: «Este es Jesús, el rey de
los judíos.»
Al mismo tiempo, fueron crucificados con él dos ladrones, uno a su derecha y el
otro a su izquierda.
Los que pasaban, lo insultaban y, moviendo la cabeza, decían: «Tú, que destruyes
el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, ¡sálvate a ti mismo, si eres
Hijo de Dios, y baja de la cruz!»
De la misma manera, los sumos sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos,
se burlaban, diciendo: «¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es
rey de Israel: que baje ahora de la cruz y creeremos en él. Ha confiado en Dios;
que él lo libre ahora si lo ama, ya que él dijo: "Yo soy Hijo de Dios."»
También lo insultaban los ladrones crucificados con él.
Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la
región. Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz: «Elí, Elí, lemá
sabactani», que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: «Está llamando a
Elías.» En seguida, uno de ellos corrió a tomar una esponja, la empapó en
vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le dio de beber. Pero los otros
le decían: «Espera, veamos si Elías viene a salvarlo.»
Entonces Jesús, clamando otra vez con voz potente, entregó su espíritu.
Palabra del Señor.
3
Mi alma siente una tristeza de muerte
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Marcos 14, 32-41
Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos:
"Quédense aquí, mientras yo voy a orar".
Después llevó con él a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir temor y a
angustiarse.
Entonces les dijo: "Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí
velando".
Y adelantándose un poco, se postró en tierra y rogaba que, de ser posible, no
tuviera que pasar por esa hora.
Y decía: "Abba -Padre- todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no
se haga mi voluntad, sino la tuya".
Después volvió y encontró a sus discípulos dormidos. Y Jesús dijo a Pedro:
"Simón, ¿duermes? ¿No has podido quedarte despierto ni siquiera una hora?
Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu
está dispuesto, pero la carne es débil".
Luego se alejó nuevamente y oró, repitiendo las mismas palabras.
Al regresar, los encontró otra vez dormidos, porque sus ojos se cerraban de
sueño, y no sabían qué responderle.
Volvió por tercera vez y les dijo: "Ahora pueden dormir y descansar. Esto se
acabó. Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos
de los pecadores.
Palabra del Señor.
4
Todos sentenciaron que merecía la muerte
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 14, 55-65
Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un testimonio contra Jesús,
para poder condenarlo a muerte, pero no lo encontraban. Porque se presentaron
muchos con falsas acusaciones contra él, pero sus testimonios no concordaban.
Algunos declaraban falsamente contra Jesús: «Nosotros lo hemos oído decir: "Yo
destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días volveré a
construir otro que no será hecho por la mano del hombre."» Pero tampoco en esto
concordaban sus declaraciones.
El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie ante la asamblea, interrogó a Jesús: «¿No
respondes nada a lo que estos atestiguan contra ti?»
El permanecía en silencio y no respondía nada. El Sumo Sacerdote lo interrogó
nuevamente: «¿Eres el Mesías, el Hijo del Dios bendito?»
Jesús respondió: «Así, yo lo soy: y ustedes verán al Hijo del hombre sentarse a
la derecha del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo.»
Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó: «¿Qué necesidad
tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?»
Y todos sentenciaron que merecía la muerte.
Después algunos comenzaron a escupirlo y, tapándole el rostro, lo golpeaban,
mientras le decían: «¡Profetiza!» Y también los servidores le daban bofetadas.
Palabra del Señor.
5
¿Qué debo hacer con el rey de los judíos? ¡Crucifícalo!
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 15, 1-15
En cuanto amaneció, los sumos sacerdotes se reunieron en Consejo con los
ancianos, los escribas y todo el Sanedrín. Y después de atar a Jesús, lo
llevaron y lo entregaron a Pilato. Este lo interrogó: «¿Tú eres el rey de los
judíos?» Jesús le respondió: «Tú lo dices.»
Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra él. Pilato lo
interrogó nuevamente: «¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!» Pero
Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato.
En cada Fiesta, Pilato ponía en libertad a un preso, a elección del pueblo.
Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros revoltosos que
habían cometido un homicidio durante la sedición. La multitud subió y comenzó a
pedir el indulto acostumbrado. Pilato les dijo: «¿Quieren que les ponga en
libertad al rey de los judíos?» El sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo
habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la multitud
a pedir la libertad de Barrabás.
Pilato continuó diciendo: «¿Qué debo hacer, entonces, con el que ustedes llaman
rey de los judíos?» Ellos gritaron de nuevo: «¡Crucifícalo!» Pilato les dijo:
«¿Qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: «¡Crucifícalo!»
Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a
Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.
Palabra del Señor.
6
Lo vistieron con un manto de púrpura,
hicieron una corona de espinas y se la colocaron
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 15, 16-20
Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la
guardia. Lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y
se la colocaron. Y comenzaron a saludarlo: «¡Salud, rey de los judíos!»
Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le
rendían homenaje.
Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron
de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo.
Palabra del Señor.
7
Eloí, Eloí, ¿lamá sabactani?
Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado. Ha resucitado
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 15, 33-39; 16, 1-6
Mediaba la mañana cuando crucificaron a Jesús. Al mediodía, se oscureció toda la
tierra hasta las tres de la tarde; y a esa
hora, Jesús exclamó en alta voz:
«Eloi, Eloi, lamá sabactani».
Que significa:
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: «Está llamando a
Elías.» Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de
una caña, le dio de beber, diciendo: «Vamos a ver si Elías viene a bajarlo.»
Entonces Jesús, dando un gran grito, expiró.
El velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Al verlo expirar así, el
centurión que estaba frente a él, exclamó: «¡Verdaderamente, este hombre era
Hijo de Dios!»
Pasado el sábado, María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé
compraron perfumes para ungir el cuerpo de Jesús. A la madrugada del primer día
de la semana, cuando salía el sol, fueron al sepulcro. Y decían entre ellas:
«¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?»
Pero al mirar, vieron que la piedra había sido corrida; era una piedra muy
grande. Al entrar al sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido
con una túnica blanca. Ellas quedaron sorprendidas, pero él les dijo: «No teman.
Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí.
Miren el lugar donde lo habían puesto.»
Palabra del Señor.
8
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 23, 33-34. 39-46
Cuando llegaron al lugar llamado «del Cráneo», lo crucificaron junto con los
malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía: «Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen.»
Después se repartieron sus vestiduras, sorteándolas entre ellos. Uno de los
malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate
a ti mismo y a nosotros.»
Pero el otro lo increpaba, diciéndole:
«¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la
sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada
malo.» Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino.»
El le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso.»
Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la
tierra hasta las tres de la tarde. El velo del Templo se rasgó por el medio.
Jesús, con un grito, exclamó: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.» Y
diciendo esto, expiró.
Palabra del Señor.
9
Le atravesó el costado, y brotó sangre y agua
+
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 19, 28-37