DE LOS SANTOS PEDRO Y PABLO,
APÓSTOLES
Se utilizan las lecturas indicadas para el día 18 de noviembre:
Dedicación de la basílicas de San Pedro y San Pablo, apóstoles:
Llegamos a Roma
Lectura de los Hechos de los apóstoles
28, 11-16. 30-31
Al cabo de tres meses nos embarcamos en un navío que había permanecido en la
isla durante el invierno; era un barco alejandrino que tenía la insignia de
Cástor y Pólux. Hicimos escala en Siracusa, donde permanecimos tres días.
De allí, bordeando la costa llegamos a Regio. Al día siguiente, se levantó un
viento del sur, y en dos días llegamos a Pozzuoli, donde encontramos a unos
hermanos que nos invitaron a permanecer una semana con ellos. Luego llegamos a
Roma.
Los hermanos de esta ciudad, informados de nuestra llegada, nos salieron al
encuentro y nos alcanzaron a la altura del «Foro de Apio» y en las «Tres
Tabernas.» Pablo, al verlos, dio gracias a Dios y se sintió reconfortado.
Cuando llegamos a Roma, recibió autorización para alojarse en una casa
particular con un soldado que lo custodiara.
Pablo vivió dos años enteros por sus propios medios, recibiendo a todos los que
querían verlo, proclamando el Reino de Dios, y enseñando con toda libertad y sin
encontrar ningún obstáculo, lo concerniente al Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 97, 1-6
R. El Señor reveló su justicia a los ojos de las naciones.
Canten al Señor un canto nuevo,
porque el hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria. R.
El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos. R.
Canten al Señor con el arpa
y al son de instrumentos musicales;
con clarines y sonidos de trompeta
aclamen al Señor, que es Rey. R.
ALELUIA
A ti, Dios, te alabamos y cantamos;
a ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles.
EVANGELIO
Mándame ir a tu encuentro sobre el agua
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
14, 22-33
Después que se sació la multitud, Jesús obligó a los discípulos que subieran a
la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la
multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía
estaba allí, solo.
La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían
viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar.
Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un fantasma»,
dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: «Tranquilícense, soy yo; no teman.»
Entonces Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre
el agua.»
«Ven», le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el
agua en dirección a él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como
empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame.» En seguida, Jesús le tendió la
mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella se
postraron ante él, diciendo: «Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios.»
Palabra del Señor.