CUARTA SEMANA DE CUARESMA

Misa opcional - Lunes - Martes - Miércoles - Jueves - Viernes - Sábado

MISA OPCIONAL

Puede utilizarse cualquier día de esta semana especialmente en los año B y C, cuando el Evangelio del ciego de nacimiento no se lee en el cuarto domingo de Cuaresma.

Me levantaré; si habito en las tinieblas, el Señor es mi luz

Lectura de la profecía de Miqueas     7, 7-9

    Yo aguardo al Señor, espero en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios me escuchará!
    No te alegres de mi suerte, enemiga mía, porque si he caído, me levantaré; si habito en las tinieblas, el Señor es mi luz.
    Tengo que soportar la ira del Señor, porque he pecado contra él, hasta que él juzgue mi causa y me haga justicia. El me hará salir a la luz y yo contemplaré su justicia.

Palabra de Dios.


SALMO     26, 1. 7-8a. 8b-9abc. 13-14

R.
El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré? R.

¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz,
apiádate de mí y respóndeme!
Mi corazón sabe que dijiste:
«Busquen mi rostro.» R.

Yo busco tu rostro, Señor,
no lo apartes de mí.
No alejes con ira a tu servidor,
tú, que eres mi ayuda. R.

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor. R.


VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO     Jn 8, 12


Dice el Señor: Yo soy la luz del mundo;
el que me sigue tendrá la luz de la Vida.

EVANGELIO

Fue, se lavó y vio

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     9, 1-41

    Jesús, al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?»
    «Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios. Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.»
    Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, diciéndole: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé», que significa «Enviado.»
    El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía. Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: «¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?»
    Unos opinaban: «Es el mismo.» «No, respondían otros, es uno que se le parece.»
    El decía: «Soy realmente yo.»
    Ellos le dijeron: «¿Cómo se te han abierto los ojos?»
    El respondió: «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: "Ve a lavarte a Siloé". Yo fui, me lavé y vi.»
    Ellos le preguntaron: «¿Dónde está?»
    El respondió: «No lo sé.»
    El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos. Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver.
    El les respondió: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo.»
    Algunos fariseos decían: «Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado.»
    Otros replicaban: «¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?» Y se produjo una división entre ellos. Entonces dijeron nuevamente al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?» El hombre respondió: «Es un profeta.»
    Sin embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: «¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?»
    Sus padres respondieron: «Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta.»
    Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías. Por esta razón dijeron: «Tiene bastante edad, pregúntenle a él.»
    Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: «Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.»
    «Yo no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo.»
    Ellos le preguntaron: «¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?»
    El les respondió: «Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?»
    Ellos lo injuriaron y le dijeron: «¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés! Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de donde es este.»
    El hombre les respondió: «Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad. Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada.»
    Ellos le respondieron: «Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?» Y lo echaron.
    Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: «¿Crees en el Hijo del hombre?»
    El respondió: «¿Quién es, Señor, para que crea en él?»
    Jesús le dijo: «Tú lo has visto: es el que te está hablando.»
    Entonces él exclamó: «Creo, Señor», y se postró ante él.
Después Jesús agregó: «He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven.»
    Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: «¿Acaso también nosotros somos ciegos?»
    Jesús les respondió: «Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: "Vemos", su pecado permanece.»

Palabra del Señor


O bien más breve:

+
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     9, 1. 6-9. 13-17. 34-38

    Jesús, al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. Escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, diciéndole: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé», que significa «Enviado.»
    El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía. Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: «¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?»
    Unos opinaban: «Es el mismo.» «No, respondían otros, es uno que se le parece.»
    El decía: «Soy realmente yo.»
    El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos. Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver.
    El les respondió: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo.»
    Algunos fariseos decían: «Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado.»
    Otros replicaban: «¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?» Y se produjo una división entre ellos. Entonces dijeron nuevamente al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?» El hombre respondió: «Es un profeta.»
    Ellos le respondieron: «Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?» Y lo echaron.
    Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: «¿Crees en el Hijo del hombre?»
    El respondió: «¿Quién es, Señor, para que crea en él?»
    Jesús le dijo: «Tú lo has visto: es el que te está hablando.»
    Entonces él exclamó: «Creo, Señor», y se postró ante él.

Palabra del Señor.

LUNES

Nunca más se escucharán ni llantos ni alaridos

Lectura del libro de Isaías     65, 17-21

Así habla el Señor:
    Sí, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva.
    No quedará el recuerdo del pasado ni se lo traerá a la memoria, sino que se regocijarán y se alegrarán para siempre por lo que yo voy a crear: porque voy a crear a Jerusalén para la alegría y a su pueblo para el gozo. Jerusalén será mi alegría, yo estaré gozoso a causa de mi pueblo, y nunca más se escucharán en ella ni llantos ni alaridos.
    Ya no habrá allí niños que vivan pocos días ni ancianos que no completen sus años, porque el más joven morirá a los cien años y al que no llegue a esa edad se lo tendrá por maldito. Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos.

Palabra de Dios.


SALMO     29, 2. 4. 5-6. 11-12a. 13b

R.
Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste.

Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste
y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.
Tú, Señor, me levantaste del Abismo
y me hiciste revivir,
cuando estaba entre los que bajan al sepulcro. R.

Canten al Señor, sus fieles;
den gracias a su santo Nombre,
porque su enojo dura un instante,
y su bondad, toda la vida:
si por la noche se derraman lágrimas,
por la mañana renace la alegría. R.

«Escucha, Señor, ten piedad de mí;
ven a ayudarme, Señor.»
Tú convertiste mi lamento en júbilo,
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente! R.


VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO     Cf. Am 5, 14


Busquen el bien y no el mal, para que tengan vida,
y así el Señor estará con ustedes.

EVANGELIO

Vuélvete, tu hijo vive

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     4, 43-54

    Jesús partió hacia Galilea. El mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo. Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta.
    Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaún. Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo moribundo.
    Jesús le dijo: «Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen.»
    El funcionario le respondió: «Señor, baja antes que mi hijo se muera.»
    «Vuelve a tu casa, tu hijo vive», le dijo Jesús.
    El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y le anunciaron que su hijo vivía. El les preguntó a qué hora se había sentido mejor. «Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre», le respondieron.
    El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive.» Y entonces creyó él y toda su familia.
    Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.

Palabra del Señor.

MARTES

He visto el agua que brotaba del templo:
y todos aquellos a quienes alcanzó esta agua
han sido salvados

Lectura de la profecía de Ezequiel     40, 1-3; 47, 1-9. 12

    El año vigésimoquinto de nuestro exilio, al comienzo del año, el décimo día del mes, es, decir, catorce años después de la destrucción de la ciudad, ese mismo día la mano del Señor descendió sobre mí, y él me llevó allá. En una visión divina, me llevó a la tierra de Israel, y me posó sobre una montaña muy alta, sobre la que había algo así como las construcciones de una ciudad, al sur. Él me llevó hasta allí, y yo ví a un hombre, que por su aspecto parecía de bronce, con una cuerda de lino y una vara de medir en la mano. Estaba de pié en el pórtico.
    El hombre me hizo volver a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur del altar. Luego me sacó por el camino de la puerta septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino exterior, hasta la puerta exterior que miraba hacia el oriente. Allí vi que el agua fluía por el costado derecho.
    Cuando el hombre salió hacia el este, tenía una cuerda en la mano. Midió quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a las rodillas. Midió otros quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a la cintura. Luego midió otros quinientos metros, y ya era un torrente que no pude atravesar, porque el agua había crecido: era un agua donde había que nadar, un torrente intransitable.
    El hombre me dijo: «¿Has visto, hijo de hombre?», y me hizo volver a la orilla del torrente. Al volver, vi que a la orilla del torrente, de uno y otro lado, había una inmensa arboleda.
    Entonces me dijo: «Estas aguas fluyen hacia el sector oriental, bajan hasta la estepa y van a desembocar en el Mar. Se las hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas. Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas partes adonde llegue el torrente.
    Al borde del torrente, sobre sus dos orillas, crecerán árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán sus hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos frutos, porque el agua sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas de remedio.»

Palabra de Dios.


SALMO     45, 2-3. 5-6. 8-9

R.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.


El Señor es nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre pronta en los peligros.
Por eso no tememos, aunque la tierra se conmueva
y las montañas se desplomen hasta el fondo del mar. R.

Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios,
la más santa Morada del Altísimo.
El Señor está en medio de ella: nunca vacilará;
él la socorrerá al despuntar la aurora. R.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
Vengan a contemplar las obras del Señor,
él hace cosas admirables en la tierra. R.


VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO     Sal 50, 12a. 14a


Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y devuélveme la alegría de tu salvación.

EVANGELIO

En seguida el hombre se curó

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     5, 1-3a. 5-16

    Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
    Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: «¿Quieres curarte?»
    El respondió: «Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes.»
    Jesús le dijo: «Levántate, toma tu camilla y camina.»
En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar.
    Era un sábado, y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: «Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla.»
    El les respondió: «El que me curó me dijo: "Toma tu camilla y camina."» Ellos le preguntaron: «¿Quién es ese hombre que te dijo: "Toma tu camilla y camina?"»
    Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
    Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: «Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía.»
    El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.

Palabra del Señor.

MIÉRCOLES

Te destiné a ser la alianza del pueblo,
para restaurar el país

Lectura del libro de Isaías     49, 8-15

    Así habla el Señor: En el tiempo favorable, yo te respondí, en el día de la salvación, te socorrí. Yo te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir las herencias devastadas, para decir a los cautivos: «¡Salgan!», y a los que están en las tinieblas: «¡Manifiéstense!»
    Ellos se apacentarán a lo largo de los caminos, tendrán sus pastizales hasta en las cumbres desiertas. No tendrán hambre, ni sufrirán sed, el viento ardiente y el sol no los dañarán, porque el que se compadece de ellos los guiará y los llevará hasta las vertientes de agua. De todas mis montañas yo haré un camino y mis senderos serán nivelados.
    Sí, ahí vienen de lejos, unos del norte y del oeste, y otros, del país de Siním. ¡Griten de alegría, cielos, regocíjate, tierra! ¡Montañas, prorrumpan en gritos de alegría, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de sus pobres!
    Sión decía: «El Señor me abandonó, mi Señor se ha olvidado de mí.» ¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!

Palabra de Dios.


SALMO     144, 8-9. 13cd-14. 17-18

R.
El Señor es bondadoso y compasivo.

El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas. R.

El Señor es fiel en todas sus palabras
y bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que caen
y endereza a los que están encorvados. R.

El Señor es justo en todos sus caminos
y bondadoso en todas sus acciones;
está cerca de aquellos que lo invocan,
de aquellos que lo invocan de verdad. R.


VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO     Jn 11, 25a. 26


Dice el Señor: Yo soy la Resurrección y la Vida.
El que cree en mí no morirá jamás.

EVANGELIO

Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida,
del mismo modo el Hijo da vida al que él quiere

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     5, 17-30

Jesús dijo a los judíos:
    «Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo.» Pero para los judíos esta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre. Entonces Jesús tomó la palabra diciendo:
    «Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Y le mostrará obras más grandes aún, para que ustedes queden maravillados.
    Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida al que él quiere. Porque el Padre no juzga a nadie: él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
    Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la Vida.
    Les aseguro que la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán. Así como el Padre dispone de la Vida, del mismo modo ha concedido a su Hijo disponer de ella, y le dio autoridad para juzgar porque él es el Hijo del hombre.
    No se asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio.
    Nada puedo hacer por mí mismo. Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió.»

Palabra del Señor.

JUEVES

Arrepiéntete del mal que quieres infligir a tu pueblo

Lectura del libro del Exodo     32, 7-14

    El Señor dijo a Moisés: «Baja en seguida, porque tu pueblo, ese que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido. Ellos se han apartado rápidamente del camino que yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido.
    Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: "Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto."»
    Luego le siguió diciendo: «Ya veo que este es un pueblo obstinado. Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación.»
    Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: «¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo, ese pueblo que tú mismo hiciste salir de Egipto con gran firmeza y mano poderosa? ¿Por qué tendrán que decir los egipcios: "El los sacó con la perversa intención de hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra?" Deja de lado tu indignación y arrepiéntete del mal que quieres infligir a tu pueblo.
    Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo: "Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia."»
    Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.

Palabra de Dios.


SALMO     105, 19-20. 21-22. 23

R.
Acuérdate de mí, Señor, por el amor que tienes a tu pueblo.

En Horeb se fabricaron un ternero,
adoraron una estatua de metal fundido:
así cambiaron su Gloria
por la imagen de un toro que come pasto. R.

Olvidaron a Dios, que los había salvado
y había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam
y portentos junto al Mar Rojo. R.

El Señor amenazó con destruirlos,
pero Moisés, su elegido,
se mantuvo firme en la brecha
para aplacar su enojo destructor. R.


VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO     Jn 3, 16


Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único;
para que todo el que crea en él tenga Vida eterna.

EVANGELIO

El que los acusará será Moisés,
en el que ustedes han puesto su esperanza

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     5, 31-47

Jesús dijo a los judíos:
    «Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría. Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero.
    Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió.
    Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida.
    Mi gloria no viene de los hombres. Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes. He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir. ¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios?
    No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza. Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí. Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?»

Palabra del Señor.

VIERNES

Condenémoslo a una muerte infame

Lectura del libro de la Sabiduría     2, 1a. 12-22

Los impíos se dicen entre sí, razonando equivocadamente:
    «Tendamos trampas al justo, porque nos molesta y se opone a nuestra manera de obrar; nos echa en cara las transgresiones a la Ley y nos reprocha las faltas contra la enseñanza recibida. El se gloría de poseer el conocimiento de Dios y se llama a sí mismo hijo del Señor.
    Es un vivo reproche contra nuestra manera de pensar y su sola presencia nos resulta insoportable, porque lleva una vida distinta de los demás y va por caminos muy diferentes. Nos considera como algo viciado y se aparta de nuestros caminos como de las inmundicias. El proclama dichosa la suerte final de los justos y se jacta de tener por padre a Dios.
    Veamos si sus palabras son verdaderas y comprobemos lo que le pasará al final. Porque si el justo es hijo de Dios, él lo protegerá y lo librará de las manos de sus enemigos.
    Pongámoslo a prueba con ultrajes y tormentos, para conocer su temple y probar su paciencia. Condenémoslo a una muerte infame, ya que él asegura que Dios lo visitará.»
    Así razonan ellos, pero se equivocan, porque su malicia los ha enceguecido. No conocen los secretos de Dios, no esperan retribución por la santidad, ni valoran la recompensa de las almas puras.

Palabra de Dios.


SALMO     33, 17-18. 19-20. 21. 23

R.
El Señor está cerca del que sufre.

El Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias. R.

El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.
El justo padece muchos males,
pero el Señor lo libra de ellos. R.

El cuida todos sus huesos,
no se quebrará ni uno solo.
Pero el Señor rescata a sus servidores,
y los que se refugian en él no serán castigados. R.


VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO     Mt 4, 4b


El hombre no vive solamente de pan,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

EVANGELIO

Quisieron detenerlo, pero todavía no había llegado su hora

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     7, 1-2. 10. 25-30

    Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo.
    Se acercaba la fiesta judía de las Chozas. Cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver.
    Algunos de Jerusalén decían: «¿No es este aquel a quien querían matar? ¡Y miren como habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es.»
    Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó:
    «¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió.»
    Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra del Señor.

SÁBADO

Yo era como un manso cordero, llevado al matadero

Lectura del libro del profeta Jeremías     11, 18-20

    El Señor de los ejércitos me lo ha hecho saber y yo lo sé. Entonces tú me has hecho ver sus acciones.
    Y yo era como un manso cordero, llevado al matadero, sin saber que ellos urdían contra mí sus maquinaciones: «¡Destruyamos el árbol mientras tiene savia, arranquémoslo de la tierra de los vivientes, y que nadie se acuerde más de su nombre!»
    Señor de los ejércitos, que juzgas con justicia, que sondeas las entrañas y los corazones, ¡que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he confiado mi causa!

Palabra de Dios.


SALMO     7, 2-3. 9bc-10. 11-12

R.
Señor, Dios mío, en ti me refugio.

Señor, Dios mío, en ti me refugio:
sálvame de todos los que me persiguen;
líbrame, para que nadie pueda atraparme
como un león, que destroza sin remedio. R.

Júzgame, Señor, conforme a mi justicia
y de acuerdo con mi integridad.
¡Que se acabe la maldad de los impíos!
Tú que sondeas las mentes y los corazones,
tú que eres un Dios justo, apoya al inocente. R.

Mi escudo es el Dios Altísimo,
que salva a los rectos de corazón.
Dios es un Juez justo
y puede irritarse en cualquier momento. R.


VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO     Cf. Lc 8, 15


Felices los que retienen la Palabra de Dios
con un corazón bien dispuesto
y dan fruto gracias a su constancia.

EVANGELIO

¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea?

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     7, 40-53

    Algunos de la multitud que lo habían oído, opinaban: «Este es verdaderamente el Profeta.» Otros decían: «Este es el Mesías.» Pero otros preguntaban: «¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?» Y por causa de él, se produjo una división entre la gente. Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él.
    Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: «¿Por qué no lo trajeron?»
    Ellos respondieron: «Nadie habló jamás como este hombre.»
    Los fariseos respondieron: «¿También ustedes se dejaron engañar? ¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él? En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita.»
    Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo: «¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?»
    Le respondieron: «¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta.»
    Y cada uno regresó a su casa.

Palabra del Señor.