Lecturas de la decimonovena semana durante el año

Año impar

Lunes - Martes - Miércoles - Jueves - Viernes - Sábado

 

Lunes

Circunciden sus corazones.
Amaran al extranjero, ya que han sido extranjeros

Lectura del libro del Deuteronomio     10, 12-22
 
    Moisés habló al pueblo diciendo:
Y ahora, Israel, esto es lo único que te pide el Señor, tu Dios: que lo temas y sigas todos sus caminos, que ames y sirvas al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, observando sus mandamientos y sus preceptos, que hoy te prescribo para tu bien.
    Al Señor, tu Dios, pertenecen el cielo y lo más alto del cielo, la tierra y todo lo que hay en ella. Sin embargo, sólo con tus padres se unió con lazos de amor, y después de ellos los eligió a ustedes, que son su descendencia, prefiriéndolos a todos los demás pueblos, como sucede hoy.
    Por eso, circunciden sus corazones y no persistan en su obstinación, porque el Señor, su Dios, es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande, valeroso y temible, que no hace acepción de personas ni se deja sobornar. El hace justicia al huérfano y a la viuda, ama al extranjero y le da ropa y alimento. También ustedes amarán al extranjero, ya que han sido extranjeros en Egipto.
    Teme al Señor, tu Dios, y sírvelo; vive unido a él y jura por su Nombre. Él es tu gloria y tu Dios, y él realizó en tu favor esas tremendas hazañas de que fuiste testigo. Porque cuando tus padres bajaron a Egipto, eran apenas setenta personas, y ahora el Señor te ha hecho numeroso como las estrellas del cielo.
 
Palabra de Dios.
 
 
SALMO
    Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20 (R.: 12a)
 
R.
¡Glorifica al Señor, Jerusalén!
 
O bien:
 
Aleluia.
 
¡Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión!
Él reforzó los cerrojos de tus puertas
y bendijo a tus hijos dentro de ti. R.
 
El asegura la paz en tus fronteras
y te sacia con lo mejor del trigo.
Envía su mensaje a la tierra,
su palabra corre velozmente. R.
 
Revela su palabra a Jacob,
sus preceptos y mandatos a Israel:
a ningún otro pueblo trató así
ni le dio a conocer sus mandamientos. R.
 
 
ALELUIA     Cf. 2Tes 2, 14
 
Aleluia.
Dios nos llamó, por medio del Evangelio,
para que poseamos la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
Aleluia.
 
 
EVANGELIO

Lo matarán y resucitará.
Los hijos están exentos del impuesto

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     17, 22-27
 
    Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres: lo matarán y al tercer día resucitará.» Y ellos quedaron muy apenados.
    Al llegar a Cafarnaúm, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?» «Sí, lo paga,» respondió.
    Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?» Y como Pedro respondió: «De los extraños,» Jesús le dijo: «Eso quiere decir que los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti».
 
Palabra del Señor.

Martes

Josué, sé fuerte y valiente.
Tú irás con este pueblo hasta la tierra
que el Señor les dará

Lectura del libro del Deuteronomio     31, 1-8
 
    Moisés fue a decir estas palabras a todo Israel: «Ya tengo ciento veinte años. En adelante no podré ejercer ninguna actividad; además, el Señor me dijo: "Tú no pasarás el Jordán." El Señor, tu Dios, es el que cruzará delante de ti; él eliminará de tu presencia a todas esas naciones, y tú las desposeerás de sus dominios. Será Josué el que cruzará al frente de ti, como el Señor lo ha ordenado. El Señor tratará a esas naciones como trató a Sijón y a Og -los reyes amorreos- y a sus países, cuando los destruyó por completo. El las pondrá en tus manos, y entonces ustedes deberán comportarse con ellas conforme a la orden que les di.
    ¡Sean fuertes y valientes! No tengan miedo ni tiemblen ante ellas. Porque el Señor, tu Dios, te acompaña, y él no te abandonará ni te dejará desamparado.»
    Después Moisés llamó a Josué y le dijo en presencia de todo Israel: «Sé fuerte y valiente. Tú irás con este pueblo hasta la tierra que el Señor les dará, porque así lo juró a sus padres, y tu los pondrás en posesión de ella. El Señor irá delante de ti; él estará contigo y no te abandonará ni te dejará desamparado. No temas ni te acobardes.»
 
Palabra de Dios.
 
 
SALMO
    Dt 32, 3-4a. 7. 8. 9 y 12 (R.: 9a)
 
R.
¡La herencia del Señor es su pueblo!
 
Yo voy a proclamar el nombre del Señor:
¡den gloria a nuestro Dios!
El es la Roca: su obra es perfecta. R.
 
Acuérdate de los días lejanos,
considera las épocas pasadas;
pregúntale a tu padre, y él te informará,
a los ancianos, y ellos te lo dirán. R.
 
Cuando el Altísimo dio una herencia a cada nación,
cuando distribuyó a los hombres,
él fijó las fronteras de los pueblos
según el número de los hijos de Dios. R.
 
Pero la parte del Señor es su pueblo,
la porción de su herencia es Jacob.
El Señor solo lo condujo,
no había a su lado ningún dios extranjero. R.
 
 
ALELUIA     Mt 11, 29ab
 
Aleluia.
«Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí,
porque soy paciente y humilde de corazón», dice el Señor.
Aleluia.
 
 
EVANGELIO

Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     18, 1-5. 10. 12-14
 
    Los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: «¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?»
    Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: «Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
    Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.
    ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.
 
Palabra del Señor.

Miércoles

Allí murió Moisés, como el Señor lo había dispuesto,
y nunca más apareció un profeta igual

Lectura del libro del Deuteronomio     34, 1-12
 
    Moisés subió de las estepas de Moab al monte Nebo, a la cima del Pisgá, frente a Jericó, y el Señor le mostró todo el país: Galaad hasta Dan, todo Neftalí, el territorio de Efraím y Manasés, todo el territorio de Judá hasta el mar Occidental, el Négueb, el Distrito y el valle de Jericó -la Ciudad de las Palmeras- hasta Soar. Y el Señor le dijo: «Esta es la tierra que prometí con juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob, cuando les dije: "Yo se la daré a tus descendientes." Te he dejado verla con tus propios ojos, pero tú no entrarás en ella.»
    Allí murió Moisés, el servidor del Señor, en territorio de Moab, como el Señor lo había dispuesto. El mismo lo enterró en el Valle, en el país de Moab, frente a Bet Peor, y nadie, hasta el día de hoy, conoce el lugar donde fue enterrado. Cuando murió, Moisés tenía ciento veinte años, pero sus ojos no se habían debilitado, ni había disminuido su vigor. Los israelitas lloraron a Moisés durante treinta días en las estepas de Moab. Así se cumplió el período de llanto y de duelo por la muerte de Moisés.
    Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había impuesto sus manos sobre él; y los israelitas le obedecieron, obrando de acuerdo con la orden que el Señor había dado a Moisés.
    Nunca más surgió en Israel un profeta igual a Moisés -con quien el Señor departía cara a cara- ya sea por todas las señales y prodigios que el Señor le mandó realizar en Egipto contra el Faraón, contra todos sus servidores y contra todo su país, ya sea por la gran fuerza y el terrible poder que él manifestó en presencia de todo Israel.
 
Palabra de Dios.
 
 
SALMO
    Sal 65, 1-3a. 5 y 8. 16-17 (R.: cf. 20a y 9a)
 
R.
¡Bendito sea Dios, que nos concedió la vida!
 
¡Aclame al Señor toda la tierra!
¡Canten la gloria de su Nombre!
Tribútenle una alabanza gloriosa,
digan al Señor: «¡Qué admirables son tus obras!» R.
 
Vengan a ver las obras del Señor,
las cosas admirables que hizo por los hombres.
Bendigan, pueblos, a nuestro Dios,
hagan oír bien alto su alabanza. R.
 
Los que temen al Señor, vengan a escuchar,
yo les contaré lo que hizo por mí:
apenas mi boca clamó hacia él,
mi lengua comenzó a alabarlo. R.
 
 
ALELUIA     2Cor 5, 19
 
Aleluia.
Dios estaba en Cristo,
reconciliando al mundo consigo,
confiándonos la palabra de la reconciliación.
Aleluia.
 
 
EVANGELIO

Si te escucha, habrás ganado a tu hermano

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     18, 15-20
 
    Jesús dijo a sus discípulos:
    «Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.
    Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
    También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos.»
 
Palabra del Señor.

Jueves

El arca de la alianza del Señor va a cruzar el Jordán delante de ustedes

Lectura del libro de Josué     3, 7-10a. 11. 13-17
 
    El Señor dijo a Josué: «Hoy empezaré a engrandecerte a los ojos de todo Israel, para que sepan que yo estoy contigo como estuve con Moisés. Ahora ordena a los sacerdotes que llevan el Arca de la Alianza: "Cuando lleguen al borde del Jordán, deténganse junto al río"».
    Josué dijo a los israelitas: «Acérquense y escuchen las palabras del Señor, su Dios.» Y añadió: «En esto conocerán que el Dios viviente está en medio de ustedes, y que él expulsará delante de ustedes a los cananeos el Arca de la Alianza del Señor de toda la tierra va a cruzar el Jordán delante de ustedes. Y apenas los sacerdotes que llevan el Arca del Señor de toda la tierra apoyen sus pies sobre las aguas del Jordán, estas se abrirán, y las aguas que vienen de arriba se detendrán como contenidas por un dique.»
    Cuando el pueblo levantó sus carpas para cruzar el Jordán, los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza iban al frente de él. Apenas llegaron al Jordán y sus pies tocaron el borde de las aguas -el Jordán se desborda por sus dos orillas durante todo el tiempo de la cosecha- las aguas detuvieron su curso: las que venían de arriba se amontonaron a una gran distancia, cerca de Adam, la ciudad que está junto a Sartán; y las que bajaban hacia el mar de la Arabá -el mar de la Sal- quedaron completamente cortadas. Así el pueblo cruzó a la altura de Jericó. Los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza del Señor permanecían inmóviles en medio del Jordán, sobre el suelo seco, mientras todo Israel iba pasando por el cauce seco, hasta que todo el pueblo terminó de cruzar el Jordán.
 
Palabra de Dios.
 
 
SALMO
    Sal 113a, 1-2. 3-4. 5-6
 
R.
¡Aleluia, Aleluia, Aleluia!
 
Cuando Israel salió de Egipto,
la familia de Jacob, de un pueblo extranjero,
Judá se convirtió en su Santuario,
la tierra de Israel fue su dominio. R.
 
El Mar, al verlos, huyó,
el Jordán se volvió atrás;
los montes saltaron como carneros
y las colinas, como corderos. R.
 
¿Qué tienes, Mar? ¿Por qué huyes?
Y tú, Jordán, ¿por qué te vuelves atrás?
Montes, ¿ por qué saltan como carneros,
y ustedes, colinas, como corderos? R.
 
 
ALELUIA     Sal 118, 135
 
Aleluia.
Que brille sobre mí la luz de tu rostro, Señor,
y enséñame tus preceptos.
Aleluia.
 
 
EVANGELIO

No perdones sólo siete veces,
sino setenta veces siete

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     18, 21-19, 1
 
    Se adelantó Pedro y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?»
    Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
 
    Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo. " El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
    Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: "Págame lo que me debes." El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: "Dame un plazo y te pagaré la deuda." Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
    Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: "¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?" E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
    Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos.»
Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, dejó la Galilea y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán.
 
Palabra del Señor.

Viernes

Tomé al padre de ustedes del otro lado del Río;
los hice salir de Egipto; los introduje en el país

Lectura del libro de Josué     24, 1-13
 
    Josué reunió en Siquém a todas las tribus de Israel, y convocó a los ancianos de Israel, a sus jefes, a sus jueces y a sus escribas, y ellos se presentaron delante del Señor. Entonces Josué dijo a todo el pueblo:
    «Así habla el Señor, el Dios de Israel: Sus antepasados, Téraj, el padre de Abraham y Najor, vivían desde tiempos antiguos al otro lado del Río, y servían a otros dioses. Pero yo tomé a Abraham, el padre de ustedes, del otro lado del Río, y le hice recorrer todo el país de Canaán. Multipliqué su descendencia, y le di como hijo a Isaac. A Isaac lo hice padre de Jacob y de Esaú. A Esaú le di en posesión la montaña de Seir, mientras que Jacob y sus hijos bajaron a Egipto.
    Luego envié a Moisés y a Aarón, y castigué a Egipto con los prodigios que realicé en medio de ellos. Después los hice salir de Egipto, a ustedes y a sus padres, y ustedes llegaron al mar. Los egipcios persiguieron a sus padres, con carros y guerreros, hasta el Mar Rojo. Pero ellos pidieron auxilio al Señor: él interpuso una densa oscuridad entre ustedes y los egipcios, y envió contra ellos el mar, que los cubrió. Ustedes vieron con sus propios ojos lo que hice en Egipto. Luego permanecieron en el desierto durante largo tiempo, y después los introduje en el país de los amorreos, que habitaban al otro lado del Jordán. Cuando ellos les hicieron la guerra, yo los entregué en sus manos, y así pudieron tomar posesión de su país, porque los exterminé delante de ustedes. Entonces Balac -hijo de Sipor, rey de Moab- se levantó para combatir contra Israel, y mandó llamar a Balaam, hijo de Beor, para que los maldijera. Pero yo no quise escuchar a Balaam, y él tuvo que bendecirlos. Así los libré de su mano.
    Después ustedes cruzaron el Jordán y llegaron a Jericó. La gente de Jericó les hizo la guerra, y lo mismo hicieron los amorreos, los perizitas, los cananeos, los hititas, los guirgasitas, los jivitas y los jebuseos; pero yo los entregué en sus manos. Hice cundir delante de ustedes el pánico, que puso en fuga a toda esa gente y a los dos reyes amorreos. Esto no se lo debes ni a tu espada ni a tu arco. Así les di una tierra que no cultivaron, y ciudades que no edificaron, donde ahora habitan; y ustedes comen los frutos de viñas y olivares que no plantaron.»
 
Palabra de Dios.
 
 
SALMO
    Sal 135, 1-3. 16-18. 21-22 y 24
 
R. ¡Den gracias al Señor, porque es eterno su amor!
 
 
¡Den gracias al Señor, porque es bueno!
¡Den gracias al Dios de los dioses!
¡Den gracias al Señor de los señores! R.
 
Al que guió a su pueblo por el desierto.
Al que derrotó a reyes poderosos.
Y dio muerte a reyes temibles.R.
 
Al que dio sus territorios en herencia.
En herencia a Israel, su servidor.
Y nos libró de nuestros opresores. R.
 
 
ALELUIA     Cf. 1Tes 2, 13
 
Aleluia.
Reciban la Palabra de Dios, no como palabra humana,
sino como lo que es realmente, como Palabra de Dios.
Aleluia.
 
 
EVANGELIO

Moisés les permitió divorciarse de su mujer,
debido a la dureza del corazón de ustedes,
pero al principio no era así

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     19, 3-12
 
    Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?»
    Él respondió: «¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido.»
    Le replicaron: «Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?»
    Él les dijo: «Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así. Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio».
    Sus discípulos le dijeron: «Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse.» Y él les respondió: «No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!»
 
Palabra del Señor.

Sábado

Elijan hoy a quién servir

Lectura del libro de Josué     24, 14-29
 
    Josué habló al pueblo diciendo: «Teman al Señor y sírvanlo con integridad y lealtad; dejen de lado a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del Río y en Egipto, y sirvan al Señor. Y si no están dispuestos a servir al Señor, elijan hoy a quién quieren servir: si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes ahora habitan. Yo y mi familia serviremos al Señor.»
    El pueblo respondió: «Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses. Porque el Señor, nuestro Dios, es el que nos hizo salir de Egipto, de ese lugar de esclavitud, a nosotros y a nuestros padres, y el que realizó ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios. El nos protegió en todo el camino que recorrimos y en todos los pueblos por donde pasamos. Además, el Señor expulsó delante de nosotros a todos esos pueblos y a los amorreos que habitaban en el país. Por eso, también nosotros serviremos al Señor, ya que él es nuestro Dios.»
    Entonces Josué dijo al pueblo: «Ustedes no podrán servir al Señor, porque él es un Dios santo, un Dios celoso, que no soportará ni las rebeldías ni los pecados de ustedes. Si abandonan al Señor para servir a dioses extraños, él, a su vez, los maltratará y los aniquilará, después de haberles hecho tanto bien.»
    Pero el pueblo respondió a Josué: «No; nosotros serviremos al Señor.»
    Josué dijo al pueblo: «Son testigos contra ustedes mismos, de que han elegido al Señor para servirlo.»
    «Somos testigos», respondieron ellos.
    Josué replicó: «Entonces dejen de lado los dioses extraños que hay en medio de ustedes, e inclinen sus corazones al Señor, el Dios de Israel.»
    El pueblo respondió a Josué: «Nosotros serviremos al Señor, nuestro Dios y escucharemos su voz.»
    Aquel día Josué estableció una alianza para el pueblo, y les impuso una legislación y un derecho, en Siquém. Después puso por escrito estas palabras en el libro de la Ley de Dios. Además tomó una gran piedra y la erigió allí, al pie de la encina que está en el Santuario del Señor. Josué dijo a todo el pueblo: «Miren esta piedra: ella será un testigo contra nosotros, porque ha escuchado todas las palabras que nos ha dirigido el Señor; y será un testigo contra ustedes, para que no renieguen de su Dios.»
    Finalmente, Josué despidió a todo el pueblo, y cada uno volvió a su herencia. Después de un tiempo, Josué, hijo de Nun, el servidor del Señor, murió a la edad de ciento diez años.
 
Palabra de Dios.
 
 
SALMO
    Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 11 (R.: cf. 5a)
 
R.
¡Tú eres mi herencia, Señor!
 
Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Señor, tú eres mi bien.»
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡tú decides mi suerte! R.
 
Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor:
él está a mi lado, nunca vacilaré. R.
 
Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna a tu derecha
¡Tú eres mi herencia, Señor!. R.
 
 
ALELUIA     Cf. Mt 11, 25
 
Aleluia.
Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños.
Aleluia.
 
 
EVANGELIO

No impidan a los niños que vengan a mí,
porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     19, 13-15
 
    Trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: «Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos».
    Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí.
 
Palabra del Señor.