21 de febrero
San Pedro Damián
obispo y doctor de la Iglesia
Realiza tu tarea como predicador del Evangelio,
cumple a la perfección tu ministerio
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo
4, 1-5
Querido hermano:
Yo te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y
a los muertos, y en nombre de su Manifestación y de su Reino: proclama la
Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con
paciencia incansable y con afán de enseñar. Porque llegará el tiempo en que los
hombres no soportarán más la sana doctrina; por el contrario, llevados por sus
inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros que les halaguen los
oídos, y se apartarán de la verdad para escuchar cosas fantasiosas. Tú, en
cambio, vigila atentamente, soporta todas las pruebas, realiza tu tarea como
predicador del Evangelio, cumple a la perfección tu ministerio.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 15, 1-2a. 5. 7-8. 11
R. Señor, Tú eres la parte de mi herencia.
Protégeme, Dios mío,
porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor:
«Señor, Tú eres mi bien».
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡Tú decides mi suerte! R.
Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor:
Él está a mi lado, nunca vacilaré. R.
Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna a tu derecha. R.
ALELUIA Jn 15, 9b. 5b
"Permanezcan en mi amor;
el que permanece en mí, y Yo en él, da mucho fruto", dice el Señor.
EVANGELIO
El que permanece en mí, y Yo en él, da mucho fruto
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 15, 1-8
Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto;
al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que Yo les anuncié.
Permanezcan en mí, como Yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece
en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y Yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí,
nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge,
se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos».
Palabra del Señor.