17 de marzo
San Patricio
obispo
Pongan al servicio de los demás los dones que han recibido
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pedro
4, 7b-11
Queridos hermanos:
Tengan la moderación y la sobriedad necesarias para poder orar. Sobre todo,
ámense profundamente los unos a los otros, porque el amor cubre todos los
pecados. Practiquen la hospitalidad, sin quejarse.
Pongan al servicio de los demás los dones que han recibido, como buenos
administradores de la multiforme gracia de Dios. El que ha recibido el don de la
Palabra, que la enseñe como Palabra de Dios. El que ejerce un ministerio, que lo
haga como quien recibe de Dios ese poder, para que Dios sea glorificado en todas
las cosas, por Jesucristo. ¡A Él sea la gloria y el poder, por los siglos de los
siglos! Amén.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 95, 1-3. 7-8a. 10
R. Anuncien las maravillas del Señor entre los pueblos.
Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre. R.
Día tras día, proclamen su victoria.
Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos. R.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos,
aclamen la gloria y el poder del Señor;
aclamen la gloria del nombre del Señor. R.
Digan entre las naciones: «¡el Señor reina!
El mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud.» R.
ALELUIA Mc 1, 17
«Síganme, y yo los haré pescadores de hombres»,
dice el Señor.
EVANGELIO
Si Tú lo dices, echaré las redes
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
5, 1-11
En aquel tiempo, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar
la Palabra de Dios, y Él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde
allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y
estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón,
y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a
la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Navega mar
adentro, y echen las redes».
Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado
nada, pero si Tú lo dices, echaré las redes». Así lo hicieron, y sacaron tal
cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron
señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos
acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: «Aléjate de mí,
Señor, porque soy un pecador». El temor se había apoderado de él y de los que lo
acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba
a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón.
Pero Jesús dijo a Simón: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de
hombres».
Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor.