22 de junio
San Paulino de Nola
obispo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los
cristianos de Corinto 8, 9-15
Hermanos:
Ya conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo que, siendo rico, se hizo
pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza.
Por eso, quiero darles un consejo que les será provechoso, ya que ustedes, el
año pasado, fueron los primeros, no sólo en emprender esta obra, sino también en
decidir su realización. Llévenla ahora a término, para que los hechos respondan,
según las posibilidades de cada uno, a la decisión de la voluntad. Porque cuando
existe esa decisión, a uno se lo acepta con lo que tiene y no se hace cuestión
de lo que no tiene.
No se trata de que ustedes sufran necesidad para que otros vivan en la
abundancia, sino de que haya igualdad. En el caso presente, la abundancia de
ustedes suple la necesidad de ellos, para que un día, la abundancia de ellos
supla la necesidad de ustedes.
Así habrá igualdad, de acuerdo con lo que dice la Escritura: El que había
recogido mucho no tuvo de sobra, y el que había recogido poco no sufrió escasez.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 39, 2 y 4ab. 7-8. 9. 10 (R.: cf. 8 y 9a)
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esperé confiadamente en el Señor:
él se inclinó hacia mí
y escuchó mi clamor.
Puso en mi boca un canto nuevo,
un himno a nuestro Dios. R.
Tú no quisiste víctima ni oblación;
pero me diste un oído atento;
no pediste holocaustos ni sacrificios,
entonces dije: «Aquí estoy.» R.
«En el libro de la Ley está escrito
lo que tengo que hacer:
yo amo. Dios mío, tu voluntad,
y tu ley está en mi corazón.» R.
Proclamé gozosamente tu justicia
en la gran asamblea;
no, no mantuve cerrados mis labios,
tú lo sabes, Señor. R.
ALELUIA Mt 5, 3
Felices los que tienen alma de pobres,
porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
EVANGELIO
Vuestro Padre ha querido daros el Reino
+
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 32-34
22 de junio
Santos Juan Fisher, obispo, y Tomás Moro
mártires
Alegraos al compartir los sufrimientos de Cristo
Lectura de la primera carta del apóstol San Pedro
4, 12-19
Queridos míos, no se extrañen de la violencia que se ha desatado contra ustedes
para ponerlos a prueba, como si les sucediera algo extraordinario. Alégrense en
la medida en que puedan compartir los sufrimientos de Cristo. Así, cuando se
manifieste su gloria, ustedes también desbordarán de gozo y de alegría. Felices
si son ultrajados por el nombre de Cristo, porque el Espíritu de gloria, el
Espíritu de Dios, reposa sobre ustedes.
Que nadie tenga que sufrir como asesino, ladrón, malhechor o delator. Pero si
sufre por ser cristiano, que no se avergüence y glorifique a Dios por llevar ese
nombre.
Porque ha llegado el tiempo en que comenzará el juicio, empezando por la casa de
Dios. Ahora bien, si el juicio comienza por nosotros, ¿cuál será la suerte de
los que se niegan a creer en la Buena Noticia de Dios? Si el justo apenas se
salva, ¿qué pasará con el impío y el pecador? Por lo tanto, aquellos que sufren
conforme a la voluntad de Dios, practiquen el bien, poniéndose en las manos de
su Creador, que es fiel.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 125, 1-2b. 2c-3. 4-5. 6 (R.: 5)
R. Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía que soñábamos:
nuestra boca se llenó de risas
y nuestros labios, de canciones. R.
Hasta los mismos paganos decían:
«¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!»
¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
y estamos rebosantes de alegría! R.
¡Cambia, Señor, nuestra suerte
como los torrentes del Négueb!
Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones. R.
El sembrador va llorando
cuando esparce la semilla,
pero vuelve cantando
cuando trae las gavillas. R.
ALELUIA Mt 5, 10
Felices los que son perseguidos
por practicar la justicia,
porque a ellos les pertenece
el Reino de los Cielos.
EVANGELIO
No vine a traer la paz, sino la espada
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo
10, 34-39
Jesús dijo a sus apóstoles:
«No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la
paz, sino la espada. Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la
hija con su madre y a la nuera con su suegra; y así, el hombre tendrá como
enemigos a los de su propia casa.
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama
a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y
me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que
pierda su vida por mí, la encontrará.»
Palabra del Señor.