29 de junio
SANTOS PEDRO Y PABLO, APÓSTOLES
Solemnidad
Misa de la vigilia
1
Te doy lo que tengo: en el nombre de Jesús,
levántate y camina
Lectura de los hechos de los apóstoles
3, 1-10
En una ocasión, Pedro y Juan subían al Templo para la oración de la tarde. Allí
encontraron a un paralítico de nacimiento, que ponían diariamente junto a la
puerta del Templo llamada «la Hermosa», para pedir limosna a los que entraban.
Cuando él vio a Pedro y a Juan entrar en el Templo, les pidió una limosna.
Entonces Pedro, fijando la mirada en él, lo mismo que Juan, le dijo: «Míranos.»
El hombre los miró fijamente esperando que le dieran algo. Pedro le dijo: «No
tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el nombre de Jesucristo de
Nazaret, levántate y camina.» Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó; de
inmediato, se le fortalecieron los pies y los tobillos. Dando un salto, se puso
de pie y comenzó a caminar; y entró con ellos en el Templo, caminando, saltando
y glorificando a Dios. Toda la gente lo vio caminar y alabar a Dios.
Reconocieron que era el mendigo que pedía limosna sentado a la puerta del Templo
llamada «la Hermosa», y quedaron asombrados y llenos de admiración por lo que le
había sucedido.
Palabra de Dios.
SALMO 18, 2-5
R. Resuena su eco por toda la tierra.
El cielo proclama la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un día transmite al otro este mensaje
y las noches se van dando la noticia. R.
Sin hablar, sin pronunciar palabras,
sin que se escuche su voz
resuena su eco por toda la tierra
y su lenguaje, hasta los confines del mundo. R.
2 Dios me eligió desde el seno de mi madre
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia
1, 11-20
Quiero que sepan, hermanos, que la Buena Noticia que les prediqué no es cosa de
los hombres, porque yo no la recibí ni aprendí de ningún hombre, sino por
revelación de Jesucristo. Seguramente ustedes oyeron hablar de mi conducta
anterior en el Judaísmo: cómo perseguía con furor a la Iglesia de Dios y la
arrasaba, y cómo aventajaba en el Judaísmo a muchos compatriotas de mi edad, en
mi exceso de celo por las tradiciones paternas. Pero cuando Dios, que me eligió
desde el seno de mi madre y me llamó por medio de su gracia, se complació en
revelarme a su Hijo, para que yo lo anunciara entre los paganos, de inmediato,
sin consultar a ningún hombre y sin subir a Jerusalén para ver a los que eran
Apóstoles antes que yo, me fui a Arabia y después regresé a Damasco.
Tres años más tarde, fui desde allí a Jerusalén para visitar a Pedro, y estuve
con él quince días. No vi a ningún otro Apóstol, sino solamente a Santiago, el
hermano del Señor.
En esto que les escribo, Dios es testigo de que no miento.
Palabra de Dios.
ALELUIA Jn 21, 17d
Aleluia.
Señor, tú lo sabes todo,
sabes que te quiero.
Aleluia.
EVANGELIO
Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
21, 15-19
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, Jesús dijo a
Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?»
El le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos.»
Le volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» El le
respondió: «Sí, Señor, sabes que te quiero.»
Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.»
Le preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le
dijo: «Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero.»
Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven tú mismo
te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus
brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras.»
De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después
de hablar así, le dijo: «Sígueme.»
Palabra del Señor.
Misa del día
1
Ahora sé que realmente el Señor me libró
de las manos de Herodes
Lectura de los Hechos de los apóstoles 12, 1-11
Por aquel entonces, el rey Herodes hizo arrestar a algunos miembros de la
Iglesia para maltratarlos. Mandó ejecutar a Santiago, hermano de Juan, y al ver
que esto agradaba a los judíos, también hizo arrestar a Pedro. Eran los días de
«los panes Acimos.»
Después de arrestarlo, lo hizo encarcelar, poniéndolo bajo la custodia de cuatro
relevos de guardia, de cuatro soldados cada uno. Su intención era hacerlo
comparecer ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro estaba bajo
custodia en la prisión, la Iglesia no cesaba de orar a Dios por él.
La noche anterior al día en que Herodes pensaba hacerlo comparecer, Pedro dormía
entre los soldados, atado con dos cadenas, y los otros centinelas vigilaban la
puerta de la prisión.
De pronto, apareció el Angel del Señor y una luz resplandeció en el calabozo. El
Angel sacudió a Pedro y lo hizo levantar, diciéndole: «¡Levántate rápido!»
Entonces las cadenas se le cayeron de las manos.
El Angel le dijo: «Tienes que ponerte el cinturón y las sandalias» y Pedro lo
hizo. Después de dijo: «Cúbrete con el manto y sígueme.»
Pedro salió y lo seguía; no se daba cuenta de que era cierto lo que estaba
sucediendo por intervención del Angel, sino que creía tener una visión.
Pasaron así el primero y el segundo puesto de guardia, y llegaron a la puerta de
hierro que daba a la ciudad. La puerta se abrió sola delante de ellos. Salieron
y anduvieron hasta el extremo de una calle, y en seguida el Angel se alejó de
él.
Pedro, volviendo en sí, dijo: «Ahora sé que realmente el Señor envió a su Angel
y me libró de las manos de Herodes y de todo cuanto esperaba el pueblo judío.»
Palabra de Dios.
SALMO Sal 33, 2-9
R. El Señor me libró de todos mis temores.
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren. R.
Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: él me respondió
y me libró de todos mis temores. R.
Miren hacia él y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
El Ángel del Señor acampa
en torno de sus fieles, y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en él se refugian! R.
2 Está preparada para mí la corona de justicia
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo
4, 6-8.17-18
Querido hermano:
Yo ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi
partida se aproxima: he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi
carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que
el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos
los que hayan aguardado con amor su Manifestación.
Pero el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera
proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui
librado de la boca del león.
El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino
celestial. ¡A él sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén.
Palabra de Dios.
ALELUIA Mt 16, 18
Aleluia.
Tú eres Pedro,
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.
Aleluia.
EVANGELIO
Tú eres Pedro,
y te daré las llaves del Reino de los Cielos
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
16, 13-19
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y
otros, Jeremías o alguno de los profetas.»
«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?»
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios
vivo.»
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha
revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te
digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la
Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los
Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que
desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»
Palabra del Señor.
Para la Misa votiva de san Pedro,
se utilizan las siguientes lecturas:
Presbítero como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 5, 1-4
Queridos hermanos:
Exhorto a los presbíteros que están entre ustedes, siendo yo presbítero como
ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo y copartícipe de la gloria que va
a ser revelada. Apacienten el Rebaño de Dios, que les ha sido confiado; velen
por él, no forzada, sino espontáneamente, como lo quiere Dios; no por un interés
mezquino, sino con abnegación; no pretendiendo dominar a los que les han sido
encomendados, sino siendo de corazón ejemplo para el Rebaño. Y cuando llegue el
Jefe de los pastores, recibirán la corona imperecedera de gloria.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 11
R. Señor, tú eres la parte de mi herencia.
Protégeme, Dios mío,
porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor:
«Señor, tú eres mi bien.»
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡tú decides mi suerte! R.
Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor:
él está a mi lado, nunca vacilaré. R.
Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna a tu derecha. R.
ALELUIA Mt 16, 18
Aleluia.
Tú eres Pedro,
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.
Aleluia.
EVANGELIO
Tu eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de los Cielos
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
16, 13-19
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y
otros, Jeremías o alguno de los profetas.»
«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?»
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios
vivo.»
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha
revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te
digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la
Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los
Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que
desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»
Palabra del Señor.
Para la Misa votiva de San Pablo,
se utilizan las siguientes lecturas:
Levántate, recibe el bautismo y purifícate de tus pecados,
invocando el nombre de Jesús
Lectura de los hechos de los apóstoles:
22, 3-16
Pablo dijo a su pueblo:
«Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero me he criado en esta ciudad y he
sido iniciado a los pies de Gamaliel en la estricta observancia de la Ley de
nuestros padres. Estaba lleno de celo por Dios, como ustedes lo están ahora.
Perseguí a muerte a los que seguían este Camino, llevando encadenados a la
prisión a hombres y mujeres; el Sumo Sacerdote y el Consejo de los ancianos son
testigos de esto. Ellos mismos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y
yo me dirigí allá con el propósito de traer encadenados a Jerusalén a los que
encontrara en esa ciudad, para que fueran castigados.
En el camino y al acercarme a Damasco, hacia el mediodía, una intensa luz que
venía del cielo brilló de pronto a mi alrededor. Caí en tierra y oí una voz que
me decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?"
Le respondí: "¿Quién eres, Señor?"
Y la voz me dijo: "Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues"
Los que me acompañaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba.
Yo le pregunté: "¿Qué debo hacer, Señor?"
El Señor me dijo: "Levántate y ve a Damasco donde se te dirá lo que debes
hacer."
Pero como yo no podía ver, a causa del resplandor de esa luz, los que me
acompañaban me llevaron de la mano hasta Damasco.
Un hombre llamado Ananías, fiel cumplidor de la Ley, que gozaba de gran
prestigio entre los judíos del lugar, vino a verme y, acercándose a mí, me dijo:
"Hermano Saulo, recobra la vista." Y en ese mismo instante, pude verlo.
El siguió diciendo: "El Dios de nuestros padres te ha destinado para conocer su
voluntad, para ver al Justo y escuchar su Palabra, porque tú darás testimonio
ante todos los hombres de lo que has visto y oído. Y ahora, ¿qué esperas?
Levántate, recibe el bautismo y purifícate de tus pecados, invocando su
Nombre".»
Palabra de Dios.
O bien:
Te dirán lo que debes hacer
Lectura de los Hechos de los apóstoles
9, 1-22
Saulo, que todavía respiraba amenazas de muerte contra los discípulos del Señor,
se presentó al Sumo Sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a
fin de traer encadenados a Jerusalén a los seguidores del Camino del Señor que
encontrara, hombres o mujeres.
Y mientras iba caminando, al acercarse a Damasco, una luz que venía del cielo lo
envolvió de improviso con su resplandor. Y cayendo en tierra, oyó una voz que le
decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?»
El preguntó: «¿Quién eres tú, Señor?»
«Yo soy Jesús, a quien tú persigues, le respondió la voz. Ahora levántate, y
entra en la ciudad: allí te dirán qué debes hacer.»
Los que lo acompañaban quedaron sin palabra, porque oían la voz, pero no veían a
nadie. Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía
nada. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. Allí estuvo tres días sin
ver, y sin comer ni beber.
Vivía entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en
una visión: «¡Ananías!»
El respondió: «Aquí estoy, Señor.»
El Señor le dijo: «Ve a la calle llamada Recta, y busca en casa de Judas a un
tal Saulo de Tarso. El está orando y ha visto en una visión a un hombre llamado
Ananías, que entraba y le imponía las manos para devolverle la vista.»
Ananías respondió: «Señor, oí decir a muchos que este hombre hizo un gran daño a
tus santos en Jerusalén. Y ahora está aquí con plenos poderes de los jefes de
los sacerdotes para llevar presos a todos los que invocan tu Nombre.»
El Señor le respondió: «Ve a buscarlo, porque es un instrumento elegido por mí
para llevar mi Nombre a todas las naciones, a los reyes y al pueblo de Israel.
Yo le haré ver cuánto tendrá que padecer por mi Nombre.»
Ananías fue a la casa, le impuso las manos y le dijo: «Saulo, hermano mío, el
Señor Jesús -el mismo que se te apareció en el camino- me envió a ti para que
recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo.»
En ese momento, cayeron de sus ojos una especie de escamas y recobró la vista.
Se levantó y fue bautizado. Después comió algo y recobró sus fuerzas.
Saulo permaneció algunos días con los discípulos que vivían en Damasco, y luego
comenzó a predicar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios.
Todos los que oían quedaban sorprendidos y decían: «¿No es este aquel mismo que
perseguía en Jerusalén a los que invocan este Nombre, y que vino aquí para
llevarlos presos ante los jefes de los sacerdotes?» Pero Saulo, cada vez con más
vigor, confundía a los judíos que vivían en Damasco, demostrándoles que Jesús es
realmente el Mesías.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 116, 1. 2
R. Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia.
O bien:
Aleluia.
¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo, todos los pueblos! R.
Porque es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidelidad permanece para siempre. R.
ALELUIA Cf. Jn 15, 16
Aleluia.
Dice el Señor: Yo los elegí del mundo
para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero.
Aleluia.
EVANGELIO
Id por todo el mundo, anunciad el Evangelio
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos 16, 15-18
Jesús se apareció a los Once y les dijo:
«Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que
crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi
Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y
si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los
enfermos y los curarán.»
Palabra del Señor.