3 de junio
Santos Carlos Lwanga y compañeros
mártires
Memoria
Estamos dispuestos a morir,
antes que violar las leyes de nuestros padres
Lectura del segundo libro de los Macabeos 6, 1; 7, 1-2. 9-14
El rey Antíoco envió a un consejero ateniense para que
obligara a los judíos a abandonar las costumbres de sus padres y a no vivir
conforme a las leyes de Dios.
Fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey, flagelándolos con
azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida
por la Ley. Pero uno de ellos, hablando en nombre de todos, le dijo: «¿Qué
quieres preguntar y saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes que
violar las leyes de nuestros padres».
Una vez que el primero murió, llevaron al suplicio al segundo. Y cuando
estaba por dar su último suspiro, dijo: «Tú, malvado, nos privas de la
vida presente, pero el Rey del universo nos resucitará a una vida eterna, ya que
nosotros morimos por sus leyes».
Después de este, fue castigado el tercero. Apenas se lo
pidieron, presentó su lengua, extendió decididamente sus manos y dijo con
valentía: «Yo he recibido estos miembros como un don del Cielo, pero ahora los
desprecio por amor a sus leyes y espero recibirlos nuevamente de él.» El rey y
sus acompañantes estaban sorprendidos del valor de aquel joven, que no hacía
ningún caso de sus sufrimientos.
Una vez que murió este, sometieron al cuarto a la misma
tortura y a los mismos suplicios. Y cuando ya estaba próximo a su fin, habló
así: «Es preferible morir a manos de los hombres, con la esperanza puesta en
Dios de ser resucitados por él. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida».
Palabra de Dios.
SALMO Sal 123, 2-3. 4-5. 7b-8 (R.: 7a)
R. Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando los hombres se alzaron contra nosotros,
nos habrían devorado vivos. R.
Cuando ardió su furor contra nosotros.
Las aguas nos habrían inundado,
nos habrían sumergido las aguas turbulentas. R.
La trampa del cazador se rompió y nosotros escapamos.
Nuestra ayuda está en el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R.
ALELUIA Mt 5, 3
Aleluia.
Felices los que tienen alma de pobres,
porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Aleluia.
EVANGELIO
Alégrense y regocíjense,
porque tendrán una gran recompensa en el cielo
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
5, 1-12a
Seguían a Jesús grandes multitudes que llagaban de Galilea,
de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él.
Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
«Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo.»
Palabra del Señor.