2 de junio
Santos Marcelino y Pedro
mártires

Como moribundos, cuando estamos llenos de vida

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto     6, 4-10

Hermanos:
Siempre nos comportamos como corresponde a ministros de Dios, con una gran constancia: en las tribulaciones, en las adversidades, en las angustias, al soportar los golpes, en la cárcel, en las revueltas, en las fatigas, en la falta de sueño, en el hambre.
Nosotros obramos con integridad, con inteligencia, con paciencia, con benignidad, con docilidad al Espíritu Santo, con un amor sincero, con la palabra de verdad, con el poder de Dios; usando las armas ofensivas y defensivas de la justicia; sea que nos encontremos en la gloria, o que estemos humillados; que gocemos de buena o de mala fama; que seamos considerados como impostores, cuando en realidad somos sinceros; como desconocidos, cuando nos conocen muy bien; como moribundos, cuando estamos llenos de vida; como castigados, aunque estamos ilesos; como tristes, aunque estamos siempre alegres; como pobres, aunque enriquecemos a muchos; como gente que no tiene nada, aunque lo poseemos todo.

Palabra de Dios.


SALMO
    Sal 123, 2-3. 4-5. 7b-8 (R.: 7a)

R.
Nuestra vida se salvó como un pájaro
de la trampa del cazador.


Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando los hombres se alzaron contra nosotros,
nos habrían devorado vivos.
Cuando ardió su furor contra nosotros. R.

Las aguas nos habrían inundado,
un torrente nos habría sumergido,
nos habrían sumergido las aguas turbulentas. R.

La trampa del cazador se rompió y nosotros escapamos.
Nuestra ayuda está en el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R.


ALELUIA     2Cor 1, 3b-4a

Bendito sea el Padre de las misericordias
y Dios de todo consuelo,
que nos reconforta en todas nuestras tribulaciones.


EVANGELIO

El mundo los odió

+ Lectura del santo Evangelio según san Juan     17, 11b-19

Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo:
«Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros. Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura.
Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.
Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad. Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.»

Palabra del Señor.