MISAS RITUALES


I. CELEBRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS
DE LA INICIACIÓN CRISTIANA

Los textos litúrgicos pueden adaptarse al género y número de quienes participan en la celebración.

 

1. PARA LA ELECCIÓN O INSCRIPCIÓN DEL NOMBRE


El rito de la «elección» o «inscripción del nombre» de los catecúmenos, que en la Vigilia pascual serán admitidos a los sacramentos de la iniciación, se celebra durante la Misa del primer domingo de Cuaresma. Sin embargo, por razones pastorales, puede celebrarse fuera de dicho domingo, empleando el formulario de la Misa que sigue, con ornamentos morados, excepto los días que están señalados en las categorías 1 a 4 de la Tabla de los días litúrgicos (p.    ). También puede utilizarse la Misa del viernes de la IV semana de Cuaresma.

Antífona de entrada Cf. Sal 104, 3-4

Que la alegría llene el corazón de los que buscan al Señor.
Busquen al Señor y serán fuertes,
busquen siempre su rostro.

Oración colecta
Dios nuestro, que ofreces siempre la salvación a los hombres
y alegras ahora a tu pueblo con gracias más abundantes;
mira bondadosamente a tus elegidos
y protege con tu ayuda
a los que van a renacer por el bautismo
y también a los que ya hemos renacido.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Dios todopoderoso y eterno, que por la confesión de tu nombre
nos renuevas para la Vida eterna, en el sacramento del bautismo,
recibe las ofrendas y los anhelos de tu pueblo
para que, los que en ti esperan,
vean colmados sus deseos y perdonados sus pecados.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Se dice el Prefacio del tiempo litúrgico correspondiente.

Antífona de comunión     Ef 1, 7

En Cristo hemos sido redimidos por su Sangre
y hemos recibido el perdón de los pecados, según la riqueza de su gracia.

Oración después de la comunión
Que esta comunión, Padre,
nos purifique de todas nuestras culpas,
y así nos alegremos, con tu ayuda,
quienes estamos agobiados por el peso de nuestra conciencia.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

2. PARA LOS ESCRUTINIOS

Estas Misas pueden utilizarse, con ornamentos morados, cuando se celebran los escrutinios de los catecúmenos que serán admitidos a los sacramentos de la iniciación cristiana en la Vigilia pascual. Se celebran en su tiempo correspondiente, que son los domingos III, IV y V de Cuaresma. Si, por razones pastorales, en esos domingos no se realizan los escrutinios, elíjanse otros días de entre las ferias de Cuaresma que sean más convenientes o en otros tiempos litúrgicos, si el Bautismo de los catecúmenos se celebra fuera de la Vigilia pascual. Respétese siempre, en la primera Misa de los escrutinios, la proclamación del Evangelio de la Samaritana, en la segunda el del ciego de nacimiento, y en la tercera Misa el de Lázaro, tal como se proponen en los domingos III, IV y V de Cuaresma.

A
En el primer escrutinio

Antífona de entrada     Cf. Ez 36, 23-26
Dice el Señor: Cuando manifieste mi santidad en medio de ustedes,
los reuniré de entre todos los países de la tierra;
derramaré sobre ustedes el agua pura,
serán lavados de todas sus manchas
y pondré en ustedes un espíritu nuevo.

O bien:     Cf. Is 55, 1
Vengan a beber, ustedes, los que tienen sed, dice el Señor;
y los que no tengan dinero, vengan y beban con alegría.

Oración colecta
Señor Dios, concede a nuestros elegidos
la gracia de disponerse digna y conscientemente
a proclamar tus alabanzas,
para que recobren con tu presencia gloriosa
la dignidad perdida por la culpa original.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Dios nuestro, que tu misericordia
nos disponga a celebrar dignamente estos misterios
y nos conduzca a una vida santa.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Se dice el Prefacio propio del domingo III de Cuaresma.

Cuando se escoge el Canon Romano, en el
Acuérdate, Señor, de tus hijos se hace mención de los padrinos. Además el Acepta, Señor en tu bondad es propio:

Acuérdate, Señor,
de tus hijos N. y N.

y se nombran los padrinos y madrinas


que conducirán a tus elegidos
a la santa gracia del Bautismo,
y de todos los que están aquí reunidos,
cuya fe y entrega bien conoces.

Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda que te presentamos por tus hijos e hijas
a quienes te has dignado contar entre tus elegidos
y llamar a la vida eterna,
y al don admirable de tu gracia.
(Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

Cuendo se escoge la Plegaria eucarística II, después de las palabras
llévala a su perfección por la caridad, se agrega:

Acuérdate también, Señor, de tus hijos,
que conducirán a estos elegidos
a la fuente de la regeneración.
Acuérdate también de nuestros hermanos...

Cuando se escoge la Plegaria eucarística III, después de las palabras y a todo el pueblo redimido por ti, se agrega:

Ayuda con tu gracia, Señor, a tus hijos
para que con su palabra y ejemplo
conduzcan a estos elegidos
a la vida nueva en Cristo, Señor nuestro.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia...

Antífona de comunión     Cf. Jn 4, 14
Dice el Señor: El que beba del agua que yo le daré
ella se convertirá, para él, en un manantial que brotará hasta la vida eterna.

Oración después de la comunión
Padre santo, confirma la obra de tu redención
y protege y prepara a tus elegidos,
a quienes vas a iniciar en los sacramentos de la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

B
En el segundo escrutinio

Antífona de entrada     Sal 24, 15-16
Mis ojos están siempre fijos en el Señor,
porque él sacará mis pies de la trampa.
Mírame y ten piedad de mí, Señor, porque estoy solo y afligido.

Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno,
renueva a tu Iglesia con la alegría espiritual,
para que cuantos nacieron en la tierra,
regenerados en el bautismo, alcancen la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Te presentamos con alegría, Señor,
estos dones para la salvación eterna;
ayúdanos a celebrarlos con dignidad
y a ofrecerlos por la redención del mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Se dice el Prefacio propio del domingo IV de Cuaresma.

En las Plegarias eucarísticas se hace mención de los padrinos como se indicó para el primer escrutinio. Si se utiliza la Plegaria eucarística I, también se dice el
Acepta, Señor en tu bondad propio, como en el primer escrutinio.

Antífona de comunión Cf. Jn 9, 11.38

El Señor hizo barro y lo puso sobre mis ojos,
entonces fui, me lavé y vi, y creí en Dios.

Oración después de la comunión
Padre misericordioso, acrecienta a tu familia santa,
dirígela según tu voluntad, consérvala siempre unida a ti
y gobiérnala con tu amor incesante,
para que alcance la salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

C
En el tercer escrutinio

Antífona de entrada     Cf. Sal 17, 5-7
Las olas de la muerte me envolvieron
y me cercaron los lazos del abismo;
en mi angustia invoqué al Señor,
y él escuchó mi voz desde su templo.

Oración colecta
Padre y Señor nuestro, concede a estos elegidos,
que, instruidos por los sagrados misterios,
sean renovados en la fuente bautismal
y contados entre los miembros de tu Iglesia.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Escúchanos, Dios todopoderoso,
y, por este sacrificio, purifica a estos servidores tuyos,
que has iniciado en la fe cristiana.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Se dice el Prefacio propio del domingo V de Cuaresma.

En las Plegarias eucarísticas se hace mención de los padrinos como se indicó para el primer escrutinio. Si se utiliza la Plegaria eucarística I, también se dice el
Acepta, Señor en tu bondad propio, como en el primer escrutinio.

Antífona de comunión     Jn 11, 26

Dice el Señor: Todo el que vive y cree en mí,
no morirá jamás.

Oración después de la comunión
Te pedimos, Padre,
que tu pueblo que te sirve de todo corazón
viva siempre unido a ti,
se vea libre de toda adversidad,
celebre la alegría de la salvación
y ruegue por los que se preparan a recibir el Bautismo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

3. PARA LA CELEBRACIÓN DEL BAUTISMO

Los sacramentos de la iniciación cristiana de adultos se administran, de acuerdo a la costumbre, en la Vigilia santa de la noche de Pascua. Si, por necesidad, se celebraran fuera de la solemnidad pascual, puede utilizarse esta Misa, con ornamentos blancos o festivos, los días en que se permite la celebración de las misas rituales.
Esta Misa puede celebrarse también en la administración del Bautismo de niños, bajo las mismas condiciones.
En esta Misa se omite el acto penitencial, el
Señor ten piedad y el Credo, pero se dice el Gloria.

 

A

Antífona de entrada     Cf. Ef 4, 24
Revístanse del hombre nuevo,
creado a imagen de Dios en la justicia
y en la verdadera santidad. (T.P. Aleluia.)

Gloria

Oración colecta

Dios nuestro, que nos haces participar del misterio
de la muerte y resurrección de tu Hijo,
concédenos que, fortalecidos por el Espíritu de adopción de hijos,
nos mantengamos fieles a la vida nueva.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Junto a los dones que te presenta la Iglesia,
te rogamos, Señor,
que aceptes como ofrenda espiritual a quienes,
configurados a Cristo, tu Hijo, por el bautismo,
[y confirmados por la unción crismal]
has agregado a tu pueblo sacerdotal.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Puede utilizarse el Prefacio del Bautismo

Durante el tiempo pascual puede utilizarse el Prefacio pascual II y, en los otros tiempos litúrgicos, el Prefacio I de los domingos durante el año.

Cuando se usa la Plegaria eucarística I, en el
Acuérdate, Señor, de tus hijos se hace mención de los padrinos.

Acuérdate, Señor, de tus hijos N. y N.,

y se mencionan los nombres de los padrinos y madrinas

que han conducido a tus elegidos
a la santa gracia del Bautismo,
y de todos los aquí reunidos,
cuya fe y entrega bien conoces;...

En las Plegarias eucarísticas la mención de los neófitos se hace según las rúbricas siguientes:

a) En la Plegaria eucarística I, se dice
Acepta, Señor, en tu bondad propio:

Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus servidores
y de toda familia santa,
que hoy te ofrecemos especialmente por N. y N. (aquellos)
que has hecho renacer del agua y del Espíritu Santo,
perdonándoles sus pecados,
para incorporarlos a Cristo Jesús, Señor nuestro,
e inscribe sus nombres en el libro de la vida.
[Por Cristo, nuestro Señor.]

b) En las intercesiones particulares de la Plegaria eucarística II, luego de las palabras
llévala a su perfección por la caridad, se añade:

Acuérdate, Señor, de los neófitos,
que hoy, por el Bautismo (y de la Confirmación),
han entrado a formar parte de tu familia,
ayúdales a seguir a Cristo, tu Hijo,
con ánimo generoso y ferviente.
Acuérdate también de nuestros hermanos...

c) En las intercesiones particulares de la Plegaria eucarística III, luego de las palabras y a todo el pueblo redimido por ti, se añade:

Confirma en la fidelidad cristiana a tus hijos (N. y N.),
que hoy, por medio del Bautismo (y del don del Espíritu Santo),
has llamado a formar parte de tu pueblo,
y concédeles andar siempre en una vida nueva.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia...

d) En las intercesiones particulares de la Plegaria eucarística IV, la memoria de los neófitos se hace del siguiente modo:

...de los oferentes y de los aquí reunidos,
de nuestros hermanos (N. y N.),
que hoy has hecho renacer del agua y del Espíritu Santo,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan con sincero corazón.

Antífona de comunión     1 Jn 3,1
Miren cómo nos amó el Padre;
quiso que nos llamáramos hijos de Dios,
y nosotros lo somos realmente. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Alimentados con el sacramento del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,
te pedimos, Padre, que nos hagas crecer
en la comunión de tu Espíritu y en la caridad fraterna,
de tal modo que alcancemos con ardiente caridad
la plenitud del Cuerpo de Cristo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.


Bendición final.

Si los bautizados fueron niños:


Dios todopoderoso,
que por medio de tu Hijo,
nacido de la Virgen María,
alegras a las madres cristianas
con la esperanza de la Vida eterna para sus hijos,
bendice a estas madres para que, con sus hijos,
vivan siempre en acción de gracias
R. Amén.

Dios todopoderoso,
que das la vida humana y la vida divina,
bendice a los padres de estos niños,
para que, mediante la palabra y el ejemplo,
sean los primeros testigos de la fe
delante de sus hijos.
R. Amén.

Dios todopoderoso,
que nos hiciste renacer a la Vida eterna
por medio del agua y del Espíritu Santo,
bendice a quienes aquí se han congregado
de manera que, siempre y en todas partes,
se comporten como miembros de tu pueblo.
R. Amén.

La bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo, + y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca siempre.
R. Amén.

Si los bautizados fueron adultos:

Dios todopoderoso,
que por el nacimiento de tu Hijo
llenaste la tierra de alegría,
bendice a estos hermanos recién bautizados,
para que se identifiquen plenamente con Cristo.
R. Amén.

Dios, fuente de vida y amor,
que das la vida humana y la vida divina,
bendice a los familiares y amigos de estos hijos tuyos,
para que, junto con ellos,
vivan siempre en acción de gracias.
R. Amén.

Dios y Padre de todos los hombres,
protege con tu misericordia y tu bendición
a todos los aquí presentes.
R. Amén.

La bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo, + y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca siempre.
R. Amén.

Se pueden utilizar otras formas de bendición que del Ritual.

 

B

Antífona de entrada     Tit 3, 5.7
Dios nos salvó, haciéndonos renacer por el bautismo
y renovándonos por el Espíritu Santo,
a fin de que, justificados por su gracia,
seamos, en esperanza, herederos de la vida eterna. (T.P. Aleluia.)

Oración colecta

Dios nuestro,
que nos haces renacer por la Palabra de la vida,
concédenos que, recibiéndola con un sincero corazón,
vivamos en la verdad y demos frutos de amor fraterno.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Señor, abre la puerta, a quienes nos acercamos
a recibir el pan y el vino de la eucaristía,
para que, celebrando con alegría la cena que nos preparas,
seamos contados como miembros de tu familia
y conciudadanos de los santos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Puede utilizarse el Prefacio del Bautismo. Durante el tiempo pascual puede utilizarse el Prefacio pascual II y, en los otros tiempos litúrgicos, el Prefacio I de los domingos durante el año.

En las Plegarias eucarísticas se utilizan las intercesiones propias (pp.    ).

Antífona de comunión     Cf. 1 Jn 3,2

Ahora somos hijos de Dios,
y lo que llegaremos a ser no se ha manifestado todavía. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Padre, por la fuerza de este sacramento
concédenos dar testimonio con nuestra vida
del misterio de la muerte y resurrección de tu Hijo,
que hemos celebrado.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Para la Bendición al final de la Misa (p.    ).

 

4. PARA LA CELEBRACIÓN DE LA CONFIRMACIÓN

Esta Misa se celebra en con ornamentos de color rojo, o blanco, o festivo, en la administración de la Confirmación, en los días en que se permiten las Misas rituales. Se dice Gloria, pero se imite el Credo.

A

Antífona de entrada Cf. Ez 36, 25.26
Dice el Señor: Los rociaré con agua pura,
les daré un corazón nuevo,
y les infundiré un espíritu nuevo. (T.P. Aleluia.)

Oración colecta

Dios omnipotente y misericordioso,
te pedimos que, al venir el Espíritu Santo,
se digne habitar en nosotros
y nos convierta en templos de su gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:
Dios todopoderoso, realiza tu promesa en nosotros
y derrama tu Espíritu Santo,
para que seamos ante el mundo testigos valientes
del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Otras oraciones, a elección (C).

Oración sobre las ofrendas

Padre, de bondad, recibe los deseos de tus hijos,
para que configurados más perfectamente con tu Hijo
seamos fortalecidos en nuestro testimonio crisitano,
participando del memorial de la redención,
por la cual Cristo nos prometió tu Espíritu.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Pueden utilizarse los prefacios de la Confirmación I (Marcados con el sello del Espíritu) o II (La Confirmación,nuevo Pentecostés).

También pueden utilizarse los Prefacios del Espíritu Santo I (El envío del Espíritu Santo a la Iglesia) o II (La acción del Espíritu Santo en la Iglesia).

En las Plegarias eucarísticas se recuerda a los recién confirmados del modo señalado en cada una de ellas.

a) En la Plegaria eucarística I, se dice
Acepta, Señor, en tu bondad propio:

Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus siervos
y de toda familia santa;
que hoy te ofrecemos especialmente por N. y N. (aquellos)
que, renacidos en el Bautismo,
han sido confirmados hoy por el don del Espíritu Santo;
recíbelos en tu bondad
y conserva en tus hijos el don que les has dado.
[Por Cristo, nuestro Señor.]

b) En las intercesiones particulares de la Plegaria eucarística II, luego de las palabras
llévala a su perfección por la caridad, se añade:

Acuérdate, Señor, de tus hijos (N. y N.),
que, regenerados en el Bautismo,
hoy has confirmado, marcándolos con el sello del Espíritu Santo;
custodia en ellos el don de tu amor.
Acuérdate también de nuestros hermanos...

b) En las intercesiones particulares de la Plegaria eucarística II, luego de las palabras llévala a su perfección por la caridad, se añade:

Ayuda a tus hijos (N. y N.),
que hoy has confirmado marcándolos con el sello del Espíritu Santo;
custodia en ellos el don de tu amor.
Acuérdate también de nuestros hermanos...

Antífona de comunión     Cf. Heb 6, 4
Alégrense en el Señor los que han sido iluminados,
han gustado del don celestial,
y han recibido el Espíritu Santo. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Padre y Señor nuestro, acompaña con tu bendición
a quienes ungiste con el Espíritu Santo
y alimentaste con el sacramento de tu Hijo,
para que, superando las dificultades de la vida,
alegren a tu Iglesia con su santidad
y, por su caridad operante, la hagan crecer en el mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Bendición final

El Obispo, con las manos extendidas sobre los que han sido confirmados, dice:


Dios Padre todopoderoso,
que los hizo renacer
por medio del agua y del Espíritu Santo
y los adoptó como hijos suyos,
los bendiga y los conserve dignos de su amor paternal.
R. Amén.

Su Hijo único,
quien prometió que el Espíritu de Verdad
permanecería en la Iglesia,
los bendiga y los confirme con su poder,
en la confesión de la verdadera fe.
R. Amén.

El Espíritu Santo,
que encendió el fuego de su amor
en el corazón de los discípulos,
y en ustedes, los bendiga,
y después de haberlos congregado en la unidad
los conduzca al gozo del Reino de Dios.
R. Amén.

Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, + Hijo, + y Espíritu + Santo.
R. Amén.

O bien:

Oración sobre el pueblo

El Obispo, con las manos extendidas sobre los que han sido confirmados y sobre el pueblo, dice:


Confirma, Señor, lo que has obrado en nosotros,
y conserva en los corazones de tus fieles
los dones del Espíritu Santo,
para que no se avergüencen de dar testimonio
de Cristo crucificado y gloriosamente resucitado,
y cumplan sus mandamientos con sincero amor.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

La bendición de Dios todopoderoso,
Padre, + Hijo, + y Espíritu + Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca siempre.
R. Amén.

 

B

Antífona de entrada     Rom 5, 5
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado. (T.P. Aleluia.)

Oración colecta

Envía tu Espíritu Santo sobre nosotros, Padre de bondad,
para que, conservando la unidad de la fe
y fortalecidos por el vigor de la caridad,
lleguemos a la perfección de Cristo.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Otras oraciones, a elección (p.   ).

Oración sobre las ofrendas

Señor, recibe con bondad a estos hijos tuyos,
marcados con la cruz y la unción
para que unidos a tu Hijo unigénito se ofrezcan con él
y crezcan en ellos los dones de tu Espíritu
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Pueden utilizarse los prefacios de la Confirmación I (Marcados con el sello del Espíritu) o II (La Confirmación,nuevo Pentecostés).

También pueden utilizarse los Prefacios del Espíritu Santo I (El envío del Espíritu Santo a la Iglesia) o II (La acción del Espíritu Santo en la Iglesia).

En las Plegarias eucarísticas se utilizan las intercesiones propias (C).

Antífona de comunión     Cf. Sal 33, 6.9

Miren hacia el Señor y quedarán resplandecientes.
Gusten y vean qué bueno es el Señor. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Te pedimos, Padre,
que quienes han sido enriquecidos con los dones de tu Espíritu
y alimentados con el cuerpo de tu Hijo,
vivan en el amor, que es la plenitud de la ley,
para manifestar en el mundo la libertad de los hijos de Dios
y, por medio de una vida santa,
cumplir con su misión profética.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Bendición al final de la Misa y oración sobre el pueblo, como en A.

 

C
Otras oraciones

Oración colecta
Señor y Padre nuestro,
que el Espíritu Santo, que procede de ti,
ilumine nuestros corazones
y nos haga conocer toda la verdad,
como lo prometió tu Hijo Jesucristo.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, las ofrendas de tu familia,
para que, cuantos recibieron el don del Espíritu Santo,
lo conserven siempre y alcancen la recompensa eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración después de la comunión
Infunde en nosotros, Padre, tu Espíritu de amor,
para que, saciados con el único Pan de vida
permanezcamos unidos en la misma fe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

II. CELEBRACIÓN DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS


Cuando se administra la Unción de los enfermos dentro de la Misa, los días en que se permiten las Misas rituales, puede utilizarse el formulario de la Misa por los enfermos (pp.    ). Se utilizan ornamentos de color blanco.

Los textos litúrgicos que se refieren al varón, pueden adaptarse para la mujer, y cuando dichos textos se expresan en plural, pueden cambiarse al singular, si fuera necesario.

Al final de la Misa puede emplearse una de las siguientes fórmulas de bendición.


Te bendiga Dios Padre.
R. Amén.

Te sane Dios Hijo.
R. Amén.

Te ilumine el Espíritu Santo.
R. Amén.

Cuide tu cuerpo y salve tu alma.
R. Amén.

Brille en tu corazón y te lleve a la Vida eterna.
R. Amén.

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo, + y Espíritu Santo.
R. Amén.

O bien:

Que nuestro Señor Jesucristo permanezca contigo para defenderte.
R. Amén.

Vaya siempre delante de ti para guiarte, y detrás de ti para protegerte.
R. Amén.

Que poniendo en ti sus ojos, te conserve y te bendiga.
R. Amén.

Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre,  Hijo, + y Espíritu  Santo.
R. Amén.

 

III. CELEBRACIÓN DEL VIÁTICO


Esta Misa puede celebrarse, con ornamentos de color blanco, los días que se permiten las Misas rituales.
Los textos litúrgicos que se refieren al varón pueden adaptarse para la mujer, y cuando dichos textos se expresan en plural, pueden cambiarse al singular, si fuera necesario.

Antífona de entrada     Cf. Sal 80, 17

El Señor los alimentó con lo mejor del trigo,
y los sació con miel silvestre. (T.P. Aleluia.)

O bien:     Is 53, 4

Él soportaba nuestros sufrimientos
y cargaba con nuestras dolencias. (T.P. Aleluia.)

Oración colecta

Dios nuestro, cuyo Hijo es para nosotros
el camino, la verdad y la vida,
mira con bondad a tu servidor N.
y concédele que, confiado en tus promesas
y fortalecido con el Cuerpo de Cristo,
llegue en paz a tu Reino.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Padre santo, mira con bondad nuestro sacrificio,
que hace presente al Cordero pascual,
cuya inmolación abrió las puertas del cielo;
por tu gracia, introduce a tu hijo N. en la felicidad eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Para esta Misa, puede utilizarse el Prefacio III de la Eucaristía (La eucaristía, viático para la pascua eterna)

Antífona de comunión Jn 6, 54
Dice el Señor: El que come mi carne y bebe mi sangre,
tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. (T.P. Aleluia.)

O bien: Col 1, 24

Completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo,
para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Señor y Padre nuestro,
que eres la salvación eterna de cuantos creen en ti,
concede a tu hijo N. que, fortalecido con la sagrada comunión,
pueda llegar confiado al Reino de la luz y de la vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

IV. CELEBRACIÓN DEL ORDEN SAGRADO

1. ORDENACIÓN EPISCOPAL


Esta Misa ritual se puede utilizar, con ornamentos de color blanco o festivo, fuera de las solemnidades, de los domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua, de los días de la Octava de Pascua y de las fiestas de los Apóstoles. En esos días se toma la Misa del día.


A
Ordenación de un Obispo

Antífona de entrada Cf. Lc 4, 18
El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha consagrado por la unción.
Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres
y a sanar a los que se arrepienten de corazón. (T.P. Aleluya.)

Se dice Gloria.

Oración colecta

Dios nuestro, por la generosidad de tu gracia
estableces hoy al frente de tu Iglesia de N.
a tu hijo, el presbítero N.,
concédele ejercer dignamente el ministerio episcopal
y guiar, bajo tu inspiración, con la palabra y el ejemplo,
el rebaño que le has confiado.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien, especialmente si el ordenado no es el Obispo residencial:
Padre, Pastor eterno, que gobiernas a tu rebaño
y constantemente lo asistes con tu gracia,
y hoy quieres incorporar al colegio episcopal
a tu servidor el presbítero N.;
concédele, por la santidad de su vida,
ser en todas partes, testigo verdadero de Cristo
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Se dice Credo, según las rúbricas; se omite la oración universal.

Oración sobre las ofrendas
Si el nuevo obispo preside la liturgia eucarística:

Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza,
y te pedimos que acrecientes en nosotros
la entrega a tu servicio
para que, por tu bondad, lleves a feliz término
lo que gratuitamente nos has concedido.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Si preside la liturgia eucarística el obispo ordenante principal:
Acepta, Señor, estos dones que ofrecemos por tu Iglesia
y por tu servidor el obispo N.,
a quien elegiste como sumo sacerdote en medio de tu pueblo,
y te pedimos que hagas crecer en él, con abundancia,
las virtudes apostólicas para bien de su rebaño.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Se dice el prefacio de las Ordenaciones I (El sacerdocio de Cristo y el ministerio de los sacerdotes)

En la Plegaria eucarística se hace mención del Obispo ordenado según las fórmulas siguientes:

a) En la Plegaria Eucarística I, el Obispo recién ordenado dice
Acepta, Señor en tu bondad propio:

Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus servidores, y de toda tu familia santa;
te la ofrecemos también por mí, indigno siervo tuyo,
que he sido llamado al orden de los Obispos;
conserva en mí tus dones
para que fructifique lo que he recibido de tu bondad.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

Si le corresponde decirlo a otro obispo:


Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus servidores, y de toda tu familia santa;
te la ofrecemos también por tu hijo N.,
que ha sido llamado al orden de los Obispos;
conserva en él tus dones
para que fructifique lo que ha recibido de tu bondad.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

b) En la Plegaria eucarística II, después de las palabras
a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo, el Obispo recién ordenado dice:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra,
y con el Papa N., (con nuestro Obispo N.),
y conmigo, indigno siervo tuyo,
a quien hoy has constituido pastor de la Iglesia (de N.),
y con todos los pastores que cuidan de tu pueblo,
llévala a su perfección por la caridad.

Si le corresponde decirla a otro obispo:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra,
y con el Papa N., (con nuestro Obispo N.),
con tu servidor N.,
a quien hoy has constituido pastor de la Iglesia (de N.),
conmigo, indigno servidor tuyo,
y todos los pastores que cuidan de tu pueblo
llévala a su perfección por la caridad.

c) En la Plegaria eucarística III, después de las palabras traiga la paz y la salvación al mundo entero, el Obispo recién ordenado dice:

Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa N., (a nuestro Obispo N.),
y a mí, indigno siervo tuyo,
que he sido ordenado hoy pastor de la Iglesia (de N.),
al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.

Si le corresponde decirla a otro obispo:

Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa N., (a nuestro Obispo N.),
a tu servidor N.,
que ha sido ordenado hoy pastor de la Iglesia (de N.),
a mí, indigno servidor tuyo,
al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.

d) Si no se utiliza un Prefacio propio, puede utilizarse la Plegaria Eucarística IV, y en las intercesiones, después de las palabras para alabanza de tu gloria, el Obispo recién ordenado dice:

Y ahora, Señor, acuérdate
de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio:
de tu servidor el Papa N., (de nuestro Obispo N.)
y de mí, indigno siervo tuyo,
a quien hoy te has dignado elegir para el servicio de tu pueblo,
del orden episcopal y de los presbíteros y diáconos,
de los oferentes y de los aquí reunidos,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan con sincero corazón.

Si le corresponde a otro obispo:
Y ahora, Señor, acuérdate
de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio:
de tu servidor el Papa N., (de nuestro Obispo N.)
de este servidor tuyo N.,
a quien te has dignado elegir hoy para el servicio de tu pueblo,
de mí, indigno servidor tuyo,
del orden episcopal y de los presbíteros y diáconos,
de los oferentes y de los aquí reunidos,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan con sincero corazón.

Antífona de comunión     Cf. Jn 17, 17-18
Dice el Señor: Padre santo, conságralos en la verdad.
Así como tú me enviaste al mundo,
yo también los envío al mundo. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión
Si el Obispo recién ordenado preside la liturgia eucarística, dice:

Padre nuestro,
realiza plenamente en nosotros la obra de tu misericordia,
y concédenos tu gracia para que podamos agradarte en todo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Si preside la liturgia eucarística el obispo ordenante principal, dice:
Por la eficacia de este misterio,
derrama la abundancia de tu gracia, Padre,
sobre tu servidor, el obispo N.,
para que desempeñe dignamente el oficio pastoral
y alcance la recompensa eterna
prometida a los administradores fieles.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Bendición al final de la Misa

a) Si el Obispo recién ordenado preside la celebración eucarística, él mismo imparte la bendición, con las manos extendidas sobre el pueblo:


Señor Dios, que cuidas a tu pueblo con misericordia
y lo gobiernas con amor,
envía el Espíritu de sabiduría sobre los pastores
a quienes confiaste la conducción de tu rebaño,
para que la santidad de las ovejas
sea el gozo eterno de los pastores.
R. Amén.

Señor Dios, tú estableces los tiempos de nuestra vida
y por tu poder admirable gobiernas la historia;
mira con bondad nuestro humilde ministerio
y concede a nuestros días la abundancia de tu paz.
R. Amén.

Señor Dios, concede los dones de tu gracia
a quien elevaste al orden episcopal
para que te agrade en el ministerio,
y dirige el corazón del pueblo y del obispo,
para que no le falte al pastor la obediencia del rebaño,
ni el rebaño carezca de los cuidados del pastor.
R. Amén.

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, + Hijo, + y Espíritu + Santo,
R. Amén.

b) Si el Obispo ordenante principal imparte la bendición, con las manos extendidas sobre el Obispo recién ordenado, dice:

El Señor te bendiga y te proteja,
y puesto que quiso constituirte pontífice de su pueblo,
te dé la felicidad en esta vida
y te permita compartir la felicidad eterna.
R. Amén.

El Señor te conceda,
por su providencia y con tu esfuerzo,
conducir fielmente por muchos años
al clero y al pueblo que ha querido reunir en torno a ti.
R. Amén.

El Señor otorgue a tu pueblo
que, obedeciendo los preceptos divinos,
superando toda adversidad,
recibiendo toda clase de bienes
y respetando tu ministerio con fe,
goce de la tranquilidad y la paz en este mundo
y merezca, junto a ti, gozar de la compañía eterna de los santos.
R. Amén.

Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, + Hijo, + y Espíritu + Santo,
R. Amén.


B
Ordenación de varios Obispos

Antífona de entrada Cf. Lc 4, 18
El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha consagrado por la unción.
Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres
y a sanar a los que se arrepienten de corazón. (T.P. Aleluya.)

Se dice Gloria.

Oración colecta

Dios nuestro, por la generosidad de tu gracia
hoy incorporas al colegio episcopal
a estos presbíteros, hijos tuyos,
concédeles ejercer dignamente el ministerio episcopal
y guiar, bajo tu inspiración, con la palabra y el ejemplo,
el rebaño que les has confiado.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien, especialmente si los ordenandos no son obispos residenciales:
Dios, Pastor eterno, que gobiernas a tu rebaño
y constantemente lo asistes con tu gracia,
y hoy quieres incorporar al colegio episcopal
a estos presbíteros, servidores tuyos,
concédeles, por la santidad de sus vidas.
ser en todas partes, testigos verdaderos de Cristo
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Se dice Credo según las rúbricas; se omite la oración universal.

Oración sobre las ofrendas
Si uno de los obispos recién ordenados preside la liturgia eucarística, dice:

Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza,
y te pedimos que acrecientes en nosotros
la entrega a tu servicio
para que, por tu bondad, lleves a feliz término
lo que gratuitamente nos has concedido.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Si preside la liturgia eucarística el obispo ordenante principal, dice:
Acepta, Señor, estos dones que ofrecemos por tu Iglesia
y por tus hijos los obispos recién ordenados,
a quienes elegiste como sumos sacerdotes en medio de tu pueblo,
y te pedimos que hagas crecer en ellos, con abundancia,
las virtudes apostólicas para bien de su rebaño.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio: El sacerdocio de Cristo y el ministerio de los sacerdotes.

En la Plegaria eucarística se hace mención de los Obispos recién ordenados según las fórmulas siguientes:

a) En la Plegaria Eucarística I, el Obispo recién ordenado dice
Acepta, Señor en tu bondad propio:

Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus servidores, y de toda tu familia santa;
te la ofrecemos también por mí, indigno siervo,
y por estos hijos tuyos,
que han sido llamados al Orden de los Obispos;
conserva en nosotros tus dones
para que fructifique lo que hemos recibido de tu bondad.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

Si le corresponde decirlo a otro obispo:


Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus servidores, y de toda tu familia santa;
te la ofrecemos también por tus hijos,
que han sido llamados al orden de los Obispos;
conserva en ellos tus dones
para que fructifique lo que han recibido de tu bondad.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

b) En la Plegaria eucarística II, después de las palabras
a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo, uno de los Obispos dice:

Acuérdate, Señor,
de tu Iglesia extendida por toda la tierra,
y con el Papa N., (con nuestro Obispo N.),
con estos servidores tuyos,
a quienes has constituido hoy pastores de la Iglesia,
conmigo, indigno servidor tuyo
y con todos los pastores que cuidan de tu pueblo,
llévala a su perfección por la caridad.

c) En la Plegaria eucarística III, después de las palabras traiga la paz y la salvación al mundo entero, uno de los Obispos dice:

Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa N., (a nuestro Obispo N.)
a tus servidores que han sido ordenados hoy pastores de la Iglesia,
a mí, indigno siervo tuyo,
al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.

d) Si no se utiliza un Prefacio propio, puede utilizarse la Plegaria Eucarística IV, y en las intercesiones después de las palabras para alabanza de tu gloria, uno de los Obispos dice:

Y ahora, Señor, acuérdate
de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio:
de tu servidor el Papa N., (de nuestro Obispo N.)
de estos servidores tuyos
a quienes hoy te has dignado elegir para el servicio de tu pueblo,
de mí, indigno servidor tuyo
del orden episcopal y de los presbíteros y diáconos,
de los oferentes y de los aquí reunidos,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan con sincero corazón.

Antífona de comunión     Cf. Jn 17, 17-18
Dice el Señor: Padre santo, conságralos en la verdad.
Así como tú me enviaste al mundo,
yo también los envío al mundo. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión
Si uno de los Obispos recién ordenados preside la liturgia eucarística, dice:

Padre nuestro,
realiza plenamente en nosotros la obra de tu misericordia,
y concédenos tu gracia para que podamos agradarte en todo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Si preside la liturgia eucarística el obispo ordenante principal:
Por la eficacia de este misterio,
derrama la abundancia de tu gracia, Padre,
sobre estos Obispos servidores tuyos,
para que desempeñen dignamente el oficio pastoral
y alcancen la recompensa eterna
prometida a los administradores fieles.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Bendición al final de la Misa

a) Si el Obispo recién ordenado preside la celebración eucarística, él mismo imparte la bendición, con las manos extendidas sobre el pueblo:


Señor Dios, que cuidas a tu pueblo con misericordia
y lo gobiernas con amor,
envía el Espíritu de sabiduría sobre los pastores
a quienes confiaste la conducción de tu rebaño,
para que la santidad de las ovejas
sea el gozo eterno de los pastores.
R. Amén.

Señor Dios, tú estableces los tiempos de nuestra vida
y por tu poder admirable gobiernas la historia;
mira con bondad nuestro humilde ministerio
y concede a nuestros días la abundancia de tu paz.
R. Amén.

Señor Dios, concede los dones de tu gracia
a quien elevaste al orden episcopal
para que te agrade en el ministerio,
y dirige el corazón del pueblo y del obispo,
para que no le falte al pastor la obediencia del rebaño,
ni el rebaño carezca de los cuidados del pastor.
R. Amén.

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, + Hijo, + y Espíritu + Santo,
R. Amén.

b) Si el Obispo ordenante principal imparte la bendición, con las manos extendidas sobre los Obispos recién ordenados, dice:

El Señor los bendiga y los proteja,
y puesto que quiso constituirlos pontífices de su pueblo,
les dé la felicidad en esta vida
y les permita compartir la felicidad eterna.
R. Amén.

El Señor les conceda,
por su providencia y con el esfuerzo de ustedes,
conducir fielmente por muchos años
al clero y al pueblo que ha querido reunirlos alrededor de cada uno de ustedes.
R. Amén.

El Señor otorgue a los fieles encomendados a ustedes
que, obedeciendo los preceptos divinos,
superando toda adversidad,
recibiendo toda clase de bienes
y respetando su ministerio con fe,
gocen de la tranquilidad y la paz en este mundo
y merezcan, junto a ustedes, gozar de la compañía eterna de los santos.
R. Amén.

Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, + Hijo, + y Espíritu + Santo,
R. Amén.

 

2. ORDENACIÓN PRESBITERAL


Esta Misa ritual se puede utilizar, con ornamentos de color blanco o festivo, fuera de las solemnidades, de los domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua, de los días de la Octava de Pascua y de las fiestas de los Apóstoles. En esos días se toma la Misa del día.


A
Ordenación de varios presbíteros

Antífona de entrada Jer 3, 15
Les daré pastores según mi corazón,
que los apacentarán con ciencia y prudencia. (T.P. Aleluya.)

Se dice Gloria.

Oración colecta

Señor y Dios nuestro, que guías a tu pueblo
mediante el ministerio de los sacerdotes,
concede a estos diáconos de tu Iglesia,
que hoy has elegido para el orden presbiteral,
perseverar en tu servicio, para que,
por su vida y su ministerio,
busquen solamente tu gloria en Cristo.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

El Credo se dice de acuerdo a las rúbricas; se omite la oración universal.

Oración sobre las ofrendas

Dios y Padre nuestro, tú has querido
que tus sacerdotes sean ministros del altar y de tu pueblo;
te rogamos que, por la fuerza de este sacrificio,
su ministerio sea siempre de tu agrado
y dé frutos perdurables en tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Se dice el prefacio de Ordenaciones I (El sacerdocio de Cristo y el ministerio de los sacerdotes)

En las Plegarias eucarísticas, la mención de los presbíteros ordenados se hace como se indica a continuación:

a) En la Plegaria eucarística I, se dice el
Acepta, Señor, en tu bondad propio:

Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus servidores, y de toda tu familia santa;
que te ofrecemos también por tus hijos
que han sido llamados al orden de los presbíteros;
conserva en ellos tus dones
para que fructifique lo que han recibido de tu bondad;
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

b) En la Plegaria Eucarística II, después de las palabras
congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo, se dice:

Acuérdate, Señor,
de tu Iglesia extendida por toda la tierra,
y con el Papa N., y con nuestro Obispo N.
llévala a su perfección por la caridad.
Acuérdate también de estos hijos tuyos
que has constituido hoy presbíteros de la Iglesia,
y de todos los pastores que cuidan de tu pueblo.

c) En la Plegaria Eucarística III, después de las palabras traiga la paz y la salvación al mundo entero, se dice:

Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra,
a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,
al orden episcopal,
a estos hijos tuyos que han sido ordenados hoy
presbíteros de la Iglesia,
a los demás presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.

d) Si no se utiliza un Prefacio propio, puede utilizarse la Plegaria Eucarística IV, y en las intercesiones, después de las palabras para alabanza de tu gloria, se dice:

Y ahora, Señor, acuérdate
de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio:
de tu servidor el Papa N.,
de nuestro Obispo N., del orden episcopal,
de estos hijos tuyos que te has dignado elegir hoy
para el ministerio presbiteral en favor de tu pueblo,
de los presbíteros y diáconos,
de los oferentes y de todos los aquí reunidos,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan con sincero corazón.

Antífona de comunión     Mc 16, 15; Mt 28, 20
Dice el Señor: Vayan por todo el mundo,
anuncien el Evangelio y yo estaré siempre con ustedes. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Te pedimos, Padre,
que la participación en este sacrificio
dé nueva vida a tus sacerdotes y a todos tus hijos,
para que, unidos a ti en el amor, puedan servirte dignamente.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Bendición al final de la Misa

El obispo con las manos extendidas sobre los presbíteros recién ordenados y sobre el pueblo, dice:


Dios, que dirige y gobierna la Iglesia,
los guíe siempre con su gracia
para que cumplan fielmente el ministerio presbiteral.
R. Amén.

Él los haga servidores y testigos en el mundo
de la verdad y del amor divino,
y ministros fieles de la reconciliación.
R. Amén.

Y también los haga pastores verdaderos
que distribuyan la Palabra de la vida y el Pan vivo,
para que los fieles crezcan en la unidad del cuerpo de Cristo.
R. Amén.

Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, + Hijo, + y Espíritu + Santo,
R. Amén.

 

B
Ordenación de un solo presbítero

Antífona de entrada     Jer 3, 15
Les daré pastores según mi corazón,
que los apacentarán con ciencia y prudencia. (T.P. Aleluya.)

Se dice Gloria.

Oración colecta

Señor y Dios nuestro, que guías a tu pueblo
mediante el ministerio de los sacerdotes,
concede a este diácono de tu Iglesia,
que hoy has elegido para el orden presbiteral,
perseverar en tu servicio, para que,
por su vida y su ministerio,
busque solamente tu gloria en Cristo.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

El Credo se dice de acuerdo a las rúbricas; se omite la oración universal.

Oración sobre las ofrendas

Dios nuestro, tú has querido
que tus sacerdotes sean ministros del altar y de tu pueblo;
te rogamos que, por la fuerza de este sacrificio,
su ministerio sea siempre de tu agrado
y dé frutos perdurables en tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Se dice el prefacio de las Ordenaciones I (El sacerdocio de Cristo y el ministerio de los sacerdotes)

En las Plegarias eucarísticas, la mención del presbítero ordenado se hace como se indica a continuación:

a) En la Plegaria eucarística I, se dice el
Acepta, Señor, en tu bondad propio:

Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus servidores, y de toda tu familia santa;
que te ofrecemos también por tu hijo,
que ha sido llamados al orden de los presbíteros;
conserva en él tus dones
para que fructifique lo que ha recibido de tu bondad.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

b) En la Plegaria Eucarística II, después de las palabras
congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo, se dice:

Acuérdate, Señor,
de tu Iglesia extendida por toda la tierra,
y con el Papa N., y con nuestro Obispo N.
llévala a su perfección por la caridad.
Acuérdate también de este hijo tuyo,
que has constituido hoy presbítero de la Iglesia,
y de todos los pastores que cuidan de tu pueblo.

c) En la Plegaria Eucarística III, después de las palabras traiga la paz y la salvación al mundo entero, se dice:

Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra,
a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,
al orden episcopal,
a este hijo tuyo que ha sido ordenado hoy
presbítero de la Iglesia,
a los demás presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.

d) Si no se utiliza un Prefacio propio, puede utilizarse la Plegaria Eucarística IV, y en las intercesiones, después de las palabras para alabanza de tu gloria, se dice:

Y ahora, Señor, acuérdate
de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio:
de tu servidor el Papa N.,
de nuestro Obispo N., del orden episcopal,
de este hijo tuyo que te has dignado elegir hoy
para el ministerio presbiteral en favor de tu pueblo,
de los demás presbíteros y diáconos,
de los oferentes y de todos los aquí reunidos,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan con sincero corazón.

Antífona de comunión     Mc 16, 15; Mt 28, 20
Dice el Señor: Vayan por todo el mundo,
anuncien el Evangelio y yo estaré siempre con ustedes. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Te pedimos, Padre,
que la participación en este sacrificio
dé nueva vida a tus sacerdotes y a todos tus hijos,
para que, unidos a ti en el amor, puedan servirte dignamente.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Bendición al final de la Misa

El obispo con las manos extendidas sobre los presbíteros recién ordenados y sobre el pueblo, dice:


Dios Padre, que dirige y gobierna la Iglesia,
mantenga tus propósitos y fortalezca tu corazón
para que cumplas fielmente el ministerio presbiteral.
R. Amén.

Él te haga servidor y testigo en el mundo
de la verdad y del amor divino,
y ministro fiel de la reconciliación.
R. Amén.

Y también te haga pastor verdadero
que distribuya la Palabra de la vida y el Pan vivo,
para que los fieles crezcan en la unidad del cuerpo de Cristo.
R. Amén.

Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, + Hijo, + y Espíritu + Santo,
R. Amén.

 

3. ORDENACIÓN DIACONAL

Esta Misa ritual se puede utilizar, con ornamentos de color blanco o festivo, fuera de las solemnidades, de los domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua, de los días de la Octava de Pascua y de las fiestas de los Apóstoles. En esos días se toma la Misa del día.

 

A
Ordenación de varios diáconos

Antífona de entrada     Cf. Jn 12, 26
El que quiera servirme que me siga,
y donde yo esté, estará también mi servidor, dice el Señor. (T.P. Aleluia.)

Se dice Gloria.

Oración colecta

Dios nuestro, que enseñaste a los ministros de tu Iglesia
a no buscar ser servidos, sino a servir a sus hermanos,
concede a estos hijos tuyos,
que hoy eliges para el ministerio diaconal,
disponibilidad en la entrega,
mansedumbre en el servicio y perseverancia en la oración.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

El Credo se dice según las rúbricas; se omite la oración universal.

Oración sobre las ofrendas

Padre santo,
tu Hijo quiso lavar los pies a sus discípulos para darnos ejemplo;
recibe los dones que te presentamos en esta liturgia
y, al ofrecernos como víctima espiritual,
concédenos crecer en humildad y abnegación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Se dice el prefacio de Ordenaciones II (Cristo, origen de todo ministerio eclesial)

En las Plegarias eucarísticas, la mención de los diáconos ordenados se hace como se indica a continuación:

a) En la Plegaria eucarística I, se dice el
Acepta, Señor, en tu bondad propio:

Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus servidores, y de toda tu familia santa;
que te ofrecemos también por tus hijos
que han sido llamados al orden de los diáconos;
conserva en ellos tus dones
para que fructifique lo que han recibido de tu bondad.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

b) En la Plegaria eucarística II, después de las palabras
congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo, se dice:

Acuérdate, Señor,
de tu Iglesia extendida por toda la tierra
y con el Papa N., con nuestro Obispo N.
llévala a su perfección por la caridad.
Acuérdate también de estos hijos tuyos
que has constituido hoy ministros de la Iglesia
y de todos los pastores que cuidan de tu pueblo.

c) En la Plegaria eucarística III, después de las palabras traiga la paz y la salvación al mundo entero, se dice:

Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,
al orden episcopal, a los presbíteros,
a estos hijos tuyos que han sido ordenados hoy
ministros de la Iglesia,
y a todo el pueblo redimido por ti.

d) Si no se utiliza un Prefacio propio, puede utilizarse la Plegaria Eucarística IV, y en las intercesiones, después de las palabras para alabanza de tu gloria, se dice:

Y ahora, Señor, acuérdate
de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio:
de tu servidor el Papa N., de nuestro Obispo N.,
del orden episcopal y de los presbíteros,
de estos hijos tuyos que te has dignado elegir hoy
para el ministerio diaconal en favor de tu pueblo, 
de los demás diáconos,
de los oferentes y de los aquí reunidos,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan con sincero corazón.

Antífona de comunión     Mt 20, 28
El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir,
y dar su vida en rescate por una multitud. (T.P. Aleluya.)

Oración después de la comunión

Padre, concede a tus hijos,
alimentados con esta eucaristía,
ser fieles ministros del Evangelio,
de los sacramentos y de la caridad,
para gloria tuya y salvación de los creyentes.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Bendición al final de la Misa

El Obispo, con las manos extendidas sobre el recién Ordenado y el pueblo, dice:


Dios, que los ha llamado
para el servicio de los hombres en su Iglesia,
les conceda una gran solicitud hacia todos,
especialmente hacia los pobres y afligidos.
R. Amén.

El Señor, que les ha confiado
la misión de predicar el Evangelio de Cristo,
los ayude a vivir según su Palabra,
para que sean sus testigos entusiastas y sinceros.
R. Amén.

El Señor, que te hizo dispensador de sus sacramentos,
te conceda ser imitador de su Hijo Jesucristo,
para ser en el mundo ministro de unidad y de paz.
R. Amén.

Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, + Hijo, + y Espíritu + Santo,
R. Amén.


B
Ordenación de un diácono

Antífona de entrada     Cf. Jn 12, 26
El que quiera servirme que me siga,
y donde yo esté, estará también mi servidor, dice el Señor. (T.P. Aleluia.)

Se dice Gloria.

Oración colecta

Dios nuestro, que enseñaste a los ministros de tu Iglesia
a no buscar ser servidos, sino a servir a sus hermanos,
concede a este hijo tuyo,
que hoy eliges para el ministerio diaconal,
disponibilidad en la entrega,
mansedumbre en el servicio y perseverancia en la oración.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

El Credo se dice según las rúbricas; se omite la oración universal.

Oración sobre las ofrendas

Padre santo,
tu Hijo quiso lavar los pies a sus discípulos para darnos ejemplo;
recibe los dones que te presentamos en esta liturgia
y, al ofrecernos como víctima espiritual,
concédenos crecer en humildad y abnegación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

En las Plegarias eucarísticas, la mención del diácono ordenado se hace como se indica a continuación:

a) En la Plegaria eucarística I, se dice el
Acepta, Señor, en tu bondad propio:

Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus servidores, y de toda tu familia santa;
que te ofrecemos también por tu hijo
que ha sido llamado al orden de los diáconos;
conserva en él tus dones
para que fructifique lo que ha recibido de tu bondad.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

b) En la Plegaria eucarística II, después de las palabras
congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo, se dice:

Acuérdate, Señor,
de tu Iglesia extendida por toda la tierra
y con el Papa N., con nuestro Obispo N.
llévala a su perfección por la caridad.
Acuérdate también de este hijo tuyo
que hoy has constituido diácono de la Iglesia
y de todos los pastores que cuidan de tu pueblo.

c) En la Plegaria eucarística III, después de las palabras traiga la paz y la salvación al mundo entero, se dice:

Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,
al orden episcopal, a los presbíteros
a este hijo tuyo que hoy has ordenado ministro de la Iglesia, 
y a todo el pueblo redimido por ti.

d) Si no se utiliza un Prefacio propio, puede utilizarse la Plegaria Eucarística IV, y en las intercesiones, después de las palabras para alabanza de tu gloria, se dice:

Y ahora, Señor, acuérdate
de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio:
de tu servidor el Papa N., de nuestro Obispo N.,
del orden episcopal, de los presbíteros,
de este hijo tuyo que te has dignado elegir hoy
para el ministerio diaconal en favor de tu pueblo, 
de los demás diáconos,
de los oferentes y de los aquí reunidos,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan con sincero corazón.

Antífona de comunión     Mt 20, 28
El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir,
y dar su vida en rescate por una multitud. (T.P. Aleluya.)

Oración después de la comunión

Padre, concede a tus hijos,
alimentados con esta eucaristía,
ser fieles ministros del Evangelio,
de los sacramentos y de la caridad,
para gloria tuya y salvación de los creyentes.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Bendición al final de la Misa

El Obispo, con las manos extendidas sobre los Ordenados y el pueblo, dice:


Dios Padre, que te ha llamado
para el servicio de los hombres en su Iglesia,
te conceda una gran solicitud hacia todos,
especialmente hacia los pobres y afligidos.
R. Amén.

Él, que te ha confiado
la misión de predicar el Evangelio de Cristo,
te ayude a vivir según su Palabra,
para que seas su testigo entusiasta y sincero.
R. Amén.

Él, que te hizo dispensador de sus sacramentos,
te conceda ser imitador de su Hijo Jesucristo,
para ser en el mundo ministro de unidad y de paz.
R. Amén.

Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, + Hijo, + y Espíritu + Santo.
R. Amén.

 

4. ORDENACIÓN DE DIÁCONOS Y PRESBÍTEROS
EN LA MISMA CELEBRACIÓN


Cuando se celebra la Ordenación de diáconos y presbíteros en una misma acción litúrgica, puede utilizarse esta Misa ritual, con ornamentos de color blanco o festivo, excepto en las solemnidades, los domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua y dentro de la Octava de Pascua. En esos días se toma la Misa del día.


Antífona de entrada     Cf. Jn 12, 26

El que quiera servirme que me siga,
y donde yo esté, estará también mi servidor, dice el Señor. (T.P. Aleluia.)

Se dice Gloria.

Oración colecta

Dios nuestro, que en tu providencia das pastores a tu pueblo,
infunde en tu Iglesia el espíritu de piedad y fortaleza,
que convierta a estos hijos tuyos en ministros dignos de tu altar,
y los haga de ellos valientes y humildes defensores de tu Evangelio.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

El Credo se dice según las rúbricas; se omite la oración universal.

Oración sobre las ofrendas

Padre santo,
tu Hijo quiso lavar los pies a sus discípulos para darnos ejemplo;
recibe los dones que te presentamos en esta liturgia
y, al ofrecernos como víctima espiritual,
concédenos crecer en humildad y abnegación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Se dice el Prefacio de las Ordenaciones II (Cristo, origen de todo ministerio eclesial).

En las Plegarias eucarísticas, la mención de los Ordenados se hace como se indica a continuación:

a) En la Plegaria eucarística I, se dice el
Acepta, Señor, en tu bondad propio:

Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus servidores, y de toda tu familia santa;
que te ofrecemos también por tus hijos,
que han sido llamado al orden de los presbíteros
y al orden de los diáconos;
conserva en ellos tus dones
para que fructifique lo que han recibido de tu bondad.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

b) En la Plegaria eucarística II, después de las palabras
congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo, se dice:

Acuérdate, Señor,
de tu Iglesia extendida por toda la tierra
y con el Papa N., con nuestro Obispo N.
llévala a su perfección por la caridad.
Acuérdate también de estos hijos tuyos
que hoy has constituido presbíteros y diáconos de la Iglesia
y de todos los pastores que cuidan de tu pueblo.

c) En la Plegaria eucarística III, después de las palabras traiga la paz y la salvación al mundo entero, se dice:

Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,
al orden episcopal,
a estos hijos tuyos que has ordenado hoy
presbíteros y diáconos de la Iglesia,
a los demás presbíteros y diáconos
y a todo el pueblo redimido por ti.

d) Si no se utiliza un Prefacio propio, puede utilizarse la Plegaria Eucarística IV, y en las intercesiones, después de las palabras para alabanza de tu gloria, se dice:

Y ahora, Señor, acuérdate
de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio:
de tu servidor el Papa N., de nuestro Obispo N.,
del orden episcopal,
de estos hijos tuyos que te has dignado elegir hoy
para el ministerio presbiteral y diaconal en favor de tu pueblo,
de los demás presbíteros y diáconos,
de los oferentes y de los aquí reunidos,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan con sincero corazón.

Antífona de comunión     Cf. Jn 17, 17-18
Dice el Señor: Padre santo, conságralos en la verdad.
Así como tú me enviaste al mundo,
yo también los envío al mundo. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Padre, concede a tus hijos,
alimentados con esta eucaristía,
ser fieles ministros del Evangelio,
de los sacramentos y de la caridad,
para gloria tuya y salvación de los creyentes.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Bendición al final de la Misa

El Obispo, con las manos extendidas sobre los presbíteros y diáconos recién ordenados y sobre el pueblo, dice:


Dios Padre, que dirige y gobierna la Iglesia,
los guíe siempre con su gracia
para que cumplan fielmente el ministerio.
R. Amén.

A ustedes, presbíteros, Dios los haga pastores verdaderos
que distribuyan la Palabra de la vida y el Pan vivo,
para que los fieles crezcan en la unidad del cuerpo de Cristo.
R. Amén.

Él, que les ha confiado como diáconos,
la misión de predicar el Evangelio de Cristo,
les ayude a vivir según su Palabra
para que sean testigos fervorosos y servidores de la caridad.
R. Amén.


Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, + Hijo, + y Espíritu + Santo,
R. Amén.

 

V. CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO


Cuando el matrimonio se celebra dentro de la Misa, se utilizan los formularios siguientes, con ornamentos de color blanco o festivo.
En los días señalados con los números 1 a 4 en la Tabla de los días litúrgicos (p,    ), se emplea la Misa del día, conservando en ella la bendición nupcial y también, según convenga, la fórmula de la bendición final propia.
También, en el tiempo de Navidad y « durante el año », en la Misa dominical con participación de la comunidad parroquial en la cual se celebra el matrimonio, se emplean los formularios de la Misa del domingo.
Aunque, por comodidad se ofrecen los formularios íntegros de la Misa, todos los textos, especialmente de las oraciones y de la bendición nupcial, pueden intercambiarse según convenga.


A

Antífona de entrada     Cf. Sal 19, 3.5
Que el Señor te auxilie desde su santuario y te proteja desde Sión.
Satisfaga todos sus deseos y cumpla todos sus proyectos. (T.P. Aleluia.)

Se omite el acto penitencial. Se dice Gloria.

Oración colecta

Señor Dios, escucha nuestra oración
y acompaña con tu amor la unión
que estableces para la propagación del género humano,
y haz que perdure por tu gracia
lo que une tu Providencia,
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:
Dios nuestro, que has creado el género humano
y estableciste la unión del varón y la mujer;
confirma con el vínculo de la caridad
a tus hijos tuyos que hoy contraen matrimonio,
para que siempre den testimonio
del amor que hoy los convierte en esposos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Señor, recibe la ofrenda que te presentamos
en la celebración del sacramento del matrimonio,
y derrama abundantemente tus dones
en la obra que tú mismo has comenzado.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio del Matrimonio I-III

En las Plegarias eucarísticas, la memoria de los esposos se hace según estas fórmulas:

a) En la Plegaria eucarística I, se dice
Acepta, Señor en tu bondad propio. Las palabras entre corchetes, pueden omitirse, según la oportunidad.

Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus servidores, de los nuevos esposos N. y N.
y de toda tu familia santa, que hoy intercede por ellos;
y ya que les has concedido llegar al día de su matrimonio,
otórgales también [el gozo de una ansiada descendencia y de]
una larga vida.

b) En las intercesiones particulares de la Plegaria eucarística II, luego de las palabras llévala a su perfección por la caridad, se añade:

Acuérdate de tus hijos N. y N.
que en Cristo, hoy han fundado una nueva familia,
iglesia doméstica y sacramento de tu amor,
y concédeles la gracia de que este día
se prolongue a lo largo de toda su vida.

c) En las intercesiones particulares de la Plegaria eucarística III, luego de las palabras y a todo el pueblo redimido por ti, se añade:

Ayuda a tus hijos N. y N.,
que en Cristo hoy han fundado una nueva familia,
iglesia doméstica y sacramento de tu amor,
y concédele que la gracia de este día
se prolongue a lo largo de toda su vida.


Bendición nupcial

Después del Padrenuestro y omitido el
Líbranos Señor, el sacerdote, vuelto hacia el esposo y la esposa, invoca sobre ellos la bendición de Dios, la cual nunca debe omitirse.
En el invitatorio pueden omitirse, si alguno de los esposos no va a comulgar, las palabras que van entre corchetes.
En el último párrafo de esta oración también pueden omitirse las palabras entre corchetes, según lo aconsejen las circunstancias, por ejemplo si los esposos son de edad avanzada.
Los esposos se acercan al altar o, según la oportunidad, permanecen de rodillas en sus lugares.
El sacerdote, con las manos juntas, invita a los presentes a la oración con estas u otras palabras:


Queridos hermanos,
oremos al Padre para que bendiga a estos hermanos nuestros
que se han unido en Cristo;
que él derrame su gracia,
y a quienes unió con una alianza santa
[por el sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo]
los confirme en el amor recíproco.

Todos oran en silencio durante breves momentos.
Después, el sacerdote con las manos extendidas sobre los esposos, prosigue diciendo:


Dios nuestro que con tu poder hiciste todas las cosas de la nada;
desde el principio todo lo ordenaste,
haciendo al hombre a tu imagen,
le diste al varón la ayuda inseparable de la mujer,
para que ya no fueran dos, sino una sola carne.
y enseñaste que nunca será lícito separar
lo que tú has querido unir para siempre.

Padre, tú consagraste la vida conyugal
por medio de un sacramento tan grande,
prefigurando en el matrimonio
la unión que existe entre Cristo y la Iglesia.

Padre, tú unes al varón y a la mujer
y concedes a esta unión, establecida desde el principio,
la única bendición que no fue abolida
por la pena del pecado original,
ni por la sentencia del diluvio.

Mira con bondad a estos hijos tuyos
que, unidos por el vínculo conyugal,
imploran tu bendición.
Envía sobre ellos la gracia del Espíritu Santo,
para que, por la efusión de tu amor en sus corazones,
permanezcan fieles en la alianza nupcial.

Concede a tu hija N. el don del amor y de la paz,
y la gracia de seguir siempre el ejemplo de aquellas santas mujeres
que son alabadas en la Sagrada Escritura.

Que el corazón de su esposo N.
confíe en la que ahora es su esposa
y, reconociéndola como su compañera para siempre
y coheredera con él de la vida de gracia,
la respete y la ame como Cristo ama a su Iglesia.

Y ahora, Padre, te suplicamos
que la firmeza de la fe
y el cumplimiento de tus mandamientos
los mantenga íntimamente unidos,
y haga de ellos un ejemplo para los demás,
de manera que, inspirándose en el Evangelio,
den a todos un buen testimonio de Cristo.
[Que sean padres fecundos y de reconocida virtud
y puedan ver a los hijos de sus hijos.]
Y después de una vida larga y feliz,
gocen de la paz de los santos
en el Reino de los cielos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Omitida la oración Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles, se dice La paz del Señor esté siempre con ustedes.
Entonces, los esposos y los presentes se desean mutuamente la paz como signo de unidad y caridad.

Antífona de comunión     Cf. Ef 5, 25.27

Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella,
porque quiso para sí una esposa santa e inmaculada. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Te pedimos, Padre,
por la eficacia de este sacrificio,
que acompañes la obra de tu Providencia
y ayudes a vivir en la caridad a quienes has unido en matrimonio,
[y alimentaste con un mismo pan y un mismo cáliz]
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Bendición al final de la Misa

El sacerdote, con las manos extendidas sobre los esposos, dice:


Dios, Padre eterno,
los conserve unidos en el amor,
y que la paz de Cristo habite en ustedes
y permanezca siempre en su hogar.
R. Amén.

Sean ustedes benditos en sus hijos,
que encuentren ayuda en sus amigos
y vivan en paz con todos.
R. Amén.

Que en el mundo sean testigos del amor de Dios,
y que los pobres y afligidos
sean objeto de la bondad de ustedes,
para que ellos los reciban un día en las mansiones eternas de Dios.
R. Amén.

Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo, + y Espíritu Santo.
R. Amén.

 

B


Antífona de entrada     Cf. Sal 89, 14.17

Señor, sácianos con tu amor
y cantaremos felices toda nuestra vida.
Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor
y que haga prosperar la obra de nuestras manos. (T.P. Aleluia.)

Se omite el acto penitencial. Se dice Gloria.

Oración colecta

Señor y Padre nuestro, atiende nuestras súplicas
y derrama tu gracia sobre tus hijos N. y N.,
para que afirmes en el amor mutuo
a quienes hoy se unen ante el altar.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:
Señor y Dios nuestro, que consagraste el vínculo matrimonial
con un sacramento tan admirable
para significar con él la unión de Cristo y la Iglesia,
concede a estos hijos tuyos
practicar en su vida todo lo que reciben por la fe.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Señor Dios, recibe estos dones,
que te presentamos con alegría,
y protege con tu amor de Padre
a estos esposos que has unido con el vínculo sacramental.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio del Matrimonio II (El gran sacramento del matrimonio).

En las Plegarias eucarísticas se utilizan las intercesiones propias (A).

Bendición nupcial

Después del Padrenuestro y omitido el Líbranos Señor, el sacerdote, vuelto hacia el esposo y la esposa, invoca sobre ellos la bendición de Dios, la cual nunca debe omitirse.
En el invitatorio pueden omitirse, si alguno de los esposos no va a comulgar, las palabras que van entre corchetes.
En el último párrafo de esta oración también pueden omitirse las palabras entre corchetes, según lo aconsejen las circunstancias, por ejemplo si los esposos son de edad avanzada.
Los esposos se acercan al altar o, según la oportunidad, permanecen de rodillas en sus lugares.
El sacerdote, con las manos juntas, invita a los presentes a la oración con estas u otras palabras:


Queridos hermanos, oremos al Señor
para que bendiga a estos esposos
que se unen en matrimonio ante el altar de Dios,
y [con la participación del Cuerpo y la Sangre de Cristo]
permanezcan siempre unidos por el amor.

Todos oran en silencio durante breves momentos.
Después el sacerdote con las manos extendidas sobre los esposos, prosigue diciendo:


Padre santo, tú hiciste al hombre a tu imagen
y lo creaste varón y mujer,
a fin de que, unidos en su cuerpo y en su corazón,
cumplieran su misión en este mundo.

Tú quisiste, Padre, que la unión nupcial de los esposos
nos revelara el designio de tu amor
y fuera el signo de la Alianza que hiciste con tu pueblo,
y así pusiera de manifiesto
el misterio de la unión entre Jesucristo y la Iglesia.

Te pedimos que derrames tu bendición
sobre estos hijos tuyos [N. y N.]
e infundas en sus corazones
el poder del Espíritu Santo.

Concédeles, Padre, que en esta nueva unión sacramental que comienzan
se comuniquen mutuamente las riquezas de tu amor
y que, siendo el uno para el otro signo de tu presencia,
sean de verdad, un solo corazón y una sola alma.

Concédeles, Padre,
mantener con su trabajo el hogar que hoy constituyen;
[que eduquen a sus hijos en el espíritu del Evangelio
y los preparen para incorporarlos a tu familia santa].

Colma con tu bendición a tu hija N.,
para que pueda cumplir sus deberes de esposa [y madre]
y sea el alma y la alegría del hogar.

Bendice también con abundancia a tu hijo N.,
para que cumpla sus deberes
de esposo fiel [y padre generoso].

Concede, Padre santo,
que estos esposos unidos en tu presencia,
[así como ahora se acercan a la mesa del altar]
se alegren un día de participar en el banquete de tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Omitida la oración Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles, se dice La paz del Señor esté siempre con ustedes.
Entonces, los esposos y los presentes se desean mutuamente la paz como signo de unidad y caridad.

Antífona de comunión     Jn 13, 34

Dice el Señor: Les doy un mandamiento nuevo,
ámense los unos a los otros, así como yo los he amado. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Después de compartir tu mesa,
te pedimos Padre santo, que estos hermanos nuestros
que hoy se han unido en matrimonio
permanezcan siempre fieles a ti
y anuncien tu nombre a sus hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Bendición al final de la Misa

El sacerdote con las manos extendidas sobre los esposos, dice:


Dios Padre omnipotente les conceda su gozo
y los bendiga en sus hijos.
R. Amén.

El Hijo único de Dios los asista con su misericordia
en la prosperidad y en la adversidad.
R. Amén.

El Espíritu Santo de Dios
derrame siempre su caridad en sus corazones.
R. Amén.

Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo, + y Espíritu Santo.
R. Amén.


C

Antífona de entrada     Cf. Sal 144, 2.9
Día tras día te bendeciré, Señor, y alabaré tu nombre sin cesar.
Él es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. (T.P. Aleluia.)

Se omite el acto penitencial. Se dice Gloria.

Oración colecta

Dios todopoderoso,
concede a estos hijos tuyos
que se unen por medio del sacramento nupcial,
la gracia de crecer en la fe que profesan
y de enriquecer a tu Iglesia
con una familia verdaderamente cristiana.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:
Dios y Padre nuestro,
que has bendecido el comienzo y el desarrollo del mundo
con la fecundidad de los esposos,
atiende nuestras súplicas
e infunde sobre estos hijos tuyos N. y N.
la abundancia de tu bendición,
para que en la alianza conyugal,
con amoroso afecto y un mismo corazón,
se unan procurando la mutua santidad.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Escucha nuestras súplicas, Señor,
y recibe con bondad estas ofrendas
que te presentamos por estos hijos tuyos,
unidos ahora con el vínculo santo,
para que, por esta sagrada celebración,
su amor sea fortalecido con el tuyo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio del Matrimonio III (El Matrimonio, signo del amor divino)

En las Plegarias eucarísticas, se utilizan las intercesiones propias (A).


Bendición nupcial

Después del Padrenuestro y omitido el Líbranos Señor, el sacerdote, vuelto hacia el esposo y la esposa, invoca sobre ellos la bendición de Dios, la cual nunca debe omitirse.
En el invitatorio pueden omitirse, si alguno de los esposos no va a comulgar, las palabras que van entre corchetes.
En el último párrafo de esta oración también pueden omitirse las palabras entre corchetes, según lo aconsejen las circunstancias, por ejemplo si los esposos son de edad avanzada.
Los esposos se acercan al altar o, según la oportunidad, permanecen de rodillas en sus lugares.
El sacerdote, con las manos juntas, invita a los presentes a la oración con estas u otras palabras:

Invoquemos, hermanos,
la bendición de Dios sobre estos esposos,
para que proteja con su auxilio
a quienes ha unido en el sacramento del matrimonio.

Todos oran en silencio durante unos breves momentos.
Después, el sacerdote con las manos extendidas sobre los esposos, prosigue diciendo:


Padre santo, creador de todo cuanto existe,
que has hecho a tu imagen al varón y a la mujer
y quisiste bendecir su unión conyugal,
te pedimos por estos esposos
que acaban de unirse por el sacramento del matrimonio.

Concede tu más abundante bendición
a estos hermanos nuestros N. y N.,
y que el poder del Espíritu Santo llene sus corazones
para que, alegrándose en su mutua entrega,
[hagan fecundo su hogar y]
enriquezcan a la Iglesia.

Que te alaben, Padre, en la alegría
y te busquen en la tristeza;
que en el trabajo encuentren el gozo de tu ayuda
y en las dificultades sientan cercano tu consuelo;
que invoquen tu nombre en la oración de tu Iglesia,
sean tus testigos en el mundo
y, después de una vida plena y feliz
en compañía de sus amigos,
lleguen a tu reino eterno.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Omitida la oración Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles, se dice La paz del Señor esté siempre con ustedes.
Entonces, los esposos y los presentes se desean mutuamente la paz como signo de unidad y caridad.

Antífona de comunión     Sal 33, 9

Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Gusten y vean qué bueno es el Señor.
Feliz el hombre que espera en él. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Concédenos, Dios todopoderoso,
que la eficacia de estos sacramentos que hemos recibido
se manifieste en la vida de los nuevos esposos,
y también nosotros recibamos sus frutos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Bendición al final de la Misa

El sacerdote con las manos extendidas sobre los esposos, dice:


El Señor Jesús, que asistió a las bodas de Caná,
les conceda su bendición,
a ustedes y a todos sus familiares y amigos.
R. Amén.

El Señor, que amó a su Iglesia hasta el fin,
derrame incesantemente su amor en el corazón de ustedes.
R. Amén.

El Señor los ayude a ser testigos fieles de su resurrección
y a esperar con alegría su venida gloriosa.
R. Amén.

Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo, + y Espíritu Santo.
R. Amén.


Las Misas para el aniversario del matrimonio se encuentran entre las Misas para diversas circunstancias (pp.     ).

 

VI. BENDICIÓN DE UN ABAD O DE UNA ABADESA


Esta Misa puede celebrarse, con ornamentos de color blanco o festivo, en los días en que están permitidas las Misas rituales.
 

1.
Bendición de un Abad

Antífona de entrada Cf. Jn 15, 16
Dice el Señor: No son ustedes los que me eligieron a mí,
sino yo el que los elegí a ustedes,
y los destiné para que vayan y den fruto y ese fruto sea duradero. (T.P. Aleluia.)

O bien:     Col 3, 14-15

Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.
Que la paz de Cristo reine en sus corazones. (T.P. Aleluia.)

Oración colecta

Dios y Padre nuestro, concede a tu hijo N.,
a quien has elegido para ser abad de esta comunidad de N.,
la gracia de enseñar a sus hermanos, con su ejemplo y su palabra,
todo lo que es recto a tus ojos,
para que, junto con ellos,
pueda alcanzar de ti, Pastor santo, la retribución eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

El Credo se dice de acuerdo a las rúbricas. Se omite la oración universal.

Oración sobre las ofrendas

Acepta, Padre, los dones de tus hijos,
y concédeles unirse a esta ofrenda espiritual
para que alcancen la verdadera humildad,
la obediencia y la paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Se puede decir el Prefacio de la vida religiosa.

En las Plegarias eucarísticas, la mención del abad recién bendecido se hace del siguiente modo:

a) En la Plegaria eucarística I, se dice
Acepta, Señor, en tu bondad propio:

Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus servidores y de toda tu familia santa;
que te ofrecemos también por tu servidor N.,
que has elegido para dirigir esta comunidad;
protégelo con tu bondad y conserva en él los dones de tu gracia
para que ayude espiritualmente a sus hermanos.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

b) En la Plegaria Eucarística II, después de las palabras
congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo, se dice:

Acuérdate, Señor,
de tu Iglesia extendida por toda la tierra,
y con el Papa N. y con nuestro Obispo N.
llévala a su perfección por la caridad.
Acuérdate también de este hijo tuyo
que has querido constituir hoy abad de esta comunidad
y de todos los pastores que cuidan de tu pueblo.

c) En la Plegaria Eucarística III, después de las palabras traiga la paz y la salvación al mundo entero, se dice:

Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra,
a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,
al orden episcopal, a este hijo tuyo N.
que has elegido hoy abad de esta comunidad,
a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.

d) Si no se utiliza un Prefacio propio, puede utilizarse la Plegaria Eucarística IV, y en las intercesiones, después de las palabras para alabanza de tu gloria, se dice:

Y ahora, Señor, acuérdate
de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio:
de tu servidor el Papa N.,
de nuestro Obispo N., del orden episcopal,
de este hijo tuyo N., que te has dignado elegir hoy
para el servicio de esta comunidad,
de los presbíteros y diáconos,
de los oferentes y de los aquí reunidos,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan con sincero corazón.

Antífona de comunión     Mt 20, 28
El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir,
y dar su vida en rescate por una multitud. (T.P. Aleluya.)

O bien:

Donde hay verdadera caridad, allí está Dios.
El amor de Cristo nos ha congregado en la unidad. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Padre, mira con amor a tu familia
y concédenos, a cuantos hemos celebrado el misterio de la fe,
avanzar sin cesar por el camino del Evangelio,
y así glorificarte en todas las cosas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Bendición al final de la Misa

El prelado imparte la bendición extendiendo las manos sobre el abad recién bendecido, diciendo:


Dios y Señor nuestro, de quien procede toda paternidad,
te confirme en la fortaleza interior
según la riqueza de su gloria.
R. Amén.

Él te conceda recorrer, junto con tus hermanos,
el camino de sus mandatos con un corazón dilatado,
y experimentar así el gozo de Cristo.
R. Amén.

Él conceda su gracia a esta familia monástica
congregada en el nombre del Señor,
para que alcance, bajo tu cuidado, la vida eterna.
R. Amén.

Si el abad bendecido preside la liturgia eucarística, imparte la bendición pontifical y puede decir la siguiente fórmula de bendición, con las manos extendidas sobre la asamblea:

Dios, Padre de misericordia, los guarde en todo bien;
y así como él dispuso constituirme abad para ustedes,
así nos conceda a todos la eterna felicidad.
R. Amén.

El Señor Jesucristo les conceda recorrer
el camino de sus mandatos
con corazón dilatado en la alegría fraterna.
R. Amén.

El Espíritu Santo los colme
con obras de piedad y con el espíritu de unidad,
para que, imitando a nuestros padres, tengamos un solo corazón.
R. Amén.

Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo, + y Espíritu Santo.
R. Amén.

 

2.
Bendición de una Abadesa

Antífona de entrada     Cf. Jn 15, 16
Dice el Señor: No son ustedes los que me eligieron a mí,
sino yo el que los elegí a ustedes,
y los destiné para que vayan y den fruto y ese fruto sea duradero. (T.P. Aleluia.)

O bien:     Col 3, 14-15

Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.
Que la paz de Cristo reine en sus corazones. (T.P. Aleluia.)

Oración colecta

Señor Dios, concede a tu hija N.,
a quien has elegido para ser abadesa de esta comunidad de N.,
la gracia de enseñar a sus hermanas, con su ejemplo y su palabra,
todo lo que es recto a tus ojos,
para que, junto con ellas,
pueda alcanzar de ti, Pastor santo, la retribución eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

El Credo se dice de acuerdo a las rúbricas. Se omite la oración universal.

Oración sobre las ofrendas

Acepta, los dones de tus hijos, Señor,
y concédeles unirse a esta ofrenda espiritual
para que alcancen la verdadera humildad,
la obediencia y la paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Se puede decir el Prefacio de la vida religiosa.

En las Plegarias eucarísticas, la mención de la abadesa recién bendecida se hace del siguiente modo:

a) En la Plegaria eucarística I, se dice
Acepta, Señor, en tu bondad propio:

Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa;
que también te ofrecemos por tu servidora N.,
que has elegido para dirigir esta comunidad;
protégela con tu bondad
y conserva en ella los dones de tu gracia,
para que ayude espiritualmente a sus hermanas.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

b) En la Plegaria Eucarística II, después de las palabras
llévala a su perfección por la caridad , antes del Acuérdate también, se dice:

Acuérdate, también de esta hija tuya,
que has querido constituir hoy
que has querido constituir hoy abadesa de esta comunidad
Acuérdate también de nuestros hermanos...

c) En la Plegaria Eucarística III, después de las palabras y de todo el pueblo redimido por tí, se dice:

Ayuda también a tu hija,
que has elegido hoy abadesa de esta comunidad,
para el servicio de sus hermanas.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia....

d) Si no se utiliza un Prefacio propio, puede utilizarse la Plegaria Eucarística IV, y en las intercesiones, después de las palabras para alabanza de tu gloria, se dice:

Y ahora, Señor, acuérdate
de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio:
de tu servidor el Papa N.,
de nuestro Obispo N.,
del orden episcopal, de los presbíteros y diáconos,
de esta hija tuya N. que te has dignado elegir hoy
para el servicio de esta comunidad,
de los oferentes y de los aquí reunidos,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan con sincero corazón.

Antífona de comunión     Mt 20, 28
El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir,
y dar su vida en rescate por una multitud. (T.P. Aleluia.)

O bien:

Donde hay verdadera caridad, allí está Dios.
El amor de Cristo nos ha congregado en la unidad. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Padre, mira con bondad a tu familia
y concédenos, a cuantos hemos celebrado el misterio de la fe,
avanzar sin cesar por el camino del Evangelio,
y así glorificarte en todas las cosas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Bendición al final de la Misa

El prelado imparte la bendición extendiendo las manos sobre la abadesa recién bendecida, diciendo:


Dios, que ha reunido a estas hijas suyas
en el amor de Cristo para el bien de la Iglesia,
te conceda el espíritu de piedad
para que guíes incansablemente hacia la perfección
a la comunidad que te ha sido confiada.
R. Amén.

Él te conceda recorrer, junto con tus hermanas,
el camino de sus mandatos con un corazón dilatado
y experimentar así el gozo de Cristo.
R. Amén.

Él conceda su gracia a esta familia monástica
congregada en el nombre del Señor,
para que alcance, bajo tu conducción, la vida eterna.
R. Amén.

Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo, + y Espíritu Santo.
R. Amén.

 

VII. CONSAGRACIÓN DE VÍRGENES


Esta Misa puede utilizarse, con ornamentos de color blanco o festivo, los días en que están permitidas las Misas rituales.
Las Oraciones deben ser adaptadas, modificando el número, si la virgen consagrada es una sola.

Antífona de entrada     Cf. Sal 104, 4-5

Recurran al Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro;
recuerden las maravillas que él obró. (T.P. Aleluia.)

Se dice Gloria.

Oración colecta

Señor Dios nuestro, te pedimos que estas hijas tuyas,
a quienes inspiraste la decisión de ofrecerte su virginidad,
perseverar hasta el fin en su propósito
para que, consagrándote hoy su vida,
alcancen la plenitud de lo que desean.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Se dice el Credo según las rúbricas. Se omite la oración universal.

Oración sobre las ofrendas

Por estos dones ofrecidos, Señor,
te pedimos que concedas a tus hijas
la perseverancia en su camino,
para que cuando llegue Cristo, el Rey de la gloria,
les abra las puertas y puedan entrar con alegría en el Reino celestial.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Se puede decir el Prefacio de la vida religiosa.

En las Plegarias eucarísticas, la mención de las vírgenes consagradas se hace del siguiente modo:

a) En la Plegaria eucarística I, se dice
Acepta, Señor, en tu bondad propio:

Acepta, Señor, en tu bondad,
y santifica esta ofrenda de tus servidores y de estas hijas tuyas,
que te ofrecemos en el día de su consagración;
para que por tu gracia,
las que hoy se han unido más estrechamente a tu Hijo,
salgan a su encuentro con gozo
cuando venga gloriosamente al final de los tiempos.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

b) En la Plegaria Eucarística II, después de las palabras
llévala a su perfección por la caridad, se dice:

Acuérdate también de estas hermanas
que has consagrado hoy con la unción espiritual,
para que te sirvan a ti y a tu pueblo, sin desfallecer,
y manteniendo encendidas las lámparas de la fe y de la caridad,
esperen anhelantes la llegada de Jesucristo, el Esposo.
Acuérdate también de nuestros hermanos...

c) En la Plegaria Eucarística III, después de las palabras y a todo el pueblo redimido por ti, se dice:

Dígnate, Señor, fortalecer en su santo propósito
a estas hijas tuyas
que quieren seguir a Jesucristo
dando testimonio de vida evangélica y de amor fraterno.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia...

d) Si no se utiliza un Prefacio propio, puede utilizarse la Plegaria Eucarística IV, y en las intercesiones, después de las palabras de los presbíteros y diáconos, se dice:

de estas hermanas nuestras,
que has consagrado hoy para siempre,
al culto divino y al servicio del prójimo,
de los oferentes y de los aquí reunidos,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan con sincero corazón.

Antífona de comunión     Sal 41, 2
Como la cierva sedienta busca las corrientes de agua,
así mi alma suspira por ti, mi Dios. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Saciados con tus sagrados dones,
te suplicamos, Padre, que tus servidoras N. y N.
contribuyan siempre, por la santidad de su vida,
al progreso de la familia humana
y al crecimiento de tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Bendición al final de la Misa

El Obispo, con las manos extendidas sobre las vírgenes recién consagradas, dice:


Dios Padre todopoderoso
conserve inquebrantable
el propósito de la santa virginidad,
que él mismo les inspiró.
R. Amén.

El Señor Jesús,
que se une a los corazones virginales por una alianza esponsal,
haga fructificar en ustedes la semilla de su Palabra.
R. Amén.

El Espíritu Santo,
que descendió sobre la Virgen María
y hoy ha consagrado sus corazones,
las mueva a entregarse con fervor al servicio de Dios y de la Iglesia.
R. Amén.

Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, + Hijo, + y Espíritu + Santo,
R. Amén.

O bien:

Que Dios, inspirador y causa de los santos propósitos,
las proteja constantemente con su gracia,
para que vivan el don de su vocación con espíritu fiel.
R. Amén.

Que él mismo las haga testimonio y signo
de la caridad divina en medio del mundo.
R. Amén.

Y que mantenga hasta la eternidad los vínculos
con los que las ha unido a Cristo en la tierra.
R. Amén.

Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, + Hijo, + y Espíritu + Santo,
R. Amén.

 

VIII. PROFESIÓN RELIGIOSA


Las Misas en el día de la primera profesión, en el día de la profesión perpetua y en el día de la renovación, se pueden celebrar, con ornamentos de color blanco o festivo, en los días en los cuales están permitidas las Misas rituales.
Los textos litúrgicos que se ponen para el varón pueden adaptarse para la mujer, cambiando el género; y los textos expresados en plural pueden decirse en singular, cambiando el número.


1. EN LA PRIMERA PROFESIÓN RELIGIOSA

Antífona de entrada Cf. Sal 39, 8-9
Aquí vengo, Señor, para hacer tu voluntad.
Dios mío, tu ley está en mi corazón. (T.P. Aleluia.)

Se dice Gloria.

Oración colecta

Señor Dios, concede que estos hermanos nuestros,
a quienes inspiraste la decisión
de seguir más de cerca a tu Hijo Jesucristo,
la gracia de llegar al final del camino comenzado
y ofrecerte el don de su entrega total.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Recibe, Padre, las ofrendas y oraciones que te presentamos
en la celebración de esta primera profesión religiosa,
y concede, con la ayuda de tu gracia,
que las primicias de estos hijos tuyos,
se conviertan en frutos abundantes.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio propio, como en la Misa siguiente.

Antífona de comunión     Cf. Mc 3, 35

El que hace la voluntad de Dios,
ése es mi hermano, mi hermana y mi madre, dice el Señor. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Padre, que estos misterios celebrados nos llenen de alegría,
y por su eficacia, concede que estos hijos tuyos
cumplan con fidelidad lo que hoy prometen
y te sirvan con libertad de corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

2. EN LA PROFESIÓN PERPETUA


A

Antífona de entrada Cf. Sal 121, 1-2
Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor.
Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén. (T.P. Aleluia.)

Se dice Gloria.

Oración colecta

Dios y Padre nuestro,
que hiciste fructificar la gracia bautismal en estos hijos tuyos,
de modo que siguieran más de cerca las huellas de tu Hijo,
concede que ellos, tendiendo siempre a la perfección evangélica,
contribuyan a aumentar la santidad de la Iglesia
y a confirmar su vigor apostólico.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

El Credo se dice, de acuerdo a las rúbricas; se omite la oración de los fieles.

Oración sobre las ofrendas

Padre, recibe en tu bondad, Señor,
las ofrendas y los votos de tus servidores,
que hoy profesan los consejos evangélicos,
y confírmalos en tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio:

La vida religiosa como servicio de Dios por la imitación de Cristo

V. El Señor esté con ustedes
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor Nuestro.

Él mismo, como fruto inmaculado nacido de la Virgen María,
proclamó felices a los puros de corazón,
mostrando en su vida el modelo de la castidad;
cumplió perfectamente tu voluntad,
por nosotros se hizo obediente hasta la muerte,
y se ofreció a ti como víctima agradable.

Él consagró al servicio divino
a cuantos por ti renuncian a los bienes terrenales,
asegurándoles que encontrarán un tesoro en el cielo.

Por eso, con los ángeles y los santos,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo es el Señor
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

En las Plegarias eucarísticas, se hace conmemoración de la oblación de los profesos o profesas, con las siguientes fórmulas, si se considera oportuno:

Por los religiosos

a) En la Plegaria eucarística I, se dice
Acepta, Señor, en tu bondad propio:

Acepta, Señor, en tu bondad,
y santifica esta ofrenda de tus servvidoores y de estos hijos tuyos,
que te ofrecemos en el día de su profesión,
para que, por tu gracia,
los que hoy te han consagrado su vida
merezcan participar, gozosos, de la Pascua eterna
en el advenimiento glorioso de tu Hijo.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

b) En la Plegaria eucarística II, después de las palabras
llévala a su perfección por la caridad, se dice:

Acuérdate también, Señor, de estos hermanos,
que hoy se consagran a tu perpetuo servicio,
y concédeles que eleven siempre el corazón y el espíritu hacia ti,
y glorifiquen tu santo nombre.
Acuérdate también de nuestros hermanos...

c) En la Plegaria eucarística III, después de las palabras y a todo el pueblo redimido por ti, se dice:

Dígnate, Señor, también fortalecer en su santo propósito
a estos hijos tuyos
que hoy se han unido para siempre a ti
con los vínculos de la vida religiosa,
y concédeles manifestar en tu Iglesia
la vida nueva y eterna
que Cristo nos adquirió con su redención.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia...

d) Si no se utiliza un Prefacio propio, puede utilizarse la Plegaria Eucarística IV, y en las intercesiones, después de las palabras y de los presbíteros y diáconos, se dice:

y de estos hermanos
que hoy se han consagrado a ti más íntimamente
con la profesión perpetua,
de los oferentes y de los aquí reunidos,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan con sincero corazón.

II. Por las religiosas

a) En la Plegaria eucarística I, se dice
Acepta, Señor, en tu bondad propio:

Acepta, Señor, en tu bondad,
y santifica esta ofrenda de tus servidores y de estos hijas tuyas,
que te ofrecemos en el día de su profesión,
para que, por tu gracia,
las que hoy te han unido más estrechamente a tu Hijo,
lo reciban con gozo cuando venga al final de los tiempos.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

b) En la Plegaria eucarística II, después de las palabras
llévala a su perfección por la caridad, se dice:

Acuérdate también, Señor, de estas hermanas,
que han dejado todo por ti
para encontrarte en todas las cosas
y concédeles que, olvidándose de sí mismas,
estén atentas a las necesidades de los demás.
Acuérdate también de nuestros hermanos...

c) En la Plegaria eucarística III, después de las palabras y a todo el pueblo redimido por ti, se dice:

Dígnate, también fortalecer en su santo propósito
a estos hijas tuyas,
que quieren consagrarse con fervor a seguir a Cristo
dando testimonio de vida evangélica y de amor fraterno.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia...

d) Si no se utiliza un Prefacio propio, puede utilizarse la Plegaria Eucarística IV, y en las intercesiones, después de las palabras y de los presbíteros y diáconos, se dice:

de estas hermanas
que hoy se han consagrado a ti en la vida religiosa,
con la profesión perpetua,
de los oferentes y de los aquí reunidos,
de todo tu pueblo santo
y de aquellos que te buscan con sincero corazón.

Antífona de entrada     Gal 2, 19-20
Estoy crucificado con Cristo,
y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Dios, después de recibir con alegría los divinos misterios
te pedimos por estos servidores tuyos
que te han entregado su vida,
para que los enciendas con el fuego del Espíritu Santo
y los unas a tu Hijo para siempre.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.


Bendición al final de la Misa

El sacerdote con las manos extendidas sobre los profesos dice:


Dios, que inspira todo buen deseo,
bendiga la decisión de ustedes y fortalezca sus corazones,
para que cumplan con fidelidad perseverante lo que han prometido.
R. Amén.

Que Él les conceda la gracia de recorrer con alegría
el camino estrecho que han elegido
y de compartir las fatigas de sus hermanos,
animados siempre por el gozo de Cristo.
R. Amén.

La caridad de Dios
haga de ustedes una familia congregada en su nombre,
que sea fiel imagen del amor de Cristo.
R. Amén.

Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo, + y Espíritu Santo.
R. Amén.


B

Antífona de entrada     Cf. Sal 65, 13-14
Vengo a tu casa a ofrecerte holocaustos,
para cumplir los votos que te hice,
los votos que pronunciaron mis labios. (T.P. Aleluia.)

Se dice Gloria.

Oración colecta

Señor, Padre santo, confirma bondadosamente
la decisión de estos hijos tuyos N. y N.
y concede que la gracia del bautismo
alcance en ellos su plenitud;
para que, afianzando con nuevos lazos aquella consagración,
puedan ofrecerte el debido culto
y trabajar por la extensión del Reino de Cristo.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

El Credo se dice, de acuerdo a las rúbricas; se omite la oración de los fieles.

Oración sobre las ofrendas

Recibe en tu bondad, Señor, las ofrendas de tus servidores
conviértelas en el sacramento de la redención
y colma con los dones del Espíritu Santo
a quienes llamaste, con amor paternal,
a seguir más de cerca a tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio e intercesiones propias, como la Misa precedente.

Antífona de comunión     Sal 33, 9

Gusten y vean qué bueno es el Señor.
Feliz el hombre que espera en él. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Padre, que la participación en tus sacramentos,
en esta profesión perpetua, nos llenen de alegría,
y te pedimos que la gracia recibida
conduzca los corazones de tus hijos con ardiente caridad,
al servicio de la Iglesia y de los hombres.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Bendición al final de la Misa

El sacerdote, con las manos extendidas sobre los profesos, dice:


Dios, inspirador y causa de los santos propósitos,
los proteja constantemente con su gracia,
para que vivan el don de su vocación con espíritu fiel.
R. Amén.

Que él los haga testimonio y signo
de la caridad divina en medio del mundo.
R. Amén.

Y que mantenga hasta la eternidad los vínculos
con los que los ha unido a Cristo en la tierra.
R. Amén.

Y bendice a todo el pueblo:

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo, + y Espíritu Santo.
R. Amén.

Las Misas para los aniversarios de la profesión religiosa se encuentran entre las Misas para diversas circunstancias, pp.    .

 

3. EN LA RENOVACIÓN DE LOS VOTOS


La antífona de entrada y comunión se toman, según las circunstancias, de una de las Misas precedentes.

Oración colecta

Dios y Señor de todo lo creado,
que gobiernas a todos los hombres,
mira a estos hijos tuyos, que desean confirmar su entrega,
y concédeles unirse cada vez más, a la Iglesia santa
y dedicarse con generosidad al bien de la familia humana.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Señor, mira con bondad la ofrenda de tu pueblo,
que estos hermanos nuestros
enriquecen con la renovación de sus votos
de castidad, pobreza y obediencia;
convierte estos dones temporales en sacramento de vida eterna
y configura nuestros corazones a imagen de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio propio (A).

Oración después de la comunión

Después de recibir los divinos sacramentos,
te pedimos, Padre, que fortalezcas con el poder de Cristo
y protejas con el auxilio del Espíritu Santo
a estos hijos tuyos que confían sólo en tu gracia
y renuevan sus generosos propósitos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

IX. INSTITUCIÓN DE LECTORES Y ACÓLITOS


Si el rito de institución se celebra dentro de la Misa, puede usarse la Misa por los ministros de la Iglesia (p.    ), con ornamentos de color blanco o festivo.
En cambio, cuando la celebración se realiza en los días señalados del 1 al 9 en la tabla de los días litúrgicos, se dice la Misa del día.

El Rito para instituir Ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión, se encuentra en el Ritual Romano de los Sacramentos, en el Ritual de la Sagrada Comunión y el Culto del misterio eucarístico fuera de la Misa, Capítulo II.

A su vez, el Rito para instituir Ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión, de modo ocasional, se encuentra en el Apéndice III.


X. DEDICACIÓN DE UNA IGLESIA Y DE UN ALTAR


Cuando se dedica un templo, se emplea siempre la Misa ritual propia, con ornamentos de color blanco o festivo. La Dedicación de la iglesia no puede celebrarse en los siguientes días: durante el Triduo Pascual, el día de la Natividad del Señor, de la Epifanía, de la Ascensión, de Pentecostés, del Miércoles de Ceniza, y de las ferias de Semana Santa y el día de la Conmemoración de todos los fieles difuntos.


1. DEDICACIÓN DE UNA IGLESIA

Antífona de entrada Cf. Sal 67, 6-7.36
Dios habita en su santa morada.
Él congrega en su casa a los dispersos.
Él dará poder y fortaleza a su pueblo. (T.P. Aleluia.)

O bien:     Cf. Sal 121,1

Qué alegría cuando me dijeron:
Vamos a la casa del Señor. (T.P. Aleluia.)

Se dice Gloria.

Oración colecta

Dios todopoderoso y eterno,
derrama tu gracia sobre este lugar
y concede tu ayuda a todos los que te invocan,
para que la eficacia de tu palabra y de los sacramentos
fortalezca los corazones de todos tus fieles.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Se dice Credo; se omite la oración universal.

Oración sobre las ofrendas

Acepta las ofrendas de tu Iglesia, Señor
que se reúne con alegría en este templo santo;
para que tu pueblo alcance, por estos santos misterios,
la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Se dice la Plegaria eucarística I, ó III, con el siguiente Prefacio, que forma parte del rito de la dedicación de la iglesia:

Prefacio:

El misterio del templo de Dios

V. El Señor esté con ustedes
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar.

Tú hiciste del mundo entero un templo de tu gloria
para que tu nombre fuera glorificado en todas partes,
y aceptas con agrado que te consagremos lugares
para celebrar en ellos en ellos los santos misterios.

Por eso, hoy te dedicamos con gozo esta casa de oración,
construida con el trabajo de los hombres.

Aquí se manifiesta el misterio del Templo verdadero
y se prefigura la imagen de la Jerusalén celestial.

Del Cuerpo de tu Hijo, nacido de la Virgen María,
has hecho un templo sagrado para ti,
para que habitara en él la plenitud de la divinidad.

Has constituido a la Iglesia como ciudad santa
edificada sobre el cimiento de los Apóstoles,
siendo el mismo Jesucristo su piedra angular,
y continúas edificándola con piedras elegidas,
vivificadas por el Espíritu y unidas por la caridad,
donde tú serás siempre todo para todos
y brillará eternamente la luz de Cristo.

Por él te alabamos llenos de alegría,
junto con los ángeles y santos:

Santo, Santo, Santo es el Señor
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

Cuando en el templo ya se realicen habitualmente las celebraciones litúrgicas, se utiliza la Plegaria eucarística I, ó III con el siguiente prefacio:

Prefacio:

De la iglesia terrena a la Iglesia de Dios

V. El Señor esté con ustedes
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor Nuestro.

Porque en esta casa que nos has permitido construir
no cesas de ayudar a tu familia que peregrina hacia ti;
en ella simbolizas y realizas admirablemente
el misterio de tu comunión con nosotros.
Aquí edificas para ti el templo que somos nosotros,
y haces crecer como Cuerpo de Cristo
a la Iglesia diseminada por todo el mundo,
que alcanzará su plenitud en la Jerusalén celestial,
verdadera visión de paz.

Por eso, unidos a todos los ángeles y santos,
en el templo de tu gloria
te alabamos, bendecimos y glorificamos,
diciendo:

Santo, Santo, Santo es el Señor
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

En las plegarias eucarísticas la dedicación de la iglesia se conmemora de acuerdo a las fórmulas siguientes:

a) En la Plegaria eucarística I, se dice Acepta, Señor, en tu bondad propio:


Acepta, Señor, en tu bondad,
y santifica esta ofrenda de tus servidores y de tus hijos,
que con trabajo constante,
han edificado esta iglesia [en honor de N.]
y te la ofrecen fielmente.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

b) En la Plegaria eucarística III, después de las palabras
y a todo el pueblo redimido por ti, se dice:

Atiende los deseos y súplicas de esta familia,
que te dedica esta iglesia;
concede bondadosamente que sea casa de salvación
y santuario de los sacramentos del cielo,
donde resuene el Evangelio de la paz
y se celebren los santos misterios,
para que los fieles,
iluminados con la palabra de vida y con tu gracia,
peregrinen de tal modo por la tierra
que merezcan llegar a la Jerusalén celeste,
en la que tú, Padre misericordioso,
reúnes en torno a ti
a todos tus hijos dispersos por el mundo.
A nuestros hermanos difuntos...

Antífona de comunión     Cf. Mt 21,13; Lc 11,10
Dice el Señor: Mi casa será llamada casa de oración;
en ella, el que pide, recibe; el que busca, encuentra;
y al que llama, se le abrirá. (T.P. Aleluia.)

O bien:     Cf. Sal 127, 3
Como retoños de olivo alrededor de tu mesa,
Señor, así son los hijos de la Iglesia. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Padre, por los sacramentos recibidos
te pedimos que afirmes tu verdad en nuestras almas,
para que te adoremos siempre en tu santo templo
y podamos gloriarnos en tu presencia, junto con todos tus santos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Bendición al final de la Misa

El obispo, con las manos extendidas sobre el pueblo, dice:


Dios, Señor del cielo y de la tierra,
que los ha reunido hoy
para conmemorar la dedicación de esta iglesia,
los colme con la abundancia de su bendición.
R. Amén.

Él, que quiso congregar
por medio de su Hijo único,
a todos sus hijos dispersos,
les conceda ser templo y morada del Espíritu Santo.
R. Amén.

Él, que los ha purificado, habite en ustedes,
y les conceda alcanzar, junto con todos los santos,
la felicidad eterna,
R. Amén.

Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, + Hijo, + y Espíritu + Santo,
R. Amén.


Las Misas para el aniversario de la dedicación de una iglesia se encuentran en el Común (pp. ).

 

2. EN LA DEDICACIÓN DE UN ALTAR


Para la dedicación del altar se emplea la Misa ritual propia, con ornamentos de color blanco o festivo. No se puede dedicar el altar en el Triduo pascual, el Miércoles de Ceniza, en las ferias de la Semana Santa ni en la Conmemoración de todos los fieles difuntos. En las solemnidades de la Natividad del Señor, Epifanía, Ascensión, Pentecostés y en los Domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua se usa la Misa del día, con excepción de la oración de las ofrendas y el prefacio que se toman de esta Misa ritual, por estar íntimamente unidas al rito que se celebra.

Antífona de entrada     Sal 83, 10-11

Señor, protector nuestro,
mira el rostro de tu Ungido,
porque vale más un día en tus atrios que mil en otra parte. (T.P. Aleluia.)

O bien:     Sal 42, 4

Llegaré al altar de Dios,
el Dios que es la alegría de mi vida. (T.P. Aleluia.)

Se dice Gloria.

Oración colecta

Dios nuestro, que has querido atraer todas las cosas
hacia tu Hijo, elevado en el altar de la cruz,
derrama la gracia celestial sobre tu Iglesia,
que te dedica este altar,
donde alimentarás a tus fieles, congregados en la unidad
y, por la efusión de tu Espíritu,
los convertirás en un pueblo a ti consagrado.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Dios y Señor nuestro,
haz que descienda sobre este altar tu Espíritu Santo,
para que santifique los dones de tu pueblo
y purifique los corazones de quienes los van a recibir.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Se dice la Plegaria eucarística I, ó III, con el siguiente Prefacio, que forma parte del rito de la dedicación del altar:

Prefacio:

El altar es el mismo Cristo

V. El Señor esté con ustedes
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Él mismo, verdadero sacerdote y verdadera víctima
nos mandó celebrar para siempre
el memorial del sacrificio que te ofreció en el altar de la cruz.

Por eso, Padre, tu pueblo ha erigido este altar
que hoy, llenos de júbilo, te dedicamos.

Éste es, en verdad, el lugar santo
donde se ofrece incesantemente el sacrificio de Cristo,
se tributa a ti una alabanza perfecta
y se lleva a cabo nuestra redención.

Ésta es la mesa del Señor
en la que tus hijos, alimentados con el Cuerpo de Cristo,
se congregan en la unidad de la santa Iglesia.
Aquí los fieles beben de tu Espíritu
en las aguas que brotan de la roca espiritual que es Cristo,
por quien son transformados en ofrenda santa y altar vivo.

Por eso, con los ángeles y los santos
cantamos sin cesar, el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo es el Señor
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

Antífona de comunión:     Sal 83, 4-5
Hasta el gorrión encontró una casa,
y la golondrina tiene un nido donde poner sus pichones:
junto a tus altares, Señor del universo, mi Rey y mi Dios.
Felices los que habitan en tu casa y te alaban sin cesar. (T.P. Aleluia.)

O bien:     Cf. Sal 127, 3

Como retoños de olivo alrededor de tu mesa,
Señor, así son los hijos de la Iglesia. (T.P. Aleluia.)

Oración después de la comunión

Padre, concédenos permanecer siempre junto a tu altar,
donde celebramos el misterio del sacrificio de tu Hijo,
para que, unidos por la fe y la caridad,
quienes nos alimentamos con Cristo
seamos transformados en él.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.


Bendición al final de la Misa

El obispo, con las manos extendidas sobre el pueblo, dice:


Dios, que los ha enriquecido con el sacerdocio real,
les conceda cumplir santamente sus responsabilidades,
y así puedan participar con dignidad del sacrificio de Cristo.
R. Amén.

Él, que los congrega en una única mesa
y los alimenta con un único pan, haga de ustedes un solo corazón y una sola alma.
R. Amén.

Y que Él mismo les conceda ganar para Cristo,
con el amor sincero, a quienes ustedes anuncien el Evangelio.
R. Amén.

 y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, + Hijo, + y Espíritu + Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca siempre.
R. Amén.